꒰ ⌗ Noveno ! ꒱
Los prados de su aldea se habían beneficiado con las lluvias mañaneras y las tardes refrescantes de primavera casi saludando al verano, el clima y la sensación térmica obligaban a ciertas razas a resguardarse en sus madrigueras y a otras a salir a los campos a convertir aquel tiempo en algo provechoso para el alimento que tanto necesitaban.
Lejos de toda la aldea y de montones de conejitos belier, Jimin y Yoongi habían llegado a las cabañas abandonadas que se decían que estaban malditas y embrujadas, unas casas hechas a la antigua y algo desproporcionadas para lo que ahora se considera una cabaña.
Aquellas casuchas habían sido despreciadas por los aldeanos después de varios sucesos desastrosos y tristes para todos, pues algunas de estas llegaron a derrumbarse de la nada, hundiendo a una familia completa bajo pesadas tablas de madera que impidieron salvar a nadie. Y no sucedió con una sola familia, el atroz atentado se repitió y un incordio dominó se desencadenó en los siguientes meses.
Poco a poco los aldeanos retomaron la forma de vida bajo tierra, haciendo sus madrigueras y optando por hacer algunas madrigueras elevadas y de fuertes paredes. Estas madrigueras evolucionaron y se convirtieron en casas de barro y yeso, unas casas pintorescas que bajo cuatro paredes su tamaño se duplicaba.
Cuando los cachorros descubrieron el alambrado que mantenía encerradas las casas, pensaron que debían obedecer a la señora Min y no entrar en las cabañas, pues algo malo podría suceder.
Pero la curiosidad picó mucho en sus pechos de niños exploradores y se aventuraron con los ojos vendados. Para su suerte, descubrieron la verdadera razón de los derrumbamientos. Todas las casas que estaban aplastadas y caídas eran las que se alzaron en las zonas empinadas de las montañas, era un desnivel que una casa de madera no podía equilibrar en un sitio resbaladizo como la tierra.
Y ellos encontraron una cabaña que se asentaba al pie de la montaña, una casita pequeña, en perfecto estado a pesar de sus años. Desde que descubrieron que era habitable, fue su guarida y su zona segura, únicamente pertenecía a ellos. Cómo un refugio al que acudían a estar solitos.
Jimin siempre estaba acompañado de Yoongi cuando iban pero el propio Yoongi se vio solo en el porche de la casa cuando el Omega estaba en su bosque encadenado a su madre, pasó días enteros preguntándose si el castañito osito se asomaría por el remarco de la vieja puerta, o si le vería a lo lejos corriendo hacia él, imaginó tantos escenarios donde ellos eran felices que lloró junto a la soledad.
Pero ahora estaban acurrucados en una colcha de un rojo desgastado, siendo alumbrados por las débiles fuerzas de varias velas la puerta de la cabaña yacía cerrada y las ventanas con cristales rotos dejaban entrar aquel vívido sonido de la lluvia y el viento fundiéndose, el frescor se colaba en sus huesos por el temporal que arremetía fuera.
La hora de llegada del osito se había pasado ya, podría ser de madrugada cuando ambos despertaron. No recordaban haberse dormido pero reconocían que el tiempo y las circunstancias eran las indicadas para dejarse llevar por Morfeo. Aún llovía y Jimin se acurrucó mucho más en Yoongi al escucharse truenos a lo lejos de las montañas, el sonido sordo y el eco que se deformaba en su cabeza le asustaba, Yoongi le protegería de los truenos.
—Mamá se va a enfadar conmigo... -Dijo muy bajito con sus párpados entreabiertos, un escalofrío recorrió su cuerpo en segundos.
—Es mejor que vuelvas a dormir, no pienses en ella hoy... -Aconsejó restregando su nariz por los cabellos castaños, llegó a sentir ese cálido sentimiento en su pecho una vez más, el aroma de Jimin era delicioso y embelesado podía quedarse.
Jimin quiso hacerse caso, sus manitas trazaron el recorrido de sus brazos que se enrollaban en su cintura, finalmente colocando sus manos sobre las contrarias para dar algo de calidez.
El aroma de ambos comenzó a mezclarse en el silencio que les acompañaba, contrastando sus temperaturas corporales algo había cambiado al pasar el tiempo y la intensidad de las fragancias había aumentado entre ambos. Yoongi fue el primero en darse cuenta de cómo aquel olor se adentraba peligrosamente en su cabeza, su Alfa salía tímidamente a reclamar aquel Omega que le llamaba con sigilo. Acercó su nariz al hombro del mayor, allí donde el olor emanaba.
Con el paso de los segundos quiso experimentar aquellas caricias íntimas que los mayores se dedicaban, quería dar besos y explorar el cuerpo de Jimin delicadamente mientras el calor envolvía sus corazones. Yoongi tenía tantos deseos de hacerle saber que le había extrañado a dolores sin usar palabras, con acciones de ese tipo que Jimin aún llamaba "cosas de mayores" cuando ambos ya dejaron de ser cachorros.
Min se estremeció en un segundo cuando pensó en lo que le dijo su padre un día en la manada, aquel señor reunió a todos sus hijos Alfa y les dio una lección extendida de lo que significaba ser de aquella raza y lejos de pintarles cosas bonitas y hacer del cuento una fantasía total, su padre prefirió aportarles las verdades.
—Jiminie...
—Dijiste que durmiera... -Recordó tirando su cabecita hacia atrás con pesadez, vio de soslayo al Alfa dibujando un pucherito pequeño en sus labios finos y acto seguido sus mejillas se sonrosaron ferozmente.
—Es que no puedo dormir -Confesó estrechándole suavemente, siseando entre dientes.
Jimin se alzó de hombros desde su escondite, acurrucándose después.
—¿Puedo ayudarte en algo para que duermas? -Preguntó lanzando miraditas inquietas a su acompañante y es que sentía su aroma provocar y remover a su Omega, debía descubrir el porqué.
Min esperó que pasaran algunos segundos para comprobar que el castañito entre sus brazos no se estaba durmiendo, o por lo menos advertir que le estaba escuchando.
—¿Podré ir a tu casa en las siguientes primaveras? -Le vio tras susurrar su pregunta cerca de su oreja, sus luceros negros brillaban por los resplandores de las velas que poco a poco llegaban a fundirse con su propia llama en los candelabros.
La lluvia impactar contra la desdichada casa fue el sonido de fondo a las suaves y dulces palabras del osito castañito que se asemejó a su yo de unos años atrás.
—Si no vienes en las siguientes primaveras, te zambulliré en el río cuando te vea asomar.
Cuatro años después.
Jimin tenía 21 años, y su mimoso y llorón Alfa contaba con 19, Taehyung el Omega de blanditas mejillas tenía un año más que Jimin y el Alfa que les resguardaba a todos les veía con superioridad al tener 24.
Es verdad que Jimin no se llevaba muy bien con el líder heredero de los Jeon por razones más que obvias y existía entre ambos ese incómodo silencio que les atormentaba, tal vez sea mucho más difícil dejar pasar lo que ocurrió entre las aguas fronterizas de sus territorios unos años atrás.
Llevaban tiempo sin encontrarse todos juntos y esta reunión había sido conducida por los progenitores de los tres herederos, los Jeon, los Kim y los Min. Todo aquello para que sus hijos conociesen a más civilizaciones fuera de sus fronteras, el pequeño Min se había auto invitando al ver que Jimin no estaba tan convencido de ir pues pensó, e imaginó con todo su derecho, que su madre quería que conociera a alguien con el propósito de unirlos mediante una boda.
—Deberíamos hablar con más gente -Propuso el de menor estatura arrimándose al osito castañito que paseaba sus luceros miel por los jóvenes de su edad.
—No me apetece conocer gente -Repuso casi al instante- Yoonie es mi única compañía y no necesito más... -Murmuró acercándose más a Taehyung para que sus palabras no fueran escuchadas por el aludido.
El pequeñito de blancuzco cabello sonrió cómplice asintiendo castamente al entenderle la jugada, pues era el mejor amigo de Jimin y conocía desde hace algún tiempo los secretos del mismo contados en una noche sincerada y fría.
—No estamos aquí para hacer amigos, sino para buscar alianzas -Afirmó Jungkook ajustando su corbata azulada en su cuello, sus azulados ojuelos brillantes se clavaban con fuerza y ardor en los verdes de Taehyung, volviendo del lobito una mezcla de vergüenza y enfado.
—Es mejor que comiencen a hablar con alguien...-Añadió Yoongi refugiándose del frío en un gran chaleco acolchonado negro que su madre le había remendado días antes de iniciar el invierno.
—Es muy difícil entablar una conversación trivial con gente como esta... tienen valores anticuados y aún piensan que el mundo se basa en unos cuantos territorios... -Jimin le respondió en una nube de vaho acompañando sus palabras, se le notaba más distante de lo normal desde la mañana pasada.
Taehyung se le quedó viendo por unos míseros segundos antes de hablar.
—¿Por qué no vas con Yoongi a dar una vuelta? Estás pálido y te cuesta hablar... -Estrechó sus brazos suavemente y dejó un sonoro beso en su frente y para ello tuvo que valerse de sus puntillas para lograr llegar hasta allá arriba— Jungkook Hyung y yo intentaremos hablar con los Kim del sur, los lobos de campo...
Jimin concedió lo dicho agradeciendo que alguien había notado su falta de ánimos ese día en concreto, por lo que no dudó en aceptar la mano de Yoongi cuando el mismo la extendía para él, invitándolo a caminar y a despejar pensamientos pasajeros.
Anduvieron dentro del bosque blancuzco algunos minutos en silencio, sus manos unidas calentaban de cierta manera los sentimientos del contrario en silencio, Yoongi mordisqueaba su labio con impaciencia y Jimin aguardaba a su llamado.
Unos dos o tres días atrás habían peleado, fue una discusión que no fue a mucho más, un choque entre sus pensamientos que molestó al otro y se desentendieron completamente. Justamente una conversación que habían tenido cuando eran más jóvenes.
—¿Quieres descansar? -Los castañitos cabellos se menearon al asentir con vergüenza- ¿Sigues molesto?
Puede que la pregunta del final estuviera mejor guardada en los labios del azabache, porque al momento de decirla recayó sobre él los feroces luceros del Omega retándole con molestia.
—Un matrimonio no se puede realizar si no hay una pizca de amor de por medio...
—Jimin...
—No digo que tú no lo quieras ni nada por el estilo -Murmuró con fastidio- Solo que creo que no le amas lo suficiente como para casarte con él...
Yoongi apreció sus muecas y expresiones de repudio al tocar el tema una vez más, y estaba esperando que Jimin le dijese que no quería que se casara, que oprimiera las opiniones de su pueblo y tomase en cuenta su amor.
—Ya no soy una cachorro al que le puedas decir lo que tiene que hacer—
—Aunque yo te pida que no te cases, lo harás al final del día pues parece ser que a él le has entregado tu corazón, es posible que me haya perdido cosas de tu vida y que en realidad yo no sea más que un amigo que malinterpretó absolutamente todo lo que pasó entre nosotros... -Las lágrimas se desprendieron de sus ojitos al decir lo último, atacando peligrosamente sus secretos.
—¿Un amigo? Jimin, siempre has sido mi mejor amigo...
Como si añadir un superlativo al adjetivo fuera a cambiar las cosas. Y Jimin se permitió sollozar con impotencia.
—¿Te casarás aunque tu mejor amigo te pida que no lo hagas? -Y aquello sonó tan lastimero y desgarrador que el Alfa a unos pasos se desconcertó de principio a fin en segundos.
