Capítulo 6
!!!ADVERTENCIA DE SPOILER!!!
Si aún no te lees la saga de Price y la de Lenta no comiences a leer esta historia
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O'Neal
2 meses después
Aeropuerto O'hare, Chicago
Casi está amaneciendo.
Por suerte no hay muchos paparazzi aquí, creo que aún no se han enterado que aterrizamos. En cuanto lo descubran se nos va a acabar la tranquilidad. Aunque Lia ha hecho un excelente trabajo para cubrir nuestro rastro y que nadie descubra donde estamos, sé que eventualmente lo descubrirán.
La pelea por el campeonato es dentro de una semana aquí en Chicago y supuestamente debíamos viajar dentro de tres días. Pero Lía hizo los arreglos para encubrir nuestro viaje y estar solos unos días. Antes de que nuestra vida vuelva a ser una locura.
Mientras nos sentamos en el auto alquilado, con chofer incluido, Lia se recuesta a mi pecho y deja escapar un bostezo.
—¿Estás cansada?
—Exhausta.
—Descansa hasta el hotel. —le digo mientras acaricio su cabello y ella se acomoda más contra mi cuerpo.
Cuando el auto se detiene frente al hotel, Lia está dormida contra mi cuerpo. Intento no despertarla y mientras la sostengo por debajo de las piernas, me bajo del auto cargándola en mis brazos. Ella no se despierta, solo deja escapar un gemido y se acomoda a mi cuerpo.
Sonrío mientras camino rumbo a la recepción del hotel. Le doy los datos a la recepcionista y ella con una sonrisa le entrega la tarjeta de nuestra habitación al botones que ya a colocado nuestro equipaje en el carrito.
—Tengan una buena estancia.
—Muchas gracias.
Camino rumbo al ascensor siguiendo al botones que liderea el camino. Marca el piso en el panel de botones y este comienza a ascender hasta la última planta. Las puertas se abren directamente en un recibidor y después el desliza la tarjeta para abrir las puertas de la enorme suite. Camino dentro de la habitación y buso la recámara principal. Coloco a Lia en la cama, y salgo a despedir al botones. Le doy una buena propina y después de cerrar la puerta, me dirijo con nuestro equipaje al dormitorio. Cuando coloco las maletas en el armario, Lia se mueve en la cama.
—¡Alex! —susurra muy bajito.
—Estoy aquí, nena. —le digo mientras doy la vuelta a la cama y me siento junto a ella.
—¿Por qué no me despertaste?
—Sé que estás cansada, has trabajado mucho esta ultima semana para tener todo listo para el viaje. Y el vuelo te está pasando factura—un bostezo escapa de sus labios—. Descansa, Lia.
—Solo necesito ocho horas seguidas y estaré como nueva. —sonríe mientras se acomoda en la cama.
—Mientras descansas, iré a reunirme con alguien, que espero me ayude con el sistema de seguridad del apartamento.
—Mmmm, estaré aquí. —bosteza nuevamente mientras se acurruca en la cama.
Enciendo la lámpara de la mesita de noche y apago la luz de la habitación. Salgo del hotel y allí esta el auto con el chofer.
—Hacia TecFall, por favor.
—Enseguida Sr. O'Neal.
Cuando el auto estaciona frente a la empresa, me quedo impresionado. Salgo y camino hacia la entrada y después a la recepción.
Cuando me detengo allí la muchacha detrás del escritorio se queda mirándome estupefacta. Abre muy grande los ojos y veo sus mejillas teñirse de rojo. Al parecer me ha reconocido.
—Buenos días. —me dice nerviosa.
—Buenos días, quisiera ver al Sr. Daniel Cooper. —le pido con una sonrisa.
—¿Tiene alguna cita concertada con él?
—No, lo siento. Acabo de aterrizar y me dijo que si algún día estaba en Chicago que pasara a verlo.
—Lo siento, pero no puedo dejarlo subir sin una cita previa.
—¿Puede llamarlo y decirle quien lo busca?
—Llamaré a su asistente, un momento.
—Gracias.
Esta chica al parecer es nueva aquí. La observo como marca un número en el teclado con manos temblorosas.
—Hay alguien aquí pidiendo ver al Sr. Cooper—espera y vuelve a hablar—. Alex O'Neal—le dice a la voz del otro lado de la línea. Definitivamente esta chica sabe quién soy yo—. De acuerdo. —y cuelga el teléfono.
—El Sr. Cooper lo recibirá, ¿me da una identificación?
Saco mi billetera y le extiendo mi licencia de conducir. Ella escribe mis datos en el registro de visitantes y después me tiende una identificación.
—Suba en el ascensor hasta el piso 25, allí le indicarán donde ir.
—Muchas gracias. —le sonrió mientras me dirijo hacia el ascensor.
Marco el número de mi piso y espero que suban otras personas antes de que este comience su ascenso. Cuando las puertas se abren me dirijo hacia un recibidor que hay allí.
—Buenos días, vengo a ver al Sr. Cooper.
—Buenos días. Siga el pasillo hasta el final y toque a la puerta. —me dice la chica mientras me sonríe dulcemente.
—Muchas gracias.
Camino todo el pasillo y me detengo frente a una puerta donde en letras doradas se lee: Asistente personal del Sr. Cooper. Toco a la puerta y espero.
—Adelante. —dice la voz desde su interior.
Cuando abro la puerta me llevo una sorpresa. Sabía que la esposa de Daniel trabajaba en la misma empresa, pero nunca imaginé que fuera su asistente personal.
Me le quedo mirando fijamente aun sosteniendo la puerta.
—Buenos días Sr. O'Neal, no lo esperábamos por aquí.
Salgo de mi estado de estupefacción y suelto la puerta para que se cierre.
—Buenos días. Sí, pero es que necesito resolver un problema de seguridad en mi apartamento y espero que puedan ayudarme.
—Seguro que sí. Déjeme avisarle que está aquí —alza el teléfono, pero mientras sonríe lo vuelve a colgar sin siquiera marcar un número—. Mejor porque no entra y le da la sorpresa, sé que le encantará su visita.
—Muchas gracias.
Abro la puerta a mi derecha y entro cerrándola detrás de mí. Daniel se encuentra sentado detrás de su escritorio. Jamás me lo hubiese imaginado de esta forma. Está muy concentrado revisando los papeles que tiene en frente que no se ha percatado quien entró.
—Deberías tomarte un respiro del trabajo. —solo cuando hablo, el levanta la mirada de los papeles hacia mí.
—¡Alex! —exclama eufórico mientras se levanta del escritorio y viene en mi dirección.
Nos abrazamos como dos viejos amigos que llevan tiempo sin verse. Porque es así. Después de la noche en que nos conocimos, hablamos en alguna que otra ocasión. Y como soy un hombre que cumple sus promesas, aquí estoy haciéndole la visita.
—Nunca me dijiste que tu esposa era tu asistente, me he llevado una enorme sorpresa al abrir la puerta. —nos separamos y me siento en una butaca y Daniel frente a mí.
—Sí, ella es una excelente asistente. Que sepas, que he seguido todas tus peleas, amigo. El campeonato es tuyo, te lo aseguro.
—Nada está asegurado aún, pero si no es este año, es en el próximo.
—Porque no me avisaste que vendrías, hubiese preparado algo.
—No, no te molestes, además, quería darte la sorpresa.
—Y me la has dado.
—Pero mi visita también tiene otro objetivo.
—Tu dirás.
—Hace unos meses, alguien irrumpió en mi apartamento y estuvo viviendo ahí mientras nosotros lo hacíamos también.
—Eso es algo serio.
—Si, lo fue. Por eso he recurrido a ustedes. Necesito un buen sistema de seguridad allí.
—De acuerdo, pero no tenías que venir hasta Chicago para eso, tenemos una sucursal en New York. —me responde con una sonrisa.
—No lo sabía, pero ya que estoy aquí, de igual forma iba a pasar a saludar.
—¿Cuánto tiempo estarás en Chicago?
—Una semana.
—Te puedo presentar una propuesta de seguridad para tu apartamento dentro de tres días, pero imagino que estarás entrenando y preparándote para la pelea.
—Sí, tengo una agenda bastante concurrida los días antes de la pelea.
—Hagamos algo, me pasas la dirección de donde estarás entrenando, me llego con la propuesta y la discutimos mientras entrenas.
—Me parece bien.
—Después esa propuesta se le pasara a nuestra sucursal en New York y ellos se encargarán de todo.
—Muchas gracias, no sabes cuánto te lo agradezco.
—Estamos para eso.
—Otra cosa más—tengo que aprovechar la oportunidad—. ¿Qué planes tienes para esta noche?
Es medio día cuando regreso a la habitación del hotel mientras empujo un carrito con comida dentro. Imagino que Lia aún duerme y que cuando despierte estará hambrienta. Así que pedí que me prepararan un carrito surtido, esperé por él y lo he subido. Los camareros se quedaron impactados cuando les di una enorme propina y me llevé el carrito hacia el ascensor. Dejo el carrito en medio del recibidor y me dirijo hacia la habitación. Lia no está en la cama, pero siento música en el baño. Me siento en el borde de la cama, quizás está por salir.
La puerta está entreabierta y el vapor y el aroma a coco escapan de allí. Ella no va a cambiar, ni quiero que lo haga, pero a todas partes carga con su bolsa de aseo olor a coco que le he regalado. Aspiro su olor y después bajo mi mirada hacia mi entrepierna.
Acomodo mi miembro que está comenzando a despertar solo con oler su perfume. Quizás debería asomarme. Me levanto y mientras me saco los zapatos camino hacia la puerta del baño. Cuando me asomo, entre la nube de vapor y los cristales condensados, puedo ver su silueta. No debe de haberme escuchado pues además de la música, ella está cantando a todo pulmón un nuevo tema al que se ha vuelto adicta. Dice que ese tema es el nuestro, Blue de Alan Walker.
Mientras me desnudo, mi miembro termina de despertar completamente. Sí, él también extraña estar en su interior. Y solo han pasado 24h. Abro lentamente la puerta y me cuelo dentro del baño sin alertarla.
—¿Acaso crees que no te he descubierto?
—Pero si no he hecho ruido alguno. —la abrazo por detrás.
—Mi cuerpo te ha reconocido, aunque yo no te haya escuchado.
—Hum. —beso su cuello y aspiro su delicioso olor mientras me pego a ella.
—¿Que tal la reunión?
—Fructífera y productiva. ¿Qué tal la siesta? —le pregunto devuelta mientras restriego mi miembro contra su trasero.
—Estimulante—me responde mientras se le escapa un jadeo.
—¿Lista para mí? —abro sus piernas con las mías mientras ella coloca las manos en la pared.
—Siempre.
Y mientras el tempo de la canción comienza a aumentar me introduzco en ella de una sola vez. No creo que pueda ser lento, no esta vez.
—¡Nena! —exclamo desesperado por moverme.
—¡Lo sé! ¡Lo necesito también!
Y comienzo a moverme en su interior con estocadas certeras y rápidas mientras me aferro a sus hombros. Rápidamente sus paredes comienzan a apretarme mientras ella deja escapar una serie de gemidos. Mi respiración se acelera, mi miembro se pone más duro y no puedo controlar lo inevitable. Intento pensar en algo que no sea la calidez que me envuelve. Contengo un gemido y continúo embistiéndola con fuerza hasta que siento como sus paredes se relajan a mi alrededor y ella grita de placer. Esa es mi señal y con unas cuantas embestidas más, me dejo ir llenándola completamente.
Me abrazo a su cuerpo y me recuesto a ella mientras la muevo bajo la cascada de agua.
—Esta canción, se acaba de convertir en mi preferida. —susurro en su oído y ella comienza a reír a carcajadas.
El movimiento de su risa hace que mi miembro, aún en su interior, comience a avivarse nuevamente.
—No voy a negarlo, tiene un ritmo intoxicante y sensual para hacer el amor.
—Tiene el ritmo perfecto para tomarte salvajemente.
—Hum.
Lia se mueve, haciéndome salir de su interior, y se gira entre mis brazos. Los enreda en mi cuello y después me sonríe antes de unir sus labios con los míos. Me aferro a su cuerpo mientras le devuelvo el beso de forma ardiente. Nuestros besos siempre lo son. Introduzco mi lengua en su boca y entonces frunzo el ceño al escuchar bien la música de fondo. Separo mi boca de la suya, dejándola sin aliento.
—¿La tienes en repetición? —pregunto al ver que la canción no ha cambiado, solo ha comenzado nuevamente.
—Es que me gusta mucho.
—Yo te voy a enseñar algo que te gusta mucho más. —la cargo por la cintura y ella enreda sus piernas en mi cuerpo.
Pego su cuerpo a la pared y sin perder tiempo, me introduzco en ella una vez más.
—A ver si te gusta repetir. —susurro contra su boca antes de morder sus labios.
Una hora más tarde, estamos envueltos en un albornoz cada uno y sentados en la alfombra de la sala de estar mientras devoramos las cosas que he subido en el carrito.
—Definitivamente, me gusta repetir. —murmura mientras se mete una fresa a la boca. Y me quedo mirándola como la disfruta. Creo que tengo que controlarme o no llegaremos a tiempo a la cena, a pesar de que aún hay tiempo—. No me dijiste con quien te reuniste.
—Con el padrino de nuestra boda. —Lía me mira como si me hubiese vuelto loco—. Creo que es momento de que lo sepas, disculpa por habértelo ocultado, pero es más bien una sorpresa para ti.
—¿Me tienes una sorpresa? —pregunta ansiosa.
—Sí. —respondo firmemente.
—¿Dónde está?
—En la cena de esta noche.
—Hum, se ha vuelto muy misterioso últimamente usted Sr. O'Neal. —sonrió mientras la pego a mi cuerpo.
—Piensa que valdrá la pena la espera. Te daré un adelanto. Cenaremos con los padrinos de nuestra boda.
En la tarde Daniel me hace llegar la dirección y el nombre del restaurante en donde cenaremos. En nuestra reunión, me dijo que el se haría cargo de todo, así que hemos pasado una tarde ociosa. En más de una ocasión he estado tentado en desnudar a Lía, pero necesito controlar mis impulsos hasta después de la cena. Tengo planes para esta noche y necesitaré de todo mi autocontrol para ello.
—¿Ya estás lista? —pregunto desde la puerta del baño.
Me ha dejado afuera mientras se arregla. Ni siquiera me ha dejado ver el vestido que usará esta noche.
—Cinco minutos más. —me grita desde el interior.
Salgo de la habitación y camino hacia la sala. Me quedo mirando las diversas botellas que decoran la cava, pero las ignoro. Nada de alcohol esta noche. Miro el reloj, aún estamos en tiempo. Siento sus tacones resonar sobre el piso y me giro a su encuentro.
Lo primero que miro son sus tacones negros. Se enredan en sus tobillos, con una serie de tiras. Continúo ascendiendo mi mirada por sus piernas desnudas hasta que mi vista desaparece, cerca de las rodillas, en el vestido azul cobalto. Subo la mirada por las tiras que cuelgan al frente y se anudan en un moño en su cintura. «Esto va a estar interesante esta noche» El vestido tiene unas mangas cortas un escote en V que termina en el centro de sus senos.
Continúo mirándola. Trae el cabello suelto, que cae en ondas a ambos lados de su rostro. Y en cuanto mis ojos se posan en los suyos ella me sonríe. Se acerca a mi y desliza un dedo por la comisura de mis labios.
—Te has quedado embobado viéndome, creo que hasta has babeado el suelo. —le sonrío de vuelta. Esta mujer me tiene mal.
—Es tu culpa y la de ese vestido, ¿es nuevo?
—Sí. Imaginé que, si estábamos en New York, iríamos a cenar con Daniel y Kate, así que me lo compré antes de venir. —murmura como si nada.
—¿Como lo supiste? —no es posible que se haya enterado de mis planes, lo he hecho con sumo cuidado.
—Dijiste que tenías que agradecerles a ambos y que ya sabías como hacerlo. Así que solo saqué cuentas. No es que conozcas a muchas personas aquí en New York, ¿o sí?
—No puedo ocultarte muchas cosas, ¿cierto?
—No. —responde satisfecha—. Además, que Kate me escribió ansiosa por nuestro reencuentro.
—Ya sabía yo que tus habilidades detectivescas no eran
tan asombrosas, ¿vamos?
—Soy toda tuya.
Esas palabras. Ella va a saber exactamente el significado de ellas esta noche, después de la cena.
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Este capítulo está dedicado a AlbelysMeneses
Espero les haya gustado este capítulo.
¿Que creen que tiene preparado Alex?
No olviden dejarme sus comentarios y votos.
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