꒰ ⌗ Quinto ! ꒱
Yoongi esperó en el río, sus intentos por distraerse con algo fueron finalizados por él mismo después de media hora, pues sentía que no estaba matando el tiempo, sino haciendo su espera más larga. No había quedado con Jimin ese día, tampoco con alguien más. Estaba escapando de Sunoo y de sus empalagosos besos, prefería los de Jimin.
El niño le agradaba mucho pues con él a comportaba muy bien, de igual manera le gustaba dado que tenía esa bonita forma de ser y un hermoso rostro que envidiar. Su aroma le gustaba, era un olor adictivo y rico, muy suave y cuando se mezclaba con el suyo era mágico. Sin embargo ese aroma no era superior al de Jimin.
Y quería oler una vez más a su Mimi para comprobar que sus olores combinaban mucho mejor, que esa pizca de amor que conectan al mezclarse era mucho más linda. Porque realmente amaba a Jimin y le sentaba mal no poder decírselo.
A ojos de su Mimi, aún era un cachorro al que cuidar.
Pero ahora estaba allí, a orillas del río.
Ese mismo río que los conoció de pequeños, que les vio aventurarse en sus aguas y les espió mientras sus labios saboreaban los contrarios. Eran tan críos e inexpertos que nunca supieron que se daban besos en la boca, veían a sus padres hacerlo y no buscaron un porqué. Eran muestras de cariño y ellos se amaban, no veían nada malo en besarse.
Ese mismo río era el que se llevaba todo su amor, el transcurso del agua arrastraba sus formidables recuerdos. Dos cachorros que se amaban fueron separados abruptamente por decisiones de terceros, dos corazones atados con cadenas se rompieron en trocitos al forzar su lejanía.
Porque Yoongi nunca entendió porqué sus lágrimas salieron a flote esa tarde, pero se sintió muy triste cuando las nubes le acompañaron con gotitas frías en su cuerpo.
[ Dos años después ]
Jimin no había despertado aún de su hibernación y sus padres estaban ciertamente preocupados por él, los primeros días antes de hibernar el pequeño osezno lloraba y sollozaba sin parar, se escondía de su madre posicionándose detrás de su padre, tenía fuertes pesadillas y despertaba en sofoco.
Y tras empezar la hibernación él solito, sus padres se mantuvieron al pendiente, viendo extraño que ya pasen seis días de primavera sin indicios de su despertar. Ambos empezaban a creer que no se trataba de un simple berrinche, Jimin no es muy de hacerlos y mucho menos tan prolongados.
Viendo al joven de quince años que se hacía pequeño entre las sábanas, suspiraron al unísono algo entristecidos, su pequeño había dejado de ser como antes, abandonando esa chispa que le avivaba y le mantenía con una aura pura.
—Deberíamos despertarle, ya se acerca del séptimo día de primavera... -Murmuró la Omega pasando la yema de sus dedos por la tersa piel morena, reincorporándose poco después de escuchar al Alfa dejar salir un jadeo cansado.
—Lo que deberíamos hacer es buscar un médico, alguien que nos diga qué es lo que tiene... -Optando por ver lo más grave de la situación, el Alfa se puso de pie y pronto abandonó la habitación con su mujer siguiéndole los pasos- Iré a la frontera de los Choi hoy mismo.
—¿conoces a un buen médico de allí? -Preguntó curiosa buscando dos tazas para preparar su desayuno- Hace dos años que no vas y Jimin tampoco.
—Precisamente por eso quiero ir, Min Yoongi era el único capaz de levantar a Jimin sin siquiera hablarle o tocarle, él debe poder levantarlo-
Interrumpió su propio hablar despacio, la castaña había cesado sus movimientos repentinamente y el Alfa Park tenía la respuesta del porqué de aquella reacción, pero no quería correr más riesgos y alargar aquel plazo de espera. Su cachorro no despertaba y era peligroso dejarse llevar, era algo consciente de lo que existía entre el pequeño Alfa Min y su hijo, había visto ese algo que su mujer era incapaz de reconocer.
Tanto Jimin como Yoongi se buscaban incesantemente hasta poder rozar sus pieles, eran dos cachorros unidos e inseparables, tan dependientes él uno del otro y verse alejados por tantísimo tiempo sin ninguna explicación era abrir una grieta entre ambos a propósito.
Y si su osezno estaba así era por culpa de su mujer, él había intentado convencerle de muchas maneras para que dejase al cachorro ir a la frontera de los Choi y poder estar junto a Yoongi, pero todo acababa en discusiones fuertes sin solución.
—Estoy seguro de que no es lo que quieres, pero yo no pondré tus decisiones sobre las de Jimin, él desde pequeño se ha visto enlazado con ese gazapo y lo demostraba siempre. Que quieras juntarlo con los Jeon es mero gusto tuyo, yo no quiero que mi hijo sea infeliz en esta vida.
—Le estás haciendo infeliz al juntarlo con ese niño.
—Yo no he movido un solo dedo para juntarlos a la fuerza, Yoongi venía el primer día de primavera, Jimin iba a la frontera en los días de invierno para encontrarse con él. Ellos siempre buscaban la forma de estar juntos, que yo le diese permiso a Jimin de marcharse es porque me gustaba verle así de feliz.
La mujer dio media vuelta, mordiendo el interior de su mejilla con algo de miedo por el porte del Alfa, quien ya se preparaba para salir.
—¿Feliz dices? -Rodó sus ojos y chasqueó la lengua, molesta por ser puesta como la mala del cuento- Jimin será mucho más feliz con Jeon Jungkook, él podrá darle todo aquello que a Min le falta.
Sin decir nada más el Alfa le dedicó una mirada entristecida y dejándola sola se marchó. Estaba apostando por la felicidad de su único hijo y aquello merecía cualquier viaje, estaba dispuesto a andar por horas hasta llegar al descampado donde se esconden los conejitos belier. Tenía la corazonada de que aquel conejito asustadizo y sonriente era la media Luna de su osito, estaba seguro que sus sospechas iban por el buen camino.
A él no le importaba en lo más mínimo si el Alfa azabache no venía de una familia de mucho poder, mucho menos si no era el más adinerado de su manada, si él podía hacer feliz a su niño de ojos claros, haría todo lo posible para que estuvieran juntos.
Con las ideas clarísimas en su cabeza se adentró al bosque con intención de cruzarlo y llegar hasta la frontera de los Choi, el líder que dominaba aquellos terreros montañosos y llanos y con el cual tenía un pequeño tratado de mercancías y víveres. Mientras que sus manadas se alimentaban de carne, aquellas manadas alejadas eran ricas en ello y debía mantener cierto trueque para ambos sostenerse.
Llegado después de dos horas de camino, Park cruzó luego de hablar con los vigilantes, dos enormes lobos jóvenes que tras reconocerle le dejaron libre el paso y adentrándose así pudo vislumbrar el hermoso descampado repleto de vivos colores incrustados en altas flores de diferentes formas. Solo pudo pensar en su cachorrito y en lo contento que se podría si volvía a pisar aquel bello paisaje colorido, también recordaba la alergia de éste y del odio que podía cogerle a la flora del lugar.
Lo que le quedó de tiempo se le fue yendo en el tanteo de casa por casa que tuvo que hacer para dar con los Min. Él era un Alfa con aptitudes y modales, nunca fue reconocido por su voz de mando o tácticas de lucha, más bien fue por lo buen líder que era, todas las manadas anhelaban tener un líder así. Y su pequeño cachorro, a pesar de ser un Omega, había heredado todo lo bueno de él.
Y por muy buen ojo que le haya puesto a Yoongi, tenia desconfianza con el Alfa Min, el padre del gazapo. Éste alardeaba mucho de su posición, recalcaba mucho sus logros y elogiaba su trabajo, no de buena manera, más bien se notaba como forzaba todas sus palabras solo para quedar bien ante él. Y qué decir de la Omega de rubios cabellos lacios, era una Omega ejemplar y firme, de igual manera algún día le halagó pero sus palabras fueron sinceras, dijo querer criar a un buen Alfa para un buen Omega y todo su trabajo estaba enfocado en la educación de sus gazapos.
Doce crías no es algo sencillo y ella supo sacarlos adelante sin orden distintivo, a todos por igual y dando a cada uno una lección diferente si así ello veía mejor.
Cuando se acercó al centro del pueblo vislumbró por pocos segundos una manada de críos u adolescentes que descansaban a la orilla de una carretera de tierra, todos ellos vestían ropajes ligeros y eran muy parecidos entre ellos. Sus cabellos de colores blancuzcos y brillantes llamaron su atención porque dentro de aquellos doce jóvenes, destacaba uno en especial.
Su pelo era todo lo contrario a sus hermanos, de negras hileras y opaco como la sombra. El Señor Park dijo siempre querer para su hijo una o un Alfa que pelease por el amor de su pequeño, y siempre vio en Yoongi esa chispa que le incitaba a pelear por ver a su osito favorito.
Así que estuvo satisfecho cuando Yoongi volteo hacia él con los luceros iluminados, la fragancia que hace tiempo identificaba a Jimin logro llegar hasta él y rápidamente buscó su posición.
Al ver al padre de Jimin en vez del mismo, Min vaciló en avanzar.
Todos sus hermanos estaban protegiéndolo pues siempre fue el más pequeño, así que tuvo problemas para salir de entre tanto conejo.
Park se frotó las manos con nervios, hacía mucho que no veía al pequeño de los Min y realmente había crecido bastante, ya no era más bajito que su hijo y seguramente ya era un Alfa ante la luna. Recordaba con mucho añoro los juegos de los dos cachorritos, cuando se iban al río y volvían enfurruñados el uno con el otro, también recuerda las canastas de fresas que Min traía para el pequeño Park y los besitos tímidos que se daban al verse pues no sabían lo que era un beso.
—Señor Park, buenos días -Saludó cortes, sus ojuelos aún buscando al castañito amigo suyo a ambos lados del gran Alfa— ¿Y Jimin? ¿No viene con usted?
Esbozó castamente una sonrisa que pronto se perdió.
—Tengo que hablar contigo, Yoongi... -El menor le vio expectante- Verás... es sobre mi hijo.
Yoongi abrió sus ojos más de lo normal al escucharle, su tono quejumbroso y la pena marcándose en sus tristes orbes le dieron a entender que no se trataba de algo positivo.
—Ya llevamos una semana de primavera, en el bosque ya no hay nieve y el frío se ha marchado... pero Jimin aún no despierta... –Sus mejillas se humedecieron y temió asustar al otro– N-Normalmente despierta al segundo día, algunas veces incluso antes y esta temporada se ha extendido mucho más...
Relamió sus labios quitando con un pequeño paño las traicioneras lágrimas saladas que se escaparon sin su permiso.
—Mi mujer y yo estamos muy preocupados por su salud, hace unos meses que Jimin está distinto...
꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro