Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• Nuevo hogar •

Jules
───────────────

—¡Me prometiste algo!—grito desesperada, sintiendo mi garganta arder tras hacerlo.

—¿Qué querías que hiciera, Jules?—Kiril esquiva las cosas que le lanzo, a la vez que intenta dar pasos hacia mí—. Víktor y Maxim son muy peligrosos, no podía poner en riesgo mi trabajo, hice mucho esfuerzo para crear este imperio; deberías saberlo y entendrme.

—¿Crees que este es tu imperio?—río sin gracia, mirando como sus labios se tuercen—. La mitad de estas personas vienen por mí, yo fui quien hizo que esta pocilga sea lo que es hoy. Sin mí, volverás hacer el mismo idiota. Un maldito pobre bastardo sin padres…

—¡Cierra la puta boca!—grita a la vez que siento mi mejilla arder y caigo al suelo por su bofetada—. Solo eres una prostituta más, no te necesito. ¡No eres nadie!—me toma del cabello con fuerza, haciéndome verle la cara mientras me recuerdo bajo su agarre—. Debí dejarte en Rumania para que alguien más te hiciera su puto juguete sexual, como hizo tu padre contigo. Maldita malagradecida de mierda…

—¡Cierra la puta boca!—grito con todas mis fuerzas, tomando la lámpara que, anteriormente, le había lanzado y terminó en el suelo.

Golpeo el costado de su cabeza, junto al ojo izquierdo, con todo mi enojo y dolor al recordar esas palabras. Su cráneo hace un ruido sordo, al igual que su cuerpo cuando cae rendido a mi lado.

La sangre no tarda en aparecer, manchando mi alfombra blanca y mi vestido del mismo color.

Todo acaba en segundos. Hay silencio que se corta por momentos por el sonido de la música electrónica.

Quedo en el suelo y junto a mí su cadáver, el cuerpo me tiembla, las lágrimas no tardan en bajar por las mejillas.

Lloro en silencio, mirando mis piernas salpicadas por su caliente sangre. No intento acercarme, ni ver si sigue respirando, porque desde mi lugar puedo apreciar como le abrí su cabeza; dando un espectáculo de sangre y sesos.

La bilis sube y baja al notar como pedazos de su piel están pegados al vidrio roto de la lámpara, pese a esto, no logro soltarla.

La puerta se abre enseguida, los hermanos entran primero, luego le sigue un grupo de los suyos armados hasta los dientes.

—¿Qué carajos pasó?—pronuncia Víktor al entrar.

—Yo no… quise hacerlo…—Maxim se mueve para venir a mí, quitando la lámpara de mis manos y ayudando a levantarme con cuidado.

—¿Te hizo algo?—pregunta Maxim, acariciando mi mejilla.

No le respondo, pero la mueca por el dolor de su tacto lo dice todo.

—Vamos—demanda Víktor, dándome una pasada de pies a cabeza—. No necesitas nada de este mierdero, te compraremos cosas nuevas.

Con eso se va, dejándonos a solas con su hermano.

Los ojos zafiros de Maxim brillan al mirarme, ni siquiera parpadea, luego de un rato sonríe de costado y pasa su mirada al cuerpo muerto de Kiril.

—"Я всех убью".

—Maxim…—susurro su nombre entre lágrimas y dolor.

—Vamos, nena—debe de jalar de mí para que pueda caminar debido al shock que carcome mi sistema nervioso.

La situación no tarda mucho en convertirse en algo mediático. Todos los clientes del Red and Balck se reúnen en el vestíbulo vip para enterarse de lo sucedido.

Salgo de ahí con todos los ojos puestos en mí, en el vestido cubierto de sangre y en los dos hombres que tengo a mi lado. Maxim sosteniéndome de la muñeca derecha con demasiada fuerza y Víktor en el lado izquierdo acomodando su saco negro.

Los guardias de ambos empujan a todo aquel que no se corra de nuestro camino. Tirándolos al suelo, pateando sus cuerpos; dejando un camino vacío para pasar libremente.

Mis ojos pasan por algunas de las chicas que trabajaban conmigo, la mayoría mirando con asombro, otras hasta con una sonrisa en sus bocas.

Me da igual, sabía que no les importaría. Jamás tuve a alguien que se preocupara por mí.

Kiril me compró a los dieciséis años, las chicas con las que convivía entraban y salían. Algunas eran comprados como yo por hombres millonarios, otras solo morían en los cuartos vip.

La gran mayoría envidiaban los tratos especiales que todos los hombres me daban aquí, como si fuese mi culpa que estos idiotas fueran tan fácil de manipular.

—Tengo frío—digo al instante de sentir el helado viento de afuera, mirando la nieve caer sobre mi cuerpo.

Rápidamente, Maxim quita el saco de uno de sus guardias, dejando al sujeto en camisa de una fina tela negra. Me queda enorme, casi cubriendo las rodillas, pero me abriga por completo.

Al subir al auto negro el frío desaparece, pero el miedo persiste en mi piel.

—¿Dónde vamos?—pregunto luego de un rato, pero nadie responde—. Maxim…

—Cierra la boca—demanda Víktor, jalando de la muñeca con fuerza,  provocando caer encima de él—. Deja de hablar ahora mismo, ya hiciste suficiente drama por hoy.

Sus ojos azules me queman de lo frío que son. Una contradicción absurda, pero es la verdad. Su ojo izquierdo me lanza una oleada de calor, mientras que su tenebroso ojo rasgado me deja petrificada en su pecho.

Pero es mi cuerpo quien no se mueve, mi boca aún está intacta.

Arrugo las cejas luego de unos minutos embobada.

—No quiero—digo finalmente y puedo ver cómo sus finos labios se aprietan y su nariz se arruga—. Dime dónde carajos me están llevando, ahora mismo.

Repito la última oración enarcando una ceja con burla, apretando con fuerza su maldito saco costoso.

—Ya llegamos—dice Maxim al mismo tiempo que Víktor abre la boca para responder.

El sujeto mayor mira a su hermano detrás de mí, pero antes de poder darme la vuelta para verle, me jalan de brazo, sacándome del auto.

—¿Qué mierda haces, Jules?—murmura entre dientes, arrastrándome hasta una mansión enorme, algo amarilla por las luces de su alrededor.

—Nada… —digo por lo bajo, mirando hacia atrás, notando la falta de presencia del otro sujeto.

Me hace caminar dentro de la mansión, abriendo dos enormes puertas negras, dando una vista clara del vestíbulo principal del hogar.

Es enorme, con un piso de cerámicas blancas y negras esparcidas uniformemente en línea recta por color. Hay dos escaleras que llevan a un segundo piso, una en cada lado de la pared y al levantar la vista para ver el enorme candelabro dorado que se posa sobre encima de nosotros, noto las demás puertas y pasillos que hay en la planta siguiente.

Noto que tiene un tercer piso, aunque allí hay poca luz y no distingo mucho.

Vea dónde vea, hay lujos por todos lados, lo único inusual es que escasea el personal.

Aún fascinada por la brillante porcelana que se ve en las pequeñas mesas, Maxim me lanza hasta un sofá color crema que hay cerca de la puerta.

El suave algodón amortiguó mi caída, pero la sorpresa y el miedo siguen presentes en mi cuerpo. Me hundo en el mueble, apretando su suavidad con mis manos, manchando con la sangre aún seca que tenía en mis palmas y en las piernas.

Trago saliva al ver la obra de arte que hice con la sangre del hijo de puta de Kiril. Da náuseas el solo recordar, al igual que oler esa fragancia vieja a metal que se impregna en el aire en cuestión de segundos.

Estaba por insultarlo por hacerme arruinar un sofá tan bonito, pero al levantar mi vista me arrepiento rotundamente de la imprudencia mía.

El largo cabello dorado de Maxim ya está suelto, dejando ver cómo la parte trasera es más larga que la parte delantera, con su felquil

—Escúchame una cosa—vuelve a tomarme del antebrazo, ahora con más fuerza, creando un ardor doloroso en mi piel—. Tal vez conmigo puedes hacer esas cosas, te lo perdono solo porque me gusta follarte la boca cuando terminas de decir tu mierda, pero no hagas eso con Víktor. Nunca, jamás, juegues con Víktor.

Parece un loco, y aunque siempre supe que lo era, ahora mismo reafirma mis palabras.

Sus ojos están descolocados, brillando por la exagerada iluminación de la casa, con los labios fruncidos y la mandíbula tensada.

—¿Terminaste?—digo por fin y creo que la amplia paciencia de Maxim se acaba.

—¡¿Por qué no puedes solo obedecer, Jules?!

—No importa—pronuncia Víktor al entrar a la mansión, interrumpiendo la ira de su hermano, justo en el momento que su mano se levantó para darme una bofetada.

Camina hacia nosotros, quitando su enorme saco negro, dejando ver un amblo pecho cubierto por una camisa blanca.

—Nosotros le enseñaremos obediencia a la perra.

Aprieto mis labios y me hundo más.

El miedo está a flor de piel, con algún extraño cosquilleo en mis entrañas.

Quiero hablar, lo juro, los insultos y las palabras irónicas siempre están en la punta de mi lengua en los peores momentos, pero al parecer mi cerebro se encuentra tan paralizada que se niega a responder.

—¿Ahora no hablas?—vuelve hablar Víktor, cortando distancia, quedando al lado de Maxim.

Tengo a los dos hermanos frente a mí, imponiendo su enorme altura y musculatura.

Juro que podrían aplastarme con solo una mano suya, matándome en un instante y sin muchos esfuerzos.

La saliva pasa con dificultad por mi garganta, lubricado un poco la sequedad que tiene.

Carraspeo, mientras intento sentarme derecha.

Víktor levanta una ceja rubia, a diferencia de Maxim que achica sus ojos en modo de advertencia.

—Quiero ducharme—demando con tranquilidad, sin mostrar el terror que siento por dentro, frenando el temblor de las rodillas—. ¿Cuál es mi habitación?

—¿Qué te hace creer que tienes un cuarto propio?—Víktor cruza sus brazos, ladeando la cabeza a la derecha—. Las perras duermen con sus amos.

Maxim borra el enojo en un instante, dando paso a una macabra sonrisa.

—Me ofrezco como tributo—levanta la mano, dando un paso hacia mí para tomar mi muñeca y levantarme del sofá a la fuerza—. Hoy duermes conmigo, tal vez así logres quitar mi enojo—susurra en mi oreja, poniendo mi piel de gallina.

Esa sonrisa y esos ojos lujuriosos que tanto conozco me hacen calentar en un instante, olvidando por completo del terror que me hizo sentir minutos atrás.

Pero antes de que me haga caminar junto a él por las escaleras de la pared derecha, mi muñeca es atrapada por Víktor, haciéndome dar tres pasos atrás; casi cayendo al suelo si no fuese que me atrapó en el momento exacto.

Quedo apretada en su pecho, con mi cabeza en la su pecho. Literalmente me lleva dos cabezas de altura, lo mismo ocurre con Maxim.

—Tú te la follaste hoy—recuerda con tranquilidad a su hermano, pero Maxim ya está tensando la mandíbula nuevamente—. Esta noche duerme conmigo.

Puedo oír como su voz sale más grave, dejando un nudo en mi estómago y otro cosquilleo en mi entrepierna.

«Es muy grande». Me digo a mí misma, viendo como su enorme cuerpo cubre por completo el mío.

Siempre tuve sexo con hombres grandes, con penes de diferentes tamaños y grosores, pero el único que me llegó a lastimar un poco fue el de Maxim la primera noche que vino a mí.

Y mierda que me dejó doliendo por días, casi sin poder caminar debido a que también quiso meterla por detrás.

«Si Víktor la tiene como Maxim, o más grande, juro que de esa habitación no vuelvo a salir»

Mi cuerpo tiembla, pero no sé si por los nervios, la excitación o el miedo.

—¿Y qué importa?—cuestiona Maxim, viniendo otra vez a nosotros, tomando mi muñeca izquierda—. Ella me pertenece, la follé primero y además, si no fuese por mí, no te habrías enterado de que había otra perra.

—¿A quién carajos llamas perra?—me meto en su discusión, haciendo que ambos chicos me miren.

Maxim me sonríe, acercando su boca a la mía.

—A ti, nena, por supuesto—lame mi labio inferior, pero solo alejo mi cara de él, haciendo que haga un leve puchero.

—Aléjate, idiota.

—¿Vez?—vuelve Víktor al ruedo, apretando mi muñeca derecha con más fuerza, frunciendo su ceño—. Ella debe aprender a obedecer, eres muy blando con la perra.

Me mira enojado, apretando sus labios y las cejas, pero esta vez mi cerebro funciona correctamente, por lo que dejo escapar una pequeña risa.

Ambos hombres me mira anonadados.

—¿Tú me vas a adiestrar?—pregunto cómica—. Muchos hombres lo quisieron hacer y todos han fallado.

—No compares a los hermanos Volkov con otros hombres—ordena Maxim enojado.

—¿Quieres que lo intente?—reta Víktor, dejando ver una aterradora sonrisa en sus finos labios—. Te haré una perra obediente, lista para abrir tus piernas para nosotros dos en el momento que queramos y no podrás negarte a todo lo que te haremos al mismo tiempo.

«¿Al mismo tiempo?».

—¿Ya no te ríes?

No, no lo hago, pero me niego a ser el perro de estos bastardos.

—Mi habitación—digo entre dientes, soltando mis muñecas de ambos hombres—. ¿Dónde carajos está?

Los dos se miran, uno con mirada exasperante, el otro divertido.

Claramente, el psicópata de Maxim es quien ríe, mientras pasa su mano por el largo cabello.

—Solo por hoy, podrás dormir con Viktor.

—No.

—Nadie te preguntó si quieres o no—el mayor vuelve a quedar frente a mí—. Eres nuestra perra, Jules. Para estas cosas te compramos a Kiril, así que deja de cuestionar todo o te irá peor de lo que crees.

—No compliques las cosas, nena—agrega Maxim sonriéndome.

—Quiero ir a bañarme—me encojo los hombres, ignorando sus advertencias.

Viktor gira su cuello para mirar a su hermano, el cual ya tiene mala cara.

—No es como las otras—le dice con voz exasperante.

—Te lo dije, Jules no es como nuestras antiguas perras. Ella no se romperá tan fácil, pero no es imposible de doblegar.

—Jules los está escuchando, ¿saben?—me meto en su charla y ambos voltean a verme.

Me cruzo de brazos, sintiendo la sangre pegajosa en mi cuerpo.

—En serio, idiotas, quiero bañarme. Este olor es asqueroso.

Ambos ruedas los ojos, juro que a Víktor se le empieza a marcar una vena en su cabeza y a Maxim en el cuello.

—Encárgate tú, juro que la mataré si no tomo algo de whisky antes de empezar.

Y con esas bonitas palabras el idiota mayor se retira, subiendo las escaleras de la pared derecha.

Maxim sonríe con victoria, tomándome de la cintura con fuerza y tocando mi mejilla.

Aún duele, pero ya ha menguado lo suficiente como para no hacer otra mueca.

—Vamos, nena. Tu dueñl te dará un baño—dice al tiempo que besa mis labios con fuerza, metiendo su lengua en mi boca y me es imposible no corresponder a semejante beso.

Mis manos van a su nuca, aferrándome a su piel con fuerza, tocando el largo cabello sedoso que tiene, mientras que él me toma del culo, pasando su mano por debajo de mi vestido blanco para tocar mi abertura.

—Ya estás tan mojada, Jules—gruñe entre besos, pasando sus dedos para comprarlo sus palabras, haciéndome soltar gemidos al sentir su dedo índice tocar mi clítoris.

Le iba a pedir que me follara ahora mismo, sintiendo la excitación en todo mi cuerpo, pero unos ojos perturban el fuego que creó Maxim en mi parte baja; haciéndolo un incendio más grande.

Víktor seguía en las escaleras, casi al final de estas, mirándonos como espectador desde su distancia. Apoyado en la pared blanca, cruzado de brazos.

—Vamos—demanda Maxim, separando mis ojos de su hermano para posarlos en él.

—¿A dónde?—se me escapa con voz ahogada, aún excitada.

No me responde, solo me arrastra hasta la planta alta, dónde distingo más de cinco puertas con pasillos dentro.

Lo que me lleva a pensar en qué tan grande es esta mansión. De por sí su entrada era gigantesca y por desgracia jamás conocí una casa que no sea la del burdel, por lo que no sé dimensionar este sitio.

Entramos a una puerta negra con bisagras y picaporte dorado, puedo ver que hay un leo del mismo color en el medio.

La cosa mejora con cada paso que doy aquí.

La habitación es casi la medida de la entrada del burdel, o sea, gigante. Puede caber como veinte autos aquí y sobraría lugar.

Una cama de dos plazas en el medio, con sedas azules en su colchón. Cuadros con fotos de él en su edad temprana, con su hermano o con algunos animales extraños. Desde un perro hasta un mono junto a una cebra.

«En serio, Maxim está loco». Me recuerda la voz de la razón, haciendo que mis pies frenes, creando un ruido sordo con los tacones negros.

—¿Qué?—cuestiona al darse la vuelta, mirándome con el ceño fruncido—. ¿Quién te dijo que puedes detenerte?

Trago saliva.

En una situación normal, Maxim me haría caso y solo me dejaría en la cama para descansar, ahora mismo, mirándolo a los ojos, dudo mucho que el Maxim que conocí meses atrás en el burdel sea el mismo que este sujeto.

Incluso sus facciones cambiaron. Son duras, como hielo, ya no sonríe divertido y no hace malos chistes.

Está impaciente, nervioso, incluso veo que suda un poco.

—¿Qué mierda me harás, Maxim?—pregunto nerviosa y él responde ante mi miedo con uns amoloa sonrisa.

—La verdadera pregunta es, ¿qué es lo que no te haré, nena?



Tradición: “Los mataré a todos”Jules


—¡Me prometiste algo!—grito desesperada, sintiendo mi garganta arder tras hacerlo.

—¿Qué querías que hiciera, Jules?—Kiril esquiva las cosas que le lanzo, a la vez que intenta dar pasos hacia mí—. Víktor y Maxim son muy peligrosos, no podía poner en riesgo mi trabajo, hice mucho esfuerzo para crear este imperio; deberías saberlo y entendrme.

—¿Crees que este es tu imperio?—río sin gracia, mirando como sus labios se tuercen—. La mitad de estas personas vienen por mí, yo fui quien hizo que esta pocilga sea lo que es hoy. Sin mí, volverás hacer el mismo idiota. Un maldito pobre bastardo sin padres…

—¡Cierra la puta boca!—grita a la vez que siento mi mejilla arder y caigo al suelo por su bofetada—. Solo eres una prostituta más, no te necesito. ¡No eres nadie!—me toma del cabello con fuerza, haciéndome verle la cara mientras me recuerdo bajo su agarre—. Debí dejarte en Rumania para que alguien más te hiciera su puto juguete sexual, como hizo tu padre contigo. Maldita malagradecida de mierda…

—¡Cierra la puta boca!—grito con todas mis fuerzas, tomando la lámpara que, anteriormente, le había lanzado y terminó en el suelo.

Golpeo el costado de su cabeza, junto al ojo izquierdo, con todo mi enojo y dolor al recordar esas palabras. Su cráneo hace un ruido sordo, al igual que su cuerpo cuando cae rendido a mi lado.

La sangre no tarda en aparecer, manchando mi alfombra blanca y mi vestido del mismo color.

Todo acaba en segundos. Hay silencio que se corta por momentos por el sonido de la música electrónica.

Quedo en el suelo y junto a mí su cadáver, el cuerpo me tiembla, las lágrimas no tardan en bajar por las mejillas.

Lloro en silencio, mirando mis piernas salpicadas por su caliente sangre. No intento acercarme, ni ver si sigue respirando, porque desde mi lugar puedo apreciar como le abrí su cabeza; dando un espectáculo de sangre y sesos.

La bilis sube y baja al notar como pedazos de su piel están pegados al vidrio roto de la lámpara, pese a esto, no logro soltarla.

La puerta se abre enseguida, los hermanos entran primero, luego le sigue un grupo de los suyos armados hasta los dientes.

—¿Qué carajos pasó?—pronuncia Víktor al entrar.

—Yo no… quise hacerlo…—Maxim se mueve para venir a mí, quitando la lámpara de mis manos y ayudando a levantarme con cuidado.

—¿Te hizo algo?—pregunta Maxim, acariciando mi mejilla.

No le respondo, pero la mueca por el dolor de su tacto lo dice todo.

—Vamos—demanda Víktor, dándome una pasada de pies a cabeza—. No necesitas nada de este mierdero, te compraremos cosas nuevas.

Con eso se va, dejándonos a solas con su hermano.

Los ojos zafiros de Maxim brillan al mirarme, ni siquiera parpadea, luego de un rato sonríe de costado y pasa su mirada al cuerpo muerto de Kiril.

—"Я всех убью".

—Maxim…—susurro su nombre entre lágrimas y dolor.

—Vamos, nena—debe de jalar de mí para que pueda caminar debido al shock que carcome mi sistema nervioso.

La situación no tarda mucho en convertirse en algo mediático. Todos los clientes del Red and Balck se reúnen en el vestíbulo vip para enterarse de lo sucedido.

Salgo de ahí con todos los ojos puestos en mí, en el vestido cubierto de sangre y en los dos hombres que tengo a mi lado. Maxim sosteniéndome de la muñeca derecha con demasiada fuerza y Víktor en el lado izquierdo acomodando su saco negro.

Los guardias de ambos empujan a todo aquel que no se corra de nuestro camino. Tirándolos al suelo, pateando sus cuerpos; dejando un camino vacío para pasar libremente.

Mis ojos pasan por algunas de las chicas que trabajaban conmigo, la mayoría mirando con asombro, otras hasta con una sonrisa en sus bocas.

Me da igual, sabía que no les importaría. Jamás tuve a alguien que se preocupara por mí.

Kiril me compró a los dieciséis años, las chicas con las que convivía entraban y salían. Algunas eran comprados como yo por hombres millonarios, otras solo morían en los cuartos vip.

La gran mayoría envidiaban los tratos especiales que todos los hombres me daban aquí, como si fuese mi culpa que estos idiotas fueran tan fácil de manipular.

—Tengo frío—digo al instante de sentir el helado viento de afuera, mirando la nieve caer sobre mi cuerpo.

Rápidamente, Maxim quita el saco de uno de sus guardias, dejando al sujeto en camisa de una fina tela negra. Me queda enorme, casi cubriendo las rodillas, pero me abriga por completo.

Al subir al auto negro el frío desaparece, pero el miedo persiste en mi piel.

—¿Dónde vamos?—pregunto luego de un rato, pero nadie responde—. Maxim…

—Cierra la boca—demanda Víktor, jalando de la muñeca con fuerza,  provocando caer encima de él—. Deja de hablar ahora mismo, ya hiciste suficiente drama por hoy.

Sus ojos azules me queman de lo frío que son. Una contradicción absurda, pero es la verdad. Su ojo izquierdo me lanza una oleada de calor, mientras que su tenebroso ojo rasgado me deja petrificada en su pecho.

Pero es mi cuerpo quien no se mueve, mi boca aún está intacta.

Arrugo las cejas luego de unos minutos embobada.

—No quiero—digo finalmente y puedo ver cómo sus finos labios se aprietan y su nariz se arruga—. Dime dónde carajos me están llevando, ahora mismo.

Repito la última oración enarcando una ceja con burla, apretando con fuerza su maldito saco costoso.

—Ya llegamos—dice Maxim al mismo tiempo que Víktor abre la boca para responder.

El sujeto mayor mira a su hermano detrás de mí, pero antes de poder darme la vuelta para verle, me jalan de brazo, sacándome del auto.

—¿Qué mierda haces, Jules?—murmura entre dientes, arrastrándome hasta una mansión enorme, algo amarilla por las luces de su alrededor.

—Nada… —digo por lo bajo, mirando hacia atrás, notando la falta de presencia del otro sujeto.

Me hace caminar dentro de la mansión, abriendo dos enormes puertas negras, dando una vista clara del vestíbulo principal del hogar.

Es enorme, con un piso de cerámicas blancas y negras esparcidas uniformemente en línea recta por color. Hay dos escaleras que llevan a un segundo piso, una en cada lado de la pared y al levantar la vista para ver el enorme candelabro dorado que se posa sobre encima de nosotros, noto las demás puertas y pasillos que hay en la planta siguiente.

Noto que tiene un tercer piso, aunque allí hay poca luz y no distingo mucho.

Vea dónde vea, hay lujos por todos lados, lo único inusual es que escasea el personal.

Aún fascinada por la brillante porcelana que se ve en las pequeñas mesas, Maxim me lanza hasta un sofá color crema que hay cerca de la puerta.

El suave algodón amortiguó mi caída, pero la sorpresa y el miedo siguen presentes en mi cuerpo. Me hundo en el mueble, apretando su suavidad con mis manos, manchando con la sangre aún seca que tenía en mis palmas y en las piernas.

Trago saliva al ver la obra de arte que hice con la sangre del hijo de puta de Kiril. Da náuseas el solo recordar, al igual que oler esa fragancia vieja a metal que se impregna en el aire en cuestión de segundos.

Estaba por insultarlo por hacerme arruinar un sofá tan bonito, pero al levantar mi vista me arrepiento rotundamente de la imprudencia mía.

El largo cabello dorado de Maxim ya está suelto, dejando ver cómo la parte trasera es más larga que la parte delantera, con su felquil

—Escúchame una cosa—vuelve a tomarme del antebrazo, ahora con más fuerza, creando un ardor doloroso en mi piel—. Tal vez conmigo puedes hacer esas cosas, te lo perdono solo porque me gusta follarte la boca cuando terminas de decir tu mierda, pero no hagas eso con Víktor. Nunca, jamás, juegues con Víktor.

Parece un loco, y aunque siempre supe que lo era, ahora mismo reafirma mis palabras.

Sus ojos están descolocados, brillando por la exagerada iluminación de la casa, con los labios fruncidos y la mandíbula tensada.

—¿Terminaste?—digo por fin y creo que la amplia paciencia de Maxim se acaba.

—¡¿Por qué no puedes solo obedecer, Jules?!

—No importa—pronuncia Víktor al entrar a la mansión, interrumpiendo la ira de su hermano, justo en el momento que su mano se levantó para darme una bofetada.

Camina hacia nosotros, quitando su enorme saco negro, dejando ver un amblo pecho cubierto por una camisa blanca.

—Nosotros le enseñaremos obediencia a la perra.

Aprieto mis labios y me hundo más.

El miedo está a flor de piel, con algún extraño cosquilleo en mis entrañas.

Quiero hablar, lo juro, los insultos y las palabras irónicas siempre están en la punta de mi lengua en los peores momentos, pero al parecer mi cerebro se encuentra tan paralizada que se niega a responder.

—¿Ahora no hablas?—vuelve hablar Víktor, cortando distancia, quedando al lado de Maxim.

Tengo a los dos hermanos frente a mí, imponiendo su enorme altura y musculatura.

Juro que podrían aplastarme con solo una mano suya, matándome en un instante y sin muchos esfuerzos.

La saliva pasa con dificultad por mi garganta, lubricado un poco la sequedad que tiene.

Carraspeo, mientras intento sentarme derecha.

Víktor levanta una ceja rubia, a diferencia de Maxim que achica sus ojos en modo de advertencia.

—Quiero ducharme—demando con tranquilidad, sin mostrar el terror que siento por dentro, frenando el temblor de las rodillas—. ¿Cuál es mi habitación?

—¿Qué te hace creer que tienes un cuarto propio?—Víktor cruza sus brazos, ladeando la cabeza a la derecha—. Las perras duermen con sus amos.

Maxim borra el enojo en un instante, dando paso a una macabra sonrisa.

—Me ofrezco como tributo—levanta la mano, dando un paso hacia mí para tomar mi muñeca y levantarme del sofá a la fuerza—. Hoy duermes conmigo, tal vez así logres quitar mi enojo—susurra en mi oreja, poniendo mi piel de gallina.

Esa sonrisa y esos ojos lujuriosos que tanto conozco me hacen calentar en un instante, olvidando por completo del terror que me hizo sentir minutos atrás.

Pero antes de que me haga caminar junto a él por las escaleras de la pared derecha, mi muñeca es atrapada por Víktor, haciéndome dar tres pasos atrás; casi cayendo al suelo si no fuese que me atrapó en el momento exacto.

Quedo apretada en su pecho, con mi cabeza en la su pecho. Literalmente me lleva dos cabezas de altura, lo mismo ocurre con Maxim.

—Tú te la follaste hoy—recuerda con tranquilidad a su hermano, pero Maxim ya está tensando la mandíbula nuevamente—. Esta noche duerme conmigo.

Puedo oír como su voz sale más grave, dejando un nudo en mi estómago y otro cosquilleo en mi entrepierna.

«Es muy grande». Me digo a mí misma, viendo como su enorme cuerpo cubre por completo el mío.

Siempre tuve sexo con hombres grandes, con penes de diferentes tamaños y grosores, pero el único que me llegó a lastimar un poco fue el de Maxim la primera noche que vino a mí.

Y mierda que me dejó doliendo por días, casi sin poder caminar debido a que también quiso meterla por detrás.

«Si Víktor la tiene como Maxim, o más grande, juro que de esa habitación no vuelvo a salir»

Mi cuerpo tiembla, pero no sé si por los nervios, la excitación o el miedo.

—¿Y qué importa?—cuestiona Maxim, viniendo otra vez a nosotros, tomando mi muñeca izquierda—. Ella me pertenece, la follé primero y además, si no fuese por mí, no te habrías enterado de que había otra perra.

—¿A quién carajos llamas perra?—me meto en su discusión, haciendo que ambos chicos me miren.

Maxim me sonríe, acercando su boca a la mía.

—A ti, nena, por supuesto—lame mi labio inferior, pero solo alejo mi cara de él, haciendo que haga un leve puchero.

—Aléjate, idiota.

—¿Vez?—vuelve Víktor al ruedo, apretando mi muñeca derecha con más fuerza, frunciendo su ceño—. Ella debe aprender a obedecer, eres muy blando con la perra.

Me mira enojado, apretando sus labios y las cejas, pero esta vez mi cerebro funciona correctamente, por lo que dejo escapar una pequeña risa.

Ambos hombres me mira anonadados.

—¿Tú me vas a adiestrar?—pregunto cómica—. Muchos hombres lo quisieron hacer y todos han fallado.

—No compares a los hermanos Volkov con otros hombres—ordena Maxim enojado.

—¿Quieres que lo intente?—reta Víktor, dejando ver una aterradora sonrisa en sus finos labios—. Te haré una perra obediente, lista para abrir tus piernas para nosotros dos en el momento que queramos y no podrás negarte a todo lo que te haremos al mismo tiempo.

«¿Al mismo tiempo?».

—¿Ya no te ríes?

No, no lo hago, pero me niego a ser el perro de estos bastardos.

—Mi habitación—digo entre dientes, soltando mis muñecas de ambos hombres—. ¿Dónde carajos está?

Los dos se miran, uno con mirada exasperante, el otro divertido.

Claramente, el psicópata de Maxim es quien ríe, mientras pasa su mano por el largo cabello.

—Solo por hoy, podrás dormir con Viktor.

—No.

—Nadie te preguntó si quieres o no—el mayor vuelve a quedar frente a mí—. Eres nuestra perra, Jules. Para estas cosas te compramos a Kiril, así que deja de cuestionar todo o te irá peor de lo que crees.

—No compliques las cosas, nena—agrega Maxim sonriéndome.

—Quiero ir a bañarme—me encojo los hombres, ignorando sus advertencias.

Viktor gira su cuello para mirar a su hermano, el cual ya tiene mala cara.

—No es como las otras—le dice con voz exasperante.

—Te lo dije, Jules no es como nuestras antiguas perras. Ella no se romperá tan fácil, pero no es imposible de doblegar.

—Jules los está escuchando, ¿saben?—me meto en su charla y ambos voltean a verme.

Me cruzo de brazos, sintiendo la sangre pegajosa en mi cuerpo.

—En serio, idiotas, quiero bañarme. Este olor es asqueroso.

Ambos ruedas los ojos, juro que a Víktor se le empieza a marcar una vena en su cabeza y a Maxim en el cuello.

—Encárgate tú, juro que la mataré si no tomo algo de whisky antes de empezar.

Y con esas bonitas palabras el idiota mayor se retira, subiendo las escaleras de la pared derecha.

Maxim sonríe con victoria, tomándome de la cintura con fuerza y tocando mi mejilla.

Aún duele, pero ya ha menguado lo suficiente como para no hacer otra mueca.

—Vamos, nena. Tu dueñl te dará un baño—dice al tiempo que besa mis labios con fuerza, metiendo su lengua en mi boca y me es imposible no corresponder a semejante beso.

Mis manos van a su nuca, aferrándome a su piel con fuerza, tocando el largo cabello sedoso que tiene, mientras que él me toma del culo, pasando su mano por debajo de mi vestido blanco para tocar mi abertura.

—Ya estás tan mojada, Jules—gruñe entre besos, pasando sus dedos para comprarlo sus palabras, haciéndome soltar gemidos al sentir su dedo índice tocar mi clítoris.

Le iba a pedir que me follara ahora mismo, sintiendo la excitación en todo mi cuerpo, pero unos ojos perturban el fuego que creó Maxim en mi parte baja; haciéndolo un incendio más grande.

Víktor seguía en las escaleras, casi al final de estas, mirándonos como espectador desde su distancia. Apoyado en la pared blanca, cruzado de brazos.

—Vamos—demanda Maxim, separando mis ojos de su hermano para posarlos en él.

—¿A dónde?—se me escapa con voz ahogada, aún excitada.

No me responde, solo me arrastra hasta la planta alta, dónde distingo más de cinco puertas con pasillos dentro.

Lo que me lleva a pensar en qué tan grande es esta mansión. De por sí su entrada era gigantesca y por desgracia jamás conocí una casa que no sea la del burdel, por lo que no sé dimensionar este sitio.

Entramos a una puerta negra con bisagras y picaporte dorado, puedo ver que hay un leo del mismo color en el medio.

La cosa mejora con cada paso que doy aquí.

La habitación es casi la medida de la entrada del burdel, o sea, gigante. Puede caber como veinte autos aquí y sobraría lugar.

Una cama de dos plazas en el medio, con sedas azules en su colchón. Cuadros con fotos de él en su edad temprana, con su hermano o con algunos animales extraños. Desde un perro hasta un mono junto a una cebra.

«En serio, Maxim está loco». Me recuerda la voz de la razón, haciendo que mis pies frenes, creando un ruido sordo con los tacones negros.

—¿Qué?—cuestiona al darse la vuelta, mirándome con el ceño fruncido—. ¿Quién te dijo que puedes detenerte?

Trago saliva.

En una situación normal, Maxim me haría caso y solo me dejaría en la cama para descansar, ahora mismo, mirándolo a los ojos, dudo mucho que el Maxim que conocí meses atrás en el burdel sea el mismo que este sujeto.

Incluso sus facciones cambiaron. Son duras, como hielo, ya no sonríe divertido y no hace malos chistes.

Está impaciente, nervioso, incluso veo que suda un poco.

—¿Qué mierda me harás, Maxim?—pregunto nerviosa y él responde ante mi miedo con uns amoloa sonrisa.

—La verdadera pregunta es, ¿qué es lo que no te haré, nena?



───────────────


Siganme en mis redes sociales:
Instagram: @darinavdt
Facebook: @darinajunior
Wattpad: @thaisvdt
Grupo de difusión:
+54 342 - 486 - 9502

Tradición: “Los mataré a todos”

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro