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꒰ ⌗ Septimo ! ꒱

Odiaba aquella sensación tan sofocante, vislumbraba las aguas claras y sutiles fundiéndose en su blanquecina piel y la temperatura de su cuerpo colisionando ferozmente con las heladas aguas del río. Escuchaba el suave susurro delirante y calmado del caudal, la luz chocaba contra el hermoso cristal azul traslúcido y llegaba a sus ojos como pequeños destellos. Pero más bello que todo aquel paisaje virgen, se encontraba el osito castañito que pescaba campante subido a una gran roca a unos metros de él.

Podía estar odiando cada segundo dentro del agua, tal vez sufra de pesadillas por la sensación que le causaba, puede que le cause hipotermia o pille alguna enfermedad por la temperatura del líquido. Aún así prefería observar el bello panorama que le servía Jimin.

—¡Mira, un salmón! Lo llevaré para la cena...

—¿No puedes simplemente dejarlo ir? -Min le propuso al ver el aleteo sofocado de dicho animal, éste se encontraba luchando por su vida en manos del menor.

—Pero yo lo cacé, ahora es mío y me lo puedo comer -Reclamó con pizcas de orgullo por atraparlo- Es largo, ¿gustas compartir?

El conejito arrugó su naricita por el olor que le llegó del pez, no era mucho de comida cogida Del Río o del mar, tampoco de los que se cazaban dentro del bosque pero especialmente no comía cosas que antes sufrieron por verse presos y Jimin no veía la agonía del pececillo que se zamparía en unas horas.

—No me gusta el pescado, ese salmón puede tener bacterias.

Jimin enmudeció indignado y luego suspiró bajando de la roca, dejaría en su mochila su cena, ya estaba en sus últimos segundos de vida así que no podría escapar de las telas. Le iba a reclamar a Yoongi por estar en el mismo sitio desde que llegaron al río pues tenía sus belfos morados y su tez había aclarado después de tantos minutos quieto.

—Nada un poco, no quiero llevarte a rastras a casa -Dijo nadando como todo un experto sin que el agua le afectase, estaba acostumbrado a tan frías temperaturas.

El agua Del Río eran así de frescas por el deshielo de las montañas y se enfriaban aún más si había zonas con nieve aún, zonas como las fronteras a más latitud y a las que muy raramente acudía.

Su padre le dejó ir con Yoongi a aquellas calmadas pozas después de desayunar adecuadamente junto a su madre. El joven de cabellos negros también estaba en la mesa a la hora de comer todos, solo que éste optó por tomar trozos de fruta y agua mineral. Fueron testigos de una penetrante e inquietante mirada durante todo el desayuno, su madre aportaba pocas palabras en sus conversaciones, no se dignaba a ver a Yoongi y prefirió no preguntar nada sobre lo que le pasaba a Jimin antes de la hibernación.

Yoongi tampoco había preguntado a Jimin, le daba curiosidad pero muy dentro de su pecho conocía la respuesta.

Desde que se fue acercando a la cabaña, desde que fue apreciando mucho más el aroma del Omega, los engranajes fueron anclándose unos a otros, como si todo fuera colocándose en su sitio.

Su inexperto Alfa era un conejo asustado y tristón, muy débil y poco atento, era más torpe y despistado, más bien le hacía falta mucha caña para llegar a ser un Alfa como tal.

Pero al llegar a Jimin sintió a aquella parte de él mucho más diferente, existía la suave sensación y deseo de proteger al pequeño Omega que guardaba su Hyung en su interior, buscaba al castañito para cuidarlo y mimarlo. Tal vez aquellos sentimientos no fueron claros una vez se vieron pues era más la euforia la que se hacía presente entre ambos.

—Tu padre me dijo que estabas algo enfermo antes de la hibernación... -Murmuró una vez comenzaron a nadar a la par, le vio por el rabillo y notó cómo iba desapareciendo la sonrisa cuadrada de sus labios- Cuando venía me preocupé mucho, pensé que llegaría tarde...

—Mamá me llevó lejos del bosque -Empezó tras segundos- Allí donde se oculta el sol primero, donde siempre está oscuro...

—La frontera de los Jeon...

Asintió sin querer entrar muy a fondo, decantándose por salir del agua. Estaba por tomar una manta y refugiarse del frescor del medio día cuando Yoongi se acercó a él por detrás, la genuina calidad le envolvió, había puesto una manta pero a la vez se había abrazado a él con cariño.

Entonces lo notó.

Yoongi ya era mucho más alto que él.

—No tienes que emparejarte con ese Alfa si no quieres, Mimi... No tienes porqué obedecer a tu madre siempre, ella no tiene razón esta vez...

Se sintió tan comprendido.

—Yo... -Murmuró afianzando su abrazo aún sí él tenía frío y el viento arremetiera contra su piel desnuda, quiso tanto verle a los ojos solo por esa vez.

—Yoonie... -Animó suavemente, soplando en su corazón la sutileza de su dulce voz.

—Yo te quiero mucho, Mimi...

Los ojitos miel del más bajo relucieron las lágrimas que se acobardaban por salir, en sus mejillas se salpicó sutilmente un rojizo suave. Estaba sonrojado.

Aquello sonaba real y hermoso, su corazoncito palpitó. Una, dos, tres... cada una en un ritmo lento que resonó en sus tímpanos como toques de tambor, sus manitas que hasta ahora estaban a sus costados subieron a las manos del azabache, apoyándose en su hombro y concediendo el abrazo cariñoso que le brindaba.

—Yo también te quiero, Yoonie... Gracias por venir, sentí tu olor desde que entraste al bosque y desperté para comprobar que se trataba de ti... Todo este tiempo esperé que te asomaras para venir a verme, tenía muchas ganas de volver a verte...

—Pasé todas estas lunas pidiéndole que me dejaran pasar la frontera... Siento haber tardado tanto, perdóname por no haber insistido más en pasar...

El mayor osezno negó con mucha rapidez y sorbió su naricita triste.

—Mi madre es la líder de este bosque, los vigilantes tenían la orden de no dejarte pasar ni aunque les rogaras... -Lo que pensaba en su cabecita fue tomando sentido y desde su sitio alzó el rostro unos centímetros, Yoongi le veía expectante con unos negros ojuelos brillantes.

Le sonrió tímido por el cariño y calor que le estaba brindando de la nada, desde que salieron de casa sus manitas se unieron como dos piezas de imanes como cuando eran más cachorros. Habían cambiado desde entonces, Jimin era más bajito ahora y sus cabellos castañitos le llegaban hasta los hombros, sus facciones habían acatado a la orden lo delicado y era susceptible desde antes que así sería. En Jimin, la naturalidad es el supremo refinamiento.

—Estoy muy feliz de poder abrazarte, Mimi...

Se sintió conectado con hilos invisibles e irrompibles en aquel momento tan mágico, juró ver la verdad en unas palabras que se desvanecieron en el fútil viento. Jimin no supo clasificar sus emociones y sentimientos, y es que era imposible pararse a procesar toda la avalancha de densos estremecimientos que no llegaron a colarse en su cabeza. Fueron fugaces y le dejaron sin aire.

—Yoonie... -En un susurro lábil le llamó y el aludido seguía esperando por niña respuesta del mismo calibre a su declaración.

Pero ninguno de los dos jóvenes se habían jactado del tiempo que les acorralaba peligrosamente y unos perspicaces ojos los observaban con envidia ardiente y lastimosos sollozos no llegaba a ser escuchados.

—Te amo, Jiminie.

—¡Me ofreciste como pescado al mercado!

—Yo no te vendí al mejor postor-

—¡Yoongi era el único postor y me vendiste!

—Yo no pagué nada-

—¡Y no soy gratis, mi rey!

La situación cómica empezó esa tarde al llegar a casa del osito caprichoso que escuchó a su padre conversar con su mejor amigo en el porche de la cabaña, estaban compartiendo unas palabras triviales cuando Yoongi le agradeció por dejar que Jimin y él pudieran estar juntos. El pequeño Omega confundió las cosas y todo acabó en un malentendido que no Yoongi ni el padre del Omega podían remediar.

¿Quién podía hacer que Park Jimin cambiara de opinión con la terquedad tatuada en su alma?

—No creo que se le pase hoy... -Murmuró el gran Alfa con una taza enorme de café en su mano derecha, soplaba entre tanto el borde de cerámica y luego dirigía su mirada al testarudo hijo suyo que les dio la espalda y se fue a la hamaca.

—Ni mañana, posiblemente me recuerde esto en un año... -Añadió el azabache a su lado con una taza de batido de mandarina de tamaño medio, sus luceros estaban siguiendo el vaivén del bulto en la hamaca en los troncos cercanos.

Ambos juntaron sus tazas en un suspiro al ponerse de acuerdo.

꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱

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