04
—¿Eres estúpido? —Preguntó, jalándose el cabello, con los mechones negros desordenados por el paso inconsciente de sus manos una y otra vez. —¿Para qué lo pregunto? ¡Si lo eres!
—¡Eso me pasa por ser amable!
—¡¿Amable?! ¿te has dado cuenta de lo que hiciste?
—¡Conseguirte una cita con el chico que te gusta!
—¡Que habla italiano y que no le entiendo nada!
—Oh. —TaeHyung pareció haber caído en una nebulosa interestelar, su mirada clavada en un punto inconcluso, mientras masajeaba sus manos entre ellas, perdido en el mar de sus pensamientos sobre cómo había arruinado muchas cosas. —P-podría enseñarte, a-algunas c-cosas.
JungKook miro al pelinaranja, acariciándose la frente por unos minutos para después dejar sus manos caer como un peso muerto, con un puchero de mejillas infladas. —Es eso o pasare la peor vergüenza de toda mi vida.
—¡Bueno, mi pequeño saltamontes!
—Somos de la misma estatura. —Murmuró, antes de mirarlo, con los ojos entrecerrados y una sonrisa que se debatía en el limbo de una carcajada y un gruñido por la ira que aun sentía corroer sus pensamientos.
—¡Profesor Kim TaeHyung el magnífico, reportándose!
—No voy a llamarte así.
—¡Que aburrido!
—Y deja de gritar.
—¡Nunca!
JungKook reventó en una carcajada, haciendo una mueca de estar limpiándose una lágrima. Se recompuso en su sitio, suspirando y tratando de prepararse para lo que venía. Por una vez no se arrepentía del todo de su compañero de cuarto.
Pero, aun así, rogaba poder aprender algo.
[…]
—Tú sensei te declala lito, mi saltamon-tes. No tenes nala de que pleocupalte.
JungKook bufó, crispado por la cantidad de veces en la que TaeHyung lo había llamado así, con ese tono extraño y juntando las manos a la altura del pecho, lo había hecho la noche anterior, en la mañana, durante todas sus horas de trabajo, y también ahora, que estaban por acabar sus turnos, seguía haciéndolo por una razón que no comprendía. Era ridículo, pero lo hacía reír cuando la lengua del mayor se trababa con una palabra extraña, y tenía que repetirla porque ni el mismo se entendía.
—¿Recueldas lo que te di-je?
—Sí.
—Muy bi-e…- auch.
El pelinaranja se froto la cabeza, el golpe de SeokJin ardiéndole y extendiéndose hasta partes de su cuerpo inimaginables. Tenía una mano pesada y daba golpes certeros.
—Deja de hablar así. Me asustas. —TaeHyung rió, abrazándose a la cintura de su novio y dejándole un beso en la mejilla.
—Solo quería darle ánimos, que se despojara de los nervios antes de su cita.
—¡Oh, cierto! ¿Dónde van a verse?
—¿Dónde vamos a vernos, TaeHyung? —Dijo malhumorado, todavía resentido por el incidente que lo había tenido despierto toda una noche y parte de la madrugada.
—¡Resentido!
—¿Y? —Preguntó SeokJin, rodando los ojos, un poco hastiado de la pelea.
—En el cine del centro.
—¡¿El cine?!
JungKook no pudo prevenirse cuando ya tenía al castaño jalándole una oreja con la mano derecha, y con la izquierda jalándosela a su novio, respiraba indignado y los miraba negando con la cabeza desaprobatoriamente.
—¿Qué no saben, par de ineptos, que si te invitan al cine es porque quieren meterte la lengua hasta la garganta? ¡De seguro lo asustaron!
—¡Fue culpa de la zanahoria!
—¿A quién le dices “zanahoria”? —Murmuró TaeHyung, señalando con su dedo al pelinegro en una amenaza infantil y ridícula, SeokJin los soltó, no sabe si por vergüenza por el par de niños que eran u otra cosa.
El más alto suspiro. —Bien, olvidémoslo por un segundo, Kook. Y pregúntate, si aún tienes esa cita, ¿Cómo van a…?
—Problema resuelto, mi querido novio. ¡Le enseñe italiano! ¡En una sola noche! ¿No soy fantástico?
—¿Una sola noche? —Murmuró el castaño, girándose hacia el pelinegro y mirándolo con una mueca horrorizada. —¿Te acuerdas de algo? —JungKook asintió seguro, mientras TaeHyung se ponía a su lado y dejaba caer un brazo en su hombro, deleitándose con su “obra maestra”.
—Te lo dije, lo he entrenado bi-…
—Háblame con ese estúpido acento una vez más y te mato.
El pelinaranja cerro la boca, eliminando la sonrisa que tenía y logrando que JungKook explotara en una carcajada, mirándolo divertido y levantando las cejas juguetón. La mirada fulminante del mayor escurriéndose hacia él con los párpados entrecerrados, haciéndolo callar también, y cuando el pelinaranja estuvo a punto de reírse, SeokJin también lo miro.
Estaban contra la espada y la pared.
Ser o no ser… en este caso, reír o no reír de la pose de mamá que SeokJin estaba haciendo sin darse cuenta, con sus manos en las caderas, los ojos entrecerrados, la espalda ligeramente curveada y los labios fruncidos en una mueca amarga, sutilmente regañona.
Pero, si iban a morir, que fuera por algo que valiera la pena.
TaeHyung miro a JungKook, y el otro le correspondió la mirada. Ambos sonriéndose para retener la inminente carcajada que soltaron, que logro que el castaño bufara y alzara los brazos al aire, balbuceando en voz baja lo estúpidos que eran, JungKook volviendo a acercarse entre risas al mostrador cuando la campanita en la puerta de entrada de la tienda de mascotas tintineaba, el sonido extendiéndose por el sitio y sacando algunos ladridos de perros grandes que seguramente estaban abalanzándose a las rejas.
—Buenas… Oh. —Dijo avergonzado, levantando la vista para poder ver la cara del cliente y no su abdomen. —Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle?
—Hola. Quería ver un perro para adoptar.
—Claro, claro, sígame.
Salió del mostrador, con el hombre alto y moreno siguiéndole por la espalda, su mirada curiosa recorriendo las jaulas cuando recorría los largos pasillos llenos de animales, deteniéndose para acuclillarse frente a uno que finalmente llamo su atención.
—¿Cómo se llama este?
—No tiene nombre, es rescatado. El pobrecillo vivió un incendio donde sus dueños murieron, fue lo único que quedo.
—Es muy lindo. —Murmuró, estirando su mano para tocar el pelaje blanco del perro. El animal inclino su cabeza, frotándose más entre su mano y sacando la lengua mientras su cola se balanceaba. —Quiero este.
—Perfecto, tiene que acompañarme para el proceso de adopción y podrá llevárselo.
—¿Siempre hacen eso? ¿Rescatarlos?
—Muchas veces, esta tienda de mascotas en particular tiene la dicha de bomberos que deciden que este es el mejor lugar para dejarlos luego de los accidentes.
—Eso es muy bueno.
El pelinegro asintió, volviendo detrás del mostrador de antes, y agachándose para sacar el papeleo y deslizarlos junto con un bolígrafo hacia el chico de lindos hoyuelos. Sonrió cuando se los regreso, y se despidió cuando el moreno salía con el perrito —que resultaba ser bastante grande—, llamándolo RapMon.
—¿Qué hora es? —Preguntó, mirando hacia la pequeña sala de descanso, quitándose la camisa del uniforme de la tienda y poniéndose la que había traído de repuesto.
TaeHyung levanto una ceja, abrazándose más a la pierna de SeokJin. —Ve al baño, aquí todo el mundo puede verte.
—Solo me cambie una camiseta, señor delicado. ¿Qué-hora-es?
—Las seis y media.
—Llegare justo a tiempo.
—Suerte.
El pelinegro asintió al pulgar elevado de TaeHyung, despidiéndose del dormido SeokJin y saliendo de la tienda, frotando sus dedos entre ellos nervioso, las ideas horrorosas arremolinándose una por una, cada vez más espantosas que la anterior, y que habían logrado que sus manos temblaran.
¿Y si no iba? ¿Lo dejaría plantado?
Todavía no podía creer que realmente viera a alguien como él en persona, con esos ojos sabiendo que lo estaría mirando y esa sonrisa brillante. Sus pequeñas manos tan cerca.
Y sin entenderle nada.
No, no, no. Recuerda, recuerda.
Quiso golpearse cuando una mano balanceándose muy cerca se topó con su vista, a tan solo unos pasos, y él simplemente había olvidado todo, demasiado lejos como para preguntar, y demasiado cerca para huir. Miró el rostro sonriente del rubio, intentado tragar el nudo en su garganta que no le dejaba hablar, el miedo que le paralizaba las articulaciones, ¡y cielos!, que alguien lo sostenga antes de que vuelva a desmayarse y arruine todo.
—Ciao, JungKook!
¿Ese era su nombre? ¿Cómo se llama? ¿Qué edad tiene? ¿Era normal que fuera tan torpe y solo se le quedara viendo?
Balanceo la cabeza de un lado a otro, guardando sus manos en sus bolsillos y soltando un suspiro pesado, miro al suelo un minuto, volviendo la vista al rubio y abriendo la boca para volver a cerrarla rendido y con una mueca.
“Cuando no recuerdes nada de lo que te dije. Solo dí: …”
—O Sole Mio… —JiMin enrojeció, soltando una risilla y cubriéndose el sonrojo con una de sus pequeñas manos, la libre dándole un ligero golpecito en el hombro al pelinegro completamente avergonzado.
🔹🔸
Sin palabras... ¿Entendieron? xD
Está bien, está bien, fue un chiste malo, pero vamos, Kookie es una cosita inocente que no sabe lo que le dijo a Minnie ♥
Espero les guste.
💘 VinniePark
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro