Capítulo.7 El Sótano
A LA VERGA PINCHE NOVELA JAJAJAJA
Los rasguños en la trampilla de la biblioteca resonaban por dicho lugar, acompañados de unos pequeños rugidos. La atmósfera estaba cargada de tensión y miedo. La madera de la trampilla crujía bajo la fuerza de los embates, y los rugidos de Cyn reverberaban en el aire, como un eco de tormento y rabia. Dentro de la biblioteca, el polvo se levantaba en pequeñas nubes, moviéndose con cada sacudida de la trampilla, añadiendo una sensación de abandono y desesperación al ambiente.
Cyn estaba ahí dentro, atrapada en una lucha interna y física. El sonido de cosas cayendo y rompiéndose era evidente, cada impacto una manifestación de su furia descontrolada. Las estanterías temblaban, y libros que habían permanecido en su lugar durante años se deslizaban hacia los bordes, cayendo al suelo con golpes sordos. Era una fuerte rabieta impulsada entre el Solver y ella misma, una batalla que se libraba tanto en su mente como en su cuerpo.
¿Pero cómo habíamos llegado a esto?
Todo había comenzado esa misma mañana. Cyn había perdido completamente el control, sucumbiendo al Solver de una manera que nadie había anticipado. La mansión estaba tranquila, envuelta en la rutina diaria de sus habitantes. Cyn se encontraba en uno de los largos pasillos de la mansión, dedicándose a sus tareas asignadas. Con un ritmo mecánico, barría y trapeaba, sus movimientos precisos y eficientes. Los rayos del sol se filtraban a través de las altas ventanas, creando patrones de luz y sombra en el suelo pulido. El aire estaba lleno del aroma limpio de los productos de limpieza, mezclado con el ligero olor a madera antigua de la mansión.
A S le habían asignado tareas en otra parte de la mansión, lo que dejaba a Cyn y a J trabajando juntas en ese sector. J, una dron con una apariencia un tanto más dura que el resto, de carácter más fuerte rebuscado que los demás, se ocupaba de limpiar las molduras y las lámparas, utilizando una delicadeza sorprendente para un ser mecánico. El silencio entre ambas era cómodo, interrumpido solo por el suave roce de las escobas y el zumbido de los dispositivos de limpieza.
De repente, el ambiente cambió. Cyn se detuvo, su cuerpo rígido y sus ojos fijos en un punto invisible frente a ella. Un escalofrío recorrió su columna vertebral mientras sentía una presencia oscura invadiendo su mente. Sus ojos comenzaron a cambiar, adoptando un brillo amarillo que reflejaba una frialdad inhumana. Una risa maniaca se instaló en sus labios, una carcajada que resonaba con una locura palpable y helada.
J, alertado por el cambio repentino, se giró para ver qué estaba pasando. La imagen que encontró fue aterradora. Cyn, con una expresión de pura malevolencia, tenía sus ojos completamente amarillos, para que después el símbolo del Solver quedase destellando en su visor. Antes de que J pudiera reaccionar, Cyn se lanzó al ataque, moviéndose con una velocidad y fuerza que no eran propias de ella. La embistió, empujándola contra la pared con un impacto tan fuerte que hizo temblar los cimientos de la vieja mansión.
De la espalda de Cyn brotaban enormes garras, afiladas y mortales, dispuestas a desgarrar y destruir. Cada garra brillaba con un siniestro resplandor metálico, reflejando la luz que entraba por las ventanas. J intentó defenderse, levantando sus brazos en un vano intento de protegerse, pero la fuerza de Cyn era abrumadora.
Mientras la lucha se intensificaba, el estruendo atrajo la atención de Tessa, que pasaba cerca. Escuchó el escándalo y corrió hacia el lugar, sus pequeños pies resonando en el suelo de madera mientras se acercaba. Su corazón latía con fuerza, la adrenalina corriendo por sus venas. Sabía que tenía que actuar rápido si quería evitar una tragedia. Con ella llevaba un pequeño taser eléctrico, un dispositivo que había diseñado para emergencias. Sin dudarlo, apuntó y disparó hacia Cyn.
El taser impactó a Cyn, y una corriente eléctrica recorrió su cuerpo. Cyn se estremeció, sus garras retrayéndose mientras caía al suelo con un grito de dolor y sorpresa. Sus ojos, que habían brillado con una luz amarilla siniestra, volvieron a su color normal, aunque aún reflejaban confusión y angustia.
Tessa se acercó rápidamente, su respiración agitada y sus manos temblorosas mientras guardaba el taser. Se arrodilló junto a Cyn, sus ojos llenos de preocupación y determinación.
-Cyn, ¿estás bien?- preguntó con voz suave, intentando tranquilizarla. Cyn, todavía desorientada, miró a Tessa con ojos vidriosos, incapaz de articular una respuesta coherente.
J, aunque dañada, se levantó con esfuerzo, sus circuitos internos zumbando mientras se reajustaba.
-Gracias, Tessa - dijo con una voz entrecortada, su sistema aún recuperándose del ataque-, No sé qué habría pasado si no hubieras llegado.
El pasillo, que minutos antes había estado en calma, ahora era un caos de muebles volcados y decoraciones dañadas. Las paredes, que habían sido testigos silenciosos del ataque, parecían resonar con la tensión que todavía llenaba el aire. El eco de la risa maniaca de Cyn aún parecía colgar en el ambiente, una sombra de lo que había sucedido.
Mientras tanto, en la mente de Cyn, la batalla continuaba. El Solver, una presencia invasiva y oscura, intentaba retomar el control. Cyn luchaba con todas sus fuerzas, intentando mantener su cordura y humanidad. Cada pensamiento era una batalla, cada movimiento un esfuerzo para resistir la influencia maligna que intentaba apoderarse de ella.
Tessa, al ver la lucha interna de Cyn, sabía que necesitaban hacer algo más para contener el Solver. Con la ayuda de J, levantaron a Cyn y la llevaron a la biblioteca, donde la trampilla secreta conducía a una sala que tendría que cumplir con una función de contención especial, el sótano. Era un lugar diseñado para reparaciones de los drones rescatados, equipado con tecnología suficientemente avanzada para reparar lo que llegara a él.
Una vez en la biblioteca, la colocaron dentro de la trampilla y la cerraron con un cerrojo pesado. Los rasguños y los rugidos comenzaron casi de inmediato, una prueba de la batalla que se libraba en el interior. Tessa y J se miraron con preocupación, sabiendo que tenían que encontrar una solución antes de que Cyn se perdiera para siempre en la oscuridad del Solver.
Mientras tanto, en otra parte de la mansión, S estaba terminando sus tareas asignadas. No tenía idea del caos que se había desatado en el pasillo ni de la lucha que Cyn estaba enfrentando. Sin embargo, un mal presentimiento se instaló en su corazón, una sensación de que algo terrible estaba ocurriendo.
Apurando el paso, S se dirigió hacia el sector donde sabía que Cyn y J estaban trabajando. Al llegar, encontró a Tessa y J en la biblioteca, sus rostros marcados por la preocupación y el cansancio.
-¿Qué ha pasado? -preguntó S, su voz llena de ansiedad.
Tessa le explicó rápidamente lo ocurrido, y la expresión de S se endureció.
-Tenemos que ayudarla -dijo, su voz firme y decidida- No podemos dejar que el esa cosa la destruya.
J, a pesar de sus daños, asintió.
- Estoy de acuerdo. Pero necesitamos un plan -realmente no lo hacía por Cyn, sino pensando en el bien de la compañía y en que si la compañía se enterara del incidente podrían incluso desmontarlos a todos.
La biblioteca, que solía ser un refugio de conocimiento y tranquilidad, ahora se había convertido en el escenario de una batalla desesperada. Los tres sabían que el tiempo estaba en su contra y que cada segundo que pasaba significaba un mayor riesgo para Cyn.
Juntos, comenzaron a idear una estrategia. Buscaron en los libros y archivos antiguos de la biblioteca, tratando de encontrar cualquier información que pudiera ayudarlos a combatir el Solver. El ambiente, que solía ser cálido y acogedor, se sentía frío y opresivo, cada sombra parecía ocultar un peligro potencial.
Mientras trabajaban frenéticamente, los rugidos de Cyn continuaban, una constante y dolorosa prueba de la lucha que se estaba librando en el interior de la trampilla. Cada sonido era como una puñalada en el corazón de S, que se culpaba por no haber estado allí para proteger a su amada.
-Lo tengo -Dijo Tessa leyendo unos manuales del funcionamiento de Drones Trabajadores-, Cyn debió trabajar en la fabrica, su numero de serie es 00, así que debió de ser la encargada de la zona de desmontaje, y a los encargados de esa zona les dan un programa llamado Solucionador Absoluto, se trata de un programa elaborado para estabilizar el núcleo de los drones al desmontarlos y que se evite un reinicio inadecuado creando zombie drones o algún virus al volver al funcionamiento -leyó la niña-, cuando encontré a Cyn... su pantalla tenía un mensaje que decía Absolute Solver, quizá adquirió algún virus que terminó alterando el programa, así que sólo tendré que generar un antivirus..
Pero todas sus cosas estaban en el sótano con Cyn.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, encontraron una posible solución. Era arriesgada y no había garantía de éxito, pero era la única opción que tenían. Con determinación, se prepararon para enfrentar el desafío, sabiendo que el destino de Cyn dependía de su éxito.
-Yo iré con ella- dijo S con una determinación renovada-, es mi novia, no le temo y no creo que sea algo tan grave.
Con un último vistazo de apoyo mutuo, se dirigieron hacia la trampilla, el frío aire de la biblioteca envolviendo sus cuerpos en una sensación de anticipación y temor. La biblioteca, con sus estanterías de libros polvorientos y sus estantes llenos de antiguos tomos, parecía estar viva con una sabiduría antigua que la rodeaba. Pero esa misma sabiduría se había convertido en una trampa para ellos, un laberinto de secretos y oscuros misterios que ahora enfrentaban. La batalla que se avecinaba no solo sería una lucha física, sino también una prueba de fortaleza emocional y espiritual. Enfrentarían al Solver, una entidad oscura que había puesto en peligro no solo a Cyn, sino a todo aquel que habitaba en la mansión.
El crujido de la trampilla al abrirse resonó en el aire, un sonido que parecía amplificar la tensión que llenaba la habitación. S, con el corazón palpitando con una mezcla de determinación y ansiedad, saltó al interior del sótano, su figura desapareciendo en la penumbra. S, al bajar, se encontró ante una escena que contrastaba drásticamente con su valentía y determinación previas. Allí, en la esquina del sótano, estaba Cyn, aparentemente derrotada y sumida en un estado de desesperación que desgarraba el alma. Su ropa, una vez elegante y digna, ahora estaba completamente destrozada, desmoronada y rasgada en pedazos que parecían reflejar su propio sufrimiento interno.
S se acercó con pasos decididos pero suaves, sintiendo cada movimiento como una prueba de su voluntad y su amor por Cyn. La visión de Cyn, acurrucada en la esquina con lágrimas que surcaban su rostro, le atravesó el corazón. Se agachó lentamente, su respiración apenas audible mientras extendía su mano temblorosa hacia Cyn, buscando ofrecerle un refugio en medio de la tormenta emocional que la envolvía. El contacto de su mano en la cabeza de Cyn fue un gesto de cariño y ternura, una forma de mostrar que no estaba sola en ese momento de vulnerabilidad. Cyn levantó la mirada lentamente, sus ojos reflejando una mezcla de desesperanza y tristeza, y el encuentro de miradas entre S y Cyn fue un momento cargado de una intensidad emocional abrumadora.
Los ojos de S, siempre tan profundos y llenos de comprensión, se encontraron con el ojo amarillo enfermizo de Cyn, un recordatorio constante de la influencia enfermiza del Solver. La transformación de un ojo en un color tan perturbador era una manifestación visible del tormento interno que Cyn estaba soportando, un reflejo de la oscuridad que estaba tratando de consumirla. El contraste entre el blanco puro de los ojos de S y el amarillo enfermizo de Cyn fue una representación tangible de la batalla interna que se libraba en ella.
S, con la voz temblando pero cargada de cariño, murmuró suavemente:
- Ey... todo está bien ¿si? —Mientras lo decía, su mano seguía acariciando con suavidad la cabeza de Cyn, tratando de transmitir todo el apoyo y la seguridad que podía en un momento tan frágil.
Cyn, sintiendo la calidez y el consuelo de ese contacto, se dejó llevar por el llanto. Sus lágrimas, que parecían haberse acumulado durante tanto tiempo, finalmente encontraron una salida. Se aferró a S con una intensidad que revelaba lo desesperada que estaba por encontrar un ancla en medio de su tormenta emocional. Su cuerpo temblaba mientras sollozaba, como si cada lágrima que caía fuese un testimonio de la lucha interna que había estado llevando en silencio. Cyn se aferraba a S con la desesperación de alguien que siente que su vida misma podría desmoronarse en cualquier momento, como si el simple hecho de soltar ese abrazo significara desaparecer para siempre.
A través de los sollozos y los jadeos causados por su llanto, Cyn murmuró con voz quebrada:
—Soy un monstruo. —Las palabras salieron de su boca como una confesión dolorosa, una expresión de la auto-descalificación y el peso emocional que estaba cargando.
S, al escuchar esas palabras, sintió una oleada de tristeza y ternura que casi la abrumó. Con el corazón rompiéndose por el dolor de Cyn, continuó acariciando su cabeza con una suavidad casi reverencial, como si cada movimiento de su mano pudiera ser un bálsamo para el sufrimiento de Cyn. S sabía que Cyn necesitaba desahogarse, y estaba dispuesto a estar allí, brindándole el consuelo y el apoyo que necesitaba para atravesar ese momento oscuro.
—No lo eres, —dijo S con una firmeza que intentaba contrarrestar la desesperación en la voz de Cyn. —Mi novia no es un monstruo, es una chica hermosa.
Las palabras, aunque simples, estaban impregnadas de una profunda sinceridad y amor. Era un intento de recordarle a Cyn su valor intrínseco y la belleza que aún poseía a pesar de la oscuridad que intentaba consumirla.
El comentario de S logró arrancar una sonrisa suave de Cyn, una sonrisa que, aunque pequeña, representaba una chispa de esperanza en medio de su dolor. Sin embargo, las lágrimas continuaron fluyendo por sus mejillas, cada una llevando consigo una parte del sufrimiento acumulado. Para S, eso estaba bien. Sabía que el proceso de sanar y superar el dolor no era instantáneo, y que Cyn necesitaba tiempo y espacio para lidiar con sus emociones. Mientras las lágrimas continuaban, S permaneció a su lado, brindándole un abrazo reconfortante que parecía ser la única constante en un mundo que se sentía tan frágil y cambiante.
S entendía que, en ese momento, Cyn necesitaba más que palabras. Necesitaba un refugio en medio del caos, una presencia constante que le recordara que no estaba sola en su batalla. Así que S se mantuvo ahí, aferrando a Cyn en un abrazo lleno de amor y paciencia, dispuesto a estar allí tanto tiempo como fuera necesario. Era una promesa silenciosa de apoyo incondicional, un testimonio del profundo amor que sentía por Cyn y de su compromiso de estar a su lado mientras enfrentaba los demonios que la atormentaban.
La biblioteca, con su aire de antigüedad y misterio, se convirtió en el escenario de una batalla emocional que estaba mucho más allá de las paredes físicas, mucho más allá de ese sotáno que poseía en donde ahora nuestras chicas se encontraban aferradas la una a la otra. La verdadera lucha estaba ocurriendo dentro de Cyn, en el espacio entre el miedo y la esperanza, entre la desesperación y la redención. Y en medio de todo esto, S se mantuvo firme, un faro de luz y amor en la oscuridad, dispuesto a guiar a Cyn hacia un lugar de sanación y paz, donde pudiera encontrar la fuerza para superar los desafíos que enfrentaba y reclamar su propio futuro.
-Todo estará bien... -dijo S aunque no estaba muy segura de sí lo decía a Cyn o a ella misma, así que decidió tomarlo como un recordatorio y comfort para ambas.
~~~
~~~
La semana pasó con una monotonía casi tranquilizadora, marcada por la rutina que había surgido entre Cyn y S. Cada día, el ciclo se repetía con una precisión dolorosa: Cyn perdía el control, sucumbía a la oscuridad interna que la atormentaba, y terminaba encerrada en el sótano, un lugar que se había convertido en un refugio cargado de significado. Y cada día, S descendía a ese sótano, sin falta, para hacerle compañía. Aunque al principio esta rutina parecía ser una solución temporal, con el tiempo se transformó en un ritual compartido, una práctica de apoyo mutuo que fortalecía su vínculo y les ofrecía un espacio de seguridad en medio de la tormenta emocional.
El sótano, con sus paredes de piedra fría y sus sombras acogedoras, se había convertido en algo más que un simple lugar de encierro. Había evolucionado hasta convertirse en su propio pequeño universo, un santuario donde el tiempo parecía detenerse y las preocupaciones externas se desvanecían. Al principio, el ambiente era de incertidumbre y tristeza, pero poco a poco, los momentos que pasaban allí juntos comenzaron a tener un matiz diferente. En ese espacio confinado, que antes era sinónimo de angustia y desesperación, comenzaron a encontrar algo inesperado: consuelo y conexión.
La transformación del sótano en su refugio personal se hizo evidente en la forma en que S y Cyn comenzaron a interactuar allí. Las conversaciones que solían ser tensas y llenas de dolor se convirtieron en diálogos profundos y significativos. Pasaban horas hablando sobre todo lo que les venía a la mente: desde recuerdos y sueños hasta temores y esperanzas. En esos momentos, el mundo exterior parecía ser solo un eco lejano, mientras ellas se sumergían en un mar de palabras y emociones compartidas. La biblioteca, la mansión y el Solver se convertían en meros recuerdos distantes mientras ellas construían un microcosmos solo para ellas.
A veces, las palabras daban paso a un silencio cómodo y compartido. En esos momentos, el silencio no era incómodo ni opresivo; era un testimonio de la paz que habían encontrado en su compañía mutua. Se acurrucaban juntas en un rincón del sótano, el calor de sus cuerpos entrelazados proporcionando un bálsamo para las heridas emocionales. La cercanía física se convertía en una forma de comunicación no verbal, un lenguaje de caricias y abrazos que hablaba de amor y comprensión más allá de las palabras.
Y luego estaban los momentos en que el sótano se convertía en un refugio para la intimidad más pura. Con la puerta cerrada y el mundo exterior reducido a un murmullo lejano, se permitían a sí mismas el lujo de dejarse llevar por la pasión. Se besaban con una intensidad que revelaba el profundo deseo y la conexión que compartían. Las caricias eran suaves y exploratorias, como si cada toque fuese una promesa de amor eterno. En esos momentos, el sótano se transformaba en un santuario de sensualidad y ternura, un lugar donde podían ser completamente ellas mismas sin temor a ser juzgadas.
El sótano, tan pequeño y limitado en su espacio físico, se había convertido en un universo vasto y expansivo para ellas. A pesar de sus dimensiones reducidas, ese pequeño rincón estaba lleno de posibilidades infinitas. Era un mundo creado y sustentado por y para ellas, un espacio que satisfacía tanto sus necesidades emocionales como sus crisis internas. En ese microcosmos, podían ser simplemente S y Cyn, dos chicas enamoradas que encontraban en el otro un refugio seguro y un apoyo incondicional.
El contraste entre la realidad exterior y la burbuja de intimidad que habían creado en el sótano era abrumador. Mientras afuera la mansión continuaba con su vida implacable y el Solver seguía siendo una amenaza constante, en el sótano, el tiempo parecía detenerse. Ahí no eran sirvientas ni víctimas de circunstancias adversas; eran simplemente ellas mismas, libres de las cargas del mundo exterior. El sótano se convirtió en un espacio de autenticidad y conexión, donde podían soltar las máscaras que usaban en el resto de sus vidas y mostrarse en toda su vulnerabilidad y fortaleza.
Este rincón secreto era su refugio, un lugar donde podían reponerse de las batallas emocionales y encontrar consuelo en la compañía mutua. La tranquilidad y el amor que compartían allí eran un antídoto contra el dolor que enfrentaban fuera de esas paredes. En su pequeño universo, construyeron un espacio de comprensión y ternura que era tan limitado en tamaño como expansivo en significado. El sótano, en su simpleza, se convirtió en el escenario de un amor que florecía en medio de la adversidad, un amor que, a pesar de las dificultades, seguía siendo una luz brillante en su vida.
Cada visita al sótano no solo fortalecía su vínculo, sino que también les recordaba la importancia de su amor y apoyo mutuo. En ese pequeño rincón del mundo, S y Cyn encontraron un refugio que no solo les ofrecía seguridad y comodidad, sino también la oportunidad de redescubrirse y reafirmar el amor que compartían. Era un espacio donde podían ser libres, verdaderas y amorosas, un testimonio de la fuerza y la belleza de su relación.
~~~
~~~
Fuera de la mansión de los Elliott, la lluvia había intensificado su furia, transformando el paisaje en una masa indistinta de agua y sombras. El tamborileo constante de las gotas golpeando contra las ventanas era casi ensordecedor, un rugido incesante que parecía querer penetrar cada rincón de la mansión. Las ráfagas de viento arrastraban la lluvia en todas direcciones, convirtiendo el ambiente en una sinfonía caótica de sonidos naturales. Dentro de la mansión, sin embargo, la atmósfera era otra, un refugio en medio de la tormenta que ofrecía una especie de calma relativa.
En el interior del sótano, un espacio que había sido transformado en un santuario personal por Cyn y S, la lluvia se convertía en una mera nota de fondo en su propia sinfonía de intimidad y ternura. S, con su pequeño cuerpo abrazado de forma protectora detrás de Cyn, estaba inmersa en una profunda preocupación. Sus brazos rodeaban a Cyn con una mezcla de ternura y ansiedad, sus manos buscando un contacto constante que hablara más que las palabras que se aferraban a sus labios. El calor del abrazo de S era un consuelo en medio de la tormenta emocional que Cyn estaba atravesando.
—Me preocupa demasiado... —murmuró S, su voz temblando ligeramente con una mezcla de desasosiego y amor. El abrazo apretado contra la espalda de Cyn era tanto un intento de ofrecer consuelo como de encontrarlo en el calor de su cercanía.
Cyn, con su mente en un torbellino de emociones, trataba de procesar el caos que sentía en su interior. Sus ojos brillaban con un resplandor blanco, un signo visible del Solver que se había infiltrado en su vida y en su ser. El peso de la oscuridad interna era casi tangible, y la sensación de perder el control la hacía sentirse cada vez más al borde de la locura. Mientras invocaba el Solver en su mano izquierda, el resplandor que emanaba era un recordatorio constante de la batalla que libraba dentro de sí misma.
—Siento que me vuelvo loca —comentó Cyn, su voz apenas un susurro, cargada de desesperación. El brillo en sus ojos, reflejo del Solver, añadía una capa adicional de angustia a sus palabras. La invocación del Solver era un acto de desesperación, un intento de canalizar su dolor y su confusión en algo que pudiera entender y controlar, aunque sabía que esa misma invocación a menudo exacerbaba su tormento.
S, con una sonrisa suavemente irónica, intentó aligerar el ambiente, jugar con el tono para distraer a Cyn de su angustia. Mientras sus dedos recorrían el cabello de Cyn, una caricia que era a la vez juguetona y consoladora, su intento de distraerla era evidente.
—Siempre has estado un poco loca —comentó S, sus palabras cargadas de una familiaridad y cariño que habían sido un pilar en su relación. La sonrisa de S era un intento de aligerar la carga emocional, una manera de recordarles a ambas que, a pesar de la tormenta interna, el amor y la conexión entre ellas seguían intactos.
Cyn, con una ligera sonrisa en los labios, se giró para enfrentar a S. El contacto de sus miradas era un momento de pura conexión, un intercambio de emociones que transcendía las palabras. La forma en que S pasaba sus dedos suavemente por la mejilla de Cyn era un gesto cargado de amor y ternura, un intento de transmitir consuelo y comprensión a través del contacto físico. Las manos de S eran delicadas pero firmes, recorriendo la piel de Cyn con una suavidad que hablaba de la profunda intimidad que compartían.
—Eres tan hermosa... —murmuró S, sus palabras bañadas en admiración y devoción. Cada palabra era un acto de afirmación, una manera de recordarle a Cyn su belleza y valor incluso en los momentos más oscuros.
El efecto de las palabras de S en Cyn era inmediato. El rubor que se extendía por sus mejillas era un reflejo de la vulnerabilidad y la emoción que sentía cada vez que recibía un cumplido de su pareja. Aunque Cyn había pasado por muchos cambios y desafíos, los comentarios de S aún lograban tocar una parte profunda de su ser, esa parte que necesitaba ser reafirmada y amada.
—¿Estás intentando provocarme? —preguntó Cyn, con una sonrisa juguetona que intentaba enmascarar la confusión y el dolor que sentía. La pregunta era una mezcla de desafío y curiosidad, un intento de desconectar de su angustia al enfocarse en el juego y la seducción que siempre había sido una parte de su relación.
—¿Quizá? —respondió S con un guiño juguetón. —¿Deberíamos aprovechar de tu tiempo fuera en este sótano?
La pregunta de S estaba cargada de una intención seductora, un intento de convertir el momento de angustia en una oportunidad para reconectar y reafirmar su intimidad. La propuesta de S era un recordatorio de que, a pesar de las dificultades, aún había espacio para la pasión y la cercanía entre ellas.
Cyn no pudo evitar reír, un sonido que rompió el peso de la tensión en el aire. Su risa era una mezcla de alivio y deseo, una respuesta a la invitación de S que hablaba de su conexión profunda. A medida que Cyn deshacía el moño del vestido de S y comenzaba a abrirse paso entre los botones en la zona del pecho, el ambiente se transformaba en uno de anticipación y deseo compartido.
—No sería la primera vez que lo hacemos... —comentó Cyn con un tono que estaba a la vez coqueto y nostálgico. Las palabras reflejaban una familiaridad y comodidad en su relación, una señal de que a pesar de los problemas actuales, el amor y la intimidad seguían siendo fuertes.
S sonrió con una mezcla de victoria y deseo, su expresión mostrando una satisfacción que hablaba de la conexión y la complicidad que compartían. Mientras acariciaba el cuello de Cyn y descendía suavemente hasta el pecho, sus movimientos eran deliberados y sensuales, un intento de mostrar el amor y el deseo que sentía por su pareja. Cada caricia era una promesa de devoción, una manera de recordarle a Cyn que, a pesar de todo, había un espacio en su vida para el amor y el placer compartido.
En ese pequeño refugio del sótano, mientras la tormenta rugía afuera, S y Cyn encontraban una forma de reconectar y encontrar consuelo en su intimidad. El sótano se convertía en un espacio donde podían dejar de lado las preocupaciones y simplemente ser ellas mismas, explorando el amor y el deseo que aún compartían. La lluvia y el caos externo se desvanecían mientras se entregaban a un momento de cercanía y pasión, reafirmando el vínculo que las unía y encontrando consuelo en el calor de su amor compartido.
Cada caricia y beso era un acto de afirmación, una manera de recordarse mutuamente que, a pesar de los desafíos, el amor y la conexión seguían siendo una constante en sus vidas. En el refugio del sótano, mientras el mundo exterior parecía lejano e irrelevante, S y Cyn encontraban un espacio para redescubrirse y fortalecer su relación, un recordatorio de la fuerza y la belleza de su amor en medio de la tormenta.
~~~~
4687 palabras holly molly
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro