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𝑿𝑽𝑰. 𝑳𝒂 𝒑𝒓𝒐𝒔𝒑𝒆𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅

                                                                             

                                                                         AÑOS MÁS TARDE

Era curioso como el efecto mariposa , si no se hubiese rebelado aquella noche para no ser violada y atacar a su amo no habría sido acusada de brujería ni habría sido "ejecutada" siendo lanzada al mar. No habría conocido a un dios, su mundo submarino renunciando a la superficie, ni se habría enamorado de él, ni se habría casado con él.

Ni estaría ahora embarazada de varios meses.

No se habían tomado demasiadas prisas en engendrar un heredero, habían pasado bastante tiempo gozando de sus primeros años de matrimonio, había descubierto la cara buena del sexo y habían aprovechado muy bien hasta que un día simplemente lo supo: llevaba al hijo de K'uk'ulkan creciendo en su vientre. Una pequeña fracción de vida aferrada a su vientre y ahora crecía dentro de ella. Desde entonces se había encontrado muchas veces de manera inconsciente acariciándose el abultado vientre...igual que su esposo que cada vez que tenía la ocasión posaba su mano ahí y más cuando sentía un movimiento o una patada de su vástago, en ocasiones apoyando la cabeza mientras Dorma le dejaba delicadas caricias en su cabello e incluso usualmente se quedaba medio dormido escuchando como Dorma entonaba una cancioncilla con su dulce voz.

— ¿Y si es una niña— le preguntó la reina en alguna ocasión, a ella realmente le daba igual si era un niño o una niña, era su bebé y se sentía ferozmente protectora con aquella vida que crecía en su vientre.

— Pues Talokan tendrá algún día una reina— a Namor también le daba igual el sexo del futuro bebé, mientras viniese con salud que era lo importante....aunque si le inquietaba una cosa pese a que había posibilidades bajas que a Dorma le ocurriese algo durante el parto, no sería la primera vez que un parto se torcía, pese a que las mujeres de Talokan eran más fuertes que las de la superficie y estaba la curación acelerada que todos en Talokan poseían, por lo que la muerte durante el parto o la muerte infantil eran mínimas pero la posibilidad existía y pensar en que a Dorma o al bebé les pasase algo.....le ponía enfermo. Aún le costaba hacerse a la idea de que dentro del vientre de Dorma estuviese gestándose su primogénito, una criatura que acapararía el tiempo, los pechos y sobre todo el cariño de su mujer y cuando tenía aquellos pensamientos se sentía idiota de llegar a tener celos de su propio hijo por algo que era lo natural.

Y en cuanto el sexo no había parado, incluso la verdad a Namor le excitaba bastante la idea de que Dorma estuviese cargando a su hijo mientras se retorcía de placer ante sus movimientos, eso si el tamaño de la barriguita de Dorma limitaba un poco las posturas pero aún así siempre de manera bastante protectora Namor cubría con su brazo el hinchado vientre protegiendo al niño.

Con el embarazo de Dorma continuaba una época prospera en Talokan pues era una señal de buen augurio el que la reina estuviese embarazada debido a la divinización del rey por lo que aquel futuro bebé tendría sangre divina.  El  pueblo crecía, el vibranium hacía posible la creación de grandes maravillas, como aquel sol marino, y además la domesticación de muchos grandes animales marinos además de su uso como una materia prima como comida o ropas....en fin que eran los años más felices que Dorma había experimentado en su vida y lo que vendría en poco meses.

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— K- K'uk'ulkan....- musitaba Dorma con la voz entrecortada por los jadeos de placer, los dientes de su esposo mordieron el lóbulo de su oreja mientras no dejaba de moverse detrás de ella, debido al avanzado estado de embarazo había algunas posturas que Dorma estaba más cómodas que otras, en concreto cuando estaba encima de Namor o como en aquel momento en cuatro, con unos cuantos cojines puestos bajo ella quedando no solo un poco más levantada si no para protección del vientre.

—¿Estás bien? —  Preguntó Namor parando por si le había hecho daño sin querer debido a que a veces se dejaba llevar y no terminaba de medir su fuerza mientras.

—Si, si, todo bien, no te preocupes.

— Si en algún momento te hago daño dilo—  dejó un pequeño beso en la cabeza de Dorma y retomó los movimientos de cadera, era jodidamente delicioso como el cuerpo de Dorma parecía que se amoldaba completamente a él y le recibía sin la menor dificultad para sentir lo delicioso de su miembro siendo apretado por las estrechas paredes vaginales que parecía querer exprimirle, además lo caliente y húmeda que estaba haciendo resbalar su falo en su interior con cada embestida no hacía más que aumentar el placer. Desde luego se había vuelto adicto a ella, la necesidad de estar con ella y más en esos momentos de pasión era una delicia simplemente. 

Apoyó una de sus manos en la cintura de Dorma clavando sus dedos en la piel de la fémina y su otra mano de manera instintiva se coló bajo ella apoyándola en el vientre de embarazada de manera protectora pero a la vez posesiva, eran su mujer y su hijo, solo de él. Dorma también metió la mano bajo su propio cuerpo apoyándola sobre la de Namor entrelazando sus dedos con los de él, el hombre agachó de nuevo la cabeza dejando esta vez un beso en la sien de la mujer mientras sus movimientos de cadera eran más rápidos, más duros, creando un sonido totalmente lascivo de la mezcla de sus gemidos y jadeos, ahogados ocasionalmente por algún beso,  junto con el de sus cuerpos chocando cada vez más y más fuerte y seguido pese a tener cuidado de no aplastar a Dorma contra la cama.

  
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Diecisiete horas duraba ya aquella torturante espera, la preocupación aún seguía ahí y  el tener que estar soportándolo al lado de Dorma pues en su cultura el padre tenía que esta ahí, tal y como estaban en ese momento, Dorma recostada en la cama apoyada en él que estaba detrás de ella sentado y sosteniendola mientras ella no dejaba de chillar y retorcerse debido al dolor de las contracciones, lo peor no era el que ella tuviese que estar ahí abierta de piernas mientras las dos parteras que estaban ahí trabajaban si no que además estaba Namora porque debía de estar presente algún familiar del hombre por lo que se sentía totalmente avergonzada de estar tan expuesta, pero tras más de diecisiete horas de dilatación ya le daba igual quien mirase o como ponerse solo quería que las contracciones que cada vez eran más y más seguidas parasen de una vez.

—Esto no acaba nunca — murmuró Namora claramente incómoda al ser el primer parto al que acudía, y esperaba que el último, haciendo eco de los pensamientos de todos — Yo creía que en estos casos había un par de horas de espera, algunos minutos de gritos y se acabó. Esto es desesperante.

—Es totalmente normal en las primerizas, no queda otra que esperar— dijo tranquilamente una de las parteras, claramente más experimentada que la otra. 

—¡¿Podéis dejar de hablar como si no estuviera aquí?!— Gritó Dorma revolviéndose entre los brazos de Namor debido a una nueva dolorosa contracción mientras la segunda partera, la de menos experiencia, daba constantes masajes en el abdomen y le daba de tomar cihuappactli, una planta medicinal para que el bebé saliese ya. 

Namor por su parte no intervenía cuando las mujeres hablaban, total en ese momento por muy rey que fuese no le hacían ni caso y prefería que fuesen las mujeres quienes llevasen todo porque como ellas mismas le habían dicho "Es asunto exclusivamente femenino". Pero le inquietó la pregunta de Namora, ¿realmente era normal que tardase tanto? ¿Y si algo iba mal? No quería ni pensar en que algo malo le pasasen a ella o al bebé. Se frotó los ojos notablemente fatigado, la partera de mayor edad dijo que el parto era llamado "la hora de la muerte", pues la mujer consideraba que el parto era un combate de un niño que proviene del cielo y lucha para introducirse en su seno, siendo necesario que en su vientre muera una porción de su propio ser,para que de este modo, se produzca el nacimiento deuna nueva vida, exactamente igual a como en la tierra muere el grano de maíz para que la planta nazca. 
Un nuevo grito de Dorma hizo que volviese a centrar su atención solo en ella, apretándola inconscientemente contra si mientras la partera le decía a la reina que empujase que estaba a punto mientras Namora miraba a otro lado, prefería mil veces ver heridas de guerra que ver como venía un niño al mundo. 
Dorma creía que iba a morir con cada empujón, sentir como su cuerpo se preparaba para empujar hasta que finalmente tras una eternidad por fin salió el niño de sus entrañas llorando.

—Es una niña— dijo la partera cortando el cordón umbilical con un cuchillo de obsidiana y puso a la pequeña niña sobre el pecho de Dorma, quien agotada abrazó a aquella pequeña y ensangrentada criatura sollozante,  la reina estaba pálida y tenía mala cara, pero su expresión era radiante. Sus ojos se centraban en la pequeña como si fuera todo el universo, el dolor se había ido con ver aquel redondito rostro. Namor por su parte no sabía ni que pensar, aquel pequeño y frágil ser un hálito de vida en su comienzo, tan débil que cualquier soplo de viento podría extinguirlo. Ya está, ya era padre y de una niña....Era una mezcla de dos emociones que casi siempre le habían resultado ajenas: amor y felicidad. Ambas asaltaron su corazón como una gigantesca y cálida ola que arrastró todo lo demás: odio, ambición, resentimiento... todo aquello había desaparecido, aunque fuese momentáneamente. En aquel instante, no existía en el mundo nada más que él y su hija. Y Dorma.

Un nuevo dolor de contracción hizo que el rostro de Dorma se deformase. 

—Mi reina, aún no hemos acabado. Oh gran Itxchel, eres dilecta de la Diosa, vienen dos — dijo la partera teniendo Dorma que soportar de nuevo aquel trance de guerrero para dar a luz a aquel nuevo bebé pero fue infinitamente más fácil que con la primera pues fue otra niña. Había parido a dos gemelas, quizás más adelante fuese un problema en la línea de sucesión pero no era momento de pensar en eso.....era momento de felicidad. Pese al dolor, al agotamiento todo había acabado, Dorma y las niñas estaban sanas y todo fue bien. Namor estaba perdido en aquellas sensaciones, orgullo, felicidad....Dorma había pasado aquel trance con aplomo de guerrero experimentado en mil batallas y él había sido testigo de la fortaleza de su mujer.

—Gracias, mi amor— musitó, es más Dorma ni le oyó porque toda su atención estaban puestas sobre aquellas criaturas que reposaban sobre su pecho. Namor con un poco de miedo acarició el rostro de las niñas temiendo que aquel roce pudiese romperlas.
Era la mejor sensación que había tenido en mucho tiempo.

Bibliografía sobre el parto en la sociedad maya, lo paso porque es bastante interesante y más a las chicas que estáis haciendo fanfics de Namor: 

  https://revistamedicahondurena.hn/assets/Uploads/Vol65-3-1997-12.pdf

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