𝑿𝑽𝑰𝑰𝑰. 𝑴𝒊 𝒔𝒐𝒍
La paternidad era un camino que ambos estaban descubriendo juntos, pese a que Namor había asumido su papel como padre de su nación no era lo mismo pues aquellas dos niñas eran sangre de su sangre y una de ellas heredaría su trono junto con su papel de protector y gobernante de Talokan además de ser el legado que dejaba en el mundo, que su sangre permanecería mezclada con la sangre de su esposa, la mujer que amaba y le había enseñado con su ternura y sobre todo su cariño que él si tenía amor, no solo el de su pueblo si no el de ella, su Dorma.
Pero si era cierto que desde que habían nacido Dayami y Naab rondaba por su mente más que nunca el recuerdo de su madre ¿Cómo habría reaccionado ella al ver todo lo que había logrado? ¿Cómo habría sido el presentarle a Dorma o contar con su presencia durante el nacimiento de las niñas o el como habría sido como abuela? Si como madre siempre fue una mujer dulce y comprensiva, aunque triste porque nunca dejó de extrañar el mundo que la vio nacer, crecer, enamorarse y el cuál se vio obligada a abandonar cargando a su hijo en su vientre.
El recuerdo de su madre estaba más presente que nunca, nunca fue su intención olvidarla porque ella fue quien le crió y la perdida de Fen, su madre, aún dolía, fue precisamente su muerte lo que hizo que saliese por primera vez a la superficie encontrándose con el martirio de su pueblo y que fue lo que le impulsó a cerrar Talokan a la superficie, si hubo alguna vez alguna intención de restablecer algún lazo con la superficie por el mero recuerdo de Fen este se disipo cuando fue testigo directo del sufrimiento y cuando fue maldito con aquel nombre: Namor. Sin amor.
Y fue la muerte de Fen lo que hizo que conociese a Dorma. Apenas eran unos niños la primera vez que se vieron y no reaccionó a tiempo para liberarla de las cadenas a esa edad, todo hubiese sido distinto de haberlo hecho en ese momento, habría crecido Dorma en Talokan, seguramente habrían podido salvar a la madre de Dorma y además no habría sido víctima de tanto abuso que había dejado esas cicatrices en el alma de su esposa pues las pesadillas aunque se habían espaciado siendo ya puntuales hubo una temporada que fue testigo de como ella las sufría a diario. Pensar que fue la muerte de su madre motivo de tantas cosas a veces le abrumaba, ¿Cuánto llevaba sin visitar su tumba? Años....demasiados, desde que la enterró y aún recordaba el camino y el lugar exacto donde los restos de su madre reposaban en la tierra que tanto amo.
Aún recordaba lo mal que se sintió cuando tuvo que preparar con ayuda el cuerpo de su madre, llenar su boca de maíz molido para que pudiese su alma tener alimento en el mundo de los muertos junto con la bebida koyem y la preparación de su ajuar funerario. No era algo que un niño quisiera pasar pero tuvo que hacerlo para posteriormente llevarla con ayuda a tierra y enterrarla.
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Desde hacía años que no pisaba aquella tierra. Años atrás que había regado la tierra con la sangre de los conquistadores y el fuego había consumido todo en una mezcla de fuego y sangre. No habían vuelto a alzar construcción alguna allí, quizás había corrido el rumor de lo que había hecho y ninguno se fiaba de que pudiese volver. Y lo hizo ahora siendo un hombre. Siendo un rey. Siendo un dios.
Namor había vuelto a la tumba de su madre, encontrándola tal y como la dejó, delimitada con piedras y conchas señalando el lugar, muchas movidas debido al tiempo pero en general todo estaba tal y como lo dejó años atrás, incluso habían crecido flores en aquel lugar.
-Todo ha cambiado. Talokan es todo lo que se soñó, nuestro pueblo crece y esta más fuerte, prosperamos en el agua. Yo mismo he cambiado, madre, me he casado y he sido padre. Ella te gustaría se llama Dorma y tus nietas se llaman Dayami y Naab - no sabía ni que hacía hablando solo, quizás era una vaga idea de creer que su madre de alguna manera podría escucharle - Tu siempre sabías que decir y como intentar mostrarme lo bueno de este mundo que amabas, pero ahora que han nacido tus nietas siento que debería ser más hermético, no quiero que les pase nada a ellas ni a ninguno de nuestra gente.
Namor se arrodilló en la tierra delante de la tumba de su madre y sin saber porqué empezó a recolocar las piedras que delimitaban la tumba de Fen, no sabía ni porque lo hacía porque eso no iba a hacer que su madre volviese, ella estaba en Xibalbá junto con las almas de sus antepasados, eso incluía el alma de su propio padre al que nunca conoció. Iba a tomar una de las piedras para colocarla cuando una mano le tendió una de ellas.
-¿Qué haces aquí, Dorma?
-Namora me dijo que seguramente te encontrase aquí, esta preocupada cuando te vas.
-¿Y las niñas?
-Están con Mactzil- él no dijo nada y tomó la piedra que Dorma le había ofrecido y la colocó en su lugar mientras ella se ponía de cuclillas a su lado sin decir nada durante un largo rato, un silencio pesado que fue roto por Namor.
-¿Cuánto rato has estado siguiéndome?
-Llevo aquí poco tiempo, desde que has empezado a poner las piedras- apoyó una mano sobre el hombro de Namor dejando suaves caricias como diciendo de manera muda pero intentando transmitirle con aquel toque "Estoy aquí. No estás solo".
-Es mi madre- dijo simplemente a lo que Dorma con su habitual dulzura y comprensión apretó suavemente su agarre a lo que Namor puso una de sus manos sobre la de Dorma -Gracias por estar aquí.
-No me las des. K'uk'ulkan, te amo- nunca hizo falta que ninguno de los dos se dijese lo que sentía, en ningún momento ni cuando nacieron sus hijas se dijeron que se amaban, y fue ella quien dio el paso verbalizándolo por primera vez lo que ambos sentían por el otro haciendo que el agarre que hizo Namor sobre la mano de Dorma fuese un poco más fuerte y una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
-Y yo a ti. Te amo, Dorma.
Cuando ambos terminaron de arreglar la tumba de Fen y se quedaron en silencio unos instantes observando la tumba, Dorma nunca había conocido a Fen más que por lo que dijo Namor, pero estaba agradecida con ella porque gracias a esa mujer él estaba ahí, Talokan tenía su protector, y de manera egoísta pensó que Namor estaba ahí para ella y tampoco sus hijas, le debía su familia a Fen, de hecho se pregunto si ella habría llegado a conocer aunque fuese de vista a sus padres.
-¿Volvemos a casa?- dijo Namor tomando la mano de Dorma tirando suavemente de ella para caminar de nuevo hasta el mar, estaban un poco lejos de la playa entrando en el interior.
-Recuerdo este lugar- se paró de golpe tras él haciendo que Namor se detuviese y la mirase, acercándose a ella apoyando las manos en la cintura de su esposa.
-Te habían vendido ¿no?
-Sí pero lo recuerdo por otra cosa....un niño con curiosas alas en los pies que me hizo retomar la esperanza de volver a mi mundo.
-Me pregunto quien habrá sido ese niño- colocó su frente contra la de Dorma y esta de manera bastante amorosa frotó su nariz contra la de él una vez más sintiendo el pequeño frío del jade que adornaba su nariz. -Yo conocí aquí a una niña....una niña que venía corriendo como una loca buscando su libertad, era la chica más hermosa que vi en mi vida aunque en ese momento no me di cuenta.
-Me voy a poner celosa- bromeó dejando un delicado beso sobre los labios de Namor, gesto totalmente correspondido por Namor, un beso breve pero lleno de ternura y amor.
-Eres mi sol, Dorma. Traje el sol a Talokan con el vibranium, pero tú y tu amor trajo el sol a mi vida. Me has dado a nuestras hijas... simplemente te amo Dorma, mi reina- antes de que ella pudiese replicar, sus labios cubrieron los de Dorma en un beso tierno pero cargado de deseo, no solo un deseo carnal si no un deseo de su amor, de su cariño.
La pareja entre besos acabó contra uno de los árboles, sus lenguas danzaban y se acariciaban, Namor la tenía acorralada contra uno de aquellos árboles haciendo que la cortesa raspase un poco la espalda de Dorma pero gracias a la curación acelerada ninguna cicatriz iba a quedar, ¿cuánto llevaban sin intimar? Desde que nacieron las niñas hacía mes y medio por lo que extrañaban ambos esa intimidad además que tener a Dayami y Naab en la habitación durmiendo no les daba pie a mucha intimidad.
La palma de la mano de Namor recorría la piel expuesta del muslo de Dorma mientras sentía las caricias en su espalda por parte de su esposa incluso como ella le llegó arañar suavemente haciendo su espalda arquear emitiendo un gemido contra los labios de Dorma.
-Me vuelves loco.
-Y tú me vuelves loca a mi- apartó la falda de Dorma, ella vestía una falda larga con una abertura en ambas piernas dejando expuestos los muslos y un top que dejaba su vientre expuesto, la verdad es que había recuperado bien la figura tras un embarazo y un parto de gemelas. De todas maneras habría amado el cuerpo de Dorma hubiese quedado como hubiese quedado porque su físico nole importaba además de que era la prueba de que había parido a sus hijas y los que vendrían en un futuro.
No hubo preliminares era una necesidad casi animal de unirse en uno, ni se molestaron en quitar sus ropas si no que simplemente la ropa fue hecha a un lado y de una embestida Namor entró en el caliente interior de Dorma joder seguía tan estrecha como siempre pese a haber parido hacía poco ....supo en ese momento que no solo quería esa necesidad animal si no sentirla , ella era su lugar seguro y estar dentro de su esposa era simplemente....se sentía vulnerable y fuerte a la vez cada vez que sus cuerpos se fundían en uno.
El cuerpo de Dorma se sacudía con cada embestida, sus gemidos se ahogaban en la boca de Namor quien no dejaba de besarla pese a que podían en esa intimidad gritar todo lo que deseasen pero necesitaba esos besos, Namor necesitaba esos besos, comprendía lo que era ver la tumba de una madre y sentirse tan vulnerable y solitario en el mundo. Mimos y sexo una gran combinación que culminó con el orgasmo de bos sintiendo nuevamente Dorma como Namor la llenaba de su esencia, marcandola como suya.
Tras aquel apasionado y a la vez dulce encuentro iban a volver a la playa cuando unos ruidos alertaron a la pareja.
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