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Veintinueve

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— ¡JiAh! — llamó JungKook desde arriba de las escaleras cuando ella cruzaba la puerta que daba hacia la discoteca. Bajó rápidamente para alcanzarla y al llegar a donde la gente se movía acorde a la música la perdió de vista.

Miró alrededor y no pudo verla, hasta que la vio salir por la salida de emergencia, inmediatamente la siguió, y a paso de trote llegó hasta la misma puerta. Salió viéndola con el teléfono en la oreja y le tomó el brazo para darle la vuelta.

— Esta bien. — murmuró a través de la línea antes de colgar y guardar el aparato.— ¿Qué mierdas quieres? Te dije que me dejaras sola. — volvió a soltarse del agarre y JungKook echó su cabello hacia atrás antes de tomarla de los brazos.

— JiAh escúchame... no pasó ni pasa nada con YoungJin, ella llegó sorprendiéndome de camino al camerino cuando iba a cambiarme para la presentación.

— Perfecto. ¿No vas retrasado? — aceptó sin darle importancia y se removió para soltarse, pero él simplemente le tomó de las mejillas.

— Quiero aclararte lo que viste, no es lo que piensas JiAh...

— ¿No le estabas comiendo la boca a esa mujer? Por dios ya basta JungKook. — dijo fastidiada mientras negaba con su cabeza.— ¿Después de lo que me contaste, crees que no te creo capaz de mentirme? — preguntó con ironía para tomar sus manos y quitarlas de su rostro.— Eres capaz. Y me gusta la lealtad... no quiero ni me gustan las mentiras, JungKook.

— Pero no te mentí. — se excusó con tono desesperado.— habíamos quedado en lealtad en lo sexual, ella y yo no hemos follado y...

— Pero no es la primera vez que pasa esto ¿no? — preguntó y él enmudeció por unos segundos. Allí ella se volvió seria nuevamente.— Estás aquí explicándome y excusándote porque te descubrí en la mentira... habíamos quedado en algo JungKook y...

— ¡Estoy desesperado ¿Sí?! — exclamó en el mismo tono. Ella le miró todo el rostro sin entender.— Suni está cada vez peor... tiene una semana sin querer tomar sus medicinas y despierta en las madrugadas con mareos y náuseas... ¡y no puedo verla así, JiAh! — resopló.— YoungJin se ofreció a costearle todo lo del hospital pero ella sigue negándose... y no quiero perderla... en verdad no quiero JiAh. — dijo con su voz un poco temblorosa, por lo que a ella le afectó un poco.

— JungKook... no debes mentirte más. — le aconsejó con suavidad recordando las palabras de SunJi con respecto a que algunos tenían la esperanza de que viviera.

— Está muy joven. — añadió y JiAh asintió.

JiAh entendía lo que sucedía, y estaba clara en lo que tenía con JungKook, el problema es que ella también era egoísta... y no podía soportar tener una aventura con él sabiendo lo que era capaz de hacer en momentos de desesperación.

Lo entendía, pero no podía lidiar con ello.

— En verdad lo siento, JungKook... SunJi es una gran chica y... es lamentable que tenga que pasar por eso. — murmuró. Su teléfono sonó en un mensaje y lo vio.— Ya me voy... — lo miró de pies a cabeza y él esperó por sus palabras. Aunque tenía miedo de estas.— haz lo que quieras y puedas si estás desesperado, pero no sigamos con esto ¿bien?  — se dio la vuelta y él volvió a detenerla con el agarre en su brazo.

— JiAh... — la miró a los ojos que ya no estaban brillantes sino apagados.

Otro par de ojos que veía apagados. Y no lo soportaba.

— Ya, simplemente olvídalo... yo también lo haré. — se soltó del agarre y caminó fuera del callejón.

Él caminó para intentar detenerla nuevamente pero la vio subir a un Porsche de color negro que se detuvo frente a su cuerpo, hasta que desapareció del sitio.

——— •⚜• ———

Al entrar a su apartamento JiAh le dio paso al chico, ese que con gusto fue buscarla y a llevarla a su casa. Jimin era muy lindo a pesar de todo.

— Me dirás entonces... — ella volteó viéndolo confundida y él sonrió, una sonrisas de esas que te hacen imitarla a pesar de la mala situación.— el qué hacías en esa discoteca sola. — soltó una risita al final y JiAh simplemente sonrió sin ganas.

— He tenido una semana pesada y pensé que ir a bailar me sentaría bien. — se encogió de hombros.

— ¿Y por qué no fue así? Bailar es una de las mejores cosas que existe en este universo. — dijo con tanto amor hacia su carrera.

— Posiblemente, sí... creo que simplemente no era el lugar. — le restó importancia con un gesto de su mano y caminó a la cocina.

Sintió los pasos de Jimin detrás suyo y ella abrió el refrigerador para sacar una de las latas de cerveza. Al destaparla se tomó un trago largo y Jimin la vio con una sonrisa amplia y burlona.

— Oye JiAh ¿en verdad estás bien? — preguntó con tono burlón y ella asintió sonriendo.

Ya perdió la cuenta de cuantas veces sonrió de forma falsa el día de hoy.

— Sí, sólo estoy cansada. — se tomó luego el último trago y tiró la lata a la basura para irse al sofá.— si quieres algo de tomar sabes que estás en tu casa.

Él soltó una risita con lo irónico.

— No quiero tomar nada, pero gracias JiAh. — dijo caminando también hacia el sofá. Se sentó a un lado de ella y de inmediato JiAh subió sus piernas para colocarlas sobre los muslos trabajados del chico.

— Estoy cansada, ChimChim... — murmuró soltando la respiración en un suspiro y vio la sonrisa burlona del chico. Aunque sus manos no bromeaban cuando empezó a acariciarle los pies.

Él le quitó los tacones y JiAh vio el cielo con el placer que por eso sentía. Esos tacones en verdad la estaban matando y no se había percatado por el amargo momento.

— Estás muy tensa, JiAh... es raro en ti. — murmuró con su voz más ronca.

— Te dije que había sido una semana dura. — murmuró en respuesta para relamer sus labios con la suavidad de sus manos haciéndole un masaje delicioso.

Esperó a que Jimin levantara la mirada a sus ojos para demostrarle lo que de pronto le llegó a la mente. Él lo captó de inmediato y no se sorprendió cuando ella se incorporó para subirse sobre su regazo. Entonces se unieron en un beso apasionado que tanto les hacía falta.

— JiAh... — susurró en los labios de ella mientras le acariciaba los muslos hasta subir a su trasero.

— Hagamos esto ¿si?... Sé que lo quieres tanto como yo. — susurró con sus narices juntas y volvió a besarlo con furor.

Necesitaba despejar su mente, y sabía que Jimin podía hacer que eso sucediera. Él pareció aceptar casi de inmediato por como abrazó su cintura con deseo. Ella por su parte tomó la iniciativa y su vestido delgado lo subió para quitarlo por su cabeza, dejándose ver sin brasier y sólo en sus pantis color blanco de encaje. Jimin la vio aún más deseoso y sabía que no podía perder la oportunidad de follar otra vez con ella, la extrañaba y extrañaba sentir su cuerpo.

La miró a los ojos con una mirada cazadora y ella le tomó de las mejillas para morderle el labio inferior antes de besarlo otra vez.

— Quiero sentirte... — susurró en la boca del chico en un jadeo más que deseoso.

— Te deseo tanto JiAh... no sabes cuánto extrañaba sentir tu piel. — susurró acariciando con su dedo el pezón erecto de ella.

— Vamos a mi habitación... — comentó con una sonrisa y su nariz rozando con la de él.

Casi de inmediato él se levantó con ella en sus brazos y la condujo hacia la habitación, donde su cama los esperaba para ser su cómplice en los actos continuos.

Jimin empezó a desabrochar su camisa mientras se besaban, recibiendo la ayuda de JiAh cuando la quitó por sus hombros. Juntaron sus lenguas en una danza húmeda y apasionada mientras JiAh con sus manos aprovechaba de acariciar la espalda de su mejor amigo; una espalda que sentía más ejercitada que antes y eso le gustaba.

Mm~ estás haciendo ejercicio ¿verdad? — murmuró con su voz coqueta y llevó su índice a su labio inferior para acariciarlo, recibiendo de él una sonrisa juguetona. Siempre le habían encantado los labios de su mejor amigo, incluso cuando estos mismos le besaban allí abajo.

Allí abajo a donde estaba yendo entre besos cortos por todo su cuerpo. Ella sonrió con el placer que eso le causaba y soltó un gemido cuando llegó a su intimidad besando por encima de la tela antes de quitarla. Su lengua recorrió de arriba a abajo en su hendidura antes de concentrarse en ese punto de placer que la hacía removerse con desespero.

Y por ese momento se olvidó de todo lo amargo que había vivido en esa noche.

Cuando Jimin subió en otro recorrido por su cuerpo llegando a sus labios continuó besandolos de forma húmeda y deseosa antes de levantarse y empezar a quitar su pantalón y su bóxer. Allí se inclinó hacia la mesa de noche recordando que allí estaban los preservativos, tomó uno y forró su miembro con el látex antes de acercarse a ella y besarla con más salvajismo mientras tanteaba su entrada con la punta de su miembro.

Oh~ Dios... — susurró en sus labios mientras soltaba un gemido por la intromisión.

Ah~ extrañaba sentirte preciosa. — susurró en sus labios de igual forma para empezar a moverse con constancia y algo de rapidez.

— Siempre has sido genial en esto, Jimin... nunca me cansaré de decírtelo. — ambos sonrieron y él siguió moviéndose antes de sostenerse con una mano y bajar la otra al clítoris hinchado de ella, lo masajeó suavemente mientras se movía en su interior y eso pareció encantarle por la manera en que se movía desesperada.

Así estuvieron unos cuantos minutos mientras ella con sus ojos cerrados disfrutaba de todo lo que el chico le estaba haciendo. Se sentía delicioso.

A su mente llegó el recuerdo de JungKook jugando de la misma manera con ella mientras usaba el dildo... luego las veces en que ella le hizo colocarse el collar, las veces en que con las esposas y un antifaz le hizo correrse en su boca... además de todas las veces en que él la hizo correrse con la suya.

¿Por qué lo recordaba ahora? Eso no debía ser... debía disfrutar del momento.

Por esa misma razón detuvo al chico y este la vio confundido. JiAh lo dejó sobre la cama boca arriba y se sentó a horcajadas de su regazo, tomó su miembro nuevamente y lo introdujo en su interior para empezar a dar saltos sobre él; quien llevó las manos a sus caderas y la ayudó a moverse más rápido.

Ambos empezaron a soltar gemidos más fuertes y fue cuestión de segundos para que se corrieran al mismo tiempo.

Pero ambos ignoraban algo: JiAh se corrió pensando en JungKook, mientras Jimin se corrió pensando en ella.

La mujer que no quería salir de su cabeza después de varios meses... la mujer de la cual confirmó se había enamorado.

Sí, había cometido un error. Se había enamorado de su mejor amiga cuando sabía que esta no le correspondía.

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