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Capítulo 7

!!!ADVERTENCIA DE SPOILER!!!

Si aún no te lees la saga de Price y la de Lenta no comiences a leer esta historia
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Llegamos al restaurante de la dirección y aparco el auto. Me bajo y le doy la vuelta para abrirle la puerta a Lia. Ella toma mi brazo y me sonríe.

—¿Te dije que estás hermosa esta noche?

—No. Creo que lo olvidaste en cuanto me viste.

—Estás deslumbrante—susurro en su oído—. Solo para que lo sepas, tengo planes para después de la cena.

—¿Planes? —inquiere ella curiosa mientras yo sonrío sabiéndome ganador de esta ronda. Ella no tiene ni idea.

—No pienso darte pistas. —respondo rotundamente.

La conduzco hacia la entrada del restaurante y me pregunto como Daniel hizo para obtener una mesa aquí cuando es exclusivo. Doy mi nombre y nos conducen hasta el maître.

—Bienvenidos al Little Star, síganme hasta su mesa, ya sus acompañantes los esperan.

—Muchas gracias. —murmura Lia.

Seguimos al maître silenciosamente. Lia mira todo a su alrededor. Asimilando la sencillez y elegancia del lugar. Nos conducen hasta una mesa privada en una esquina del salón. Allí está Daniel y Kate esperándonos y en cuanto nos ven nos sonríen.

—Nada de vino esta noche. —susurro en su oído antes de acercarnos a la mesa.

—Espero no hayan tenido problemas con el tráfico. —comenta Daniel mientras me tiende la mano.

—En lo absoluto.

Kate y Lia se abrazan, como dos viejas amigas que se reencuentran, y se vuelven a sentar.

—Es hermoso todo aquí. —susurra Lia mientras acaricia los pétalos de una rosa negra que se encuentra en el centro de mesa.

—Tienes que contarme tu secreto—le digo a Daniel mientras este abre los ojos muy grandes y mira de reojo a su esposa—. ¿Cómo obtuviste una mesa aquí con tan poco tiempo? —me parece verlo dejar escapar el aire contenido y me brinda una sonrisa.

—El dueño del restaurante es parte de la familia, tenemos esta mesa exclusivamente para nosotros. —Daniel le hace una seña al camarero y este nos deja el menú de la cena. —No se preocupen por el costo, la cena va por mí cuenta.

—No deberías molestarte.

—No es molestia ninguna, además, todos los días no puedo presumir que invité a cenar al campeón actual de Kick boxing.

—Aún no lo soy. —respondo con una sonrisa.

—Pero lo serás en unos días. —responde mientras todos en la mesa reímos a carcajadas.

La cena transcurre entre risas y carcajadas. Todos nos reímos de las anécdotas de Daniel y Kate de sus traviesas hijas. Puedo ver a Lia como escucha embelesada a Kate hablar de sus hijas. ¿Acaso se está planteando tener hijos? Eso es algo de lo que nunca hemos hablado, o siquiera hemos pensando, al menos yo. Pero sé que eventualmente lo tendremos que hacer.

Cuando retiran los platos de la cena, vuelven a rellenar nuestras copas con soda. Creo que es momento ya.

—El motivo de esta cena, además de conversar y ponernos al día, es otro—ambos me miran fijamente y Lía me sonríe—. Ustedes fueron parte de algo importante, gracias a ambos es que hoy estamos juntos y queremos agradecerles.

—No tienen que agradecernos nada Alex, solo hicimos lo que creíamos correcto.

—Solo queremos que oficialmente sean parte importante de nuestras vidas. —ambos me miran expectantes—. ¿Se lo pides tú? —le pregunto a Lia y esta asiente emocionada.

—Queremos que sean los padrinos de nuestra boda.

Ambos se miran impresionados por esta petición.

—¿Están hablando en serio? —inquiere Kate mientras se le forma una sonrisa en el rostro.

—No creo que haya mejores padrinos para nuestra boda que los que hicieron posibles esta unión.

—¡Claro que sí! —grita Kate emocionada mientras abraza a Lia fuertemente. Todos en el restaurante se giran hacia nosotros y después vuelven su atención hacia sus platos—. ¿Dime que aún no tienes vestido para la boda? —le pregunta a Lia.

—No, aún no lo he escogido, estaba esperando por mi madrina para que me ayude. —les responde ella emocionada.

—Desde luego que te ayudaré. Qué tal si nos vamos el miércoles a buscarte algo fabuloso.

—Perfecto.

—Será un honor ser el padrino de tu boda. —aparto mi mirada de ambas mujeres y miro a Daniel que me ofrece su mano y la estrecho fuertemente.

—Por el contrario, será un honor para mí tenerte allí.

Salimos del restaurante y nos despedimos de la pareja mientras nos encaminamos hacia nuestro auto. Cuando estamos sentados, me giro hacia Lia que no aparta su mirada de mí.

—¿Y bien? —inquiere ansiosa.

—¿Sucede algo? —me hago el tonto ante su pregunta.

—¿Porque no hemos bebido nada esta noche?

—Es una de las normas, hay que mantener los cinco sentidos intactos.

—¿Normas? ¿Esta es otra de tus lecciones? ¿Pensé que las habíamos terminado todas? —me río mientras arranco el auto y salgo del estacionamiento.

—Nena, las lecciones nunca terminan, uno siempre tiene algo que aprender.

—¿Y que voy a aprender hoy?

—Eres toda mía, ¿cierto? —le respondo con otra interrogante.

—Toda tuya.

—Bien. Te daré a escoger entonces. —me detengo en un semáforo.

—Alex. Estás muy misterioso hoy. ¿Qué debo escoger? —la miro mientras le sonrío. Deslizo mi mirada por su vestido y hasta sus piernas que han quedado ligeramente al descubierto.

—He cambiado de idea, no te daré opciones a escoger.

En cuanto la luz se pone en verde, pongo rumbo fijo hacia mi objetivo.

Conduzco a Lia por dentro del club mientras sostengo firmemente su mano entre la mía. Ella solo gira su rostro en todas direcciones, seguro que está asombrada de la cantidad de personas vestidas de negro y de cuero que nos rodean. Muchas con collares otras con correas en sus cuellos, en algunos extremos algunas están atadas y en algunas esquinas otras están a gatas, haciendo de mesa, con una bandeja sobre su espalda.

Nos encaminamos hacia las escaleras y nos detienen los guardias de seguridad.

—Solo con reservación.

—Alex O'Neal. —le digo en voz firme.

El guardia no tiene que mirar la lista, quita el cordón y nos deja subir.

—Esto no se parece en nada a tu club. —murmura cuando llegamos arriba y nos dirigimos hacia un mostrador.

—Eso es porque este es un club de BDSM exclusivamente.

Al llegar al mostrador, nos recibe una mujer con solo un collar en su cuello. Está completamente desnuda, al menos para arriba. Tiene el cabello oscuro trenzado.

—Señor, su nombre por favor.

—Alex O'Neal.

—Sr. O'Neal, usted ha reservado dos habitaciones. ¿Cuál querrá primero?

—Me quedaré con la sala privada, puede disponer de la comunitaria para otro cliente.

—Como guste señor. Si me lo permite lo guiaré hasta ella. Sígame.

La mujer sale de atrás del mostrador y camina guiando nuestro camino. Está completamente desnuda. Tiene unas deliciosas ligeras curvas y unos pechos del tamaño perfecto. Su cuerpo está tonificado y listo para una sala de juegos. Es el prototipo de sumisa que todo Amo le gustaría tener. Miro de reojo a Lia que no dice una palabra y tiene la mirada baja. Sonrío ligeramente. Tiene la típica conducta de una sumisa.

La mujer se detiene y nos abre una puerta.

—Todo está estéril y listo para su uso. Nuevo todo como lo ordenó. Si desea algo más, solo me lo hace saber y me ocuparé personalmente.

—Muchas gracias, señorita, salúdeme a su Amo.

