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Capítulo 10

!!!ADVERTENCIA DE SPOILER!!!

Si aún no te lees la saga de Price y la de Lenta no comiences a leer esta historia
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Hoy estoy de mal humor y no debería ser así. Debería ser el día mas feliz porque me voy a casar con la mujer que amo. Pero ella no ha ayudado mucho a mi estado de humor. Llevo tres días sin sexo. Tres putos días de sufrimiento lejos de ella.

-Amigo, necesitar relajarte. Hoy deberías estar feliz. -Daniel intenta animarme, mientras se coloca su camisa blanca.

-Te juro que la voy a matar. -Daniel ríe a carcajadas.

-Un poco de tensión sexual nunca ha matado a nadie. -comenta y yo lo miro entrecerrando los ojos.

-No me digas que tu esposa te hizo lo mismo.

-Una semana tentándome y negándome sexo. Pero me lo merecía por haberle mentido.

-No creo que pueda aguantar un día más.

-Siempre puedes torturarla después y hacer que la espera haya valido la pena.

-No pongas ideas en mi mente. -comento riendo mientras me acomodo la americana.

Alguien toca a la puerta. Creo que ya es momento de que vaya saliendo hacia la terraza.

-Se te olvida recogerte el cabello. -me dice dándome una liga de color rojo.

-Gracias. -peino mi cabello y lo recojo perfectamente hacia atrás sin dejar un cabello fuera de lugar.

Daniel se coloca la americana y palmea mi hombro.

-Vamos, es hora.

La boda la han organizado en la mansión. Mientras salimos rumbo a la terraza paso por la habitación donde llevan encerradas todas las mujeres de la casa desde la mañana. Toco a la puerta.

-¡Alex! ¡Largo de aquí! -me grita ella desde el interior.

Daniel y yo reímos a carcajadas mientras seguimos caminando.

-Ni siquiera sé cómo supo que soy yo.

-Creo que no eres el único que está tenso. -murmura mientras salimos a la terraza.

Eso lo sé. A medida que se acercaba la fecha podía sentir la tensión acumulándose en Lia. Y no entiendo por qué. Ella no ha tenido que hacer nada. Mi madre Amelie y mi hermana Laura se encargaron absolutamente de todo. Ni siquiera dejaron que Adeline hiciera nada.

Y han hecho un trabajo espléndido organizando la boda. Los ramilletes de luces cuelgan por toda la terraza. Los bancos a ambos lados han sido decorados con cintas de color rojo que me recuerdan a las vendas de kick boxing. Incluso el arco nupcial esta decorado con cintas rojas.

Saludo a varias personas en mi camino hacia el arco. Veo varios fotógrafos en el fondo y algunos periodistas. Tuvimos que elegir quienes asistirían para documentar la boda más importante del año. Daniel se ha encargado de la seguridad, incluso hay varios yates patrullando para que nadie se cuele o intente hacer fotos desde la distancia. El sistema se seguridad que me recomendó ya fue instalado en nuestro apartamento e incluso pedí que lo instalaran aquí en la mansión. Mientras esperamos que comience la ceremonia los fotógrafos se acercan a sacar fotos y una periodista me hace unas preguntas.

Contesto de forma automática pues solo presto atención a una cosa. La organizadora parada en la puerta por donde nosotros salimos hace un rato. La observo dando órdenes.

Los camareros que paseaban con bandejas de canapés y champagne han dejado de hacerlo. Ahora los veo moverse entre la multitud que comienza a acomodarse en los bancos. La orquesta que tocaba una suave música proveniente en la plataforma a un extremo de la terraza ha dejado de hacerlo.

Me acomodo la corbata roja y enderezo las solapas del traje. En cualquier momento ella aparecerá y no tengo idea de cómo va a lucir. Las puertas se abren y mi vista se queda clavadas en ellas. Pero no es Lia, es Kate que sale muy sonriente llevando un vestido rojo. Camina en nuestra dirección y se detiene junto a su esposo.

El juez que oficiará la ceremonia sube junto a nosotros. Todas las personas ya han tomado su lugar. La organizadora le hace una seña a los de la orquesta. Al mirar hacia allí me percato que ya no es una orquesta. Ahora ha cambiado y luce como una banda de rock. Hay algo mal aquí o solo soy yo.

Un piano y violines comienzan a sonar de fondo y dirijo mi vista hacia las puertas que justo en ese instante se abren. Allí esta ella parada mirando hacia mí.

-Amigo, estas jodido. -murmura Daniel a mi lado, pero apenas y lo escucho.

No puedo hacer otra cosa que mirarla a ella y su hermoso vestido de encaje blanco. No tiene tirantes y en su cintura una ancha cinta de color rojo se anuda y se arrastra a su espalda.

Con los primeros versos de la canción, Lia comienza a caminar en mi dirección. Camina muy lento si apartar la mirada de mí. A medida que se acerca a mí el ritmo de la canción se va haciendo más intenso. Se siente el bajo resonando de fondo y después se incorpora la batería muy baja, apenas audible. Hasta que, a medio camino y justo en el coro de la canción, la canción pasa a ser mas tempestuosa. Aumenta la batería y se incorpora la guitarra eléctrica. Y mi corazón se acelera al igual que la música que la acompaña de fondo hasta donde yo estoy.

Cuando se detiene frente a mi admiro su hermoso vestido. Deja mucha piel al descubierto. Pero lo que mas me ha gustado es la cinta de su cintura.

Lia me sonríe y levanto mi mirada hacia la suya. Tomo su mano, la beso y nos paramos frente al juez. La música de fondo se aligera a piano y violines nuevamente. Y el juez comienza la ceremonia nupcial.

Escucho las palabras, pero es como si no lo hiciera. Solo puedo pensar en su mano cálida dentro de la mía. La miro de reojo y ella me sonríe. Cuando llega el momento del intercambio de anillos y de votos nos paramos de frente. Kate le tiende el anillo a Lia y ella toma mi mano.

-Nunca voy a olvidar ese día en que nos conocimos, pero siempre voy a estarle eternamente agradecida a las circunstancias que te pusieron en mi camino. Nuestra relación desde el inicio fue intensa y tempestuosa y espero que continúe siendo igual de intensa hasta el final de nuestros días. Prometo amarte con todos tus problemas y defectos hasta que ya no pueda hacerlo más. -Lia termina de ponerme el anillo y es mi turno.

Daniel me alcanza el anillo, tomo su mano y mientras me pierdo en su mirada recito los votos que me sé de memoria.

-El día que nos conocimos me cambió por completo. Me hiciste ver que estaba desperdiciando mi vida y que valía la pena luchar y volver a comenzar. Gracias a ti hoy puedo caminar y hacer muchas cosas que hace dos años atrás no creí poder hacerlo. Tu y yo desde el inicio fuimos puro fuego y prometo que esa intensidad no se opacará con el pasar de los años. Prometo amarte y adorarte de todas las formas posibles, aunque tenga que atarte para hacerlo-todos ríen a carcajadas excepto Lia que abre muchos los ojos-, hasta el final de mis días. -termino de colocarle el anillo y puedo ver lágrimas escapar de sus ojos.

-Los declaro marido y mujer, puede besar a la novia. -sonrío mientras me giro hacia ella.

La música aumenta y vuelve a ser intensa como antes. Y con la misma intensidad del tempo de la canción, así de fiero es el beso que nos damos. A ninguno de los dos le importa la multitud reunida allí. La beso con pasión mientras la aferro fuerte por la cintura. Gimo en su boca y deslizo mi lengua dentro de ella. Tiro de las cintas de su cintura y ella se inclina hacia atrás. Aumento la intensidad del beso y la multitud comienza a gritar. Creo que debo detenerme.

Cuando me separo de ella, ambos respiramos agitados. Lia me sonríe y le devuelvo la sonrisa mientras nos giramos hacia la multitud que no deja de vitorear y aplaudir. Ambos saludamos y caminamos hacia la multitud.

-Me ha gustado el tema que escogieron para tu entrada. -murmuro con una sonrisa.

-Lo he escogido yo.

-¡De veras! -comento impresionado.

-Intenso como nosotros.

Sonrío porque ella tiene razón. Me acerco a su oído.

-Espero lo tengas en tu playlist, porque quiero follarte esta noche con ese tema en repetición.

-Creo que no hay ningún problema con eso. -me sonríe de vuelta.

La multitud nos separa y somos arrastrados hacia la zona de recepción. Y el resto de la noche pasa en un abrir y cerrar de ojos. Cumplimos con todas las tradiciones de la boda. Bailamos un tema muy empalagoso en la pista de baile, cortamos el pastel, hacemos el brindis y ella lanza el ramo. Pero no la dejo cambiarse el vestido.

La luna de miel será en la isla perteneciente los padrinos. Pagué por ella en la subasta de beneficencia de mi madre. Se que tardaré más de lo previsto para poder tenerla solo para mí, pero sé que valdrá la pena la espera.

Daniel ya tenía todo preparado. Nos ha prestado el jet privado y me ha dado las indicaciones para llegar a la isla. Tuve dos meses ocupado con las lecciones para sacarme la licencia marítima. Pero lo logré. Lia no tiene ni idea de que puedo manejar un yate lo he mantenido en secreto. Es una sorpresa que quiero darle.

El sol del océano Indico nos recibe radiante. Lia aun lleva el vestido de bodas y todos nos miran mientras caminamos rumbo al yate.

-Todos nos miran como si estuviésemos locos. -murmura y contengo una sonrisa.

-Estamos locos de amor. -murmuro entrelazando mi mano con la suya con más fuerza.

Llegamos al yate y salto sobre el. Le tiendo la mano a Lia y ella recoge la cola de su vestido antes de saltar. Le abro las puertas y la invito a entrar. Después de robarle un beso salgo hacia la cabina. Cuando ella me ve allí me mira curiosa.

-¿Desde cuando sabes conducir un yate?

-Obtuve la licencia hace una semana-lo enciendo y poco a poco lo saco de la marina-. Quería darte una sorpresa.

-Pues me la has dado. Yo también tengo algo para ti. Pero necesitarás una cama.

-Será mejor que acelere entonces.

La isla es hermosa. A medida que caminamos por el muelle, la belleza de la residencia aumenta. Lia camina frente a mi mientras yo llevo las maletas. Se adentra en la estancia mientras yo me detengo en la sala de estar.

-He encontrado una habitación. -me dice regresando de algún lugar.

-Vamos entonces. No aguanto ni un segundo más. Necesito sacarte ese vestido.

Lia tira de mi mano y me conduce hacia la habitación. Tiene un enorme ventanal que da paso a la arena de la playa. Hay una enorme cama con sábanas blancas y un gran sofá de color gris con muchos cojines. Lia me suelta la mano, camina hacia la cama y se detiene frente a ella.

-Ya me tienes para ti-me da la espalda y me mira por encima del hombro-. Ya puedes sacarme el vestido.

Me desabotono la camisa y me subo las mangas hasta los codos. Me acerco a ella y desato el lazo de la cinta de su cintura. Tomo una de las cintas y le doy la vuelta a su cintura para terminar de zafarla. Cuando queda desatada por completo me le quedo observando. Tomo una punta y de forma inconsciente la mido. Ocho metros. Miro a Lia que no deja de observarme.

-¿Este es mi regalo? -pregunto con curiosidad mientras vuelvo a mirar la cinta de satén rojo en mis manos.

-Sí. -confirma ella.

-¿Estás segura? Porque tenía otros planes para esta noche.

-Desde luego que lo estoy. ¿De que iban tus planes?

-Quizás podemos combinarlos después de todo.

La confianza en su mirada y en su voz lo son todo para mí. Ha pasado mucho tiempo desde que hice un Shibari y me había jurado nunca más volverlo a hacer. Pero ha cambiado mucho todo con el paso de los años. Yo tengo mucha más experiencia y sé que debo y que no debo hacer. He investigado y sé con exactitud que salió mal aquella noche.

-Necesitaré unas tijeras de seguridad para esto.

-Están empacadas en mi maleta, bolsillo exterior derecho.

Salgo corriendo de la habitación recojo el equipaje y lo llevo hacia donde ella está. Busco en la maleta y encuentro las tijeras. Las dejo a un lado de la cama. Debo decir que estoy nervioso y ansioso a la vez.

-Lia, para hacer esto necesitaremos una palabra de seguridad.

-Bestia. -responde ella a toda velocidad.

-Veo que tienes todo muy bien planeado.

-Llevo planeando esta noche desde hace dos meses.

