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Parte 2 - Más oscuro que el negro


¡Aaaah! Lancé un grito tremendo. Aquello era un escarabajo, que buen susto me había metido. Ya quedaba poca arena, por lo que decidí terminar de limpiarla con mi mano. Pero había algo ahí. Unas fisuras parecían estar conectadas y formaban un triángulo. Oh, si tan solo no hubiese hecho aquello. Ese escarabajo pareció advertirme que me fuera de ahí; pero no lo hice.

El campamento ahora estaba a unos dos o tres kilómetros. Pensé en regresar y al mismo tiempo la curiosidad era inevitable. Miré al cielo nocturno como esperando una señal. Yo era un investigador y buscaba designios para aquella situación; que absurdo. Parecía una decisión sencilla a simple vista, regresar por la mañana con más calma, o averiguar qué era eso y porque estaba ahí. No hace falta decir que pasó.

Oprimí con fuerza aquel símbolo, ¡Y se sumió de pronto!... Podía escuchar una ligera corriente de aire que parecía acercarse hacía mí. Me alejé del bloque y apunté con la luz. Quería averiguar de dónde provenía o si algo se estaba moviendo. El sonido parecía hacerse más notorio, y junto con él parecía que una compuerta se estaba abriendo. ¡Zaaaaaz!

¡De pronto me encontraba en una avalancha de arena!, atravesaba lo que sentía eran túneles. Yo solo me aferraba a la linterna, ¡como si mi vida dependiera de ello! Me cubría la cabeza como podía. Caí en un montón de arena y rodé hasta el suelo firme. Volví a escuchar el sonido de las compuertas, y después...silencio total.

Abrí mis ojos pero no veía nada. Solo oscuridad. Golpeé un poco la lámpara para quitarle la arena y volvió a encender. Revisé mi cuerpo, y no tenía herida alguna. Sin embargo, no sé qué me habría pasado si hubiese perdido la linterna. Ahora que lo pienso: ojalá no hubiese encendido.

Sacudí mis ropas y alumbré el lugar para saber dónde estaba. Pero todo era demasiado oscuro, no había resquicio alguno por el que se colara un poco de luz. A un lado de mi bota estaba un escarabajo, muy parecido al que me asustó allá arriba por cierto. Solo lo pateé lejos mientras le gritaba: ¡Maldito me hubieses picado o volado sobre mi cabeza para prevenirme¡ Después pensé, que de nada hubiese servido.

Mi naturaleza de investigador, no me hubiese permitido alejarme de aquello desconocido. Empecé a desesperarme dentro de esa oscuridad tenebrosa. No tenía caso gritar, los gruesos bloques no dejarían pasar nada; solo tenía una débil esperanza de que alguien me buscara.¡Maldita pirámide!, alumbré a mi alrededor hasta que apareció una puerta, o al menos eso pensé. Dos estatuas gigantes resguardaban la entrada, quizás cinco veces mi altura. Me acerqué cuidadosamente, nunca se sabe que puedes encontrar en esos lugares; pero no había paso, solo un muro.

Sobre la entrada se apreciaba un mensaje escrito en distintas lenguas. No entendía todas. Algunas eran totalmente desconocidas, a pesar de ser considerado uno de los mejores lingüistas; no estaba preparado para tal hallazgo. Agujeros colocados en sincronía. Figuras en relieve que parecían medias lunas, cruces y otras deformes. Apareció al fin algo legible para mis ojos, ¡Latín! Respiré aliviado mientras balbuceaba lo que decían aquellas frases.

"Humano...mismo...libre".    


No sabía cómo interpretar esa frase. ¿Qué habría al otro lado de ese muro? Busqué alguna grieta que me permitiera pasar y la encontré; solo que no lograba alcanzarla, me faltaba casi un metro. Busqué desesperadamente una piedra, algo en que apoyarme. Mi ropa no alcanzaría. ¡Las estatuas!, pensé. Intenté trepar pero era inútil, no tenían bordes para sostenerme; tenía que idear otra cosa.

¡La arena! ¡Claro! grité entusiasmado por mi gran ingenio. Puedo hacer un pequeño montículo para subir en él. Me quité el pantalón y amarré fuertemente cada pierna, cerca del dobladillo, eso me permitiría llevar más arena. Tardé cerca de una hora quizás, juntándola en el mismo rincón. Sacudí mi ropa para ponérmela nuevamente, no podía andar por ese lugar sin pantalones. Pensé que eso bastaría y subí cuidadosamente.

¡Rayos!, ya casi, ya casi... 

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