—Los saludos serán dados, Señor. —responde mientras se marcha por el pasillo nuevamente.

—¿Entramos? —le hago un gesto a Lia hacia la habitación y ella entra sin dudarlo.

Cierro la puerta detrás de mi y la observo como camina la estancia y mira todo a su alrededor. Debe estar asimilando en donde se encuentra. Desliza la mano por el tocador, por las cuerdas de diferentes medidas que cuelgan en una percha y después por las sábanas de satén negro de la cama de cuatro postes.

—Esto es una sala de placer, ¿cierto?

Sonrío satisfecho con su observación, veo que ha aprendido bastante.

—Lo es. Pensé que nos podríamos divertir un poco.

—¿Usaremos todo lo que hay aquí? —pregunta curiosa.

—Solo haremos lo que tu desees hacer. Todo, excepto las cuerdas—no creo estar listo aún para eso—, quizás en otra ocasión, consume mucho tiempo.

Lia camina por la habitación hasta la enorme cruz de madera acolchada, la acaricia y da la vuelta hacia los accesorios que cuelgan en una pared. Camino y me detengo a su lado.

—No sé que deseo hacer. —murmura en voz baja.

—Es comprensible cuando no has estado en ninguna sesión. Yo también lo estoy, hace mucho tiempo dejé todo esto atrás. Quizás podríamos comenzar por el banco, con algunos azotes en ese hermoso trasero tuyo. Después podríamos ir hacia la cruz. Me gustaría vendarte los ojos, ponerte unas pinzas en los pezones y azotarte con el floger hasta que te corras. Después podríamos ir hacia la cama, quiero tomarte de mil y una forma posible.

—¿Cómo sé sí me gustará?

—De lo que hemos hecho hasta ahora, ¿algo te ha disgustado?

—No.

—NO sabrás si te gusta o no hasta que no lo pruebes. ¿Tienes miedo? —pregunto temeroso— Después de todo lo que me has dejado hacerte.

—No, no lo tengo. Confío en ti. Sé que no me harás daño.

—Eso es lo importante, la confianza.

—¿Puedo preguntarte algo? —puedo ver la curiosidad marcada en su rostro.

—Desde luego.

—¿Porque rechazaste la sala comunitaria?

—Pensé que sería demasiado para ti. Además, que no creo que quiera compartirte con ningún otro hombre. —ella es solo mía y de nadie más, me he vuelto muy posesivo en cuanto a eso.

—¿Y con otra mujer? —su pregunta me toma por sorpresa. No me había planteado nunca esta opción, en esencia porque nunca imaginé que Lia le interesara esta opción. Me le quedo mirando con curiosidad. Esta mujer me sorprende cada día más.

—¿Tienes idea de lo que estás diciendo?

—Algo. —murmura con una sonrisa.

—Exactamente que es ese algo. —necesito saber exactamente que ha hecho.

Lia camina hacia mí, coloca sus manos en mi pecho y me sonríe traviesa mientras me empuja haciéndome retroceder.

—Digamos que, en mi búsqueda por sentirme plenamente satisfecha, tuve una fase en la universidad en la que experimenté, se podría decir, con mi mismo sexo. —termina dándome un empujón que me hace caer sentado en el borde de la cama.

—Me dijiste que nunca habías hecho un trío. —ahora si estoy confundido.

—Nunca lo he hecho.

—¿Has estado con mujeres? —ahora si estoy asombrado. ¿Porque nunca supes esto?

—Ya te dije, un experimento. —necesito saber algo más.

—¿Te gustó? —puedo ver el rostro de Lia sonrojarse mientras se muerde el labio, pensativa.

—Al menos estuve más cerca del orgasmo que con los idiotas. —no puedo evitar reír a carcajadas.

—Esto es interesante—nunca se me hubiese ocurrido esta versión de un trío—. ¿Te gustaría que trajera a otra mujer a esta habitación? —le pregunto mientras la sostengo por la cintura y la atraigo hacia mí.

—¿Puedes conseguir a la que nos condujo aquí? —pregunta seductora.

Esto se acaba de poner mucho más interesante. Mi miembro acaba de cobrar vida. Me pongo de pie con una misión.

—Espérame aquí, veré que puedo hacer. No te prometo nada. —le robo un beso y salgo de la habitación con una leve sonrisa.

Lia tiene mis mismos gustos, esto no me lo esperaba para nada. Acomodo el miembro en mis pantalones mientras me dirijo al recibidor.

—¿Algún problema Sr. O'Neal? —me pregunta la mujer detrás del recibidor.

—Me gustaría hablar con su Amo.

—Enseguida Sr. Siéntese y enseguida mi Amo está con usted.

—Gracias.

La mujer se marcha y yo me siento en la butaca que ella me ha ofrecido. Regresa unos minutos más tarde acompañada de un caballero que imagino es su Amo. Me pongo de pie y le ofrezco mi mano.

—Sr. O'Neal, todo un placer recibirlo en mi club, no sabía que usted pertenecía a nuestra comunidad. —estrecha mi mano mientras su sumisa regresa a su lugar detrás del escritorio.

—Lo hago desde hace mucho tiempo—mejor no entro en detalles sobre hace cuanto que no lo ejerzo—. Querría hablar con usted de un asunto privado.

—Desde luego, cualquier cosa por el nuevo campeón—le sonrío mientras nos sentamos en un amplio sofá que hay en el recibidor—. Usted dirá.

—Mi prometida y yo, como sabrá hemos alquilado una de sus salas, pero a ella le gustaría jugar con alguien más.

—Pues si me acompaña, puede escoger a quien usted desee. —sonrío.

—El asunto es el siguiente, ya ella a escogido a quien quiere y es a su sumisa.

—Ya veo. ¿Qué tipo de juegos harán? Como sabe si le voy a ceder a mi propiedad, debo velar por su seguridad.

—Desde luego. No se preocupe, no creo que mi prometida pase de los límites suaves, así que no creo que haya problemas.

—Muy bien. ¡Laura! Ven aquí querida. —«esto no puede ser» me digo mientras pongo los ojos en blanco. —Te cedo por el resto de esta noche al Sr. O'Neal. Hoy él es tu Amo.

—Sí mi Señor.

—Disfrute de su velada, estaré en la pelea para verlo ganar el campeonato. —me dice palmeando mi hombro antes de dar media vuelta y marcharse.

—Laura, ¿cierto?

—Sí Señor.

—Hoy te llamarás Lena y te diré muy rápido mis normas cuales son.

—Sí Señor.

—Quiero que en cuanto entres a esa habitación, dejes a un lado tu comportamiento de sumisa, nada de Si Señor. Quiero que olvides todos los protocolos y simplemente te refieras a mi como Alex y a mi prometida como Lia. Ella es la que te pidió así que jugaremos un poco con los límites suaves y tolerables y después veremos que sucede. Tu Amo te ha cedido a mí, pero eso no quiere decir que tengas que acatar todas mis órdenes. Si no te sientes bien con esto, me lo puedes decir y no habrá problemas ni consecuencias. ¿Algún inconveniente?

—¿Su prometida es la que me ha pedido? —inquiere ella dudosa.

—Sí.

—¿Y usted a accedido a su petición? —pregunta sin entender nada.

—Ella no es mi sumisa, no tenemos esa relación, a pesar de que ella se comporta como una. —reflexiono pensativo.

—Ahora entiendo. Entonces usted jugará con ambas y nosotras podemos hacer lo que deseemos, ¿es así?

—Justo así.

—De acuerdo. No tengo ningún inconveniente entonces.

—Pues si todo está aclarado, vamos.

Camino de regreso a la habitación donde dejé a Lia. Abro la puerta y la hago pasar dentro, cerrando detrás de mi con seguro. Solo por si acaso. Cuando me giro buscando a Lia, me llevo una sorpresa.

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Este capitulo está dedicado a MoonChizld

Espero les haya gustado este capítulo

¿ Que creen que encontró Alex?

No olviden dejarme sus votos y comentarios

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