-Déjame sacarte ese vestido entonces. -me acerco a ella, bajo el zipper de su espalda y el vestido cae a sus pies. No trae absolutamente nada debajo. Le tiendo mi mano y ella sale del vestido. Lo recojo del suelo y lo pongo sobre el sofá-. Date la vuelta.

Ella hace lo que le pido. Suelto la cinta y mido la mitad. Y después le vendo los ojos. Le doy dos vueltas a su cabeza y la ajusto detrás. Bajo las cintas hasta la mitad de su espalda y hago un medio nudo. Paso las cintas hacia el frente por debajo de sus senos y nuevamente hacia su espalda. Trenzo cada una hacia arriba por cada lado y vuelvo a hacer un medio nudo en el centro. Regreso nuevamente hacia sus senos ahora por encima de estos. Ajusto la cinta y las bajo por el centro de su cuerpo hasta sus caderas. Donde repito lo mismo. Hago medio nudo y las paso hacia atrás. Repito el medio nudo y las paso por el vértice de sus muslos hacia el frente. Continúo entre sus caderas y las anudo. Doy una vuelta hacia atrás y trenzo en su espalda hacia arriba. Anudo en las cintas y vuelvo a subir trenzando. Las paso por la venda en su cabeza y anudo-. He terminado.

Doy un paso hacia atrás admirando mi obra. Deslizo la lengua por mis labios deseoso de probarla.

-¿Cómo luzco? -pregunta con curiosidad.

Saco el móvil del bolsillo y le hago una foto para mostrársela más tarde.

-Hermosa. ¿Dónde está tu móvil? -le pregunto al no verlo por ninguna parte.

-En la mochila.

-No te muevas de aquí.

-No podría, aunque quisiera. -me grita cuando he salido de la habitación.

Encuentro su móvil y busco en la música la canción. La encuentro muy rápido ya que fue la ultima que escuchó en el reproductor. Pongo en modo repetición y regreso a la habitación. Dejo el teléfono en la mesita y pongo a reproducir Hallelujah goes rock de NO RESOLVE.

-Te dije lo que haría con esa canción.

-¡Ahora! -exclama ella. Creo que no imaginó que lo haría después de atarla por completo.

-Justo ahora. Ven-tomo una de sus manos y la conduzco a la cama-Ponte a gatas. -Lia obedece y apoya sus manos y rodillas en la cama- No te muevas, aun falta lo que tenía planeado para esta noche.

Abro mi maleta y saco la barra inmovilizadora. Miro el resto de juguetes que me he traído y sonrío. Va a ser una luna de miel muy divertida y me voy a desquitar por estos tres días. La coloco en la cama y muevo sus piernas abriéndolas. Coloco una de las esposas de cuero en un tobillo y después la otra.

-¿Qué es eso?

-Una barra inmovilizadora. -murmuro detrás de ella mientras ajusto la barra a la distancia que deseo.

Perfecta.

Saco el teléfono y le saco otra foto antes de comenzar a desnudarme. Cuando he terminado tomo la botella de lubricante y la de aceite para masaje y subo sobre la cama. Dejo caer el lubricante sobre sus nalgas y masajeo hacia abajo y entre ellas con movimientos circulares. Paso los dedos sobre su sexo y sobre su culo. Lia deja escapar un jadeo y yo sonrío. Sin previo aviso introduzco un dedo en su interior y ella gime de puro placer. Hum quizás debería utilizar algo más. Me bajo de la cama y busco las bolas de plata. Subo y las introduzco dentro de ella.

-¡Las bolas no! -exclama en un gemido mientras inclina su trasero hacia mí.

Le doy una nalgada y ella grita. Definitivamente esta noche promete. Tomo la botella de aceite para masaje y vierto sobre su espalda. Me pego a ella y me acomodo entre sus piernas mientras comienzo a masajear su espalda. Ella gime con mi contacto y se retuerce. Se que está sufriendo con tantas restricciones y luchando contra el deseo creciente en su interior.

-¿Me quieres en tu interior?

-¡Sí! -grita eufórica.

-¿Estás segura?

-¡Sí! -grita una vez más.

El masaje será para después. Creo que será lo mejor pues lo va a necesitar.

Deslizo mi polla por su sexo dejando que se moje con sus jugos y después la conduzco hacia su trasero. Deslizo la punta por su entrada.

-¿Cuál es la palabra de seguridad? -Le pregunto una vez más.

-¡Bestia! -exclama y justo en ese momento me introduzco en ella hasta el fondo- ¡Joder! -grita.

-Te dije que te iba a follar con esa canción Lia. ¿Quieres que te folle? -pregunto con la respiración acelerada.

-¡Sí! -grita eufórica.

-¿Cómo me gusta golpear el saco?

-¡Sí!

Y no hablo más. Me aferro fuerte de las cuerdas de su cintura. Retrocedo arremeto con fuerza contra ella. Lia grita. Repito el movimiento una y otra vez, aumentando la velocidad y la fuerza a medida que el tempo de la canción va en aumento. Los gritos de placer de Lia son música para mis oídos y solo hacen que concentrarme sea mucho más difícil. Sí, tengo que concentrarme en no venirme. Lo supe desde el instante en que entré en su estrecho canal. Y lo he estado haciendo desde entonces. Pero cuando ella alcanza el orgasmo no puedo soportarlo más. Las paredes de su vagina se contraen alrededor de las bolas en su interior y todos esos músculos me aprietan aún más.

-¡Mierda! -grito mientras me vengo en su interior con rápidos movimientos.

Me abrazo a su cuerpo mientras mi respiración se calma. Esto ha sido más que intenso. Ha sido celestial. Salgo de su interior y reviso todas las cintas. Están bien, pero mejor si me deshago de ellas. Estiro la mano y tomo la tijera. Corto rápidamente todas las cintas de la espalda y todo el conjunto cae sobre la cama. Lanzo la tijera a un lado y me inclino hacia las correas de cuero en sus tobillos. Las desato y después la giro en la cama. Le saco la venda de los ojos y me pierdo en su mirada.

-Eso ha sido literalmente de otro mundo. -murmura mientras estira sus manos hacia mis mejillas.

-¿Te ha gustado? -pregunto curioso.

-Nunca imaginé que algo así sería tan intenso.

-La inmovilización es bastante intensa, y con el Shibari se logra que la sangre se acumule más en ciertas regiones lo que aumenta las sensaciones en ciertas zonas.

-No veo el momento en que me lo vuelvas a hacer.

Alzo una ceja impresionado. Esta mujer no deja de sorprenderme a cada momento.

-Tendrás que esperar que regresemos a New York, no he traído sogas en la maleta. -ahora ella me mira frunciendo el ceño.

-¿Qué más has traído en la maleta? -le sonrió perverso.

-Lo suficiente para hacerte gritar de placer durante toda la luna de miel.

-Eso promete, pero justo ahora sabes que necesito.

-Un masaje.

-Me conoces a la perfección. -se acuesta en la cama y tomo el aceite de masaje.

-Te conozco lo suficiente para saber como te sientes y como satisfacerte. Pero espero poder conocerte de tal forma que no necesitemos palabras para comunicarnos.

-Tenemos mucho trabajo por delante entonces. -murmura mientras comienzo a masajear su espalda.

-Y tenemos todo el tiempo del mundo para hacerlo. Esta vez vamos a comenzar por lo más básico, un masaje.

Lía ríe a carcajadas y para de repente.

-¿Aun no me sacas las bolas?

-Lo he olvidado. -detengo el masaje y me dispongo a sacárselas.

-No. Déjalas ahí, me gusta cómo se sienten.

Río mientras me incorporo otra vez y continúo masajeando los músculos de su cuerpo.

Esta mujer me hace el hombre más feliz del mundo. No creo que pueda encontrar otra como ella. Creo que después de mucho tiempo he encontrado a mi otra mitad. Esa que me apoya y siempre está ahí para mí. Que me ama de forma incondicional con mis problemas y mis defectos. Y yo la amo a ella también. Aunque tardé en darme cuenta de ello, ahora no creo que pueda vivir sin ella a mi lado.

Sonrió como idiota y le echo un vistazo a la maleta. Sí, esta luna de miel promete ser mucho más intensa de lo que había previsto.

Vestido de Lia


Fin Epílogo

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Este capitulo está dedicado a Stef0720

Espero les haya gusta estos dos epílogos de estas hermosas historias.

No olviden dejarme sus comentarios y votos

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