𝘟𝘟𝘐𝘐𝘐: 𝘊𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘱𝘢𝘱𝘦𝘭𝘦𝘴
— Te daba placer, ¿verdad? El torturarme, maltratarme....— Dorma permanecía erguida con toda la dignidad de una reina ataviada con uno de sus mejores vestidos llevando más joyas de lo usual, ya que normalmente solía vestir bastante sencilla y no llevar casi nada ornamentación a excepción de algunas pulseras y algunos collares mezcla de obsidiana y jade, pero aquella vez quiso lucir imponente y orgullosa dejando bien claro la diferencia no solo de posiciones de que ella ahora era una reina y no una esclava si no que además ella era quien tenía el control no ellos.
— Maldita serpiente....bruja del demonio....— empezó a decir Dolores pero Dorma sólo permaneció seria encajando aquellas ofensas con una pequeña sonrisa que nada tenía de alegre si no como queriendo decir "Sigue cavando tu tumba" — Isabel....
—No vuelvas a llamarme Isabel. Mi nombre es Dorma, ahora contestame Dolores, ¿te daba placer hacer de tus esclavas desdichadas? ¿De tratarlas peor que a los animales?
— S-si...- admitió la mujer casi al borde del llanto debido a la tensión acumulada, no sabía cuantos días llevaban ahí ella y Tomás encerrados sin ver la luz más allá de esas luces del techo y siendo custodiados por esas personas azules recibiendo además las visitas de Dorma quien se aseguraba de que comiesen y bebiesen no por compasión si no porque no quería que se muriesen de hambre — Me daba placer tener poder, en España nunca tuve poder pero aquí....
— Las verdades a medias son mentiras....las criadas que trajiste de España decían que eras igual de perra allí, asi que solo disfrutabas y te divertía el sufrimiento....puta retorcida — aunque los mantenía con vida con agua potable la comida otra cosa, que les diese alimento no era más que una vez al día, los dejaba nutrirse pero no estar saciados nunca de modo que como en aquel momento que Dorma estaba degustando una pithaya con total tranquilidad mientras les hacía preguntas hirientes veían con anhelo aquella fruta que Dorma comía con gusto por el hambre. —Come perrita — dijo lanzándole a la cara lo que quedaba de la pithaya lo que Dolores perdiendo la dignidad de gran señora devoró pese a las protestas de su marido por un poco, oh dulce venganza....¿cuantas veces cuando sus compañeros esclavos y ella se quedaban sin comer por capricho les hacían eso? Pasarles la comida por la cara o tirarles sus sobras a la cara.
—No es justo...— musitó el rechoncho hombre al ver que su esposa devoraba aquella fruta a medio comer.
—¿Hablas tu de lo que no es justo? ¿Es justo que me separases de mi madre? ¿Es justo que con trece años empezases a violarme? ¿Era justo el maltrato a una niña?
—Eras muy bonita Isa....Dorma....nadie podía resistirse— si antes eso le daba asco ahora que era madre de dos hijas le dio más repugnancia. Cierto era que en su cultura las mujeres cuando sangraban por primera vez ya eran aptas para casarse pero ella misma había cambiado eso en Talokan aumentando la edad minima para casarse a partir de los dieciocho años porque le parecía monstruoso que una niña quizás de doce años contrajese matrimonio o como fue su caso fuesen victima de abusos.
—Tienes la mente podrida de que una NIÑA te despierte deseos y más de tenerla sometida y brutalizada.
—Ko'olelo' “Señora“— llamó su atención un guerrero recién salido del agua — K'uk'ulkan Ts'o'ok u suut In Talokan wáaj ti' k a'alik u u encuetra waye? “ K'uk'ulkan ha vuelto a Talokan, ¿le decimos que se encuentra aquí?”— por unos instantes la venganza se quitó de su corazón y su mente y se agitó ante la idea de la vuelta de su amado, dioses se sentía a veces como una adolescente enamorada cada vez que le veía.
— Je'el a'al ti' k ajawo' ti' Kexi' te'ela', k'a'ana'an k bino'on xíimbal “Sí, decidle a nuestro rey que le espero aquí, que tenemos visita”— ordenó recuperando la sonrisa casi maternal que siempre le dedicaba a su pueblo, su sonrisa dulce y sincera solía ser bastante bien recibida por el pueblo quien veían en Dorma una figura casi divina como K'uk'ulkan pero un tanto más dulce como una amorosa madre.
—¿Qué es K'uk'ulkan? Tengo derecho a saberlo— exigió Dolores haciendo que Dorma rodase los ojos.
—Si os hubieses molestado en aprender de nuestra cultura como han hecho otros colonizadores sabríais que K'uk'ulkan es el Dios Serpiente Emplumada. Mi rey y mi amado esposo— a oídos de Dolores y Tomás esa descripción era un demonio que literalmente era una serpiente emplumada, un monstruo.
—Tenía razón....eres una bruja...una asquerosa bruja y mancillas el matrimonio diciendo que estas casada con Satanás ¡arderas en el Infierno!
—Al menos “Satanas” me es fiel , me respeta, me ama y me da a diario los mejores orgasmos que tu en tu vida ni has podido soñar....si es que has tenido alguno Dolores— dijo sin la menor vergüenza ante el gesto incrédulo de Dolores, que hipocresía tenían pues se escandalizaban del sexo cuando ellos en la intimidad eran lo más deprevado que podía existir.
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K'uk'ulkan tardó un poco en aparecer en aquellas galerias de cuevas donde estaban adaptadas a modo de prisión en esa cueva submarina bajo el cenote por si pasaban cosas como aquella de habitantes de la superficie siendo atrapados o si por el contrario algún talokani debía de ser encerrado y fuera del agua era una ventaja. Le habían puesto un poco al corriente de que habían capturado a dos habitantes de la superficie hacía unos días y que Dorma llevaba desde entonces atormentandoles y hablando con ellos en una lengua que no entendían.
Cuando llegó en donde Dorma estaba tuvo que contenerse las ganas de besarla porque primero era rey, luego hombre, y en aquel momento necesitaba al rey.
—Mi reina— parecía que Dorma no le escuchaba porque estaba centrada en observar a aquellos humanos: una pareja mayor que estaban en ese momento amordazados pero aún así no paraban de emitir sonidos, la mujer era bajita y regordeta mientras que el hombre era mucho más alto y corpulento. —Dorma —al oir su nombre Dorma pareció volver en si y se giro hacía él.
— K'uk'ulkan — como único gesto de cariño en ese momento fue entrelazar sus dedos y dejar una pequeñas caricias en su mano.
—¿Has averiguado que buscaban en un cenote?— Namor no sabía la verdadera identidad de aquellos dos pues Dorma nunca le dio detalles solo algún dato escaso y suelto por lo que no sospechaba —¿Sólo eran ellos?
—No, no se que hacían ahí — Namor frunció el ceño pues no se esperaba esa irresponsabilidad de Dorma de no averiguar que estaba pasando y se dedicase a estar ahí sin hacer más que tortura psicológica.
—¿A que estas jugando? Cuanto más tiempo permanezcan vivos más podrán saber de nosotros.
—Sólo te estoy pidiendo que confies en mí.
—Lo hago pero no entiendo a que juegas, Dorma. Los has tenido ahí sin saber que hacían allí.
— K'uk'ulkan confía en mi y en lo que estoy haciendo— apoyó las manos en el pecho de K'uk'ulkan quién continuaba serio intentando entenderla conocía demasiado bien a Dorma y había algo que no encajaba y no le gustaba no entender algo muchísimo menos en algo tan importante.
—¿Qué me estás ocultando Dorma? Sé sincera.
—¿Podemos hablar en privado?— preguntó Dorma bajando la voz a lo que Namor asintió saliendo la pareja de ahí para dirigirse a la cabaña que se encontraba en la cueva para poder hablar en privado sobre aquella situación, Dorma entró primero y Namor después cerrando la puerta tras de sí —¿Cómo habido lo de los pueblos?
—Bien, no me cambies de tema, ¿qué estas tramando Dorma?
—Los conozco, ¿vale? Sé quienes son— como odiaba hablar de esa época.....pero tenía que hacerlo para que Namor entendiese. Le dio la espalda caminando hacia los murales pintados ,no se veía capaz de verle a la cara.
—¿Quienes son? — la sujetó del hombro obligándola a girarse para que le mirase a la cara —Y mírame a la cara.
—Mis antiguos amos— el gesto de Namor se ensombreció notablemente ante aquella revelación, asi que aquellos humanos eran los culpables de haber hecho sufrir a Dorma durante toda su vida traumatizándola y haciendola tener heridas que muchísimo tiempo habían tardado en cicatrizar si no es que aún estaban parcialmente abiertas o ahora que estaban abiertas y sangrantes pues el gesto de Dorma era evidente que estaban abriendose viejas heridas. Dorma era solo una víctima de todos los que estaban bajo el yugo de otros, uno de los motivos que Talokan tuvo para alejarse de la superficie y era estar a salvo.
— Mi preciosa Dorma....mi niña— musitó pegando su frente contra la de ella en un dulce gesto de apoyo, la fémina cerró los ojos ante aquel contacto — Te prometo que van a desear no haberse cruzado en tu camino ni en el de Talokan....van a pagar todo lo que te hicieron.
— Lo siento debí de hacerlos hablar primero.
—Hay tiempo mi dulce reina, destrocemosles....por ti y por el bien de mantener el secreto de Talokan.
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