Capítulo 4
!!!ADVERTENCIA DE SPOILER!!!
Si aún no te lees la saga de Price y la de Lenta no comiences a leer esta historia
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El auto debe recorrer la mitad de la ciudad antes de dejarme en el hotel. Sé que he arruinado parte de lo que tenía planeado para esta noche, pero espero que Alex pueda resolver todo con su pareja. El viaje tarda apenas 15 minutos, pero se siente como una eternidad. Y aprovecho el transcurso del viaje para ajustar todo para mañana. Entro en nuestra habitación y me dirijo hacia el dormitorio mientras me saco la americana.
Sonrío cuando veo a Kate en la cama.
Está dormida.
Me saco los gemelos y después la camisa. Me siento en el borde de la cama y comienzo a zafar los zapatos. Entonces siento una mano por mi cintura.
—¿Pensé que dormías?
—No puedo dormir sin ti. —me dice abrazándome por la espalda.
Termino de desvestirme y me uno a ella debajo de la sábana blanca. Kate se abraza a mí, recostando su cabeza en mi hombro, mientras nuestros cuerpos se enredan debajo de la sabana.
—¿Llegaste bien? —le pregunto mientras acaricio su pelo y me dejo envolver por su olor intoxicante.
—Sí. Pero me sentía sola aquí.
—Lo siento. Siento haberte abandonado. —le doy un beso en la cabeza.
—No lo sientas, entiendo que tuviste que ayudarlo. Yo hubiese hecho lo mismo. ¿Y cómo está?
—Bueno, le dieron unas puntadas en el brazo, pero por suerte no está roto.
—¿Y qué le sucedió?
—Su pareja quería que definiera su relación, pero el no estaba seguro de sus sentimientos.
—Espero que logre arreglarse con ella, se veían muy bien juntos.
—Estuvimos conversando, y le di varios consejos que espero lo ayuden a arreglar su relación.
—¿Consejos?
—Sobre relaciones. —Kate alza la cabeza y me mira entrecerrando los ojos.
—Tu dando consejos sobre relaciones, te recuerdo que tardaste bastante en confesarme tus sentimientos. —vuelve a recostarse a mi.
—Sí, lo sé. Pero de los errores se aprende. Y ya soy todo un experto en relaciones amorosas. —le respondo con una sonrisa.
—En realidad últimamente eres todo un especialista en mimar a las niñas.
—Que le voy a hacer, son mis dos preciosas mujercitas.
—Siento que últimamente les dedicas más tiempo a ellas que a mí. —ella no está hablando en serio.
—No estarás celosa, ¿cierto?
—No me hagas caso. Son tonterías.
—Tonterías o no, pienso aprovechar el tiempo esta semana que tenemos para nosotros. Por cierto, ¡feliz aniversario! —le susurró mientras ella se gira hacia mí.
—¡Feliz aniversario! —me responde con una sonrisa.
—¿Y como deseas comenzar a celebrar? —inquiero mientras enredo mis manos en su cintura y la pego a mí.
—Con sexo que me haga perder el sentido.
—Pues sexo desenfrenado será. —le respondo mientras pegó mis labios a los suyos.
Y nos olvidamos de todo hasta que los dos caemos exhaustos y sudorosos. Ni siquiera recuerdo quedarme dormido.
La alarma de mi reloj me despierta a la mañana siguiente. No puedo perder ni un segundo o todo saldrá mal. Kate duerme plácidamente a mi lado, así que decido despertarla de la mejor forma posible.
Aparto las sábanas a un lado y me escurro entre sus piernas. Comienzo besando sus muslos, muy lentamente, alternando de uno hacia el otro. Voy dejando besos húmedos rumbo a mi destino final. Siento a Kate gemir a medida que va despertándose. Y eso solo hace que mi ego aumente. Me encanta hacerla sentir así. Cuando llego a su sexo no titubeo, no doy rodeos, simplemente lo devoro.
Sostengo sus piernas abiertas con mis manos mientras deslizo la lengua lentamente en su entrada, haciéndola jadear de placer y bajar sus manos hacia mi pelo. Pero aún no la vuelvo loca, solo la estoy tentando. Sé exactamente lo que a ella le gusta, y no me tardo en hacerlo. Muerdo y tiro de sus labios antes de deslizar la lengua por su clítoris. Y Kate tira de mi pelo. Esto es lo que le gusta, es lo que la vuelve loca de deseo y lo repito una y otra vez.
Deslizo mi lengua desde abajo hacia arriba mientras los gemidos aumentan de intensidad. Sé que si introduzco un dedo en su interior en estos momentos podré sentir como se tensan sus músculos alrededor de él. Pero quiero que alcance el orgasmo solo con mí boca. Así que continúo. Puedo sentir como se endurece su clítoris y esta es mi señal. Lo abandono e introduzco la lengua en su sexo. Y esto es todo lo que ella necesita. Siento sus fluidos escapar con la llegada de su orgasmo, y deslizo la lengua sin dejar escapar absolutamente nada. Me encanta su sabor y se lo dejo saber mientras succiono y chupo su sexo desesperadamente.
Cuando me he dado por satisfecho, comienzo a subir por su cuerpo besando toda su piel a mi paso.
—Me encanta despertar así. —me dice aún con la respiración acelerada y la voz pastosa y somnolienta.
—Sé exactamente lo que te gusta. —le susurro desde su vientre mientras me inclino hacia ella y le robo un dulce beso. —Ahora vamos a alistarnos, que tengo muchas cosas preparadas para hoy y el tiempo perfectamente sincronizado.
Dejo la tarjeta de la habitación en la recepción y salimos del hotel tomados de la mano. La miro y me deleito con el vestido que trae puesto. Es muy alegre y refleja la sonrisa que trae en su rostro. Es ajustado a la cintura, con un escote discreto, pero sugerente. Cae elegantemente sobre sus muslos y tiene flores de muchos colores, principalmente azules, púrpuras y amarillas. Continúo deslizando mi vista hasta llegar a sus zapatos de tacón de color cerúleo. Tienen un tacón muy fino y quitan el sentido solo de mirarlos.
Ya me he acostumbrado a verla con vestidos. Creo que su pasión por ellos comenzó cuando descubrió que estaba embarazada. Y después no ha podido dejar de usarlos. Y yo no me opongo a que lo haga, todo lo contrario. Me gusta la forma en que sus piernas desaparecen debajo de la falda. Y lo mejor de todo es la accesibilidad.
Nos detenemos afuera y me pierdo en su mirada por unos segundos.
—¿No vas muy elegante? —me pregunta mirándome de arriba a abajo.
—Para nada. —le respondo sonriente.
Llevo unos zapatos y pantalón oscuros, de vestir, además de una camiseta blanca con cuello v. De esta forma no voy tan elegante. Al menos, por el momento.
—¿Que deseas hacer hoy? —le pregunto con una sonrisa.
—¿Pensaba que lo tenías todo planeado? —inquiere entrecerrando los ojos.
—Así es. Pero si deseas hacer algo en específico, podemos ajustar los planes.
—Bueno, creo que, por hoy, voy a disfrutar de todo lo que tiene planeado, Sr. Cooper. —me responde con una sonrisa deslumbrante.
Hace mucho tiempo que no me llamaba así. Lo que me hace preguntarme. ¿Qué está planeando? Sé que a ella nunca se le olvida una fecha. Y mucho menos hacerme algún presente para conmemorarlo. Así que debe de estar tramando algo.
—¿Sr. Cooper? Hace tiempo que no me llamas así
—Prefieres que te llame por tu antiguo nombre. Sr. Price.
—Me puedes llamar como prefieras.
—De acuerdo, Sr. Price. —me dice con una sonrisa.
Así que a este juego quiere jugar. Hum. Me gusta la Kate risueña.
—Pues pongámonos en camino entonces, Srta. McClean. —le respondo seductoramente brindándole una sonrisa deslumbrante, de esas que a ella le hacen temblar las piernas y ponerse nerviosa.
Tomo su mano entre la mía, y la conduzco hacia central Park. Allí paseamos tomados de la mano un rato antes de llevarla a disfrutar de un paseo en bote por el lago. Después del bote, cogemos unas bicis y la llevo hacia el puente Bow, donde nos hacemos varias fotos para tenerlas de recuerdo. De allí paseamos por el jardín del Conservatorio y después nos dirigimos hacia el Loeb Boathouse donde almorzamos tranquilamente antes de continuar con nuestro recorrido.
Esta ves caminamos lentamente hacia el hotel, mientras disfrutamos de la hermosa vista del parque en esta época del año. Allí nos montamos en el auto y nos dirigimos hacia un lugar en donde debo recoger uno de sus obsequios. Cuando aparco frente a Tiffany, la emblemática tienda de 5ta Avenida y 57, Kate me mira entrecerrando los ojos.
—Alguien está ocultando algunas cosas este día, Sr. Price.
—Son secretos justificados. —le respondo con una sonrisa mientras bajo del auto.
Doy la vuelta y tomo su mano mientras la conduzco dentro de la tienda. Allí me dirijo hacia un mostrador donde exponen las pulseras.
—Buenas tardes, ¿le interesa alguna de nuestras joyas?
—Buenas tarde. Sí. Encargué una pulsera hace un tiempo ya y me gustaría recogerla.
—Enseguida, déjeme buscar el libro con los pedidos.
El vendedor se agacha y saca un libro negro con ribetes dorados de debajo del mostrador el cual abre sobre este.
—Dígame en que mes hizo el pedido.
—El día trece de mayo. —le respondo muy seguro.
El dependiente hojea el libro hasta encontrar la fecha exacta.
—Tengo varios pedidos de ese día, ¿cuál es su nombre?
—Daniel Cooper. —le respondo mientras el dependiente alza la vista del libro y me mira sorprendido. Al parecer no tenía conocimiento de mi llegada hoy.
—Sr. Cooper, discúlpeme, es que no lo reconocí.
—No hay problema. ¿Cree que pueda recoger lo que encargué?
—Enseguida se lo traigo Sr. Cooper, Solo déjeme ir por el al depósito.
—Tómese su tiempo.
El dependiente es sustituido por otro detrás del mostrador mientras este desaparece, imagino que rumbo a la caja fuerte donde guardan las joyas de sus clientes más exigentes e importantes.
Sí, creo que soy muy importante aquí, y que a pesar de que muy pocos me conocen personalmente, todos conocen mi nombre ya que nuestra empresa es la encargada del sistema de seguridad de la joyería.
—Sr. Cooper, un placer tenerlo aquí.
Un hombre mayor, con canas se detiene frente a mí. E inmediatamente sé quién es, pues nos reunimos en varias ocasiones a lo largo de los años. Es el Gerente y CEO de la joyería.
—El placer es todo mío. —le respondo estrechando su mano. —Ya conoce a mi esposa. —le digo presentándole a Kate.
—Un gusto de verla nuevamente. —la saluda tomando su mano.
—Igualmente. —le responde Kate con una sonrisa.
—¿Vino por su encargo?
—Sí.
—Si no le robo mucho de su tiempo, podría darme su opinión en algo, solo serán unos segundos.
Miro a Kate brevemente e intercambiamos una mirada.
—No te preocupes por mí, miraré algunas joyas mientras. —me responde sonriente.
—De acuerdo. —le respondo.
—Sígame por aquí. —me dice señalando el camino.
Dejo a Kate mirando el mostrador mientras camino con el gerente hacia su oficina donde me comenta algunos fallos que han tenido con el sistema en las últimas semanas y me pide mi opinión. Estamos allí alrededor de cinco minutos, antes de acompañarme nuevamente hacia donde dejé a Kate.
Y allí ella está esperándome, muy sonriente.
—¿Todo bien?
—Estupendo. —me responde mientras se pasa un mechón de cabello hacia atrás.
—¿Viste algo que te haya gustado? —le pregunto porque está nerviosa y no sé exactamente porque está así.
—Puede ser. —me responde.
Estoy a punto de preguntarle algo más, pero somos interrumpidos por el vendedor que llega con una caja de terciopelo negro que deposita en el mostrador.
—Este es su pedido Sr. Cooper.
—Gracias.
Abro la caja, evitando que Kate vea su interior y compruebo lo que hay dentro. Y es exactamente a lo que ordené. Alzo mi mirada de la joya y cierro la caja mientras Kate la mira expectante y yo sonrío sabiendo exactamente lo que hay en su interior. Pero no pienso mostrárselo aquí, para eso tengo un lugar especial al que iremos un poco más tarde.
—Me puede firmar aquí. —me dice el vendedor mientras me señala en el libro de ventas.
Pongo la caja en el mostrador y me dispongo a firmar.
—Sra. Cooper, aquí tiene su pedido. —le dice otro vendedor a Kate, que se aparta algo de mí.
Me detengo y observo lo que ella hace. Un dependiente le ha traído una cajita de terciopelo rojo. Ella comprueba su interior, sonríe y después asiente con la cabeza antes de que el vendedor le ate una cinta negra a su alrededor. Inmediatamente estoy intrigado. ¿Qué ha comprado?
—Muchas gracias. —le responde ella mientras toma la cajita y la guarda en su bolso.
—Me puede firmar aquí. —le pide el dependiente entregándole un libro de firma de ventas igual al que debo firmar yo.
Kate firma y yo aparto mi mirada de ella mientras hago lo mismo con mi pedido.
—Gracias, espero le guste. —me responde el vendedor y yo le sonrío.
—Yo también.
Kate se acerca a mí, mientras yo recojo la caja del mostrador.
—¿Lista para marcharnos? —le pregunto mientras cojo la caja en la mano.
—Sí.
Salimos de la joyería y nos dirigimos hacia mi próxima parada. Un lugar muy especial. Cuando aparco cerca del One World Trade Center. Kate comienza a reír.
—Te has vuelto muy predecible Sr. Price.
—¡Sabías que te traería aquí! —le pregunto sorprendido.
—Me lo imaginé después de lo de Central Park.
—Hum, voy a tener que hacer un mejor esfuerzo por ocultar mis intenciones entonces Srta. McClean.
Kate abre su puerta y baja del auto. Y yo me tardo algo más mientras cojo la americana que está perfectamente acomodada en la parte de atrás de mi asiento y me la coloco. Y después cojo la caja que guardo en el bolsillo interior.
Cuando bajo del auto, abrochándome la americana, Kate se me queda observando.
—Ahora si vas elegante.
—La situación lo amerita. —le respondo tendiéndole mi brazo.
Ella se sostiene de él mientras la dirijo hacia el observatorio. Observo la hora en mi reloj. Justo a tiempo como he planeado. Caminamos hacia el interior del observatorio. No hay absolutamente nadie excepto por el personal que trabaja aquí. Nos detenemos en las puertas del ascensor donde hay un camarero dentro con un carrito de servicio. En él, entre otras cosas, hay una bandeja con una botella de Champagne dentro de una cubitera, dos copas vacías y un cuenco con fresas. Además de la cena que he pedido especialmente para esta ocasión. Y algunas cosas especiales.
—Gracias. —le respondo mientras entramos en el ascensor.
—Un placer, disfruten de su velada.
El camarero abandona el ascensor, solo entonces marco nuestro destino y las puertas se cierran. Me acomodo en el fondo del ascensor y tomo a Kate de las manos mientras la giro hacia las puertas donde dentro de unos segundos comenzara el espectáculo. Y sé que ella no estará preparada para esta parte. El clásico video de la construcción de las torres ha sido remplazado para la ocasión.
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Este capitulo va dedicado a CarooGallardoo lisetrr1984 Yoanis49 Mirthachile
Espero les gusten estos capítulos extras. Se que Price las enamorara nuevamente.
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