𝒐𝒏𝒄𝒆
Estábamos cenando mi padre, Iria y yo, era el ambiente más incómodo en el que había estado en toda mi vida. Me sentía muy nerviosa, mis piernas se movían involuntariamente de arriba hacia abajo, y también estaba alerta para huir en caso de que la situación se tornara violenta. Con esta familia nunca se sabía.
—No me mires a los ojos, mocosa insolente— me dijo Iria con tono amenazador cuando mi mirada sin querer chocó con la suya, y rápidamente bajé la cabeza con miedo. Esa frase era exactamente la misma que mi padre siempre me decía; que no lo mirara a los ojos, porque yo no era nadie comparada a él, yo era inferior.
Ahora entendía de dónde la había aprendido. Y eso me hizo temblar. Siempre creí que mi peor miedo era que me maltratan, o me rechazaran, pero estaba equivocada.
Mi peor miedo era que el odio invadiera todo mi ser, que la angustia y la tristeza fueran reemplazadas por furia y ganas de lastimar a alguien o algo, y que yo terminara convirtiéndome en mi padre, así como él, de una forma u otra, se había convertido en su madre, queriendo demostrar superioridad a través de la violencia y el miedo.
Sin embargo, mis deprimentes pensamientos sobre mi futuro se vieron opacados cuando se hizo presente el violento sonido de algo rompiéndose en el comedor. Y luego, la cocina se vio repleta de hombres tatuados, mirándonos con malicia.
¿Qué estaba pasando? ¿Qué era todo esto?
—Patrick, tanto tiempo. Fue difícil encontrarte luego de que te mudaste, ¿eh?— habló uno de ellos, que rápidamente asumí que era el líder. Tenía una larga barba pelirroja, unos lentes cubrían sus ojos, y su cara estaba toda tatuada.
—N-no estaba huyendo... S-sólo no tuve tiempo de avisarles que me iba a ir— explicó mi padre, más nervioso de lo que nunca lo había visto. Era raro verlo así, y eso sólo me hizo preocuparme más.
Estaba en problemas, serios problemas.
—Sí, claro, y yo me como los mocos— respondió divertido el barbudo, logrando que sus compañeros se rieran, pero el ambiente burlesco desapareció cuando todos sacaron armas de sus bolsillos, apuntándonos— Queremos lo que nos robaste, y lo queremos ahora.
Con rapidez miré a Iria, queriendo encontrar alguna explicación en ella, pero estaba impasible, como si estuviera acostumbrada a este tipo de situaciones. Estaban por volar nuestros sesos de un tiro, pero por lo visto, yo era la única que no sabía por qué.
—E-enseguida lo busco, ¡lo tengo! T-te juro que lo tengo— siguió tartamudeando mi padre, saliendo de la cocina. Algunos hombres lo siguieron, probablemente para controlar que no se escapara, y el resto, junto al líder, se quedaron vigilándonos a mi abuela y a mí.
Quise pasar lo más desapercibida posible, realmente lo quise, pero mi nerviosismo era inevitable, y al estar tan inquieta ocasioné un sonido irritable al mover la silla en la que me encontraba sentada.
Todas las miradas se dirigieron hacia mí, y aunque traté de no hacer contacto visual con nadie, logré observar cómo el líder se quitaba sus lentes, dedicándome una mirada perversa y una sonrisa maliciosa.
—La zorra de Patrick es bastante bonita, ¿verdad, chicos? Deberíamos pedírsela prestada.
Volví a mirar a Iria, horrorizada, esperando que me salvara de alguna forma u otra, pero ni siquiera reaccionó. En realidad, su actitud no me sorprendía, por eso yo la odiaba, ella jamás estaba dispuesta a ayudarme.
—El imbécil dice que no lo encuentra— interrumpió, enojado, uno de los hombres que había acompañado a mi padre fuera de la cocina.
—Entonces ayudémoslo a encontrarlo— dijo otro, y no tuve tiempo de analizarlos a ninguno de los dos porque en un abrir y cerrar de ojos estaban destrozando toda la casa.
Absolutamente todo era un caos, y ellos se reían provocándolo.
Cuando alguien me abrazó desde atrás, apoyando su arma en mi cabeza, supe que la situación iba a seguir empeorando cada vez más.
—Patrick, tú sabes que somos gente jodida. No nos gustan los ladrones, y tampoco nos gustan los juegos. Esto es simple, devuelves lo que robaste o nos llevamos a tu zorra.
—¡Llévensela! Yo... se los voy a devolver, ¡e-en serio! Pero ella va a ser un préstamo, hagan lo que quieran con ella, mientras yo recupero lo que les debo...— planteó, dejándome shockeada.
¿Me estaba negociando a mí? Sabía que él era una basura de persona, pero ¿estaba dispuesto a entregar su única hija a hombres como ellos?
Y justo cuando creí que ese era mi último día con vida, Noah apareció.
Y también Naithan. Jamás había estado tan agradecida de verlos cerca de mí.
Me estaba preguntando cómo sabían que estábamos en problemas, o cómo harían ellos dos para ahuyentar a los hombres peligrosos, pero ni siquiera tuvieron que decir una palabra para que los hombres guardaran sus armas; incluso el que me estaba apuntando se alejó de mí.
—Dijimos que no lo haríamos de esta forma, ¿o acaso no fuimos claros?— cuestionó Naithan, pareciendo indiferente, pero su voz incluía un evidente tono amenazador.
—Váyanse. Ahora— ordenó Noah, y casi me desvanezco del alivio cuando todos le hicieron caso.
—Te dije que estos vecinitos tuyos no me daban confianza— se dignó a hablar Iria, la cual seguía en la misma posición que al inicio de la cena.
—¿U-ustedes?— preguntó mi padre, igual, o incluso más, sorprendido que yo.
—Sí. Nosotros. Queremos lo que nos debes, y lo queremos rápido— dijo Naithan, fumando algo que claramente era marihuana.
—Una semana, ese es el tiempo que tienes; sino, ya sabes lo que pasa— continuó Noah, y luego, mirándome a mí, agregó:— Tú te vienes con nosotros.
No supe por qué, pero automáticamente lo seguí. No me importaba si me llevaba con el barbudo o con los otros, sólo quería alejarme de mi casa. Toda la situación había sido demasiado perturbadora, incluso para mí, que estaba acostumbrada a vivir situaciones espantosas.
Pero por suerte, no me llevó con esos hombres. Simplemente me ordenó que durmiera en su casa, a pesar de la mirada de odio que Naithan le dedicó cuando dijo eso. Y aunque estuve muy tentada a pedirles explicaciones sobre qué había pasado, decidí quedarme callada, no queriendo ocasionarme más problemas. Ya tenía muchos.
Aunque yo no era tan tonta como parecía. Naithan y Noah tenían acceso a drogas, lo sabía porque yo misma lo había presenciado. Las personas que habían entrado a mi casa también parecían estar vinculados a cosas ilegales, incluso habían insinuado que mi padre les había robado algo, y no fue muy difícil descifrar qué era eso que les había sacado. Además, estaba el hecho de que yo nunca supe cómo mi progenitor obtenía plata si no trabajaba, o por qué pasaba tanto tiempo fuera de casa.
Pero lo que no comprendía era cómo había terminado metido en esos asuntos, o por qué Naithan y Noah estaban involucrados y les daban órdenes a personas que en cinco segundos podrían asesinarlos.
Estaba formando muchas hipótesis para alivianar mi confusión, pero ninguna tenía sentido, así que no podía dormir en paz. Por suerte no tuve que dejar a King en mi casa, y lo había podido podido traer conmigo. Cuando se levantó del sillón en el que estábamos acostados, lo seguí, para verificar que no ocasionara problemas.
Sin embargo, esa fue otra decisión estúpida que tomé. Porque, por seguir a King, ingresé a una habitación de la casa de mis vecinos que nunca había visto, encontrando a Naithan rodeado de bolsas de cocaína.
⛓ ⛓
sé que nadie lee esto pero estoy contenta porque ahora la cosa sí se puso interesante y escribir los capítulos siguientes va a ser muy entretenido ajkdjajd
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro