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꒰ ⌗ Tercero ! ꒱

[ 3 años después ]

Jimin cumplía años, trece para ser exactos, como su día de nacimiento estaba muy pegado al año nuevo y a las fiestas de noche vieja, además de que se juntaba con la hibernación, el mejor regalo que se le podía hacer al osito de los Park era dejarle dormir. Apagar los candiles, proporcionarle mantas cálidas, hacer silencio. Así estaba en paz.

Pero para ese cumpleaños sus padres habían decidido no hibernar, cosa que en un principio mató emocionalmente a su pequeño. Hibernar era más una opción que una obligación, si la comida no escaseaba podían saltarse la hibernación, y su territorio era rico en víveres de todo tipo. Jimin entró en pánico cuando su madre empezó a explicarle la situación, más bien le implantó una serie de normas para las fechas de invierno.

El caso era que, tanto su padre como ella, tenían que salir todos los días desde madrugada hasta la salida de la madre luna y cuidar de él era una tarea imposible. No podían dejar a su cachorro descuidado por meses enteros, mucho menos podían dejar que él hibernase mientras ellos trabajaban, así que estaban en busca de una manada de confianza para dejarle a su pequeño retoño llorón.

Jimin no estaba de acuerdo con eso, de hecho dejó a hablar con sus padres después de esa cena donde le dijeron lo que harían. El único que parecía entenderle era su padre, se le notaba preocupado por sus expresiones, mientras que su madre únicamente implantaba las órdenes.

Al ser fechas altas de invierno, ellos tenían ventaja por sus pelajes y defensas externas como las zarpas, pero el pequeño Jimin aún no sabía pelear con ellas, tampoco podía defenderse. Y todo apuntaba que sería mejor dejarle al cuidado de alguien, o en este caso, de una manada al completo.

Esa mañana fría y desolada, se vio al niño ir en solitario por el bosque, había salido sin permiso y ninguno de sus padres notó la ausencia del cachorro, dentro del denso bosque anduvo cabizbajo. Era todo seguro, conocía mejor que nadie esos caminos frondosos y los ya marcados por el paso de los años, también las fronteras inexistentes que eran reconocibles por los aromas y vigilantes, estos normalmente eran dos grandes lobos de antigua edad.

Jimin quería disfrutar de sus días fríos en el bosque solito, sentarse a la orilla del río aunque aquello le congelase el rostro al completo y pintase de rojo intenso sus mejillas y punta de nariz. Así que sentándose en el césped cubierto de copos mañaneros de nieve, colocó sus manitas encima de sus rodillas flexionadas, viendo el agua ir corriente abajo llevándose en su camino caudaloso y húmedo hojas y piedras, danzando iban los pececillos y quietos permanecían los sapos y ranas escabullidos entre el barro espeso.

Estaba disfrutando de su soledad hasta que escuchó el crujir de ramas y hojas justo enfrente de su persona, no fue tonto y dejo que su mirada inocente siguiera indagando en la biodiversidad del agua cristalina mientras que agudizaba sus sentidos sobrantes, llenó sus pulmones de esa fragancia, escuchó pasos cautelosos casi casi imposibles de percibir y sus manitas apretaron las mangas de su chaleco.

—Un paso más y conocerás la temperatura del agua, Jeon Jungkook -Su vocecita no era dominante o firme, más bien era la culpable de desenmascarar su estado de ánimo frente al Alfa de cabellos blanquecinos que dejó su faceta de cazador para tomar asiento en una roca frente al castaño del otro lado del río.

El chico le observó con atención, sus ojuelos claros vieron de arriba a bajo al hijo de los Park, éste tan semejante a su padre Alfa y tan distante con su madre Omega, expresivo y explosivo, sonriente y divertido, reservado con desconocidos y un amor de persona con sus amigos y familiares cercanos.

Jimin era muy antipático con él, le prefería lejos y si fuera posible bajo tierra, sus razones eran bastante entendibles mas no las suficientes para que aquello se fuera a lograr.

—¿Qué haces aquí solito? En unos minutos más se dará paso a la caza de los lobos, te veo muy tranquilo... -Musitó él dejando que sus pulmones descansaran tras un suspiro corto.

A diferencia del morenito, él iba sin mucha prenda encima, una camiseta de lana de manga larga era lo único que podía darle calor, mas no necesitaba nada para el frío. Era su estación por naturaleza y la más amada por su familia, el hecho de encontrarse a un osito adolescente en la orilla de un río a temprana hora era extraño. Aquello era más un suicidio.

—¿Crees que los lobos irán a por mi? Tienen a todo un bosque repleto de comida, a mi no me harán caso...

—Olvidas que tu novio es un ratón de cajetilla, tienes su aroma impregnado, irán a por ti en cuanto el sol salga al completo... Vete a casa antes de que-

—¡Vete tú a casa, gatito de cuarta!

Uhm, Jimin había perdido su paz interior.

—¡Vuelve a gritarme, perro sarnoso!

Taehyung era un lobito Omega de una manada líder en un territorio alejado, muy alejado, este territorio tenía fronteras estratégicas con los dientes de sable, la manada de Jungkook, solo que los hijos de los líderes no habían hecho un buen cuaje. Jungkook era un dientes de sable Alfa, el hijo mayor de los líderes y el mejor cazador de su manada, sus territorios se expandían por casi todo el bosque y las fronteras más importantes las tenía con los osos Park y los lobos Kim, odiando a muerte a los últimos.

—¿A quién le dices sarnoso, eh? Te meteré la rabia por dónde pueda en cuanto pongas una pulgosa pata en mi zona, Jeon.

—Deja de chillar, me irritas. Estaba teniendo una charla muy amena con Jimin hasta que se te ocurrió hacerte presente...

Taehyung estaba acercándose a Jimin cuando el dientes de sable sintió el aroma embellecido del Omega, ni siquiera había terminado de llegar al lado del castaño cuando tuvo que retroceder para no despertar a su Alfa.

—Me parten la cabeza con sus gritos de cachorros fastidiosos... -Masculló Jimin levantándose- Les dejo solos para que rompan la tensión solitos.

—Eh, Jimin, no te vayas- -Taehyung estaba por seguir al osito que emprendió camino contrario al suyo, pero solo se encogió de hombros al perderle, mala idea fue la suya al querer ver a Jungkook.

—¿Me dejas olerte?

—Vete al carajo.

Jimin había ido muy pocas veces a las zonas más descampadas, allí donde los más pequeños hacían sus casitas subterráneas y sus madrigueras acogedoras para protegerse del frío y de lo depredadores. Pero llegar como un niño corriente fue una forma más sencilla de adentrarse sin ser visto por los vigilantes de la frontera, él era un depredador y los conejitos que se asentaban en las colinas y bajo ellas eran las presas.

Pero él amaba a un pequeño conejito belier de enormes orejas negras y colita respingona, así que jamás en su vida ha pensado devorar a uno de los suyos. Lo difícil fue dar con la madriguera de los Min, no eran una familia de apellido reconocido, más bien eran una familia obrera y humilde, algo pobre por tener doce gazapos de no más de once años.

Acercándose a las cosechas pudo ver a la madre de Yoongi con una canasta de lechuga recién sacada de la tierra húmeda, aún conservaba restos de suciedad en sus raíces. La mujer estaba por tomar una más del montón cuando se giró de golpe hacia él Omega recién llegado, entonces ni ocultó su sonrisa.

—Park Jiminie, bienvenido muchacho bonito -Extendió sus brazos y cómo todo un cachorro mimado se acercó el castaño, estrechado en un abrazo muy maternal de una Omega con mucho amor para dar.

—Hola señora Min -Saludó tímido luego de ser liberado del abrazo, como desearía que su madre fuera de esa manera con él.

—¿Cómo es que estás tú por aquí? Deberías estar preparándote para la hibernación... -Dijo pensativa haciendo cuenta de cuántas Lunas llenas había visto pues recuerda haberlas contado bien.

—Este año no hibernaré, hay alimento de sobra para estos meses así que no habrá hibernación -Ya asumía aquella verdad así que debía contarla con firmeza.

La mayor hizo una mueca.

—Mi Yoonie estaba muy preocupado por la cosecha de este mes porque no pudo subir a las montañas... esto de las fronteras enemigas pone en peligro a mis gazapos y no puedo dejarles ir tan lejos, espero que puedas comprender... -Dijo apenada pues no dio permiso a Yoongi ninguna de las veces que el azabache le pidió de rodillas ir a casa de Jimin a dejarle sus fresas.

El castañito bajó la mirada tristón.

—No se preocupe, lo entiendo. Por eso he venido hoy, quiero verle antes de que empiece el invierno -Esto último nació de su pecho al recordar al azabache sonriente por su llegada.

No le veía hace unas semanas con las borrascas recientes y que continuarán asustando a toda la población de conejos si empeoran en un futuro. Como si de una noticia fabulosa se hubiera enterado, la señora le sonrió en grande y dejó abandonado su cesto de víveres para tomar rápidamente al osito castañito.

Llevándoselo consigo a su bonita y acogedora casa, más bien cueva. Por caminos poco transitados fueron, la gente pegaba el ojo al castaño por su ascendencia y era de extrañar que un hijo de un clan tan conocido anduviese por esa zonas tan pobres. Sin parar a pensar en esos juiciosos ojuelos, Jimin siguió a la mujer hasta aproximarse a unas puertas de baja estatura y de estrechas paredes. Adentrándose en la cueva Jimin sintió el aroma de su conejito mucho antes de descubrir su ubicación exacta, viendo las despensas llenas de tarros de cristal, sacos amontonados de reservas y puertecillas donde se guardaban las especias.

Había ido a aquella madriguera cuando era más pequeño pero no recordaba que fuese así ahora, olvidando que se trataba de conejitos de pequeño tamaño y que consumían mas vegetales que carne.

—Pasa, pasa, siéntete cómodo de pedir lo que te apetezca. Iré a sacar a Yoongi para que te haga compañía... -Él asintió débil con la atención puesta en la casa.

Por la puerta un joven de baja estatura se hizo presente dando pasitos cortos, husmeando por donde andaba, hasta que sus ojos juiciosos pararon en el castaño chico que sostenía sus manitas por encima de su pecho algo asustadizo por su aparición.

Entonces se reincorporó carraspeando como si nada le vio alzando una ceja.

—¿Tú eres? -Inquirió seguro de su posición, Jimin sonrió levemente al recordar la cara de aquel chico bajito.

—Park Jimin -Respondió sin querer sonar descortés- ¿Tú eres?

—Oh, Kim Sunoo... -Musitó adelantándose un par de pasos, olfateando al osito que ante la incomodidad se echó hacia atrás- Me gustaría saber porqué tienes ese aroma en la ropa... -Frunciendo su ceño dijo, reconociendo el olor a hierbabuena leve proveniente del castañito.

Jimin sonrió muy leve, casi burlándose del chico frente a él.

—¿Este aroma? uhm, supongo que es porque paso mucho tiempo con Yoongi...

El otro abrió sus ojos en sorpresa, riendo y asintiendo avanzó con sus manos entrelazadas por detrás de su espalda, mas seguro de sí mismo por la forma de hablar de Jimin

—No sabía que mi novio pasara tanto tiempo contigo...

꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱

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