Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• Un supuesto embarazo y otras mentiras •

Jules
──────────────

—Si querías humillarme frente a mis hombres, solo debías decirlo, no hacerlo…—murmura más que ofendido, cruzando sus brazos entre sí mientras mira por la ventana. 

—¿Y por qué te ofendes conmigo?—me quejo, aún así no responde, por lo que bufo tras ser ignorada—. Lo único desagradable de ti es lo machista que llegas a hacer a veces. 

Al finalizar logro mi cometido y la furtiva mirada de Maxim me penetra. Dejando ver a través de ellos la furia y la vergüenza. 

—No debería haber nada que te desagrade de mí—demanda con la mandíbula tensada—. Solo digo que no debiste hacer esa estupidez. 

—Pues ya la hice—me encojo de hombros, peinando mi bonito cabello largo bajo su mirada asesina—. Además, afecté las bolas de una estatua que costó millones a Víktor y él ni siquiera se enfadó conmigo. 

Suelta un suspiro por la nariz, ensanchando sus orificios, moviendo algunos cabellos sueltos por el viento. 

—Últimamente te estás volviendo más confidente con él, pero no tanto conmigo—se le oye enojado, aunque la mueca de disgusto contradice su ira. Lo noto más tenso, con los hombros hundidos y una mala cara. 

Me acerco a él, acortando cualquier distancia para acomodar sus cabellos dorados hacia atrás.  

—No hago diferente entre él y tú—afirmo decidida, pero sus facciones siguen igual—. A ti te conozco como la palma de mi mano, sé bien que no te gusta ser dejado de lado y jamás permitiría eso, Maxim. 

—Me tienes en la palma de tu mano—corrige, relajando su cuerpo y dándome una leve sonrisa que se me pega—. Solo, por favor, no me vayas a dejar por Víktor, Jules. No quiero vivir eso otra vez. 

No hago preguntas con respecto a ese tema, no porque no quiera hacerlo, más bien es por la necesidad que tiene Maxim de llorar en estos momentos. Lo que me hace quitar peso a sus palabras para darle toda mi atención y así abrazar a este hombre con carácter de niño pequeño. 

—Tú eres mi favorito—confieso en su oído a la vez que beso su mejilla en el abrazo—. Jamás haría algo que te lastimara…

—Mentirme es dañarme—susurra, creando un inmediato pánico en mi cuerpo. 

Lentamente, rompe el abrazo y por inercia retrocedo un poco. Noto su mirada expectante en mí, pero la ignoro para prestar atención al suelo negro de piel. 

—Mentir es lo único que sé hacer—admito luego de un largo silencio—. Y si te miento a ti, es solo para protegerte.

—¡Tú no me debes proteger, Jules!—exclama alto, por lo que me llevo un leve susto—.  No cambies los roles. En verdad no quiero que me mientas como todos. Quiero que confíes lo suficiente en mí como para decirme la verdad en todo momento. 

De a poco levanto la mirada y al llegar a sus ojos no logro ver nada más que desesperación. 

La culpa me abofetea con fuerza, sin embargo, no está en mí decidir si decir o no lo que pasó en el sótano. Puesto que confío plenamente en Víktor y si él dijo que sería mala idea confesarle eso a Maxim, es por algo. 

—Ya no lo haré—miento y le doy una leve sonrisa—. Lo prometo. 

Tuerce sus labios en señal de disgusto, dejando en claro que no me cree. 

—¿Por qué vamos a la clínica?—pregunta con dientes apretados. 

Mientras mi corazón palpita en mis oídos, recuerdo el pequeño guión que estuve practicando desde anoche, cuando Raquel apareció en mi cuarto llorando. 

—Porque tengo pesadillas y decidí ir con un especialista para hablar sobre mis problemas. 

—¿Y qué clase de problemas tienes? 

Intento no titubear, pero el hablar de esto me genera un dolor en el estómago inmenso. 

—Por los abusos que sufrí en el burdel—digo y sus labios se vuelven pálidos tras ser apretados con fuerza. 

—¿Y quién mierda abusó de ti?

—No sé los nombres, era una norma del lugar, el anonimato de los clientes solo era sabido por el administrador. 

—Kiril—gruñe al decir ese nombre y me estremezco al oírlo. 

Asiento con lentitud mientras sus ojos me siguen acechando. 

—Maxim—llamo con temor, pero él levanta su cabeza en señal para que hable—. ¿Por qué aún no han atrapado a Kiril? Ya han pasado casi dos meses desde mi secuestro y él aún sigue suelto. 

En ese momento el auto se detiene, dando aviso que habíamos llegado a la misma clínica que la última vez. 

—Estamos atareados de trabajo—finaliza y abre la puerta para salir, sosteniéndola para que yo salga—. No es que no pongamos empeño en buscarlo, solo es que en estos momentos estamos a nada de una dictadura entre federaciones de la mafia, lindura. Por lo que nos lleva a poner nuestro total empeño en que esta bomba de tiempo no explote cerca de ti. Pero calma, que yo mismo pondré a buscar a mis hombres para que lo encuentren y te juro que lo haré pagar por todo lo que dejó que te hicieran. 

No respondo, pero las ganas de decirle sobre la urgencia que tengo para capturarlo estaban a nada de salirse de mi boca, pese a esto, salgo del auto y me dirijo a la clínica con él detrás de mí. 

Entiendo sus problemas con las federaciones, Patrick tuvo algo parecido y solo así obtuvo el título de capo, ya que mató al antiguo líder de los Hell dogs, una familia medianamente poderosa en California. 

Aunque lo suyo fue un golpe de suerte, opuesto al poder de los Volkov. Que, por lo que averigüé de Raquel, es una familia con intervenciones tanto políticas como administrativas. Lo que quiere decir es que, hay familiares cercanos de ellos que están metidos en el estado Ruso, además de ser comerciantes con un alcance mundial; quedando con impunidad sobre sus trabajos bajo la mafia roja. 

En resumen: su poder prácticamente no tiene fin. ¿Quién estaría en contra de ellos y haría una revolución? 

Ahora entiendo por qué no están yendo a tantas juntas o encuentros a San Petersburgo. Solo espero que a los inútiles de los Petrov no se les ocurra estar en contra de ellos, aunque hace poco vi a Ron aquí y no parecía tener más enojo del de costumbre. 

—¿Estás bien?—pregunta al pasar su mano por mi cintura, mientras besa mis labios con rapidez. 

Al entrar al enorme lugar amarillo, mi cuerpo sufre de un escalofrío que recorre mi espalda hasta la nuca, me deja sintiéndome más pequeña de lo que soy; con un temor absurdo en mi estómago. 

Pese a no saber si lo estaba del todo, asiento y sonrío, ya que sus brillosos ojos azules me obligan a hacerlo. Es imposible no sonreír cuando él me mira de esta manera. 

—Buenos días, señores Volkov…—pronuncia Kuznets en la estrada, bajando la cabeza casi hasta el piso al ver a Maxim. 

—¿Escuchaste eso?—murmura en mi oído, haciéndome estremecer bajo su voz y tacto—. Ahora eres la señora Volkov.

Río por lo bajo, más por los nervios que por sus palabras. 

«Jules Volkov no suena para nada mal». Divago en mis pensamientos, pasando el vestíbulo del hospital para ir al elevador que nos llevaría al piso cuatro, directamente a la oficina del terapeuta junto a Maxim y al doctor Kuznets. 

—Se ve mucho mejor desde la última vez que la vi, señora—pronuncia con nervios el doctor regordete, limpiando el sudor de su frente con una toalla blanca. Estaba rojo como un tomate y hasta aquí se siente, y huele, su miedo. 

—Eso es porque ya no tengo desnutrición y no estoy golpeada—contesto irónica, mostrando una dura sonrisa. 

El hombrecito ríe por el mal chiste, pasando por unos segundos los ojos en Mexim y al hacerlo se calla a la vez que baja la mirada. 

El ascensor se abre, liberándome de la tensión que se había creado en esta diminuta caja de metal. Ayudando a mi nariz a respirar aire puro y no el apestoso aroma de sudoración con olor a mezcla de vinagre y cebollas. 

—Señores Volkov—saludo un tercer hombre, totalmente opuesto a Kuznets—. Me alegra volver a verlo, señor Maxim. 

—Un gusto, Nikolas—devuelve el saludo, dándole un apretón de mano.

«Y qué hombre». 

—Señora Vol…

—Soy Jules—interrumpo, alargando mi mano para saludar. 

El sujeto de ojos grises ríe mostrando unos dientes blancos perfectos de infarto. 

—Mi amor, no me hagas sacar mi arma para matarlo—susurra en mi oído, al mismo tiempo que mete su mano debajo del vestido para apretar mi trasero con fuerza—. Aún me quedaban varias balas. 

Lo miro anonadada, más por el hecho de que ese “susurro” hizo eco en todo el pasillo blanco vacío. 

Tras eso, se crea un silencio más que tenso que incluso quita el poco oxígeno que Kuznets tiene en sus pulmones. 

—Bien, si usted lo permite me gustaría hablar con la paciente a solas—pide Nikolas, peinando su engomado cabello negro hacia atrás con algo de nervios.

—¿Necesariamente tiene que ser en privado?—gruñe Maxim, llevándose una mala mirada mía—. No me mires así, eres igual de ninfómana que yo, nena. Eres un peligro para los hombres. 

Ruedo los ojos. 

—Las conversaciones e información dadas en las sesiones son completamente privadas y no tengo autorización para hablar de ello una vez que la señorita Jules entre ahí. 

—Señora Volkov—corrige Maxim, atrayendo mi cuerpo más a él—. Y está bien, mientras mantengas tus manos lejos de esos lugares prohibidos.

—No se preocupe, señor Volkov, soy completamente profesional con este tema. 

—No te lo decía a ti, Nikolas—se ríe al ver nervioso al doctor, pasando sus ojos en mí—. Te lo decía a ti. 

—¡¿Yo?!—me ofendo en un grito que atrapa las miradas de los tres hombres. La vergüenza me atrapa por fin, haciéndome gruñir en alto—. Bien, como sea—finalizo yendo hasta el nuevo doctor, empujándolo para pasar por la puerta que tenía detrás. 

—Estaré afuera, apenas termine, avíseme, doctor…—es lo último que escucho antes de oír murmullos inaudibles desde el pasillo. 

Quedo sola en la habitación, la cual parece ser más un cuarto normal que una sala de terapia. Aunque bueno, nunca estuve en una antes de hoy, así que mucho no sé de cómo se debe de ver una. 

Pese a que, tanto el sofá beige claro largo, parecido a una cama delgada, como las decoraciones minimalistas, me dice que puede ser un cuarto donde vive una mujer. 

Incluso hay un cuadro de Taylor Swift en su concierto Reputation Stadium Tour con un autógrafo. 

Me siento en el cómodo sofá bajo, frente a mí hay una enorme ventana con cortinas blancas y marco negro. 

—Lamento la demora—me sorprende el doctor sexy, llevándome un susto—. Su esposo es más agitado que el señor Víktor. 

—Ninguno es mi esposo—aclaro de inmediato y el joven eleva una ceja negra—. Soy solo su puta. 

Da una leve sonrisa, mientras toma asiento en una silla verde oscura que estaba en la esquina, atrayéndola hasta frente del sofá. 

—No creo que ellos se preocupen tanto por una mujer que solo es su… compañera sexual. 

—La chupo bien—me enojo de hombros, quitando importancia.

Nikolas mete su mano en los bolsillos de su bata blanca larga, sacando de ahí una pequeña libreta marrón y un bolígrafo.

—¿Qué carajos estás anotando?—pregunto de inmediato, siguiendo la acción del sujeto.

—No te preocupes, solo quiero anotar tus datos y lo que pienses que es importante hablar aquí—intenta calmarme al darse cuenta como me retorcía en su sofá por la ansiedad—. Hoy me gustaría hablar de ti, de quién eres o quién fuiste antes de llegar aquí.

—¿Quién soy?—susurro con voz temblorosa. 

Asiente sonriendo, acomodándose en su silla a la vez que cruza sus piernas entre sí.

—Sí, empecemos con tu nombre y apellido. 

—Soy Jules—digo lento, pero segura—. Sin apellidos. 

—No me estás atendiendo—niega con la cabeza, ya sin sonreír—. Me gustaría saber tu verdadero nombre, señorita…—deja espacio para que yo lo diga, lo cual tardo en hacer.

Juego con mis manos, notando el brillo del sudor que crea estos nervios. Doy largas caladas de aire, para luego soltarlo. 

—Julieth—agrego con titubeo—. Soy Julieth Morgan.  

Ahora asiente, dando a entender que mi respuesta era acertada. 

—Bueno, Julieth, ¿de qué te gustaría hablar ahora? 

—¿Por dónde debería empezar?

—¿Te parece si por tu pasado?—pregunta dudoso, golpeando el bolígrafo sobre su anotador—. Háblame de tu familia o de tus padres…

—No tengo padres—miento de inmediato, llenándome de terror—. Soy huérfana. 

El hombre me queda mirando por unos largos minutos en dónde supongo que se pregunta si estoy mintiendo o digo la verdad. Luego de una extensa espera, larga un suspiro dando a entender que no me cree una mierda. 

—Iremos a tu tiempo, Julieth. No hablamos de temas que aún no estás lista o tengas fobia de mencionar, no obstante, me gustaría que te abras más a mí y llegues a confiar en tu psicólogo.

—A Maxim no le gustaría que me abra a usted—medio bromeo, haciendo que el sujeto ría. 

—Soy gay y Víktor lo sabe—quedo en shock al oírle decir, quedando como el emoji de payaso en estos momentos—. Es por eso que me permitió estar contigo en una habitación con puerta cerrada.

—Eso explica la foto de Taylor Swift—digo luego con tono de obviedad, volviendo a ver a la reina de la música country—. Eso quiere decir que debo tener cuidado contigo porque podrías robarte a mis chicos.  

—Tus chicos están muy pegados a ti, Julieth, no considero que nadie pudiera quitártelos—asegura sonriendo, quitando ciertas lágrimas que dejó esa fuerte carcajada. 

—Leah podría quitarlos—se me escapa y el rostro de él se vuelve un ladrillo de hielo—. ¿Verdad? 

Aprieta los labios, borrando todo rastro de amistad para pasar a uno de desconfianza.

—Ella ya no está. 

—¿Y en dónde sí está?

—Jules.

—Pensé que era Julieth. 

—Julieth—gruñe, aunque intenta poner una sonrisa—. No puedo hablar de esos temas. 

—Solo pregunté algo inofensivo—quito importancia, sonriendo un poco—. Ella era especial para mis hombros y solo quiero saber sí está en buenas manos. Me mataría saber qué le pasó algo malo, o si alguien la intenta dañar, doctor. 

—Ese hospital era muy bueno, así que no te preocupes…

Enarco una ceja en el momento que se calla. 

Ahora, viéndolo con atención, puedo notar cierto sudor que se empieza a deslizar por el costado derecho de su frente. 

—No creo que Leah sea relevante en tu mundo, ella ya no está, así que no debe de importar nada de lo que hizo con los Volkov en el pasado. 

—Le gusta su vida, ¿Verdad, doctor Nikolas?—pregunto al levantarme del asiento, caminando hasta él con una enorme sonrisa, opuesta a él, quien me miraba como si fuese un demonio. 

—¿A qué se refiere?

—La vida... La vida para muchos es muy hermosa, incluso con sus días malos, es hermosa—repito, esta vez borrando mi mueca—. Yo no lo creo, no lo hago desde que tengo memoria, la cual es poca, por cierto. No duermo en la noche, solo finjo hacerlo cuando ellos terminan de acostarse conmigo y no malentienda, antes disfrutada hacerlo, amaba follar con ellos. Pero últimamente las pesadillas cobran vida al sentir el mínimo tacto de los hombros, arrastrándome al pasado para hundirme en él—no sé cuándo empecé a llorar, pero ahora que me doy cuenta de esto, no logro detenerme—. Los hermanos Volkov son el único seguro que tengo para seguir atada a esta vida y no quiero perderlos, pero temo que si esto empeora ya no pueda controlar las pesadillas, lo que me dejará incapacidad para poder satisfacerlos. En resumen, ya no tengo nada que darles a ellos a cambio de la seguridad y el dinero, así que me terminarán dejando sola en la nada. No quiero eso, doctor, así que dime qué hizo mal Leah para que yo no cometa esos errores, además de curarme de estas malditas pesadillas.

Parada frente a él con millones de lágrimas en mis mejillas, me siento la persona más estúpida y débil del mundo. Me avergüenzo de mí en estos momentos, más no me arrepiento debido al enorme alivio que siento. 

—¿Y bien?—dice desde su asiento, calmado, aunque con la libreta apretada con ambas manos. 

—¿Y bien qué?—gruño llorando. 

—¿Qué se siente hablar de tus problemas e inseguridades?

Río, pese a llorar a la vez, mientras lo escucho. 

—No es una inseguridad, es un hecho que pasará si no arreglas esto—dictamino señalando mis lágrimas—. Julieth está enloquecida, toma el control por voluntad. 

—Entonces deja que Julieth conozca a los Volkov—se levanta de su asiento, quedando tan cerca de mí que por inercia doy dos pasos hacia atrás—. Tal vez ella logre entender lo que tú no, Jules

—¿Qué cosa no entiendo yo que ella sí? 

—Los hermanos no te quieren solo por el sexo.

—Para eso me compraron. 

—Leah fue comprada también y déjame decir que los hermanos no hicieron ni la mitad de lo que están haciendo contigo con ella. 

Abro mi boca para contentar, pero de ella no sale nada, pues no comprendo sus palabras. 

—A veces dicen cosas raras—digo y sorbo mis mocos—. Cosas cursis que no entiendo. 

—Ellos tampoco entienden esas cosas, pero se esfuerzan por ti. Cualquiera que los conozcan como los mafiosos y asesinos que son, lo vería con claridad. 

—¿Y qué haré sin sexo?—divago con vergüenza, sintiendo mi corazón acelerarse y el estómago apretarse por el terror—. No es que no pueda hacerlo, solo es que a veces… se pone difícil. La mente juega en contra con los recuerdos. 

—No te preocupes, si me lo permites le diré a Víktor que eso deberá esperar hasta que estés lista y sé que a Maxim se le hará difícil, pero si se lo pides tú, acatará la orden sin protestas. 

—Lo dudo—confieso con temor—. Complacer a los hombres es todo lo que sé, todo lo que me enseñaron. 

—¿Quieres hablar de ello?

—No—no titubeo al decir, pese a que veo su rostro borroso por las nuevas lágrimas—. Aún no. 

Asiente con comprensión, mientras toma su libreta para anotar unas cosas. El tiempo que resta lo uso para ir al baño y arreglar el maquillaje. Al despedirme de él, antes de salir de la clínica, sigo los pasos que recuerdo haber dado con Víktor hace unas semanas. 

Encontrando la sala de ginecología, junto a ella la puerta del doctor Kuznets.

—Doctor—llamo alto al abrir la puerta sin problemas, encontrándolo leyendo un libro. Se levanta rápido al reconocerme, viniendo hasta mí con pasos nerviosos. 

—Señora Volkov, ¿qué se le ofrece?

—Necesito que me haga otra ecografía. 

Tarda en comprender la orden, pero con movimientos robóticos me termina indicando que me recueste en la cama mientras él buscaba la máquina. 

—¿Su última menstruación?

—Hace un mes—digo con los nervios a flor de piel en el momento que pasa el gel por mi vientre inflamado. 

—Bueno, veamos qué hay por aquí

───────────────


Siganme en mis redes sociales:
Instagram: @darinavdt
Facebook: @darinajunior
Wattpad: @thaisvdt
Grupo de difusión:
+54 342 - 486 - 9502
No se olviden de comentar y votar en el capítulo, por favor 🙏

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro