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Trece

——— •⚜• ———

Ella observó la sonrisa traviesa del hombre frente a ella y miró sus labios cuando este mordió el inferior.

— ¿Mañana? — JiAh asintió con su mirada traviesa.— ¿Por qué no vamos ya mismo y me lo demuestras? — con sus dedos le acarició el cuello y miró esos labios provocativos relamerse en deseo.

— Cariño... — ella llevó su mano a la barbilla de él y amplió su sonrisa.— sé que estás ansioso por follarme de nuevo, pero estoy aquí con SunMi y...

— ¿Y? Aquí no se va a perder y estoy seguro de que no te necesitará. — llevó la mano a la nuca de la chica y la apretó algo fuerte.— y tú también estás ansiosa por tenerme dentro de ti, deja de dejarte a un lado que ambos sabemos que eres una zorrita en celo.

Soltó su nuca y se volteó hacia la mesa para tomar otro trago de su vaso. JiAh lo miró unos segundos mientras masajeaba suave su nuca; ese agarre había sido algo fuerte pero le gustó en parte. Lo vio voltearse hacia ella nuevamente y luego le extendió el vaso.

— Toma un trago conmigo. — la fémina sonrió de lado y caminó hacia él cuando se recostó de la mesa. Muy cerca hasta estar entre sus piernas musculosas, él le tomó de su espalda baja y la mantuvo allí hasta que la mujer le quitó el vaso de las manos y se tomó todo el trago del fuerte licor; el cual era Ron como ella lo imaginaba. Al tragar el líquido dejó el vaso sobre la mesa a un lado de ellos y se miraron a los ojos fijamente, un par de segundos y ya estaban besando los labios del otro con deseo, él le acarició con suavidad la espalda mientras movía la tela del vestido a causa de ello. Al separarse volvieron a mirarse fijamente.— ¿Me mostrarás? — preguntó con tono coqueto y ella le devolvió la sonrisa seductora para posar sus manos en ese pecho fuerte descubierto sólo un poco por la camisa negra de botones.

JiAh se acercó a su cuello y dejó besos húmedos por todo este mientras sentía las manos de él apretar sus glúteos, él tenía sus ojos cerrados mientras disfrutaba de esos labios. Al terminar de humedecer su piel, ella se separó rozando sus labios y narices.

— Vamos. — susurró en los labios del chico y este se acercó un poco más para morderle el labio inferior con suavidad.

JiAh se separó un poco y tomó su mano para tirar de él y levantarlo de la mesa con lentitud. Entre sonrisas coquetas caminaron hacia la puerta y salieron del camerino pasando por todo el club hasta encontrar a SunMi junto a Kahi y a un chico vestido de marinero que le bailaba sensualmente a su hermana; esta última embobada mirándolo como si de una paleta se tratase. Él hombre era guapísimo sin duda.

Mister J posó sus manos en el respaldo del sofá y se inclinó hacia el oído de Kahi, JiAh pudo notar que le estaba avisando que se iba; por lo que Kahi asintió con su sonrisa ladina hacia ambos. No fue necesario avisarle a SunMi, pues ella estaba muy perdida en el bailarín frente a ella y seguramente Kahi le diría.

Salieron bajando las escaleras y a mitad de estas él la detuvo y la recostó en una pared. Empezó a besar su cuello mientras que la fémina más que encantada le soltaba gemidos bajitos en el oído para luego sentir su aliento sobre su boca.

— Listo, quería hacer eso. — Sonrió con cinismo y ella lo vio mal por haberla excitado sin terminar su trabajo.— Sigamos, que muero por saber qué es lo que quiere mi pervertida y sucia cliente. — su mano presionó la de ella y continuó bajando las escaleras.

Ella sin evitarlo soltó una risita mientras seguía tirando de su agarre. La estaba llevando por toda la discoteca que estaba debajo del club, pasando por entre la multitud salieron por una puerta de salida de emergencia que les dio paso a un callejón cerrado, allí JiAh vio algo que la sorprendió.

Mister J sacó unas llaves de su bolsillo y subió a esa preciosa nave, miró a la fémina esperando por ella pero inmediatamente vio su rostro en negación.

— No, ni pensarlo... no subiré a esa cosa. — siguió negando cuando Mister J empezó a extenderle un casco.

— ¡Ay por dios! No te pongas exquisita ahora ¿si? — dijo ya un poco frustrado.— Sólo sube. — ella volvió a negar y él rodó los ojos.— ¿Prefieres irte caminando? Porque no tengo problemas con ello. — esclareció y ella simplemente lo miró algo atemorizada, pero no le diría, no quería mostrar una debilidad ante él.

— Es que no subiré a esa cosa en vestido. — se excusó y él soltó una queja en gruñido mientras miraba al cielo.

— Te dan miedo las motos, no lo niegues. — ella lo miró fijamente y movió su mandíbula inconforme.

— No es eso, estoy usando vestido y no puedo... — él siseó para callarla y empezó a ponerse su casco.

— Sí quieres quédate. — pronunció serio y encendió la moto, la miró nuevamente y no vio en ella un atisbo de aceptar. Empezó a manejar y se detuvo luego para mirar hacia atrás y verla allí mismo donde la había dejado.— JiAh sólo ven y sube, no te va a pasar nada. — exclamó hacia la pálida chica en ese vestido rojo de seda que remarcaba sus atributos.

Ella se acercó dudosa y volvió a ponerse a un lado de él, este la miró y vio sus ojos brillosos. Tenía miedo, la sexy abogada no era tan valiente como demostraba ser. Le extendió el casco nuevamente y ella lo tomó con delicadeza mientras él le observó esas manos bien arregladas con anillos y una hermosa manicura. Se puso el casco y luego se sostuvo del hombro de él para subir detrás de su cuerpo.

— No vayas tan rápido, por favor. — le murmuró cerca de su rostro cubierto por el casco, él sintió un leve temblor en esa hermosa voz y buscó sus manos con las de él mientras mantenía la moto firme con sus piernas. Colocó esas suaves y delicadas manos en su abdomen y volteó a verla.

— Sostente de mi y no te sueltes ¿bien? — ella asintió y él volvió a tomar el control de la moto. La sintió apretar su cintura y sonrió de lado.

¿Y si le daba un sustito, uno muy pequeño?

No... estaba muy asustada, mejor le daba su confianza para que así ella pudiera darle lo que él quería.

Empezó su trayecto suavemente y cuando llegó a la carretera principal volvió a sentir como ella lo apretaba fuerte. Así fue todo el trayecto hasta su edificio, y al aparcar en el estacionamiento la ayudó a bajarse de la moto.

— Eso fue interesante. — murmuró viéndola quitarse el casco luego de que él se quitara el suyo.— tendré que sacarte a pasear más seguido si me vas a abrazar de esa manera. — susurró acercándose a ella, pero esta pasó a un lado de él para dejar el casco sobre el asiento de la moto.

— Ni lo pienses, no volveré a subir allí. — apuntó la moto y él sonrió de lado.

Shh~ — colocó su índice en esos labios parlanchines y sonrió victorioso.— Tu vas a volver a subir a esa moto, ya verás... — se acercó y besó su mandíbula.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro? — preguntó seria y él siguió sonriendo con burla y coqueteo mezclados.

— Porque estás tan loquita por mi que harás lo que yo te diga. — mordió su cuello con suavidad y ella suspiró encantada mientras cerraba los ojos.— subamos ya... quizás te de un regalito por ser tan obediente conmigo. — susurró en su oído y ella suspiró nuevamente.

JiAh se separó y lo miró con sus ojos llenos de seducción, tomó su mano con delicadeza y tiro de su agarre hasta llegar al ascensor. Al subir y llegar al piso ocho; donde vivía la chica, caminaron hasta la puerta de entrada y al pasar al apartamento supieron que por fin estaban en un lugar privado, donde podían hacer lo que quisieran sin ser interrumpidos por terceros.

Inmediatamente la chica caminó hacia él con ojos deseosos, colocó sus manos en ese pecho fuerte con la intención de desabrochar esa camisa que le quedaba ajustada, pero él con una sonrisa en sus labios le tomó de las muñecas y quitó las muy suaves manos de su pecho, acarició con sus pulgares las palmas de ella y le encantó sentir la suavidad de estas, ¿Cómo se sentiría de verdad si lo estuviese acariciando con ellas mientras se lo hace de una forma ruda?

— No preciosa... no te distraigas. — alargó con voz coqueta y ella suspiró frustrada.— me mostrarás qué es lo que quieres y quizás después te de un regalito. — sonrió burlón al verla respirar un poco acelerado por el desespero. Esa pequeña diablilla nuevamente estaba muy excitada, le parecía algo gracioso verla de esa forma pero le encantaba jugar con sus emociones. Demostrar que no era la mujer ruda que quería que todos creyeran.

Todos lo creían menos él, porque sabía que él tenía el poder de dejarla como una sumisa ante su presencia.

— Bien. Sígueme. — espetó con seriedad y empezó a caminar hacia su habitación. Él la siguió con una sonrisa burlona, pero aún así sólo le miraba el trasero en movimiento con sus pasos sensuales. Ella tenía un caminar tan seductor que no dudaba que los hombres la veían con fijación deseando tenerla, pero ella era tan exigente que seguro ni les prestaba atención.

Al entrar allí ella caminó hasta el closet inmenso que parecía una habitación más de esa casa. Él la siguió mientras observaba cada prenda de vestir que ella poseía; las cuales desearía vérselas puestas, modelando frente a él mientras lo seduce con su mirada. Siguió así hasta que se detuvo frente a una puerta que tenía en medio del closet. Él se quedó detrás de ella y cruzó sus brazos, JiAh volteó viéndolo seriamente para volver su mirada al frente, buscó la llave escondida en una parte de arriba del closet y la introdujo en la pequeña cerradura.

Al abrir la puerta JungKook observó todo con detenimiento, era una especie de closet pequeño pero con otras cosas además de prendas. Allí había varios tipos de utilería y prendas para la práctica de BDSM, no había algo que le sorprendiera la verdad. Vio varios vibradores de diferentes modelos, tres tipos de esposas, otros tres tipos de fustas, un látigo de tiras, un collar de cuero, unas vendas de diferentes modelos y colores, además de unos frascos que seguramente eran aceites o lubricantes.

Él caminó hasta estar al lado de ella y aún con sus brazos cruzados la miró y le sonrió de lado.

— Quién diría que la abogada sexy era una sucia pervertida que le encanta la práctica BDSM. — su rostro se sonrojó un poco y su respiración cambió a una pesada. Parecía estar nerviosa por mostrarle sus deseos y fantasías a alguien más. Él le vio los labios y decidió preguntar.— Ya veo porque actúas tan sumisa cuando estás conmigo...

Entonces su risita lo descolocó. Le confundía que en ese momento ella actuase de esa forma cuando parecía estar nerviosa.

— No... — niega con su cabeza gacha mientras ríe un poco.— no has entendido cariño... — prosigue y él aún mirándola fijamente espera a que continúe.— a excepción de los vibradores, me gusta utilizar esto con mis amantes y a veces, si nos ponemos de acuerdo, podría ser viceversa. — el pelinegro le alzó una ceja y luego la miró de pies a cabeza.

Esta vez sí lo había dejado sorprendido.

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