Optó por apartar la mirada y no competir con los intensos iris del más bajo, tragó en un nudo de palabras certeras todo lo que le quería decir en realidad pues sentía la cobardía triunfar sobre el valor que no tenía y Jimin le dejaba en claro que quería ver otro tipo de persona frente a él y no a ese débil Alfa que se negaba a aceptar su amor.
—Ya hemos hablado suficiente, es mejor volver con Taehyung y Jungkook, ellos deberán estar debatiendo esto mismo-
—¡Ellos dos también son amigos! -Interrumpió el osado Omega abandonando la roca en la que estaba sentado— ¡Y se casaron en secreto!
Yoongi palideció en un segundo crítico sin sintetizar lo que había escuchado, primeramente por la rabia y desesperación del castaño al decir todo aquello, continuando por los dolores en su pecho que iban en aumento aterrador al escuchar los gritos de Jimin. No sólo lo que le decía pues la información era desconocida hasta ese momento, sino también por el ejemplo que quería darle.
—¡Cásate, haz tu vida e intenta ser el líder de tu pueblo! -Exigió arrancando aquellas dolorosas palabras de su pecho con ira.
Pero a todo esto no pudieron haber llegado sí tan sólo Yoongi hubiese tomado en cuenta lo que había pasado entre ellos aquellos agraciados cuatro años anteriores. Dónde fueron uno en varias noches sin necesitad de referirse a ámbitos sexuales, únicamente ellos en una misma cama dándose cariño en forma de besos empalagosos en la boca, aunque más de una vez Jimin y Yoongi quisieron romper la monótona rutina de repartir besos.
En aquellos años se dieron su primer beso también.
Era el primer día de primavera, cuando Yoongi tenía diecisiete años y había aprendido a cazar peces en el invierno mientras su osito de miel descansaba en su madriguera. Fue una mañana brillante de un cielo barrido de nubes blancas, el resplandeciente sol se asomaba por lo alto y al momento de llegar a la cabaña del Omega, sus ánimos habían ido en aumento. Fue necesario dar un primer paso a la cabaña para que su aroma llegara al castañito dormilón que tras sentir la fragancia tan conocida despertó al instante. Y allí, cuando el azabache estaba destapando su rostro, vio la oportunidad de besar sus labios cómo hacía muchos años quería hacer.
El mágico beso fue profundizándose a medida que el tiempo iba recayendo en ambos, ocasionando que el Alfa volviera a acostar al castaño en la cama y que él permaneciese encima suyo hasta que sus pulmones exigieron refrigeración.
Lejos de marcar un ambiente tenso e incómodo, su relación se estrechó muchísimo más y de una manera especial y admirable pues ver a dios corazones amarse de aquella manera merecía la pena.
—Resultaste ser igual que mi madre, resultó que en realidad sí pensabas como tu padre...
—Jimin, tengo una familia que mantener... -Pronunció dolido, sin entender absolutamente nada de lo que estaba pasando.
Porque ninguno encontraba el momento justo donde todo comenzó a fallar.
—¿Y casarte con el hijo de Choi solucionará la hambruna en tu familia? -Replicó.
—Al menos podrán comer dos veces al día, no tendrán que preocuparse por ahorrar comida para el invierno...
El castaño entendió cabizbajo dejándose enfriar por los aires helados, pero aún así priorizaba su relación.
El porqué no lo elegía a él.
—Supongo que está decidido... -Añadió Jimin entre dientes- Pronto te casarás y no es de mucho esperar que formes una familia... -Un marchito sentimiento fue desprendiéndose junto a sus palabras en hileras de cristalinas lágrimas.
—S-Solo quiero lo mejor para mi familia, tras la partida de mis padres soy el único que puede velar por mis hermanos...
—Lo entiendo, Min... lo entiendo perfectamente, h-he comprendido las cosas y no me queda otra que felicitarte. Eres un gran hermano, una buena persona para guiar a tus hermanos... E-Espero que seas feliz.
꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱
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