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[Superintendente Conway]

Publicado 08/05/20

N/A.:Es la continuación del Os anterior.

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Todos los implicados en aquella alocada noche fueron llamados nuevamente a declarar, una vez que el superintendente salió del hospital. Como siempre, fueron a hacer los parguelas, pero unos buenos porrazos los puso en su lugar.
Estaba algo preocupado, Olivia no había venido a declarar-podría ser cualquier cosa, pero si eran asuntos de la Ley, ella siempre colaboraba-y no tenia noticia sobre ella. Cabe aclarar que nunca la busco luego de que se vaya llorando del hospital, pero eso no le daba pie a "evadir" a la autoridad.

Luego de que dio por terminada su jornada laboral, montó en su motocicleta y fue hasta el apartamento de la pelirroja, pero no logro encontrarla. Dio un par de vueltas por la ciudad, mirando con detenimiento cada sitio en el que podría llegar a estar, pero no había ni rastro.
Hasta que, al detenerse en un semáforo, se "le prendió el foco" y comenzó a andar hacia el monte de la ciudad.

Mientras tanto, y ajena a todo esto, Olivia estaba recostada relajadamente en la cima del monte, mirando las estrellas, buscando respuestas que quizá jamás encontraría.
El intenso canto de los grillos fue interrumpido por el ruido del motor de una motocicleta; pero ella la conocía tan bien de quien se trataba, que no se inmutó.
Conway estaciono su vehículo unos metros más abajo, justo en el medio del sendero que lo llevaba a la ubicación de la muchacha.
Cuando iba llegando la vio, y un sentimiento de satisfacción inundó su ser; de forma lenta-casi como pidiendo permiso-se fue recostando en el frío y duro piso, colocando uno de sus brazos por debajo de su cabeza.

—¿Por qué coño te escondes?—preguntó Jack, buscando contacto visual, cosa que no encontró.

Que tú no me hayas visto en días no significa que este escondiendome—contesto con voz suave, casi como si no quisiera arruinar el silencio satisfactorio del monte.

No viniste a declarar...

Ella solo levanto los hombros, en un gesto de desinterés.

Te he llamado y nunca cogiste el móvil

Nuevamente contesto con el mismo gesto, aún sin mirar a los ojos al mayor, porque sabía que si lo hacia iba a caer nuevamente.

Joder, ahora si que te estás comportando como una niña, una muy tonta—este último comentario no le pareció del todo agradable, nunca le había molestado que la llame así, pero hoy era diferente.

Siempre fui una niña para ti, lo pensaste cuando accedí a acostarme con tigo y lo terminaste de confirmar cuando te dije todo aquello en el hospital—al terminar de decir eso, giro levemente su cabeza para mirarlo a los ojos—siempre fui una tonta, por creer que en verdad significaba algo en tu vida.

En sus ojos se notaba lo dolida que estaba, pero también dejaba ver las ganas que tenía de abrazar al superintendente, de recostarse sobre su pecho y observar el cielo, como si fueran una pareja feliz.

Claro que eres tonta—afirmó el de lentes—todo este tiempo juntos y aún no te enteras de que me intereso en tí

Hay que admitirlo, Olivia era bastante tonta en ciertos momentos, el amor de su vida está, prácticamente, declarandose y ella lo único que quiere hacer es salir corriendo.
Para sorpresa del hombre ella se paro dispuesta a irse, pero el fue más rápido, parandose para sujetarla por la cintura. Puede que incluso está situación le de rabia, es decir, le esta intentando expresar lo que siente y ella se quiere ir; pero él estaba preparado para eso, sabía que ella no era así, sabía que solo quería un poco de su atención, la cual estuvo dispuesto a darsela desde el día cero, pero que jamás lo hizo.

Tú no vales algo—murmuró cerca de sus labios—tú vales la vida

Olivia luchaba internamente por no llorar de la emoción, o comenzar a reír de los nervios. Tanto tiempo fantaseando con esto, no queria arruinarlo ahora. Pero todo calmó cuando vió detenidamente los ojos del contrario.
Sin pensarlo se abalanzó suavemente sobre él, juntandose en un beso, uno muy deseado por parte de ambos.
Cuando se separaron no pudieron evitar sonreír, estaban felices, eran genuinamente felices sin cadenas que los limitarán al pensamiento de "No puedo, no somos nada", ahora tampoco lo eran, pero sabían que un futuro no muy lejano llegarían a serlo todo.

Venga, vamos a casa niñata—dijo al tiempo que soltaba su cintura y comenzaban a caminar en dirección a la motocicleta.

Vamonos, señor Superindigente...

Una sonrisa traviesa se escapó de los labios de Olivia, mientras el superintendente la miraba con cara de pocos amigos, mañana hablaría con esas Supernenas y les enseñaria su nombre-usando la fuerza, vale aclarar-, ahora tenía otros planes.

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