꒰ ⌗ Primero ! ꒱
Con guantes de lana gorditos y grandes para sus pequeñas manos delgadas, Yoongi se balanceó un poco antes de hacer fuerza y lograr mover una gran bola de nieve que fácilmente podía ser veinte centímetros más alta que él, asimismo tenía muchos más centímetros de diámetro. Aquel era el cuerpo de su muñeco de nieve, quien tenía su cabeza deforme con abolladuras, también tenía algo de barro manchándola y es que tuvo que buscar nieve y traerla hasta su madriguera y en el viaje sufrió un poquito más.
El cuerpo de su nuevo amigo estaba más presentable, contaba con barro pero era una esfera casi perfecta.
Veía a sus hermanos todos juntos sentados a unos metros de él, uno que otro aún persistía en la madriguera acurrucado pero la mayoría habían salido a estirar sus patas y darse nuevos aires. Sus padres habían salido unas horas antes y aún no regresaban con comida, por lo que era temprano.
Estaban cerca del final del invierno, el sol ya se hacía notar mucho más entre las comunes nubes grisáceas, de igual manera los pliegues de densa nieve se disipaban poco a poco, lo que era gratificante para los campos de conejos. Así las cosechas podían ser más abundantes y de mejor calidad, lo que daba a su familia y vecinos reservas para la siguiente ola de frío.
Había hecho un muñeco de nieve después de tantísimo tiempo para mostrárselo a Jimin, había traído ramas y una zanahoria para decorarlo con él pues en esos días algunos animales que cumplían con su hibernación estaban despertando. Jimin no era fan de la primavera, de hecho tenía alergia al polen y tenía pánico a las abejas.
Por lo que quería que jugaran un rato con la nieve ese día, tal vez podía pasar por el pueblo y traer fresas y algo de miel, Jiminnie amaba esa combinación, estaba deseando darle un bonito despertar. A diferencia de sus hermanos, Jimin le enseñaba cosas nuevas dentro del bosque y sus hermanos temían entrar al frondoso bosque en primavera, por lo que no podían guiarle por esas zonas llenas de peligros.
A decir verdad sus hermanos no se llevan bien con Jimin cuando éste llega al campo, normalmente le oyen quejarse del clima y a menudo le ven pegado a su hermano pequeño, lo que causa desconfianza, también ellos se quejan a sus padres por permitir que el osito se lleve al más pequeño a las montañas.
—¿Preparas algo? -Por sus espaldas se asomó un castaño de ojos azulados semejantes a dos bellas piedras, estos luceros le seguían mientras Yoongi rebuscaba en su baúl.
—Busco mi cesta, Jiminnie está por despertar y aún no tengo sus fresones recogidos -Musitó enfadoso moviendo su naricita mientras soltaba gruñidos, el más bajo le observó con molestia, casi fastidiándole aquel apodo y aquella atención.
—"¿Jiminnie?" ¿Ese que odia el campo? ¿Por qué te empeñas en traerle aquí? Nos odia por amar la primavera, es un idiota que solo busca llenarse el estómago con nuestras reservas -Min hizo oídos sordos, colocando un trapo bordado de un color verde encendido.
No le hizo caso, ni siquiera entendía porque estaba en su madriguera, pero optó por ignorarle. Lavando las fresas y dejándolas dentro del canasto de mimbre ya listo, re dirigió sus pasos a los grandes portones donde guardaban las guarniciones. Esta vez tomó un jarrón de miel de la temporada pasada, éste en vez de tapa tenía un mantel pequeño ajustado con un cordón de seda.
—No puedes tomar eso -El chico esquivó al menor, evitando así que le quitara el jarrón de la mano, desinteresado lo guardó en el canasto- Yoongi, estás tomando cosas de tu familia para dárselas a líderes de la manada contraria-
—Tú estorbas y no te digo nada, mamá me deja tomar todo lo que sea de la temporada pasada, si no lo gasto terminaran tirándola, deja de interrumpir y vete a cortar pasto, bastante oxidado estás este año. -Le bufó cerrando su canastilla, dos cordones más para sellarla y estaba listo para salir.
—Todo lo de la temporada pasada se puede donar a las demás madrigueras -Murmuró fastidiado- Además, éste año estoy recuperando un diente, por eso no puedo cortar pasto.
—Que seas un vago no influye en la pérdida de tu diente, escuché que confundiste una roca con un bizcocho-
—¡L-las cosas no son así! -Yoongi se alzó de hombros riendo.
—Sea como sea, me marcho. Volveré al anochecer así que no estés molestando a mi mamá -Cruzándose de brazos gruñó, viendo al azabache emprender camino.
—Ojalá seas conejo asado para los lobos...
Tuvo que andar por una hora y poco más para acercarse a la casa de Jimin muy escondida entre grandes árboles, su manita ejercía presión a la agarradera de su canasta y trataba de mantenerse firme mientras caminaba, esas zonas eran peligrosas y siempre lo supo pero aún así se atrevería a infiltrarse por allí solo para ver a su Jiminnie.
Llegando a la puerta se entretuvo con los lobeznos que dormían a un costado de bonitas flores rosas, pequeñitos y tranquilos, adorables, pero era de esperarse que esas pequeñas crías serían sériales asesinos en un futuro.
Sin más tocó la puerta de madera dando un paso atrás, sin soltar la canasta ni mucho menos sin girar la cabeza hacia atrás, aquello le causaría miedo a su conejillo y saltaría por la ventana para buscar refugio.
No sabía si dentro de la cabaña había alguien despierto ya, a estas alturas son pocos los animales que despiertan temprano de hibernar pues la comida sigue siendo escasa como para pasar hambre. Aún así reservaba las esperanzas de que algún integrante de la pequeña familia estuviese despierto para recibirle.
Algo nervioso observó la gran puerta moverse hacia dentro, provocando que en sus oídos retumbara el chirrido de las bisagras oxidadas por los años y la humedad, frente a su pequeña altura se vio a un gran hombre de cuerpo corpulento e intimidante, el cuerpecito del gazapo tembló desde la punta de sus piecitos hasta el último cabello de su cabecita azabache.
El líder de los osos imponía sólo con hacerse presente.
—¡Oh, el conejito de los Min! ¡Bienvenido muchacho! -Dosis de alivio hicieron corto circuito en las neuronas del aludido, carraspeando intensamente asintió rápido.
—¡S-Señor Park buenos días, gracias por darme la bienvenida! -Su voz se asemejaba a la de un cordero recién puesto en el pasto, balidos sonoros escuchó desde allá arriba el oso Park.
—Anda ya, sé que vienes a por mi pequeño durmiente, deja las formalidades para cuando me pidas su mano -Bromeó dejándole camino libre para que pasara a su casa. El saltarín chico meneó sus cabellos negros hasta escabullirse en el pasillo iluminado por candiles nuevos.
El señor de grandes barbas canosas sonrió con nostalgia y a la vez se alzaba el orgullo en su pecho.
Por los escalones de piedra el niño bajó deprisa, sus bracitos sujetando con firmeza la cesta de fresas, no le hizo falta mucho tiempo para llegar a la madriguera que escondía la cabaña, allí todo estaba a oscuras y la soledad era el primer adjetivo que se le venía a la mente. De no ser por los suspiros roncos con notorio cansancio tras cada uno, delatando la localización del individuo al que buscaba.
—¡Jiminnie! ¡Arriba Mimi, te traje tus fresas! -Dejando el cesto en el suelo cubierto de hojas secas que bajo su tacto crujieron, encendió con dificultad un candil, iluminando un poquito el lugar.
Aquella madriguera era de las más cálidas y acogedoras de todo el bosque, amplia y habitable era el refugio de muchos aldeanos pues los Park proporcionaban ayudas a todo aquel que necesitase, por nada del mundo cedían el lugar de su único cachorro, pero todo el sitio sobrante era ocupado por una alma en pena que no logró hacer su madriguera a tiempo.
Yoongi se acercó a la montaña de marrones hojas secas para despertar al dormilón osito suyo, palpando con sus manitas y retirando algunos montoncitos del recubrimiento.
—Mimi, las flores están lindas hoy y por toda la pradera hay azucenas y margaritas, sé que te gusta verlas así que sal de ahí y ven conmigo... -Encontró el rostro de su amigo, más bien una parte de su carita, siendo sus pompocitos labios los que se alzaban en un puchero casi involuntario- Jiminnie, tus labios son muy lindos... ¿puedo tocarlos con los míos?
La inocencia del infante no le permitía clasificar muestras de amor o de cariño, únicamente relacionaba los besos con caricias afectuosas para un ser al que se quiere mucho y él quería muchísimo a su Mimi.
Pero ni con una propuesta así de tierna, Jimin despertó.
—Mimi, he esperado tres meses para poder jugar contigo otra vez... -Le dijo frunciendo su ceño buscándole mejor entre su refugio crujiente.
—T-Tienes el polen pegado en toda tu ropa, me voy a morir por tu culpa -Musitó desde dentro el osito, moviéndose lo suficiente para estirar su cuerpo, le oyó reír suavemente desde fuera, corriendo hacia el canasto de fresas.
—Te traje tus fresas, Mimi -Extendió con orgullo casi palpable el objeto cargado con la fruta y los sentidos del osito se activaron de golpe, un pequeño cortocircuito de neuronas le hizo tropezar cuando salió del escondite- ¿Ves? Ahora ya no tengo polen -Se burló dándole la espalda- Vamos, vamos.
El tierno conejillo subió las gradas dejándole adolorido entre las hojas, finalmente sonrió somnoliento acomodando sus ropajes. Al subir, unos minutos después, vio con odio el sol que entraba por la ventana abierta que daba a la parte del bosque más frondosa y aún así llegaba el sol a molestarle.
Guiándose por las voces que escuchó provenientes de la cocina caminó en esa dirección con una mueca de asco antes los olores y las partículas que comenzaban a hacerle cosquillas en la nariz.
—... déjalo mujer, mira que atento que es el niño con nuestro Jiminnie, no vas a encontrar a otro Alfa tan amoroso como éste -Su ceño se frunció cuando escuchó su nombre y en la misma frase la mención de un Alfa, cosa que odiaba.
Haciéndose presente por el marco de madera, tuvo tres pares de ojos pegados en su persona, así que solo sonrió leve sentándose al costado de Yoongi, rápidamente sus bracitos rodearon al azabache niño con cariño, enterrando su naricita por sus cabellos para llenarse los pulmones de ese rico aroma que solo él podía percibir.
—Jimin te he dicho ya que eso no se hace -Le riñó su madre tomándole desde la altura de sus axilas para separarle del otro que estaba siendo mimado- No debes arrimarte así a él-
—Son solo niños, Yeong -Se oyó gruñir al Alfa mayor y Yoongi en su sitio se sintió un estorbo, más bien tenía miedo por la madre del osito- Jimin acaba de despertarse y quiere demostrarle a su amigo que le extrañó-
—Como si no le fuera a ver nunca -Espetó dejando a su hijo bien sentado en su silla, el mismo hizo un pucherito viendo al conejillo cabizbajo reacio a verle- Además, no recibe de esa forma al hijo de los Jeon -Añadió dando la vuelta.
Sin esperanzas de poder contradecir lo dicho, el señor Park se agachó de hombros pues su hijo solo era así de cariñoso con el menor de los Min, con cierto apego de más, y su esposa seguía atada a la idea de juntar a su cachorrito con el mayor de la manada de los Jeon. No es que la idea le gustase de todo, su pequeño no mostraba interés en el Alfa de blancos cabellos, más bien hacia todo lo posible por mantenerse lejos de él
—Yoonie le trajo fresas a Mimi, pónselas de desayuno -Dijo el Alfa sonriente, provocando en el gazapo un sonrojo en las mejillas.
—Deben estar podridas, así que las tiré -Los pequeños giraron sus rostros al mismo tiempo cuando escucharon lo último, mientras que Yoongi se abrazó a la preocupación, Jimin tomó el enfado con ganas.
—¡Mamá! -Se quejó el osezno sin llegar a alzar mucho la voz.
—S-Son de esta temporada, s-señora Park -La vocecita del menor sonó débil, Jimin le vio apenado.
—No me importa, por esas zonas hay plagas de todo tipo así que es mejor prevenir...
Sin fresas y sin darse el gusto de probarlas se quedó Jimin, meciendo sus pies por debajo de la mesa, cabizbajo al igual que Yoongi.
Al menos tenía el permiso de su padre para ir a pasear con el conejillo, podrían ir a su madriguera a tomar más fresas.
꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱
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