Cuarenta
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JiAh entró a su apartamento y dejó las llaves sobre la mesita de entrada, sus tacones resonaron en el piso mientras se daba paso a la habitación con su teléfono en la oreja.
— Me alegra mucho que tu carrera esté creciendo, Jimin... te mereces mucho. — murmuró abriendo las cortinas de su ventana y observó la ciudad en la noche.
— Quisiera que vinieras a ver mi presentación. — dijo con suavidad y JiAh sonrió con ternura.
— Dime cuándo es... apartaré el tiempo y compraré un boleto de inmediato. — contestó con la misma sonrisa y escuchó de él una exclamación emocionada.
— El cinco del próximo mes. — respondió y JiAh asintió notando que faltaban dos semanas para eso.
Entre la voz de Jimin sintió su teléfono vibrar y lo alejó de su oreja para ver a su padre de remitente.
— Jimin, te llamo después, tengo una llamada de mi padre. — él hizo una respuesta afirmativa y se despidió colgando luego.
Al ver que la llamada de su padre se detuvo, quiso llamarlo pero él volvió a llamar, allí contestó y lo llevó a su oreja nuevamente.
— JiAh, pensé que estarías durmiendo... ¿Estás en casa ya? — preguntó confundido y ella asintió aunque no la viera.
— Hola papá, sí... estoy llegando. — se sentó a los pies de la cama y quitó uno de sus tacones.
— JiAh necesito comunicarte que... SunJi falleció... — murmuró con un tono de voz más bajo, de inmediato JiAh se quedó paralizada mirando el piso aunque era una mirada perdida.— me llamó el señor Jeon y me lo confirmó.
Ella suspiró y pensar en SunJi le hizo soltar una lagrima tras otra... pues el hablar con ella le hizo sentir un aprecio hacia esa chica de corazón tan noble que le había comprado el suyo con una simple sonrisa.
— ¿Y... por qué te llamó? — susurró confundida colocando el codo en la rodilla y la frente la recostó en su mano.— ¿Estás seguro de que no fue una mala broma de alguien? — su voz se entrecortó mientras tenía sus ojos aguados y se escuchó al mayor resoplar al otro lado de la línea.
— Recuerda que a Suni le cumpliríamos su deseo. — le informó y JiAh sintió su corazón quebrado al momento.
— ¿No se lo cumpliste? — preguntó preocupada y el mayor tardó unos segundos en responder.
— Su deseo específicamente no era en vida. — murmuró.— ¿Puedes venir a la casa?
Ella asintió repitiendo un "Sí" constantemente mientras limpiaba sus lágrimas, se puso sus tacones nuevamente y se levantó tomando su bolso de la cama.
— Papá, pero... yo... debo ir a verlos... — murmuró con la voz quebrada y él se quedó mudo un instante.
— Primero quisiera que pasaras por aquí. — murmuró y ella aceptó sin más.
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Al llegar a la casa de su padre este la recibió y le dio un abrazo fuerte cuando la vio con los ojos llorosos. Le acarició el cabello y la alejó para verla a los ojos.
— Que bueno que viniste. — susurró.— acompáñame. — le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera y así JiAh lo hizo.
Al entrar al despacho de su papá pudo percatarse de una caja mediana sobre el escritorio del mismo, el cual tenía un lazo color marfil.
— SunJi habló conmigo el día que fui a la casa del señor Jeon... — Caminó hasta el escritorio y tomó la caja, regresó a ella y se la extendió.— su último deseo fue que te entregara esto, sólo a ti... — JiAh con sus ojos llorosos miró la caja y luego a él.— No la he abierto porque su deseo fue que Seo JiAh sería la encargada de abrir por primera vez esta caja... así que... puedes llevártela a casa y... ver qué te dejó esa hermosa chica.
JiAh sorbió su nariz y tomó la caja de las manos de su padre, observó en la tapa de la misma y con una linda caligrafía decía "Querida JiAh".
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No quería ir a su casa sin antes pasar por el funeral, el cual seria llevado a cabo en una dirección; que por suerte su padre tenía... es por eso que ahora estaba allí, observando a su alrededor sin notar a JungKook por ningún lado.
— Abogada Seo. — murmuró una voz a su lado y al girar se dio cuenta del señor Jeon con sus ojos llorosos mirándola afligido.
— Cómo lo siento señor Jeon. — murmuró con la voz entrecortada al final. Se acercó para darle un abrazo y este le correspondió de la misma forma, una tan suave que caracterizaba la personalidad hermosa de JiAh.— ella no merecía esto. — susurró en su oído y él señor le acarició el cabello cuando sintió un hipido de ella.
— Usted ayudó mucho a Suni... y estoy seguro de que dondequiera que esté ella se lo agradece muchísimo. — susurró de vuelta en su oído y ella sorbió su nariz alejándose.
No quiso reprimirse porque le preocupaba, es por eso que lo miró a los ojos y parpadeó luego.
— ¿JungKook cómo está? — preguntó suave y él bajó la cabeza en un gesto más que afligido.
— Aún no lo acepta... — murmuró en respuesta.— no ha venido porque está en la casa, en la habitación de Suni... — al decir eso JiAh ya se podía imaginar lo que pasaba con el chico.
— No es bueno que esté solo, señor Jeon. — dijo en un susurro preocupada.
— No está solo, esta con una amiga de la familia. — murmuró y JiAh asintió comprensiva.
— Yo... vine a verlos y a decirles lo mucho que lo siento. — el mayor asintió y ella prosiguió.— Al conocer a SunJi, me robó el corazón y... merecía mucho, pero... quizás este mundo no es para gente tan buena como lo era ella. — él volvió a asentir con los ojos llorosos y JiAh volvió a darle un abrazo.— Dele un fuerte abrazo a JungKook de mi parte... espero que tenga mucha fuerza para soportar este dolor. — susurró nuevamente y el mayor le acarició la espalda.
— Le haré llegar su abrazo con mucho gusto... — murmuró con una sonrisa triste.
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Al JiAh llegar a su apartamento nuevamente, caminó hacia su habitación y se sentó en la alfombra a los pies de su cama, quitó sus tacones y los tiró lejos de ella, quitó el blazer negro de su cuerpo y lo lanzó lejos también. Se quedó en sólo una camisa de tirantes delgada de color blanco y su falda negra de tubo, se sentó dejando sus piernas cubiertas por unas medias negras transparentes a un lado y con sus muñecas decoradas con pulseras delgadas tomó la tapa de la caja y la quitó luego de desatar el nudo.
Dentro de la caja habían algunas cosas pero una hoja que parecía una carta llamó aún más su atención. La destapó leyendo cada una de sus palabras y queriendo llorar en cada parte de ésta al notar que la misma SunJi con su puño y letra había escrito con dificultad esa carta, lo notó por la forma de la caligrafía. Sorbió su nariz al terminar de leer y dobló nuevamente la carta, en una caja más pequeña había una memoria USB y también habían fotografías de ella y JungKook juntos, había un osito de peluche en miniatura en una esquina, y junto a éste otra cajita de color rojo. Al tomar la caja y destaparla vio un hermoso collar dorado con una medallita; la cual tenía tallada dos flores de tigre. Con sus ojos llorosos JiAh la tomó sacándola de la caja y observó en ésta un mensaje grabado detrás.
"Siempre serás mi mitad"
En la misma cajita observó una tarjeta pequeña; una de esas como las de presentación, en la cual había otro mensaje escrito a mano con la misma caligrafía de la carta.
"Ahora tú serás su mitad"
Sus lágrimas empezaron a salir a flote como una magdalena, se sentía tan triste y tocada con la situación y el más preciado tesoro que SunJi le pudo regalar: su confianza, esa confianza para darle a ella la oportunidad de hacer feliz a JungKook, el chico que JiAh creía era sólo su hermanastro... hasta que vio todo esto.
Había una hoja de papel, otra que tenía algo más escrito, una que le pedía específicamente que se deshiciera de todo lo de la caja, que lo alejara de JungKook... por lo que tragó fuerte sintiendo sus ojos picar nuevamente.
No podía soportar tanto, no sabía cómo soportarlo sin tener que llorar a cada rato...
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Al día siguiente, en el sepulcro, ella se mantuvo a lo lejos, acompañándolo a pesar de no haber quedado nada bien entre ellos, demostrando que su amor por él era más grande que su propio orgullo, así que se preguntó: ¿Realmente eso era el amor? ¿Estar para alguien a pesar de todo lo que había pasado? ¿A pesar de que te había lastimado? ¿Que lo habías lastimado? ¿Estar para él en su momento de dolor? ¿Estar para él en todo?
No lo sabía, pero lo cierto es que ahí estaba ella, Seo JiAh mirando desde un árbol a unos metros del sitio donde estaba siendo llevado a cabo en sepulcro de esa preciosa alma que ahora partía de este mundo a un descanso eterno.
— Tu amor por él es muy grande por lo que veo. — murmuró una voz seria a su lado. La observó con un sombrero y unos lentes de sol, desde lejos no sería reconocida, pero JiAh a su lado pudo ver que se trataba de Kahi.
No quería verla allí, en verdad no sabía porqué estaba hablándole, y mucho menos estar en el sepulcro de una chica tan pura.
— Si te lo preguntas... estoy aquí porque... porque SunJi era mi hija. — JiAh, quien miraba a JungKook ser abrazado por una chica, la observó con sorpresa ante lo dicho. Rememoró todo lo que SunJi le había contado respecto a ella y su repudio hacia esa mujer creció mucho más.
— Entonces debería darle vergüenza estar aquí. — dijo con rabia aunque muy seria.
— Igual que a ti, JiAh... después de todo lo que hizo JungKook, estás aquí... dejando tu orgullo por el piso. — le dijo con veneno y JiAh apartó la mirada para observar a JungKook con sus ojos cerrados mientras la brisa le movía un poco el cabello.
— Sólo vine por gratitud hacia ella... — murmuró JiAh en respuesta.
— ¿Entonces por qué te escondes aquí? — preguntó nuevamente. JiAh con mucha rabia pensaba en cómo esa mujer no podía ni siquiera respetar el triste momento.— Yo lo estoy porque ya sabes lo que ha pasado... pero tu, si es por gratitud ¿por qué te escondes?
JiAh no dijo nada, sólo quería que se fuera de allí y no le siguiera hablando, pero la mujer siguió haciéndolo.
— ¿Sabes? Era un gran empleado, un bailarín experto que hacía que las mujeres de mi club babearan al punto de ir cada fin de semana... así como pasó contigo... — resopló.— Estuvo un tiempo atendiendo a YoungJin hasta que empezó a verse contigo fuera del club... se lo reclamé y me dijo que era sólo para atender el caso de SunJi y así obtener el dinero del reembolso de la estafa que les hicieron, con eso me pagaría lo que le presté para ese tratamiento y se iría del club. — asintió pensativa mientras veía a las personas darles el pésame a JungKook y a su padre.— pero luego se iba del club junto a ti y no volvía... Al principio se lo pasé porque el dinero en juego era de gente muy peligrosa y... necesitábamos cuanto antes reponerlo. — suspiró y continuó.— Pero luego teníamos la oportunidad de reponerlo más rápido con la cantidad que YoungJin nos proponía por volver a tener a JungKook... y él no lo aceptó. — miró a JiAh y ésta hizo lo mismo.— teníamos la oportunidad de pagar el dinero más rápido y no quiso por una sola razón... y era que se estaba enamorando de ti. — JiAh tragó fuerte con ello y la mujer continuó.— no podía permitir que nos hicieran daño, así que le dije a YoungJin que lo atrajera, que hiciera que él volviera a ella, pero... el muy tonto ya había caído ante ti y no cedió.
— Pero él sí estuvo con YoungJin. — le añadió JiAh y Kahi asintió.
— Sólo antes de conocerte... todas las veces después de ti, ellos sólo hablaban en la habitación... me enteré luego de que renunciara. — movió un poco su mandíbula y continuó.— YoungJin tuvo pesar de él y fingió que sí habían seguido con sus aventuras... lo cual era lo que todos creíamos en el club.
JiAh miró al frente y observó a JungKook caminar de regreso a la entrada del cementerio junto a su padre y sus allegados.
— Es hora de irme. — murmuró.— adiós JiAh. — se despidió subiendo a un auto que estaba estacionado a un lado de ellas y se fue sin dejar rastro de su presencia allí.
JiAh siguió el auto con el ceño fruncido hasta que volteó y se exaltó al ver frente a ella a JungKook, la estaba mirando fijamente con sus ojos rojos y aguados, tenía algunas lágrimas cayendo por sus mejillas y sus manos estaban dentro de sus bolsillos.
— JiAh. — susurró al verla allí frente a él luego de un mes y medio sin verla. Desde aquel día en el que él la lastimó con sus palabras y ella a el con sus acciones.
— JungKook. — susurró mirando sus ojitos saltones entristecidos.— Yo... lo lamento tanto. — siguió susurrando mientras bajaba la mirada y sintió sus dedos temblar.— por todo... por lo que hice, por lo que pasó con Suni, yo... lo siento.
— Yo también lo siento... — susurró de vuelta.— por todo, por no decirte la verdad y por...
— No me pidas disculpas yo... yo fui quien erró y cometió esa locura. — negó con la cabeza gacha.
— Yo también cometí un error y... — negó sin saber que mas decir, por lo que decidió cambiar el tema:— ¿Qué haces aquí? Creí que luego de ese día no querías saber algo de nosotros...— susurró confundido y con su tono triste al igual que su rostro. Ella levantó el rostro y lo miró.
— Yo... le tomé un gran cariño a SunJi y no podía dejarla ir sin despedirme. — murmuró ella viéndolo asentir mientras bajaba un poco la mirada. Volvió a subir a sus ojos y suspiró antes de relamer sus labios.
— JiAh, lamento todo lo que te dije aquel día... fui un grosero contigo y te traté muy mal cuando tu fuiste muy buena con SunJi. — ella lo miró fijamente y abrió su boca un poco confundida. En realidad creía que él le diría que se fuera del sitio, o que al menos estaría muy molesto con ella como aquella vez.— me porté como un patán por dejarme llevar por la ira... en realidad lo que te dije no tiene ningún sentido, porque con nosotros fuiste de todo menos egoísta y... te pido perdón por ello. — su tono quebrado le dio a entender a JiAh que esta vez él estaba siendo totalmente sincero... por primera vez.
JiAh siguió mirándolo confundida y la brisa empezó a mover su cabello haciendo que este se le atravesara en el rostro, en los intentos por quitarlo arrugó su nariz y esa vista le pareció muy hermosa a JungKook.
— Yo... ah... no sé qué responder a ello... pero... realmente creo que de todos modos debíamos terminar dañados para poder alejarnos. — murmuró casi sin habla, sonriendo de forma mínimacon amargura.— si no fuese sido así, creo que nunca nos hubiéramos alejado.
— Si quieres alejarte, lo entenderé... si quieres tomarte un tiempo para sanar, estás en todo tu derecho... sólo... — movió un poco sus hombros mientras miraba alrededor y volvió a sus ojos.— Sólo espero que algún día podamos perdonarnos. — dijo con suavidad y un tono muy bajo.
JiAh relamió sus labios sin saber qué decir y vio como él estaba de igual forma, hasta que hizo un asentimiento y dio la vuelta caminando hacia la entrada del cementerio.
— JungKook. — llamó y este volteó para verla caminar hacia él. Se detuvo al estar muy cerca de su cuerpo y abrió el bolso de mano que traía para sacar de allí la cajita roja que en toda la noche estuvo mirando.— Esto... — se la entregó y él de forma curiosa la abrió. Casi de inmediato al verla se puso a llorar y soltó hipidos por el recuerdo de Suni diciendo que la había perdido.
— ¿Cómo llegó a ti? — levantó la mirada para verla a los ojos y ella observó nuevamente esos ojitos saltones estar llorosos.
...Lo quería, pero él debia sanar su corazón roto...
— Fue parte del último deseo de SunJi, me fue entregado en una caja junto a otras cosas que ella misma pidió que me fuesen entregadas. — contó con tristeza y él la vio con el ceño fruncido.
— ¿Suni sí pidió su deseo? — preguntó confundido mirándola sin creerlo. JiAh asintió mirando el collar en la cajita en las manos del chico.
— Mi padre se encargó de cumplirle lo pedido y... anoche cuando me informó de su partida me hizo entrega de esto y otras cosas de parte de ella. — murmuró tocada aún con el tema. JungKook acarició la medallita con su pulgar y vio de la cajita sobresalir una tarjeta.
— "Ahora tú serás su mitad" — susurró leyendo la caligrafía hermosa aunque algo torpe de Suni, se veía que lo había hecho con mucho esfuerzo. Y eso mismo le tocó el corazón.
Recordó también la voz de Suni diciéndole que él debía perdonarse a sí mismo y aceptar su amor por JiAh.
— No sabía todo lo que pasó entre ustedes... y... ahora más que nunca lamento su partida, JungKook. — este la miró nuevamente y sorbió su nariz roja.
— Hice todo por salvarla... y no pude. — susurró quebrándose nuevamente. JiAh no se resistió y levantó su mano tomándole de la nuca para abrazarlo, él le correspondió el abrazo y se aferró a ella mientras su rostro se escondía en su perfumado cuello.
Por un momento se sentía algo más reconfortado. JiAh tenía ese poder en él.
...La quería, pero ella debía sanar...
— No es tu culpa. — murmuró en su oído, sintiendo su dolor como si fuera ella misma. Se separó de él luego de unos segundos y lo vio destruido. Le acarició la mejilla con su pulgar al colocar la palma en esta, y lo miró dolida con su tristeza.
Bajó la mano de su piel y se quedó viéndolo con la mirada agachada en la medalla en sus manos.
— Ella... ella siempre habló muy bien de ti... y... te defendía a capa y espada. — recordó entre risitas JungKook mientras miraba la medallita en sus dedos.
— Yo... te la quería entregar a ti, JungKook... — murmuró ganándose la mirada de él nuevamente.— por eso la traje conmigo, para ver si sería capaz de hablarte...
— ¿Por qué? — susurró confundido, sorbiendo su nariz nuevamente.
— Porque de alguna manera siento que que no soy la indicada... que ella podría haberse equivocado y le fallaré... no quiero hacerlo, no a SunJi. — dijo con suavidad.
— Pero JiAh, si me lo entregas... lo estarías haciendo de igual modo. — murmuró tapando la cajita nuevamente.— Suni era de todo menos tonta, y estoy seguro... de que no se equivocó. — bajó el tono en lo último y al JiAh mirarlo fijamente a sus ojos, se quedaron así por unos segundos.
...Se querían, pero debían sanar...
— Aún no puedo olvidar lo de ese día, JungKook... y me duele mucho aún lo que hice... — contó entrecortada. Él le extendió la cajita y prosiguió.
— Sé que ambos tuvimos errores, y lo que hiciste... aunque me molestó y dolió, lo entiendo JiAh, no te preocupes por eso... — negó con su cabeza en un susurro.— pero... no le falles a Suni. — susurró tocado. JiAh tomó aire soltando unas lágrimas y extendió su mano para tomar la cajita.— Sólo... cuídala mucho y atesorala como si fuese tu vida entera.
Ella lo miró mientras soltaba más lágrimas y él lo hizo también. Dio un paso atrás mirando aún la caja que contenía algo muy valioso para él y levantó la mirada hacia JiAh mientras daba otro paso atrás.
— ¿Estarás bien? — le preguntó en un susurro que él escuchó a pesar de estar algo alejado. Asintió con lentitud viéndola fijamente, en un momento que ahora era muy íntimo para ellos, en un momento donde sólo estaban ellos dos.
— Sí, sólo... necesito sanar. — murmuró tragando fuerte aún entre lágrimas, mientras JiAh de igual forma asentía.
En su mente le decía que ella también necesitaba sanar.
— Espero que logres hacerlo y... y que estés bien. — pidió viéndolo alejarse mucho más para luego ver de sus labios una sonrisa pequeña mientras la veia fijamente.
— Lo estaré, JiAh... — asintió deseando que fuera cierto lo que decía.— espero volver a verte algún día en el futuro... — sonrió un poco y ella lo imitó con las lagrimas cayendo de sus ojos.
Él se terminó por dar la vuelta y siguió caminando hacia la entrada del cementerio, donde lo esperaba su padre junto a SoHee a un lado del auto de ésta última. JiAh lo vio a lo lejos y miró la cajita en su mano para acariciarla con el pulgar.
— Yo también lo espero, JungKook... — susurró sonriendo un poco entre lágrimas y volvió a subir la mirada para encontrarse con la de JungKook, quien también tenía sus ojos llorosos nuevamente. Demostrándose todo lo que sentían sin tener que decirlo.
El auto se fue del sitio y ella se quedó con el nudo en su garganta y estómago, uno que aún tragando fuerte no se desataba. Destapó la cajita y tomó la tarjeta.
Tal vez en un futuro ella pudiese ser su mitad, y si no... esperaría que él la consiguiera y fuese feliz.
Solo eso deseaba.
Al final de cuentas ambos pensaban y opinaban lo mismo sobre una pregunta que los tenía consumiéndose desde el principio:
¿El sexo era un negocio o una estafa?
La respuesta era sencilla ahora: Era ambas.
El sexo fue un gran negocio de la vida para ellos, pero al final también fue una estafa del destino de ambos.
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