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Él está aquí.

ASTRID

—¿Por qué la cara, Cuatro Ojos? —Es James. Apoya su espalda en la pared como yo, pero se agacha hasta quedar de cuclillas.

—Por nada —niego con la cabeza apartando mi desequilibrada idea—. ¿En qué andas?

—Estaba huyendo de la Profesora Scott; quiere que ensayemos una vez más la obra. Ya me estoy volviendo loco, repetimos una, otra y otra vez las mismas escenas... —lanza un bufido—. Estoy cansado.

—Es el precio de la actuación, JC —río entre diente y me siento en el piso blanco del pasillo.

—Lo peor de todo es que la fastidiosa hija de la Señora Gruonie dijo que vendría a verme —chasquea la lengua—. Esa pelirroja molestosa...

¿Señora Gruonie? Debe referirse a Cassandra, de quien poco he oído hasta ahora. Es realmente curioso que esté poniendo los ojos sobre James pues creí que ella estaba interesada en McFly. De hecho, creí que tenían alguna especie de relación a pesar de sus palabras hacia mí. ¿Sabrá ella lo de Sebastian?

—El día de la obra espero que estés ahí para echarme una mano si olvido alguna línea —comenta de pronto, volteando a verme—. No quiero hacer el ridículo frente a la pesada de Gruonie.

—Está bien... Oye, James... —muerdo mi labio. Tal vez, la idea de buscar a Sebastian por mi parte no sea tan absurda— ¿Conoces a alguien de la Secundaria A-9?

—¿Es la secundaria donde iba Patrick? —asiento. Que mencione a Patrick me deja un mal sabor de boca— Los Tres fueron a ella —con "Los Tres" se refiere a Mika, Chase y Jax, pero por obvias razones yo no les preguntaré sobre Sebastian a ellos—. También hay otro... un tal Allek Morris de última año. Es amigo de April y Liz.

—¿En serio?

—Sí. ¿Por qué la pregunta? —sonrío inconscientemente.

—Por nada.

Me levanto del piso y parto en búsqueda de las dos inseparables amigas.

April y Lizzy suelen ser de las chicas que tienen una rutina para todo, donde hacen las mismas cosas todos los días, por lo que deducir, y luego de pasar casi dos años con ellas, encontrarlas sentadas en la banca del patio, mirando a los chicos jugar en el campo de beisbol no es nada raro. Que sean así de simples facilita mucho las cosas, sino estaría perdida buscándolas por todo Jackson.

—¡Astrid! —exclaman al unísono.

Trago saliva con el fin de humedecer mi seca garganta y me recompongo un poco de mi estado anímico para hablarles.

—¿Ustedes conocen a Allek Morris? —pregunto en un hilo de voz. Las dos se miran curiosas y, volviendo a verme, asienten— ¿Dónde puedo encontrarlo?

—En la sala de música, seguramente —responde April—. Según sé, le toca clases allí.

—O quizás esté durmiendo en biblioteca —agrega Liz, riendo.

Le doy las gracias y parto mi búsqueda hacia la sala de música. Es junto a la puerta, donde espero a que suene el timbre para salir a recreo.

MIKA

Los intentos que hago con sumo esfuerzo por no dormirme son inútiles. Es un viernes por la noche de camino al aeropuerto para volver a la ciudad. Después de la visita al cementerio el jueves y una ineficiente cena familiar junto a los familiares de mamá, todo se volvió aburrido. Si la visita al cementerio fue deprimente, la cena fue peor; nadie decía nada y dudo mucho que fuese así porque estábamos apenados. Siempre hemos tenido falta de comunicación con nuestras familias, eso no es novedad. La novedad fue que nos invitaran a quedarnos a cenar y el viejo aceptara. La consecuencia fue aquella incómoda sensación de no pertenecer ahí. Ni siquiera disfrutamos la cena. Yo con suerte sé qué comí. Tampoco pude dormir en la asquerosa cama y con los gritos de los niños de la habitación continua, quienes parecían estar saltando con gusto sobre la cama sin que sus ineptos padres los reprendieran. Muchas veces estuve a punto de levantarme de la cama e ir a callarlos por mis medios, pero las súplicas de Ash para que no lo hiciera me detuvieron; de todas formas, esa casa era de sus tíos, nosotros sólo éramos invitados. Tal vez, si el viejo no fuese tan tacaño, podría haber arrendado algún hotel, casa o lo que sea que esté lejos de las pulgas revoltosas.

Suerte que podré dormir en el avión. O eso espero...

Miro la hora en el iphone descubriendo que tengo algunos mensajes de Pajarito que no he leído. De hecho, ella no había mensajeado hasta ahora.

"Averigüé Sebastian Lupin"

¿Así que ella lo está buscando después de todo?

"¿Qué encontraste?" —Escribo con cautela. No quiero que Ashley lea, con lo curiosa que es, lo que Pajarito y yo estamos hablando. Si supiese que estoy hablando con alguien a quien apodo y tengo agregada como Pajarito, probablemente me llenaría de preguntas que no quiero responder. Y no sólo eso, quizás se digne a espiar mis cosas. — "¿Dónde está?"

Hemos llegado al aeropuerto, por lo que no me queda de otra que guardar el iphone, dentro de mis bolsillos hasta que me desocupe. Saco las maletas del auto y ayudo a mi hermana a llevar las suyas, mientas el viejo con ese aire altivo nos pide que nos apresuremos, pues el avión ya está por despegar y no quiere perderlo por nuestra culpa.

Es cuando estoy con las manos ocupadas que un mensaje —seguramente de Pajarito— llega.

Estoy esperando ansioso leerlo y saber qué dice. No porque quiera saber dónde se encuentra Sebastian Lupin, sino para saber su respuesta en sí.

La verdad es que siempre supe sobre el paradero de Sebastian, aunque me negaba creerlo. Ésta es la parte omitida de la trágica historia que merodea mi pasado en la secundaria, la parte que no supo Pajarito:
Había pasado por tanto, dicho tantas cosas; hasta que mi obsesión por saber qué había pasado con Sebastian se mezcló con los sucesos de mi vida diaria y pensé que la única forma de librarme de todo, era buscándolo. Pero cuando lo hallé, me di cuenta que muchas veces no hay vuelta atrás. En resumen; Sebastian está muerto. Mi consuelo es que no fue por mi culpa, sino por una enfermedad. Aun así, el deber de no haberme disculpado con él está presente. Y aunque en su tumba ya con la lápida puesta lo hice, no ha bastado para sentirme bien. Sebastian sigue uniéndome a Patrick y Mathew y así será siempre, porque hay cosas de las que no podemos escapar.

Ya sentado en el avión, esperando el despegue, me dispongo a leer el mensaje que Pajarito envió antes de apagar el iphone.

"Se mudó a otro país, seguramente por eso no diste con su paradero. Ya, deja la culpa de lado porque él está bien"

Esa es una piadosa mentira.


ASTRID

«Mierda»
Eso fue lo primero que pensé cuando escuché la información que Allek tenía para mí.

El martes di con el paradero de Allek; un chico algo inexpresivo, serio, con aspecto algo vago, que se limitó a preguntar pocas cosas. Me sentí bastante incómoda al preguntarle sobre Sebastian Lupin, pues no encontré ninguna excusa suficientemente válida como para responder su "¿por qué lo estás buscando?". Ante mi primera respuesta, él dijo que los tres payasos —claramente refiriéndose a Mika, Chase y Jax— podían conocerlos. Negué su proposición de ir a preguntarle a ellos y luego de algunas súplicas él accedió a ayudarme a buscar a Sebastian con la condición de decirle la verdad. Ante mi desesperación, hice lo que se veía más factible: Dije la verdad de una forma distorsionada.

Le dije que Patrick Fissher era mi hermano y que de seguro lo conoció. Allek asintió confirmando mis sospechas, sin embargo, no dijo nada y esperó mi siguiente confesión. Le dije que Patrick le había hecho daño a Sebastian, que mi familia se enteró de ello y ahora nos sentíamos en deuda con él, que cargamos un sentimiento de culpa. Nunca mencioné a Mika pues la búsqueda de Sebastian la estaba haciendo por mi cuenta y dudo mucho que le habría gustado contarle eso a Allek.

Así que, Allek accedió a buscar a Sebastian diciendo que podía obtener información para mí.

Y hasta hace unos minutos tuve la esperanza de escuchar una noticia alentadora de su parte, pero todo lo que obtuve fue que Sebastian Lupin murió hace ya un tiempo de una enfermedad. Así fue como todo ápice de esperanza desapareció con la devastadora noticia. Lo peor sería que Mcfly se enterara de ello, pero no podía darle tal noticia y aumentar su sentimiento de culpa. Opté por enviarle un mensaje mintiéndole.

"Decirle que está vivo y fuera del país se oye bien", pensé. Sólo espero que lo haya creído y, aunque es poco probable, cese la búsqueda de Sebastian.

—¡Astrid, despierta! —grita desde atrás del escenario la profesora Scott— ¡Ayúdame con esto!

Es viernes por la noche. La obra continua.

Había llegado con los ánimos repuestos, dispuesta a echarles una mano con la obra a la espera del público; sin embargo, con la información de Allek y el mensaje que le envié a McFly mis ánimos cayeron al suelo. Ni siquiera sé si hice lo correcto al mentirle, pero ya está. Lo hice para que no se sintiera mal; lo hice con la mejor de mis intenciones.

—Mierda, mierda, mierda.

James entra como un trastornado al oscuro "detrás de escena" —como April ha llamado al torbellino de cosas que hay detrás del escenario—. La Profesora Scott lo mira con desaprobación cuando escucha sus insultos. Pero James parece más preocupado de dar conmigo.

—Gruonie está aquí —me dice, agarrándome por los hombros—. Y eso no es todo... Patrick también.

—¿Patrick? —pregunto sin poder cerrar mi boca por del asombro—Es una broma, ¿verdad?

James niega con la cabeza.

—Estoy seguro que lo vi entre el público, sentado junto a tus padres.

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