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Capítulo 6. Absolute Solver

En el basurero cercano a la mansión, se depositaban los drones desmantelados, aquellos que ya no eran útiles según la compañía. ¿Por qué alguien querría desmantelar a un dron de servicio? Las razones eran variadas: comportamientos erróneos, actualizaciones a nuevas unidades, o simplemente por haber sido usados durante largos periodos de tiempo. Estos drones desmantelados y "muertos" terminaban ahí, con una banda de tela amarilla en su brazo que decía: "Marcado para Desmontaje". Entre los restos de metal y circuitos siempre se encontraba algún dron que aún estuviera con vida, y este era el pasatiempo preferido de la pequeña hija de la familia Elliot, Tessa.

Tessa, una niña morena de ojos y cabello oscuro, se aventuraba en el basurero casi todos los días. Amaba a los drones más que a cualquier humano, al punto de considerarlos su familia. A menudo caminaba entre montones de desechos robóticos, acompañada del sonido constante de cuervos y aves de carroña que merodeaban en busca de algo útil. La atmósfera en el basurero era desoladora, con el aire cargado de un olor metálico y el cielo casi siempre gris, creando un ambiente sombrío y frío. Los montones de drones desechados se alzaban como colinas en un paisaje distópico, sus piezas brillando bajo la luz mortecina del sol.

Los cuervos se agrupaban en los puntos más altos, sus graznidos resonando como un siniestro coro que acompañaba las andanzas de Tessa. Las aves de carroña, con sus plumas desordenadas y miradas penetrantes, observaban desde los márgenes, esperando su oportunidad para hurgar entre los restos. Para la mayoría de las personas, este lugar sería un recordatorio constante de la decadencia y el abandono, pero para Tessa, era un campo de posibilidades, un lugar donde la esperanza aún podía brotar entre los escombros.

Cada día, Tessa se abría paso entre los restos de drones con una mezcla de determinación y esperanza. Sus pequeñas manos, aunque a menudo ensuciadas y llenas de rasguños, trabajaban con una precisión asombrosa. Sabía que entre los montones de desechos, siempre había la posibilidad de encontrar un dron que aún pudiera ser salvado. Sus ojos, siempre atentos, escudriñaban cada rincón, buscando signos de vida en las máquinas aparentemente inertes.

Los drones que Tessa rescataba del basurero no eran simples máquinas para ella. Los llevaba a casa y los reparaba con dedicación, devolviéndoles la vida. Entre los escombros, había encontrado a N, V y J, quienes se convirtieron en sus hermanos, mejores amigos, e incluso, de alguna forma, sus hijos. Sin ella, estos drones no habrían vuelto a funcionar. Pero ellos tres no eran los únicos que había rescatado. También estaban S, Dopa, A, Ñ, y muchos otros que ahora servían en la mansión. Todos ellos llevaban una marca distintiva: pelucas confeccionadas por Tessa, que les daba un aspecto más humano, un toque de decencia y amabilidad. Sus padres, sin embargo, no estaban de acuerdo con esta práctica.

Sus padres, los Elliot, eran personas rígidas y pragmáticas. Consideraban a los drones como herramientas, nada más. No entendían la empatía de su hija hacia estas máquinas, y mucho menos su afán por repararlas y humanizarlas. A menudo, le decían que estaba desperdiciando su tiempo y recursos, que debería concentrarse en cosas más "útiles". Pero Tessa no podía ignorar el impulso de salvar a aquellos que otros habían desechado.

Una tarde gris, mientras los cuervos graznaban y las aves de carroña revoloteaban en busca de desechos, Tessa hizo un descubrimiento inesperado. Entre los cuerpos robóticos, distinguió un dron con el rostro perforado, sepultado bajo otros tantos. Lo que llamó su atención fue el brillo de los ojos del dron, unos ojos amarillos que destacaban en la penumbra del basurero.

Tessa se acercó cautelosamente, apartando con cuidado los restos que cubrían al dron. El suelo estaba cubierto de una mezcla de aceite, fluidos robóticos y fragmentos metálicos, lo que hacía difícil moverse sin resbalar. El olor era acre, una mezcla de metal oxidado y componentes quemados. Los graznidos de los cuervos se intensificaron, como si sintieran que Tessa estaba a punto de hacer un hallazgo importante.

["Prometo ayudarte si tú me ayudas, así ni tú ni yo seremos tirados nunca más. Te prometo que con mi ayuda, una alianza mutua, ninguno de nosotros será desechado de nuevo. -Absolute Solver"]

El mensaje se proyectaba en el visor del dron, pero antes de que Tessa pudiera leerlo por completo, desapareció. Asumió que era un aviso del sistema, probablemente debido a los daños que presentaba la unidad. Con mucho esfuerzo y toda la fuerza que poseía, Tessa liberó al dron de entre los escombros y lo cargó sobre sus hombros, determinada a llevarlo a la mansión para repararlo.

El camino de regreso a casa estaba lleno de desafíos. El terreno era irregular y resbaladizo por los restos de aceite y fluidos de los drones. Los cuervos, curiosos, la seguían de cerca, sus ojos negros observándola con una mezcla de interés y hambre. Pero Tessa no se detenía. Cada paso resonaba con la esperanza de darle una segunda oportunidad a ese dron herido. Sabía que cada dron que salvaba era una victoria contra el desecho y el olvido, una afirmación de su amor por estas máquinas que, para ella, eran más que simples herramientas.

Finalmente, llegó a la mansión, agotada pero triunfante. En donde encontró a S para brindarle su ayuda, que con cuidado, llevó al dron a su taller improvisado en el sótano, un lugar lleno de herramientas, piezas de repuesto y planos esparcidos por todas partes. Colocó al dron en la mesa de trabajo y encendió la luz, preparada para comenzar el proceso de reparación. Observó su rostro dañado y sus ojos apagados, recordando el brillo que había visto en el basurero. Con determinación, Tessa se puso manos a la obra, prometiéndose a sí misma que lo reviviría, al igual que había hecho con tantos otros.

Los sonidos del basurero, los graznidos de los cuervos, y el susurro del viento entre los desechos quedaron atrás. Ahora, en el silencio de su taller, solo se escuchaba el zumbido de los aparatos y el suave murmullo de Tessa hablando con sus para sí misma mientras trabajaba, una niña que no veía máquinas rotas, sino vidas esperando ser rescatadas.

Tessa trabajaba incansablemente, sus dedos hábiles manipulando herramientas y componentes con una destreza adquirida a lo largo de muchos rescates. El dron frente a ella, con su rostro perforado y sus circuitos dañados, era un desafío considerable, pero Tessa no se dejaba intimidar. Sabía que cada máquina tenía una historia, un potencial oculto esperando ser liberado. Mientras trabajaba, sus pensamientos vagaban hacia los momentos en que había rescatado a otros drones, recordando cada una de sus "operaciones" con cariño y precisión.

Lastima que ese "potencial oculto" no fuera precisamente algo positivo por descubrir, ¿pero que iba a saber ella de eso?

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Cyn y S se encontraban levantando las mesas después de otro banquete que habían dado los Elliot. Estos eventos eran habituales ya que, como dueños de la flamante compañía JcJensen en el Espaaaciooooo, tenían que mantener una imagen impecable ante sus socios y la sociedad en general. La mansión estaba llena de lujo y ostentación, cada detalle diseñado para impresionar a los invitados. Las lámparas de cristal colgaban del techo, iluminando el gran comedor con una luz cálida y resplandeciente, mientras que las paredes estaban adornadas con obras de arte de renombrados artistas.

Desde hacía unas semanas, Cyn y S habían hecho oficial su noviazgo y procuraban cumplir sus labores juntas siempre que podían. Aunque la formalidad y la etiqueta eran la norma durante los eventos, ambas jóvenes aprovechaban cualquier oportunidad para darse pequeñas escapadas. Corrían por los pasillos tomadas de las manos, riendo tontamente como niños pequeños antes de ser atrapadas en sus travesuras. Esas breves escapadas eran su manera de mantener viva la chispa de su relación en medio de las exigencias de sus deberes.

Pero por ahora debían concentrarse en la tarea de limpiar el gran comedor. La sala estaba aún impregnada con los aromas de los exquisitos platillos servidos durante el banquete: carnes asadas, salsas sofisticadas, y postres elaborados que hacían agua la boca. Recogían copas y llenaban bandejas con toda la losa sucia para llevarla a las cocinas, donde los drones de cocina se encargarían de lavarlas y guardarlas. Ambas caminaban con dos enormes bandejas cada una, equilibrando cuidadosamente la delicada cristalería y la fina porcelana.

El camino hacia la cocina era un recorrido bien ensayado. Los pasillos de la mansión estaban adornados con alfombras de terciopelo rojo y paredes decoradas con tapices antiguos. Las lámparas de pared proyectaban sombras danzantes que creaban un ambiente casi mágico. Al llegar a la cocina, dejaron las bandejas sobre una larga mesa de acero inoxidable, donde los drones de cocina ya estaban esperando para iniciar su tarea.

Tan pronto como cumplieron con su deber, Cyn y S intercambiaron una mirada cómplice y salieron corriendo por los pasillos. Sus manos se entrelazaron suavemente mientras se dirigían a la biblioteca. El sonido de sus risas resonaba por los corredores, una melodía alegre que contrastaba con la seriedad del entorno. Pasaron por varias salas, cada una más opulenta que la anterior, hasta llegar a la biblioteca.

Frente a la entrada de la biblioteca, había un enorme espejo, una muestra de la riqueza de la familia propietaria de la mansión. El espejo estaba enmarcado con detalles dorados y tallados intrincadamente, reflejando la luz de las lámparas cercanas. Cyn se detuvo unos segundos frente al espejo para acomodar su cabello, que se había desordenado durante su escapada. Observó su reflejo, asegurándose de que cada mechón estuviera en su lugar.

Fue en ese momento cuando algo extraño sucedió. El ojo izquierdo de Cyn cambió repentinamente a un color amarillo y apareció un símbolo que representaba los ejes x, y, y z, con una extraña forma de flechas: el símbolo del Absolute Solver. S, que estaba a su lado, se quedó helada al ver el cambio en el ojo de su novia.

Antes de que pudieran reaccionar, el espejo estalló repentinamente, lanzando trozos de vidrio al suelo. El sonido del cristal rompiéndose resonó en el pasillo, y pequeños fragmentos brillaron en el aire antes de caer como lluvia. S reaccionó instintivamente, abrazando a Cyn en un intento de protegerla de aquellos filosos proyectiles.

- ¿Qué mierda le pasa a tu ojo? - exclamó S, mirando a su novia con preocupación y confusión. El ojo de Cyn seguía mostrando el símbolo del Absolute Solver, aunque parecía que la joven no estaba consciente de lo que estaba sucediendo.

Cyn llevó su mano a su ojo sin poder dar una respuesta. No tenía la más mínima idea de lo que estaba pasando. El desconcierto y el miedo se reflejaban en su rostro, pero antes de que pudiera decir algo, Tessa, que había visto todo desde la distancia, se acercó a ellas rápidamente. Tessa, la joven genio de la familia, con su cabello oscuro y ojos brillantes, siempre estaba lista para enfrentar cualquier situación.

- Será algún corto circuito en tu visor... - dijo Tessa tras una breve inspección visual. Su tono era calmado pero firme, tratando de no alarmar más a Cyn. El ojo de Cyn había vuelto a la normalidad, aunque mantenía un color amarillo. - Lo revisaré más tarde - añadió, haciendo una nota mental de inspeccionar a fondo el visor de Cyn.

El pasillo quedó en silencio, roto solo por el sonido de los cristales siendo removidos por los drones de limpieza que acudieron rápidamente al lugar. Cyn y S permanecieron allí, con el corazón todavía acelerado por el susto. Tessa observó el espejo roto, pensando en lo que podría haber causado ese extraño suceso. No era normal que un visor fallara de esa manera, y menos aún que un espejo estallara sin razón aparente.

La biblioteca, que había sido su destino original, ahora parecía un lugar seguro donde refugiarse. Cyn y S, todavía tomadas de la mano, entraron en la gran sala llena de libros. La biblioteca era un santuario de conocimiento, con estanterías que llegaban hasta el techo y escaleras de madera para acceder a los volúmenes más altos. La luz suave de las lámparas de lectura creaba un ambiente acogedor y sereno, un contraste con la tensión que acababan de experimentar.

Cyn se sentó en uno de los cómodos sillones de la biblioteca, mientras S se mantenía cerca, todavía preocupada. Tessa se unió a ellas, sacando una pequeña herramienta de su bolsillo. Se acercó a Cyn y examinó su ojo con cuidado, buscando cualquier señal de daño o anomalía. Cyn se quedó quieta, permitiendo que Tessa hiciera su trabajo.

-No veo nada fuera de lo común ahora - dijo Tessa después de unos minutos de inspección. - Pero es mejor que sigamos observando. Si vuelve a ocurrir, necesitaré hacer una revisión más exhaustiva.

Cyn asintió, todavía un poco aturdida por lo que había pasado. S le dio un suave apretón en la mano, tratando de reconfortarla. La biblioteca, con su atmósfera tranquila y sus libros antiguos, ofrecía un momento de paz en medio del caos.

- Tal vez deberíamos descansar un poco - sugirió S, señalando el sofá cercano. Cyn asintió de nuevo, sintiendo el cansancio de la noche y el estrés del reciente incidente. Se recostaron en el sofá, con S abrazando a Cyn protectoramente.

Tessa se quedó en la biblioteca por un momento más, observando a sus amigas. La preocupación en su rostro era evidente, pero sabía que tenían que mantenerse alertas. El fallo era algo completamente nuevo y que por esto mismo no era algo que se tomara a la ligera, y por esto debería mantenerse aleta cualquier otro síntoma que Cyn llegara a presentar.

Mientras Cyn y S descansaban, Tessa comenzó a buscar en los libros de la biblioteca, buscando cualquier información que pudiera ayudar a entender lo que había sucedido. Pasó sus dedos por los lomos de los libros, leyendo los títulos en voz baja. La biblioteca estaba llena de conocimiento, y Tessa estaba decidida a encontrar respuestas.

El sonido de las páginas pasando era el único ruido en la habitación, un susurro suave que llenaba el aire. Tessa finalmente encontró un libro que parecía prometedor y se sentó en una mesa cercana para leer. Mientras lo hacía, no podía evitar lanzar miradas preocupadas a Cyn y S, preguntándose qué más les depararía el futuro.

La noche avanzaba, y la mansión Elliot seguía en silencio, excepto por los sonidos ocasionales de los drones de limpieza y el crujir de la madera antigua. La biblioteca, con su ambiente tranquilo y sus luces cálidas, seguía siendo un refugio seguro para las tres amigas, mientras intentaban encontrar una solución a los misterios que las rodeaban.

Recuerden que Cyn es la primera portadora del Solver así que Tessa no sabe de que demonios se trata.

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