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Capítulo 3

!!!ADVERTENCIA DE SPOILER!!!

Si aún no te lees la saga de Price y la de Lenta no comiences a leer esta historia
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—¡Su atención por favor! —habla alguien en el micrófono. —Los ganadores de la subasta, pueden pasar a hacer el depósito en el interior de la casa. Muchas gracias y continúen disfrutando de la velada.

—¿Me acompañas? —me pregunta ella mientras se pone de pie.

—Desde luego. —le respondo con una sonrisa mientras me levanto y le tiendo la mano.

Caminamos entre la multitud y nos dirigimos hacia el lugar donde se hará el depósito. Al llegar allí, Kate entrega su paleta con la cual confirman que ella fue la ganadora de la puja. Abre su cartera y saca una tarjeta que le tiende al encargado del depósito.

—Muchas gracias por su donación.

—Un placer poder contribuir a la causa.

Caminamos de regreso y se me ocurre dar una vuelta por los alrededores. Y mientras decido preguntarle.

—¿Para que necesitas un auto nuevo? —le pregunto con curiosidad.

—¿Para qué necesitabas tú un auto nuevo? —me devuelve la pregunta.

Y no sé qué responderle. Es cierto que extraño mi auto, pero no es algo que necesite en estos momentos. Así que solo le sonrío y decido cambiar el tema, ya la interrogaré más tarde, entre las sábanas.

—¿Un paseo nocturno?

—Piensas acorralarme en alguna esquina oscura, ¿cierto?

—Si se me da la oportunidad, desde luego.

—Pues paseemos.

Caminamos tomados de la mano por todo el exterior de la gran mansión. El aire del océano golpea mi rostro y me hace recordar el mes que estuvimos de vacaciones, hace tanto tiempo ya, en las Bermudas. Sonrío mientras continuamos caminando hacia la zona de la piscina. Hemos dejado atrás las personas conversando y aquí hay un poco más de tranquilidad. La zona de la piscina esta separada del resto del patio por un enorme muro de setos que le da al lugar privacidad, aunque no está a oscuras.

—Hay tanta paz aquí. —me dice Kate en un susurro mientras se recuesta a mí.

—¿Estás cansada?

—Un poco, el vuelo ha sido extenuante.

La conduzco hacia una de las tumbonas y nos sentamos allí.

—Podemos marcharnos cuando lo desees.

—Solo un rato más. —me pide con una sonrisa.

—De acuerdo.

—Ahora necesito un baño.

—Creo que los hemos encontrado. —le digo señalando hacia uno de los extremos de la piscina donde se encuentran los baños perfectamente identificados.

—Enseguida regreso. —me dice mientras me roba un beso.

Y allí me quedo pensando en todo lo que tengo organizado para mañana y para esta noche cuando lleguemos. Solo debo hacer una llamada antes de marcharnos de aquí, y del resto se encargarán las personas que he contratado. Kate regresa y tomados de la mano nos dirigimos hacia la pista de baile.

—¿Me esperas un momento? —le pido mientras ella asiente.

Me dirijo hacia donde está el grupo tocando las canciones que se bailan y les pido una en específico. Ellos asienten y regreso donde está Kate.

—¿Qué has hecho?

—Les he pedido una canción.

Y en ese instante comienzan los acordes de Say you wont let go de James Arthur. Y Kate me sonríe.

—Es la canción que bailamos en nuestra boda.

—Pensé que sería lo ideal, pues mañana es nuestro aniversario.

—¿No lo has olvidado? —acaso ella pensaba que lo había hecho.

—Como podría olvidar el día que me case con el amor de mi vida. —le respondo mientras ella se recuesta a mi pecho.

Y así bailamos juntos varias canciones hasta que necesitamos beber algo para refrescarnos. Conduzco a Kate rumbo a la barra que han dispuesto en el otro patio. Han colocado varias mesas para que el que desee beber y disfrutar de la vista del océano, lo haga. En el centro de las mesas hay una lamparita que alumbra solo lo necesario.

Nos dirigimos hacia la barra y pido dos aguas que no llevamos hacia una de las mesas. Y allí disfrutamos de la vista del océano y del aire de la brisa marina. A Kate se le escapa un bostezo, creo que es hora de marcharnos.

—¿Lista para irnos?

—Sí, estoy exhausta.

Voy a decir algo más, cuando un movimiento capta mi atención. Una pareja a lo lejos, cerca del muelle. Por la forma de gesticular de ellos, sé que están discutiendo. 

—Alguien no está teniendo tan buena noche como nosotros. —le digo a Kate señalando a la pareja que discute.

—Es una lástima que haya parejas que no se entiendan.

—Eso es porque aún no se conocen a la perfección como nosotros.

La pareja termina la discusión separándose uno por cada lado. Termino de beber mi agua y Kate hace lo mismo. Después cuelgo su brazo del mío y nos dirigimos hacia la salida. Pero primero, nos despedimos de la anfitriona que le manda saludos a mi madre.

—Me esperas un momento, déjame ir al baño.

—Te espero aquí. —me dice apartándose a un lado.

Atravieso el muro de setos rumbo al baño de hombres y cuando estoy cruzando la puerta siento un estruendo en el interior que me hace ponerme en guardia. Entro sigilosamente mientras observo en todas direcciones.

Hay un hombre recostado al lavabo, enjuagándose la mano ensangrentada. El espejo frente a él está hecho añicos y en el suelo hay un trozo de porcelana y varios fragmentos de vidrios esparcidos.

—¿Problemas amorosos? —pregunto interrumpiéndolo, pero sin abandonar mi posición de ataque.

—¿Es tan obvio? —contesta mirándome brevemente antes de apartarse del lavabo, coger una toalla y envolver su mano.

Creo que es la misma persona que vimos discutiendo hace unos minutos.

—Disculpa, es que te vi discutiendo con tu novia, por eso lo supuse.

Camina en mi dirección y se detiene frente a mí. Ambos quedamos a la misma altura y nos miramos fijamente. Para mi sorpresa, es el hijo de la anfitriona, Alex. Pero además de eso, su rostro, me es familiar, como si lo hubiese visto ya en otro lugar antes, aunque no logro ubicar de dónde.

—No es mi novia. —contesta con voz firme. —Solo es alguien con quien tengo una relación de mutuo acuerdo.

No puedo evitar reírme ante su comentario.

—Disculpa. Es que tu situación me es bastante familiar.

—¿También tienes una relación de mutuo acuerdo?

—Bueno, si le puedes llamar así al matrimonio. Por cierto, sé que nos conocimos esta noche, pero, tu rostro me suena bastante familiar. ¿Te conozco de alguna parte? —le pregunto dudoso.

—Si eres fanático de MMA, es posible. —me responde mientras se presiona la toalla en la mano.

Y entonces sé quien es. A pesar de que no soy fanático de ese tipo de deporte. Pero desde ayer en la mañana no se habla de otra cosa en los canales de televisión que no sea del regreso del Lobo Gris al deporte activo.

—¡Eres el Lobo Gris!

—Alex. —me dice tendiéndome la mano sana.

—Daniel. —estrecho su mano fuertemente. —Necesitas verte esa mano.

Salimos de urgencias cerca de la medianoche. Solamente han sido unas puntadas en los cortes más profundos que tenía en el antebrazo. Sus nudillos solo están magullados. He dejado a Kate en la gala con las llaves del auto que alquilamos. En cuanto le expliqué la situación, ella solo me sonrió y me dijo que me ocupara. Sé que mañana tendré que recompensarla, doblemente por haber pospuestos los planes de esta noche.

—No debiste molestarte, pero gracias. —me dice en el parqueo sacándome de mis pensamientos.

—¿Quieres un trago? —le pregunto mientras el me mira fijamente. —Creo que te vendría bien desahogarte.

—Sí. Necesito un trago.

Quince minutos más tarde estamos entrando en un bar no muy concurrido. Nos sentamos a la barra y pido dos whiskeys. En cuanto nos sirven, Alex se toma el suyo de un solo golpe. Este hombre está mal, muy mal. Le pido otro y esta vez, el solo le da un sorbo.

—Creo que esta vez la he cagado.

—Creo que voy a necesitar un poco más de contexto amigo.

—Lia, la mujer con la que me viste discutiendo. Creo que la he perdido, esta vez para siempre.

—¿Qué sucedió?

—Cuando comenzamos nuestro, acuerdo, establecimos unas normas básicas para que funcionara. Entre ellas que debíamos ser honestos para que todo funcionara. Pero no tenía previsto que ella se enamorara de mí.

—¿Y tú no sientes lo mismo por ella? —le pregunto mientras le doy un sorbo a mi trago.

—Ella me preguntó cuales eran mis sentimientos por ella, pero aún no estoy seguro. Aún no logro definir exactamente lo que siento por ella. Solo sé que la deseo con locura.

—Mmm. ¿Puedo preguntarte algo más?

—Adelante.

—Si ella te pidiese que hicieras algo, ¿lo harías?

—Sin dudarlo. —responde sin titubear.

—Y si estuviese en peligro, ¿qué harías?

—Cualquier cosa para salvarla. —me responde muy serio mientras se termina el trago de un golpe y pide otro.

Y yo le sonrío.

—Amigo, estás jodido. —le respondo mientras lo palmeo en el hombro. —Eso se llama enamoramiento de máximo nivel, créeme, mi situación fue muy parecida a la tuya.

—¡Enamorado! Esto no es algo que haya sentido antes. Es nuevo para mí. —confiesa con la mirada perdida.

—Pues te diré que cuando sientes que vas a perder a esa persona importante, te sientes destrozado, dolido y como si hubieses muerto. El mundo deja de importarte y harías cualquier cosa con tal de recuperarla.

—Así es exactamente como me siento en estos momentos. No creo que pueda vivir lejos de ella. O sin ella.

—Entonces será mejor que vayas a buscarla y le confieses tus sentimientos, solo así podrás recuperarla.

—No sé si ella me perdone, o quiera verme.

—Si te ama, te escuchará, pero solo para asegurar que lo haga, te daré algo para que te perdone. —me termino el trago y me pongo de pie. —¿Listo para marcharnos? —le pregunto mientras saco un billete y pago por las bebidas.

—Creo que sí.

Salimos del bar y montamos en su auto, el cual conduzco yo, ya que el tiene la mano herida. Y antes de llevarlo hacia su apartamento paso por un lugar primero. De allí recojo algo muy especial que pido guarden en una caja y le pongan una cinta. Regreso al auto y le entrego la caja. Alex se queda mirando la caja fijamente.

—¿Una rosa negra? —pregunta intrigado.

—Esa no la vas a encontrar aquí en New York, te lo aseguro. Son de mi cosecha especial. Estas son las verdaderas, no coloreadas artificialmente.

—¿Te dedicas a cultivar flores?

—Es más bien un hobby. —le respondo mientras arranco y conduzco hacia la dirección que el me indica.

Durante el trayecto conversamos, esta vez sobre mí. Y termino dándole algunos consejos con respecto a una relación, que espero lo ayuden a recuperar a la mujer que ama. Aparco el auto frente a su edificio y cuando bajo, le entrego las llaves.

—Espero que se solucione todo. —le digo tendiéndole la mano.

—Yo también, gracias por todo. —me responde estrechando la mía fuertemente con la mano sana.

—Si algún día estás de visita en Chicago, o si necesitas algo. —le digo mientras saco una tarjeta de presentación de mi bolsillo. —No dudes en llamarme. —le digo mientras le entrego la tarjeta.

—Lo tendré en cuenta. ¿En qué regresarás?

—Ya he pedido un Uber, debe de estar llegando. —le respondo mientras miro en mi reloj y justo en ese instante aparca a mi lado. —Que te dije.

—Espero que tu esposa no se haya molestado por abandonarla

—Ya me encargo yo de que me perdone, cuídate esa mano. —abro la puerta del auto.

—Gracias, lo haré.

Me despido por ultima vez de él y monto en el auto cerrando la puerta.

—Hacia el 1Hotel Central Park—le pido mientras me recuesto al asiento.

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Este capitulo va dedicado a MariaContreras432  ChelyFretesGrevin MariaPilar389 HeidiMartinezCastill

Espero disfruten de este extra de la historia de Price y que las haga volver a enamorarse de él

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