No dejaba de llorar, le era imposible para de llorar, si era una idea infantil el pensar que estaban sustituyendo a Naab con su aquel nuevo bebé pero le parecía tan pronto que sus padres tuviesen un nuevo hijo....no le importaba que en un futuro tuviesen más hijos pero aún le parecía tan pronto...

La tumba de Naab permanecía cerrada pero aún así con estar cerca de ella...nadie podía entender lo doloroso que estaba siendo aquello para ella pues nadie podía entender el vínculo tan profundo que tenía con su gemela, habían pasado toda su vida juntas e incluso antes de nacer compartieron juntas el útero materno nueve meses y ahora estaba sola. Sí estaba sola porque la única persona que podía entenderla de alguna manera era Naab y ya no estaba. 

—Me has dejado sola— susurró apoyando la mano sobre la piedra que la separaba de la tumba de su hermana, debía de dejarla ir, soltarla y dejarla descansar en paz pero ¿Cómo hacerlo cuando había perdido la mitad de su ser? Se sentía incompleta, vacía. Sintió una mano sobre su hombro y ladeó la cabeza para mirar quien le había puesto la mano encontrándose con la mirada de su padre.

—Mi niña, no estas sola.

—¿Lo oíste?

—Sí— se giró para ponerse de cara a su padre y este colocó sus manos en el rostro de su primogénita limpiando las lágrimas que surcaban el rostro de su hija con los pulgares, dolía verla así, ver a cualquiera de sus hijos sufrir era doloroso y le gustaría poder protegerlos de todo mal pero era imposible y solo le quedaba estar a su lado y ayudarles a levantarse cuando se caían y apoyarlos —Dayami sé que es doloroso, todo lo que ha pasado es doloroso.

— Me siento rota por dentro, como si hubiese perdido una mitad importante de mi.

—Ven conmigo— Dayami no dijo nada pero siguió a su padre, nadaron lejos de Talokan, lejos del mar hasta llegar a la costa de Yucatán, Dayami recordaba esa costa pues era el primer sitio de la superficie que conoció, le siguió cuando salió del agua sin saber aún a donde les taba guiando.

—¿Qué hacemos aquí? ¿A donde vamos?

—Ahora lo entenderás— caminaron al interior del lugar alejándose de la costa hasta que llegaron a una explanada donde destacaba entre la vegetación una tumba cavada, una tumba que no estaba abandonada pues estaba bien cuidada, estaba delimitada con conchas marina y había flores sobre la tumba. —Eres la tercera persona que conoce este lugar Dayami, las otras somos tu madre y yo.

—¿Quién es?

—Mi madre— la joven se tensó ante la idea de estar frente a la tumba de su abuela, muy rara vez su padre hablaba de ella, bueno en realidad ninguno de sus padres hablaba de sus propios padres, y jamás su padre le había dicho donde Fen estaba enterrada, solo sabía que no estaba en Talokan porque pidió ser enterrada en la superficie.

—¿La abuela Fen?

— Sí....cuando falleció  me sentí igual que tú Dayami, solo y perdido, con el peso de una corona que me fue asignada nada más nacer. Sólo la tenía a ella en el mundo cuando simplemente se dejó morir con el corazón roto. 

—¿Por qué?

—Porque siempre extrañó el lugar de donde vino, nunca pudo olvidar el hogar de nuestros antepasados— padre e hija se sentaron en unas rocas cerca de la tumba de Fen, por suerte aquel lugar no había sido pisado por los colonizadores desde que él mismo había matado a esos hombres hacía ya siglos, así su madre tenía un lugar de reposo en paz sin que personas volviesen a destruir aquella tierra que tanto amo su madre —Dayami te he traído aquí porque quiero que entiendas que no estás sola, jamás estarás sola y tenemos que dejar a tu hermana descansar en paz.

—Su asesina sigue viva, padre, Wakanda sigue intacta.

—La mano ejecutora fue Nakia pero quien manejaba todo era la reina Ramonda, con su muerte su muerte ha sido vengada. Y fue la misma Naab quien pidió dejar la guerra.

—¿Cómo?— Namor sólo le había contado a Dorma la visión de Naab, nadie lo sabía, ni Namora, ni Dayami hasta ese momento, nadie. Le contó a su hija la experiencia que tuvo de ver a Naab, que fue ella misma quien le pidió hacer aquella alianza entre Talokan y Wakanda y como aquel breve encuentro espiritual había podido calmar un poco el dolor por la perdida de su hija. Que ella estaba bien y que seguiría con ellos, además le confió las palabras de Naab de que una parte de ella viviría siempre con ellos y justo al poco Dorma supo que estaba embarazada y cuando tuvo esa visión de Naab resultaba que Dorma ya estaba esperando un bebé, de modo que Naab había dejado algo de ella en forma de aquel nuevo hermano.

—Tu hermana puede que físicamente no este más con nosotros pero ella y mi madre siempre vivirán con nosotros mientras recordemos — tomó la mano de Dayami quien estaba en estado de shock y apretó la mano de su hija con delicadeza — Las personas que amamos nunca nos terminan de dejar, ahora lo sé, mi madre vive aún en la prosperidad de Talokan y en vosotras. Naab seguirá viviendo siempre que la recordemos y ahora en tu nuevo hermano, ella misma lo dijo que una parte de ella vivirá con nosotros— Dayami miró a su padre y no dudó en abrazarle, hacía mucho que no se abrazaban pues Namor correspondió a aquel  gesto de su hija acariciando su espalda y dejando un beso sobre su cabeza, era ella tan parecida a él que pese a todo lo que chocaban pero aún así siempre iba a ser su niña, su pequeña. 

—Lo siento....no quería decir esas cosas tan crueles antes, yo lo siento muchísimo....

—Todo esta bien, con quien debes de disculparte es con tu madre, y entiende esto Dayami, sois insustituibles quiero que entiendas eso— dejó un nuevo beso en la cabeza de su hija, ella se levantó y arrancó unas flores de unas plantas y dejó aquellas flores sobre la tumba de su abuela y miró a su padre esbozando una pequeña sonrisa.

—Volvamos a casa.

—Por cierto....¿Attuma y tú....?— ante aquella pregunta antes de que acabase de hacerla Dayami empezó a andar en dirección al mar —¡Sea lo que sea me voy a acabar enterando y va a ser peor!— no quería ni imaginar a Attuma con Dayami......




N.A Perdón me quedó muy meh este capítulo, pero no he tenido mucha inspiración y estoy aún un poco condolida de la operación pero va todo muy bien. Un besazo