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Uno

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Una tras otra las penetraciones se hacían sentir en el cuerpo de la fémina que con sus ojos cerrados respondía con gemidos bajos en el oído del causante, quien era nada ni nada menos que su mejor amigo. Para ella el sexo con Park Jimin era demasiado bueno, y no podría decir menos cuando el chico aplicaba sus movimientos de baile para hacer del momento más excitante.

Jimin era bailarín, uno muy conocido en todo Seúl, sus habilidades en la danza contemporánea y baile callejero le daba una dualidad increíble a la hora de bailar en público y en privado. En pocas palabras era el bailarín contratado típicamente para eventos como bodas, cumpleaños y eventos públicos tanto en shows de clase cultural como en programas sobre competencias de baile, era la pareja de baile segura para ganar cualquier premio; y obviamente que él aprovechaba eso y recibía sus buenas recompensas.

Hoy Jimin había venido supuestamente para que ella le ayudara con la firma de un contrato que él haría con una empresa de entretenimiento, pidiendo que por favor le ayudara con sus habilidades en la ley, su licenciatura como abogada le ayudaría un montón. Pero obviamente todos los papeles quedaron en la mesa de centro de la sala cuando tras una palabra y luego otra, seguido de la mano traviesa del chico en su rodilla, que subía suavemente hasta pasar debajo de la falda de su traje.

— Me voy a correr… — susurro ella en el oído del chico mientras este volvía más fuertes sus estocadas.

Poco a poco los segundos se fueron en gemidos y palabras sucias por partes de ambos, donde luego un orgasmo fuerte abarcó lugar en ambos cuerpos hasta que cayeron cansados sobre la acolchada cama.

JiAh se sentó sobre la cama y se levantó para ir al baño antes de que Jimin le pidiera más.

— ¿A dónde vas? — preguntó Jimin sin recibir contestación.

Ella entró al baño y abrió la ducha para recoger su cabello en un moño y luego entrar a bañarse. Cabe decir que pocos minutos pasaron cuando sintió unas manos recorrer su cuerpo, pero no quería más, se sentía de pronto cansada, aunque no el típico cansancio físico que siempre quedaba luego de una buena ronda de sexo con Jimin. Era un cansancio distinto.

Al girarse se sintió mal con ese chico que siempre estaba para cubrir sus necesidades íntimas. ¿Por qué se sentía mal? Pues porque a pesar de que tuvo su orgasmo no se sintió satisfecha.

Ella no culpaba a Jimin, el chico era sensacional, pero siempre era la misma rutina: coqueteos, besos, toques y a la cama o a cualquier sitio cercano y cómodo para tener sexo.

Quitó las manos del chico y se giró para verlo.

— Jimin no... ya no quiero. — le dijo haciendo que este frunciera el ceño.

— ¿Seo JiAh no quiere más sexo? — preguntó burlón pero con coqueteo— necesitamos llevarte al médico porque eso no es normal. — murmuró cerca de la boca de ella mientras su dedo jugó con la barbilla.

Se separó y se dio la vuelta... ¿Cómo le explicaba que no era que no tuviera ganas? ¿Qué sólo quiere probar más cosas que simple sexo en una cama aburrida?

Ella era una abogada recatada, todos la veían con algo de miedo porque era la típica abogada que acuchillaba a todos en el juzgado. Era una fiera.

— Pues a veces llega el momento ¿no? — dijo por lo bajo mientras esparcía el jabón por su cuerpo.

— Supongo. — dijo tranquilamente y no le dio más vueltas.

Al terminar de ducharse salieron y ambos se vistieron.

— Te enviaré mi opinión respecto al contrato luego de leerlo. — dijo ella colocándose unos aretes acorde con su maquillaje.

— Muy bien preciosa. — se acercó a ella y le tomó la cintura para besarle la mejilla— me voy porque quedé con Leah para ir a un evento que harán sus padres esta noche.

Mm~ bueno... entonces espera mi mensaje con la respuesta y luego pasas por los documentos mañana. — él asintió y buscó su teléfono que estaba sonando en una llamada.

JiAh colocó sus pulseras y lo vio mientras contestaba el teléfono.

— Sí, ya voy... estaba resolviendo lo del contrato. — pronunció suave y luego parecía oír al otro lado de la línea— Sí, en quince minutos llego... lo sé, sé que a tus padres no les gusta la tardanza. — cruzó mirada con JiAh y rodó los ojos. Ella sonrió mientras negaba con la cabeza— Bueno, entonces en quince minutos te veo. — pronunció suave y escuchó otra vez— Sí, si... yo también te amo nena.

JiAh quería reír por la falsedad del chico quien era su mejor amigo desde que estaban en primer año de preparatoria. Sí, Jimin tenía una novia desde hace dos años, pero él muy hijo de su madre era un mujeriego con todas las letras en mayúsculas. Leah le había perdonado muchos cuernos, pero aún no sabía que su novio se follaba a su mejor amiga quien también es su abogada.

Pero JiAh no era cercana con ella, JiAh era más social y abierta a todo tipo de experiencias, pero eso era algo que odiaba Leah, ella era la típica niña buena que criaron de iglesia en iglesia, esas niñas retraídas que creen que el amor verdadero existe y que la Infidelidad de sus esposos sólo son tentaciones del cuerpo que no reflejan su estabilidad en la relación.

En pocas palabras Leah era una pendeja y JiAh no se iba a sentir mal por ella cuando esta no veía que su novio le pone los cuernos hasta por las orejas.

— Bueno me voy. — dijo algo apresurado mirando la hora— nos vemos mañana. — se acercó besando sus labios de forma sensual y mordió su labio inferior haciéndola gemir— Ah~ JiAh no hagas esos sonidos que me la paras de nuevo. — soltó en un gruñido y ella rio negando.

Jimin se fue y JiAh sólo podía sonreír negando con los recuerdos.

Para que se hagan una idea de lo pendeja que era Leah, un día estaban en una reunión en la casa de sus padres; por lo cual JiAh fue por cortesía al ayudar a los señores Song en una demanda. Ese día en la mesa ella le masajeó el miembro al chico con su pie debajo de la mesa, para después disculparse e ir al baño donde rato después el chico llegó para darle una buena follada contra el mármol.

Leah era una estúpida realmente.

Su teléfono empezó a sonar y ella lo llevó a su oreja.

JiAh, en una hora es el juicio ¿ya vienes en camino? — preguntó el fiscal al otro lado de la línea.

— Sí, en cinco minutos estoy allí. — colgó recordando la cita que tenía en el juzgado en apoyo al fiscal con un caso difícil de corrupción.

Por su parte, siendo una tremenda abogada ella había acumulado un dinero que invirtió en la bolsa, y ahora, podía decir que no le falta. Podía sobrevivir sola y cada gran cantidad que reunía la invertía... sí, hasta una revista la nombró una de las mujeres más ricas del país.

Teniendo tanto dinero y aún no estar satisfecha. ¡que ironía!

Relamió sus labios observando una pequeña puerta que tiene su closet, la abrió un momento y observó su interior.

Una abogada recatada por fuera, con una fiera encerrada en su interior... algún día saldría, tenía que dejarla salir para explorar el mundo... pero aún no era el momento.

Cerró la puerta y le puso llave antes de salir de la habitación. Tenía que poner a comer tierra a esos gusanos corruptos.

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