Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• Metas •

Kiril
───────────────


¿Qué eres capaz de hacer por tus metas?

Por alcanzar lo que siempre soñaste tener, pero que por circunstancias de la vida nunca lograste tocar, debido a que ese objeto o persona solo era obtenido por alguien superior, con poder, con dinero. 

Entonces, ¿qué eres capaz de hacer? 

En mi caso: matar a la persona que juré amar. Eso soy capaz de hacer para llegar a mi meta. 

Sonará algo egoísta, incluso cruel, y sí hay fundamentos para pensar en ello, pero no importa. Ya no, porque todo mis esfuerzos se cayeron de su pedestal el día en el que esa maldita mujer se fue con los Volkov. 

«Jules». Ese nombre resuena en mi cabeza cada día, tarde y noche. Cuando cierro mis ojos puedo verla delante de mí, antes sonreía, me besaba, hasta podía oírle decir que me amaba con todo su corazón. 

Claro, solo eran ilusiones de mi corazón roto y mi mente insana, ya que esa perra jamás logró amarme. Jules no tiene la capacidad de sentir amor o respeto por alguien que no sea ella misma. 

Pero la antigua Jules sí, ella sí sentía todo tipo de sentimientos. Casi siempre era el miedo y la lastima lo que la llevaban a venir conmigo en las noches dónde no podía dormir, cuando sus pesadillas la carcomía y el terror de volver a ver a su padre la dejaba sin oxígeno. 

Esa linda Jules, la niña que sonreía con inocencia pese haber vivido el peor de los destinos, era sin duda la mujer que cualquiera desearía tener. 

La ilusión de tenerla bajo mis alas para cuidarla estuvo en mi mente por varios meses, días eternos en los que ella solo estaba a mi lado para ayudarme con la construcción de mi pequeño emprendimiento. Ayudaba en los quehaceres, cocina o iba al cuidado de las chicas que salían lastimadas de los diminutos cuartos del burdel. 

Tardó mucho tiempo para que ella empezara a trabajar en las habitaciones. No quería que fuera tocada por más hombres, no deseaba que otro idiota la violara como en su pasado. 

Pero, sin yo quererlo, fue ella la que dio ese primer paso sin mi permiso. 

Una noche en verano debía irme para establecer un trabajo con la familia D' Ángelo, mafiosos que ayudaría con dinero para mi burdel. Dejé a Jules a cargo, ella de mi mayor confianza en esos momentos de soledad. 

Éramos ella y yo contra el mundo, ¿por qué no darle más responsabilidades a mi mujer en la parte administrativa? 

Primer error. 

Esas dos noches que pasé fuera hizo una cagada enorme, dejar escapar a dos de las prostitutas más cotizadas del R & B por pura bondad. 

Dejó ir a las mujeres que más dejaban dinero en este cuchitril. 

Me hizo estallar porque esa misericordia no podía existir aquí. 
Es por eso que hice lo que tuve que hacer con ella, solo para enseñarle que no debía de confiar en nadie; mucho menos en mí. 

Al principio se resistía cuando la follaba, gritaba y lloraba, pedía explicaciones de mi repentina ira, pues para ella solo fue liberar a dos mujeres malheridas. 

Esa Jules inocente me hervía la sangre, pero al mismo tiempo lograba enamorarme con dicha ignorancia. 

«¿Por qué no entiende que las personas buenas son la debilidad más grande de este mundo, seres inferiores, humanos miserables que lloran por pequeñeces?»

Debía enseñarle a comportarse, debía convertirla en otra persona, alguien totalmente opuesta a esa Jules. 

Y luego de muchas torturas logré crear a una persona nueva, un orgullo para mí. 

Tuve que matar a esa dulce niña, a la joven que miraba al mundo con optimismo e hice lo que tenía que hacer y no me arrepiento de nada. 

Hundí a esa niña en la oscuridad, dándole vida a una de las mujeres más peligrosas que conocí en mi vida. Quien no temía por su seguridad, debido a que siempre había un plan bajo su manga, alguien con la guardia en alto, sin sentimientos y con odio hacia todo ser débil. 

Di la bienvenida a la nueva Jules, la desalmada, la más cruel. Una perra que no temía morderte si te acercabas sin su permiso. 

Esa noche, Julieth se quemó y de sus cenizas renació Jules. 

Pero es ahí cuando cometí mi segundo gran error. La emancipación de Jules de mí.

No me di cuenta de los actos de ella a mis espaldas, puesto que creí que, al verla adiestrado a mi manera, ella estaba obedeciendo, esperando a que yo la resguarde de los peligros del mundo exterior.

Claramente, no sucedió eso, sino todo lo contrario.

Al empezar acostarse con los antiguos clientes de las chicas que había dejado escapar, logró engatusar a la vez. Dejándolos más que satisfecho.

¿Cuál era el problema? Si darle lo que quiere el cliente es lo que se necesita para ganar dinero en estos tipos de lugares.

Bueno, el problema era que la voz se corría como pólvora, haciendo que cada día vengan más hombres en busca de ella. Exclusivamente por Jules.

—Deberías tomarte un descanso—digo mientras sigo los movimientos de sus dedos, los cuales iban contando el fajo de billetes de propina—. Ya haz trabajado lo suficiente…

—No quiero—niega mientras sigue contando—. Mis clientes no dejan propinas si los hago esperar.

—Tus clientes—repito entre dientes y ella por fin pasa sus ojos en mí, sonriendo de costado—. Dame eso—extiendo la mano, haciéndola borrar su mueca—. Desde hoy guardaré tus propinas, que son el doble de lo que pagan para meterse entre tus piernas.

—¿Estás loco, Kiril?—brama ofendida, ocultando su dinero en su espalda—. Ellos me lo dan a mí, ya te advirtieron que no me lo quites. Se lo diré a ellos si me quitas lo mío. 

—¡Eres de mi propiedad, Jules!—grito harto, estirando mis manos para tomarla del cabello con fuerza negro—. ¡Todo lo que a ti te den es mío por derecho!

—¡Si me vas a golpear, que no sea en la puta cara!—grita en mi cara. Provocando que la tire para atrás. Ella sonríe otra vez, dejando ver la escasez de miedo en sus ojos verdes—. Sabes bien lo que te harán si me dejas marcas, Kiril, ¿verdad?—lo último lo canturrea soltando una risa que me deja helado.

Cómo olvidarlos. Me apuntaron con un arma cuando le dejé moretones en los brazos la última vez que la obligué a tener sexo conmigo. La maldita perra fue llorando a su cliente más bravo, haciéndome tener problemas por sus berrinches.

La suelto con brusquedad y por los tacones negros se cae al suelo soltando maldiciones.

—Eres una maldita mala agradecida—gruño frustrado, observando como se soba su tobillo derecho con el rostro contraído—. Si sigues así, te terminaré vendiendo, Jules. Ya tengo a varios hombres pidiendo mucho dinero por ti—confieso con calma, logrando atraer su atención, además del miedo en sus ojos—. Al parecer, es el único poder que tengo sobre ti, Julieth.

Niega lentamente, ya con la vista aguada por lágrimas a la vez que gatea hacia mí temblando.

—No puedes venderme, amor—mi corazón salta tras oírla, más cuando sus manos se aferran a mi cintura, desabrochado el cinturón marrón—. Sabes bien que solo estoy con ellos por tus beneficios, solo por ti comencé a trabajar. Ahora ya tienes más poder, más dinero, me tienes a mí. 

Habla mientras me acaricia, dejándome sin poder hablar. Me tenso, pero sigo dejando que sus manos y su boca me hagan sentir bien; olvidándome del enojo repentino de sus malas acciones. 

—Es un don lo que haces—digo ya con la respiración agitada por la excitación—. El mover tus labios y soltar esos embrujos que atrapan a cualquier hombre. 

—Solo funciona con los más idiotas—se le escucha por lo bajo. 

Jules sonríe, aunque hay una lágrima que se escapa de su ojo izquierdo mientras me da placer con sus tibias manos. 

Al parecer, ese ultimátum fue lo que le hizo recapacitar sobre su posición, la cual no debería estar jamás por encima de mí. 

Se controló bastante, era lo más obediente que puede ser una mujer como ella. 

Éramos felices, puedo jurar eso. Sé que ella era feliz dónde estaba y ese sitio no era otro que a mi lado.

Hasta que la oscuridad se asomó por nuestra relación, dejando entrar a dos leones hambrientos capaces de acabar con todo y todos por sus deseos. 

¿Qué podía ser yo? Estaba lo suficientemente cuerdo como para no objetar las órdenes de los dos mafiosos más grandes de toda Rusia. 

Se suponía que la iban a tener un poco más de un año y luego, cuando se cansen de ella, dejarían que vuelva conmigo. 

¿Pero quién se cansaría de Jules? ¿Quién sería tan idiota como para dejar ir a una mujer que cumple con todos los deseos de un hombre? 

Además de mí, su padre y Josh lo fueron, puesto que el día que la enviaron desde California a Rumania, me pidieron que nunca la deje escapar y que solo la haga sufrir. 

Órdenes que no llevé a cabo con totalidad, aunque sí hubo días perturbadores para ella a mi lado. 

Fui ingenuo al pensar que ella y yo tendríamos nuestra relación como en el pasado. Dejé que se la llevarán y con ella mi imperio, además de mi felicidad. 

Cómo dije, no me arrepiento de haber hecho lo que hice con ella, pero hay momentos en el que mi corazón duele tanto que no logro respirar. Momento en el que solo quiero que unos brazos delgados me abracen, sintiendo la piel suave y delicada en mi cara. Besos en mis labios y esa fragancia dulce en mi nariz. 

«¿Por qué te dejé ir?». Me pregunté cuando la rescataron del sótano, ya rendido ante la idea de volver a tenerla a mi lado. «¿Por qué dejé que te hicieran esas cosas, mi querida Julieth?». 

Con constancia, la frase “el fin justifica los medios” se introduce en mis recuerdos, dando respiro a cierta culpa que se cuela en mi corazón. 

No me haré el inocente, tampoco lloraré ni diré cosas que no son. Aun así, admito mis errores y el abandonarla fue uno de ellos. 

Más ahora que debo de pelear y esta vez ella no está en mi equipo, sino en el contrario. 

Ya rompí muchas promesas, la que acabo de hacer no será quebrantada. 

—Creí que aceptaría la propuesta—dice de repente la señora Vittoria, enrollando unos rulos en su dedo—. Me sorprendió la negativa de Víktor, lo esperaba de Maxim, no de él. 

—Es el efecto Julieth—dice Josh, sentándose en el brazo del sofá negro, pasando con descaro su mano por el hombro de Ágata. 

—Jules—corrijo, llevándome las miradas juzgadoras de todos los del círculo. 

—Cambió de nombre, pero estoy seguro de que sigue siendo la misma—contesta él, aunque ya sin sonreír—. Y si eso es así, no hiciste un buen trabajo…

—Espera a hablar con ella y te darás cuenta de la diferencia de personalidad que tuvo—corta la señora italiana—. Me dijeron que era una niña miedosa, pero es algo grosera y desalmada. 

—Esa no es mi Julieth—murmura Josh, alejando con brusquedad la mano de la joven Ágata 

—La exhibición de arte será pronto y por lo que me informaron la llevarán ahí, será un buen momento para movernos—dice una voz grave, la cual retumba en la gigantesca casa—. ¿Estás seguro de que es ella? 

La niña Ágata pasa un sobre de papel amarillo y quien lo abre es mi hermano, el cual rápidamente ríe tras ver sii contenido. 

—En efecto—responde Josh, sorbiendo su copa de vino con una maldita sonrisa en sus labios gruesos al ver las fotos que le había sacado dentro de la mansión Volkov—. Sigue igual de hermosa que la última vez que la vi. 

—¿Estabas lucido ese día?—me es inevitable preguntar, lo cual borra la sonrisa de mi hermano, dejando ver odio en sus ojos marrones—. Pasaste la mitad de tu adolescencia con drogas en tus venas, me sorprende que la hayas reconocido. 

—Kiril—llama Patrick, no enojado, aunque sí hastiado, moviendo los botones de su traje azul oscuro—. No empieces con tus celos, ya has tenido suficiente tiempo para tenerla contigo, ahora deja que tu hermano disfrute. 

—Lo sé—respondo resignado, mirando al hombre mayor situado al lado de la chimenea, la cual chispea por la leña fría, creando un sonido relajante que inunda el lugar.  

—¿Quiénes estarán con ellos?—Patrick bebe su vino, volviendo la atención de sus ojos verdes a Josh. 

—Los hermanos Volkov—reconoce con facilidad al ver las otras fotos en formato polaroid—. No son tan impresionantes como creí, me parece que cierta persona le tiene un miedo irracional, pues son solo dos idiotas cegados por una mujer. 

Sonrío de costado, viendo como la soberbia volvía a los ojos de ese drogadicto. 

—¿Hablas de ellos o de ti?—río alto, acercándome a él, notando como su cuerpo se tensa por la ira—. Hasta yo sé admitir mis delirios por Julieth, sé que no está bien, aun así, lo admito. Me pregunto, ¿cuánto será el bendito día que te hagas responsable por tus cagadas, Josh? 

—¿Mis cagadas?—gruñe alterado, ya con los ojos inyectados de sangre por no parpadear, tirando las fotos al suelo para pararse—. No hice nada malo, jamás admitiría ningún error que no cometí. 

Bajo la sonrisa, sin poder creer sus palabras. 

Me acerco más, chocando nuestros hombros, teniendo su oído a una distancia más personal. 

—Eso no era lo que me decía después de terminar de follarla, Josh. Ni los monstruos de los Volkov se animaron a tanto con sus perras como lo que le hacías a ella cuando tenía quince años. 

Con eso me repito de la mansión de la familia Morgan. 

—¡Bastardo de mierda!—le escucho gritar, ya lejos de mí. 

—Terminó rápido—comenta Egor al verme salir, quitando sus manos de la chaqueta militar—. ¿O fue la paciencia de tu hermano la que acabó temprano?

—Ambas razones son válidas—contesto, metiéndome al auto gris de él—. Sigo sin saber si está bien hacer trato con ellos. Es una jugada peligrosa…

—Es tarde para echarse atrás—se encoge de hombros a la vez que maneja, dejando atrás la nueva mansión marrón y negra de esa intrigante familia—. De todas formas, ¿qué se puede perder en estos momentos de escasez? 

—¿La vida?—sugiero, pese a llevarme una mala mirada de mi amigo.  

—¿De qué carajos sirve la vida si no tienes una mierda, Kiril?—ya enojado, acelera el vehículo, recordándome lo importante que era el poder para él.

No culpo a Egor por ser tan apasionado con el tema, haber sido un sargento en la milicia lo dejó más quebrado de lo que fue de niño; sumando el estrés postraumático que tiene por las múltiples misiones que hizo dentro del servicio secreto de Rusia. 

Pasó de estar en la cúspide del éxito a solo ser un ebrio con menos dinero en la cuenta bancaria de lo que le gustaría. 

Ahora mismo, no somos muy diferentes. 

—¿Crees que ella esperaba un bebé?—digo tras un largo silencio, mirando la oscuridad de la noche que se aparta tras ser tocada por la luz del auto.

—Es lo más probable—responde luego de un resoplido y siento su mirada posarse en mí por el rodillo del ojo—. ¿Crees que era tuyo? 

Me tenso, aunque intento disimularlo.

—No, conmigo siempre usaba protección. 

Le escucho reír, por lo que muevo mi cuello para verle tener una sonrisa de oreja a oreja. 

—Tal vez era mío—bromea y me da un escalofrío en todo el cuerpo—. O de A, a ese bastardo le gustaba meterse sin condón a veces. 

No respondo porque no deseo otra pelea, pero solo el diablo sabe cómo me asquea oírle bromear de esa forma con la violación de Jules. 

Otro error sumando a mi lista fue dar órdenes bajo la neblina de furia que traía hace un mes. Cuando me estaba recuperando del golpe mortal que ella me dio y cuando me enteré de que me habían quemado mi burdel. 

Nunca quise que otro hombre que no fuera yo la tocara, eso le había dicho cuando me prometió estar a mi lado. Protegerla a la hora de tener hombres cerca. 

Pues eso es algo que solo yo sé, pero mi querida Jules era fuerte bajo la vista de cualquier persona del exterior, pero cuando estábamos solos nuestro cuarto, sus personalidades se desvanecía y solo me dejaba con Julieth, la pequeña mujer que debió de crecer más rápido de lo que su cerebro pudo reaccionar; quién temía hasta de su propia sombra. 

Mi linda Julieth, mi amor eterno. Me maldigo todas las noches el haberte destruido para convertirte en Jules, puesto que sé que siempre quisiste ser feliz. 

Y sobre todas las cosas, siempre quisiste formar una familia, casarte, ser madre. 

«Es una pena que nunca logres ser nada de eso».
 
───────────────


Siganme en mis redes sociales:
Instagram: @darinavdt
Facebook: @darinajunior
Wattpad: @thaisvdt
Grupo de difusión:
+54 342 - 486 - 9502
 

 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro