Treinta y cinco
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Su padre caminó hacia ella y le extendió el papel con una suave sonrisa. JiAh había ido al hospital para hacerse unos chequeos de rutina y así asegurarse de que todo estuviera bien con su cuerpo. Ella tomó el papel que le había pedido leer para que le explicara y lo leyó con la vista mientras escuchaba su voz nuevamente.
— No me habías contado que tenías novio. — comentó con una sonrisa mientras ella leía cada parte del papel.
— No lo tengo. — contestó algo seria, y es que estaba muy nerviosa como para pensar en reír ahora mismo.
— Oh... bueno, supongo que hay tiempo para eso ¿no? — la miró de reojo y vio en ella algo cambiado, no sabría decir si era algo en su personalidad o algún cambio físico que por su edad avanzada él no había notado.
— Así es. — contestó luego de suspirar tranquila.
Gracias a Dios que pudo quitarse esa incertidumbre.
— ¿Entonces... ah... sé que es incómodo para ti y...
— Papá, sé que quieres saber porqué me hice una prueba de embarazo. — respondió suave luego de estar libre de pensamientos intrigantes al leer el "negativo" en el papel.
— ¿Me dirás? — preguntó con cuidado de no ser regañado y ella cerró los ojos volviendo a suspirar, pero es que nadie sabía lo reconfortante que es ver algo que esperabas ver. Y es que lo único que le faltaba era que se hubiese embarazado por estúpida también.
— Sólo que me terminé las anticonceptivas y había tenido relaciones con... — miró el rostro de su padre y prosiguió, lo bueno de hablar con él es que siempre les instruyó a SunMi y a ella los métodos de protección en el sexo.— con un chico con el cual salía y no funcionó... sólo estaba nerviosa cuando no me bajó en la fecha.
— Bien... — asintió fingiendo que estaba bien con ello.— ¿pero te saltaste alguna píldora? — ella negó.— Sabes que así no funciona esto, JiAh... — le recordó con una suave sonrisa.
— Lo sé, pero es que tenía miedo, papá... — se excusó, rompió el papel de los resultados y los tiró a la basura.
— ¿Pero usó condón, no? — JiAh asintió y ya se le hacia raro hablar de eso con su padre.— ¿Y entonces cómo pretendías que podías haberte embarazado? — rio suavemente con ganas y JiAh cruzó sus brazos.
— Ya, bueno... — sonrió rodando los ojos por las risas de su padre.— ¿Entonces por qué no me ha llegado mi periodo? — este borró la risa y se dedicó a hablarle calmado nuevamente.
— Quizás has estado pasando por momentos de ansiedad, nervios... o algún miedo... ¿Has estado estresada últimamente? — JiAh suspiró y asintió.
— Sí, tengo un caso delicado y fuerte que implica al principal hospital de Seúl y a su director.
Sí, claro, JiAh... échale la culpa al caso pero nunca a ti misma. Por ponerte caprichosa con un hombre ejercitado, espalda ancha y hermoso rostro, con tatuajes que lo hacían ver sexy y... ay sí, estas jodida, mujer.
— Creo que llegué a oír la noticia de otros doctores en una reunión. — comentó sirviendo un poco de café en su taza especial, esa que su esposa le regaló en su aniversario veinticinco.
— Está complicado, pero tengo todas las evidencias que demuestran que puedo ganarlo. — añadió cruzando sus brazos.
— Eres una excelente abogada, tu y tú hermana lo son. — aduló y ella le sonrió para acercarse y abrazarlo suavemente.
— Gracias, papá. — susurró con la mejilla pegada a su pecho.
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Uno, dos y tres... permanecía contando mentalmente el pelinegro mientras hacía flexiones en el gimnasio, habían muchas personas hoy jueves en la mañana. Terminó de hacer las dos series de cincuenta y se levantó, tomó la toalla y se limpió un poco la frente para después caminar hacia las máquinas, tomó un poco de agua y se sentó en una de ellas para trabajar sus piernas ahora.
Cuando había hecho la primera serie, una presencia a su lado le dijo que nuevamente venía a fastidiarlo.
— Vamos, JungKook, tu puedes. — animó con falsa voz de entrenador y él empezó a reír deteniendo su rutina.
— SoHee... basta de hacer eso. — pidió con una queja y ésta se empezó a reír mientras se ponía frente a él.
— Vine a molestarte un rato. — con sus dedos jugó con el metal de la máquina de pesas y lo miró nuevamente.— Estás aquí desde muy temprano y supe que tenía que venir a hacerte reír.
— Eso no se hace, me interrumpiste. — cerró sus ojos y recostó su cabeza en el espaldar de la silla.
— ¿Cómo está Suni? — preguntó cambiando el tema.
— Peor... — murmuró en respuesta volviendo a hacer el ejercicio.
— ¿Sigue teniendo vómitos? — él asintió y ésta suspiró desganada. Le daba mucho pesar que Suni sufriera tanto, y más el hecho de que quienes estaban a su lado también sufrían.
— ¿Sabes? Ayer le regalé una medallita en un collar y... por primera vez en mucho tiempo la vi sonreír con ganas. — sonrió un poco recordando el momento de ayer y SoHee la imitó.
— Me alegra muchísimo que disfrute un poco de estos días tan duros que le han tocado. — murmuró viendo el piso cuando notó el semblante de JungKook cambiar a uno entristecido mientras detenía el ejercicio nuevamente.
— Ah~ Sí. — suspiró.
— Ánimo, JungKook... que si tu no te muestras bien ante ella, se sentirá peor. — aconsejó y JungKook con su semblante aún entristecido le hizo una pequeña sonrisa.
— Eso intento, SoHee... eso intento. — susurró lo último.
SoHee se quedó mirándolo con el mismo pesar y JungKook simplemente se quedó pensativo por unos segundos hasta que continuó con sus ejercicios de forma más rústica. Quería ahogar esos pensamientos negativos en sus rutinas.
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Suni tosió un poco y sintió un pequeño dolor en su pecho, quiso pararse y en ese momento llegó JungSeok para ayudarla.
— ¿Quieres ir al baño, Suni? — este le preguntó y ella negó para respirar más tranquila mientras cerraba los ojos.
— No, yo... quiero que me haga un favor, señor Jeon. — susurró mirándolo con algo de impaciencia y cansancio. El mayor asintió y ella tragó fuerte.— JungKook me habló de un doctor ayer, él...
— Sí, el doctor Seo, el padre de la abogada Seo. — asintió y Suni también lo hizo con debilidad.
— Quiero que lo llame, y... le pregunte si puede venir o... o si nosotros podemos ir hoy. — susurró nuevamente y el mayor frunció el ceño.
— ¿Hoy? — preguntó confundido y ella asintió lentamente.— No quieres decirle a JungKook ¿verdad? — ella sonrió levemente y asintió.
— Lo he notado más preocupado que antes y lo entiendo... pero no me gusta verlo así. — el mayor asintió con una sonrisita y ella continuó.— además... quiero que tenga algo de tiempo para él, debe estar en el gimnasio y seguramente viene antes de la noche para irse de nuevo. Tal ves el doctor Seo pueda venir.
— Está bien, Suni, lo llamaré. — susurró con una sonrisita y se levantó para ir a llamar al número en la tarjeta que la abogada le había dado a JungKook.
Luego de hablar con él, confirmó su ida más que de inmediato al saber de quien se trataba, y por esa parte JungSeok se sintió muy agradecido, pues esa familia se había portado muy bien con ellos.
Las horas restantes hasta después de almuerzo transcurrieron con más rapidez de lo normal, de pronto ya JungSeok se encontraba abriendo la puerta del apartamento para ver a un señor bien vestido y con unas gafas mientras traía un maletin colgado de su hombro. Daba la pinta de ser un señor con muy buena posición social y económica.
— Buenas tardes, soy el doctor Seo SeoJung — hizo una corta reverencia y JungSeok la imitó.
— Gracias por venir doctor, soy Jeon JungSeok, el tutor de SunJi. — se presentó y luego cerró la puerta al dejarlo pasar.— disculpe que le haya hecho venir hasta aquí pero comprenderá la situación... — se vio interrumpido al ver la palma del doctor y su sonrisa cálida, igual a la de su hija.
— No se preocupe señor Jeon, comprendo muy bien que Suni debe estar en casa y no hacer el mayor esfuerzo cuando yo puedo venir. — comentó para ver la sonrisa más que agradecida de JungSeok.
— Bien, pase por aquí. — le indicó y el doctor asintió siguiéndole.
Ambos entraron a la habitación de Suni y ella les sonrió con suavidad.
— Hola SunJi. — murmuró el doctor mientras se acercaba a ella para sentarse en la silla que habían puesto para él al lado de la cama.
— Hola doctor Seo, es un placer conocerlo.
— Igualmente para mi, es un placer conocerte. — murmuró con suavidad.
— Pueden hablar tranquilamente, iré afuera... si necesitan algo pueden decirme. — ambos lo miraron y asintieron de acuerdo.
Cuando el señor Jeon salió, el doctor miró a SunJi y le sonrió. Sentía tanta impotencia al ver que un alma tan joven en una chica tan hermosa se estuviera yendo poco a poco.
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