꧁ Chapter I ꧂
—¡Por Dios! ¿Dónde se metió ese niño?
Seokjin se preguntó, totalmente desesperado al buscar a Jungkook, uno de sus angelitos a cargo. El arcángel se estaba arrepintiendo de haberlo dejado por su cuenta, pues tal vez no estaba preparado para lo que tenía que hacer. Se suponía que el muchachito bajaría a la tierra para cumplir con la tarea de purificar algunas almas que se encontraban penando, con el objetivo de que por fin pudieran descansar en completa paz.
Sin embargo, el castaño tardaba demasiado y eso ayudó a que se activaran todas sus alarmas de angustia y preocupación. El mayor era exageradamente protector con el menor, así que no quedaría quieto hasta encontrarlo, así tuviera que irse al mundo humano para traerlo de vuelta al paraíso, donde pertenecía y nunca debió haber salido.
—Definitivamente debí mandarlo con alguien, no está capacitado para lidiar con almas que cargan demasiados tormentos, rencores y tristeza. Por lo que terminará traumado, pues él todavía sigue siendo muy inocente y dulce. No conoce la maldad que hay en ese mundo lleno de pecado y gente malintencionada.
El pelimorado suspiró, dejándose caer al suelo.
—Ahora sí me van a regañar... —su tono de voz se escuchó tan triste que cualquiera podría querer consolarlo. No obstante, su característico sentido del humor siempre hacía aparición como una forma de levantarse el ánimo.
—Esperen un momento... Yo soy el encargado aquí, así que nadie puede regañarme—expresó con obviedad—. Porque ese es mi trabajo. Ningún angelito travieso puede escaparse de mis regaños.
Sonrió, tomándose de la cabeza, masajeando sus sienes. Adoraba colaborarle a Dios de esa manera, pero lo cierto era que terminaba jodidamente agotado. Tanto que sentía que podría volverse loco, aunque a veces creía que ya lo estaba. Porque en algún momento determinado de su eternidad, había iniciado a hablar consigo mismo.
—Tan solo espero que no se tope con alguien indeseable... No pido nada más.
—Entonces debiste dejar que lo acompañara.
La fina y angelical voz de Jimin, quien era una potestad hizo eco en medio del silencio de aquel armonioso lugar. El joven de labios abultados había estado escuchando a su mayor quejarse, entonces no pudo evitar seguirlo para conversar con él y así dejara de auto flagelarse.
—Aishhh...
—Ya no es un niño, Seokjin hyung—le recordó, extendiéndole la mano para que pudiera incorporarse. El contrario la observó con cierta gracia por lo pequeñita y regordeta que era, pero a pesar de eso, no vaciló y la tomó. Conmovido por el amable gesto de su dongsaeng.
La potestad sabía lo que ocasionaba en el mayor que Jungkook por fin abriera sus alas lejos del paraíso en el que vivían cómodamente, pues el menor no estaba acostumbrado a las malas energías. Sin embargo, lo que Jimin no quería era que su hyung se culpara por cosas que ni siquiera sucedían, o que eran poco probables que pasaran.
Todo esto debido a las antiguas cicatrices que cargaba en lo profundo de su alma, como un recordatorio que jamás podría borrar de lo que pudo ser, pero nunca fue.
—Tienes razón. De paso le sirve para que se vuelva más fuerte. No puede seguir en el cielo como si nada, también debe conocer lo que hay más allá—dijo, y cuando levantó su rostro, soltando la mano ajena, recién ahí fue consciente del semblante de la potestad. Hasta podría jurar que un poco más y rodaba sus ojos con fastidio—. Pero no me pongas esa cara Jimin-ah, soy tu superior.
—Está bien—se relajó ante el regaño del arcángel, pues no había sido su intención. Simplemente Jimin se estresaba demasiado cuando algo sucedía, y rápidamente eso se reflejaba en su bonito rostro—. Entonces tú también compórtate como el superior que eres, y no te quejes tanto. Confiemos en que lo hará de maravilla, ¿sí?
—De acuerdo...
—Perfecto, así no te arrugas mucho, porque a pesar de que seas eternamente joven, el estrés le puede pasar factura a tu rostro de porcelana—le molestó, con una bonita sonrisa que hacía desaparecer sus ojitos en dos medias lunas—. Pues ya tienes unos cuantos siglos sobre tu espalda, y estoy seguro que nadie quiere verte como una pasa.
Cuando dijo lo último, el de cabellos cenizos ocupó sus alas para desplazarse un poco más lejos, y así evitar la ira de su mayor, que le miraba indignado por sus osadas palabras, aunque en el fondo supiera que era de chiste.
—¡Tú mocoso malcriado! Creo que nuestro creador debió enviarte allá abajo por irrespetuoso.
—Ahhh, ya ni una bromita te aguantas—le respondió, fingiendo un puchero—. Eres un hyung muy amargado.
—¡Hyung amargado quedé! —el rostro del arcángel era un poema, Jimin tenía que estar jugando para decir tremenda falacia—. Pero qué dices Jimin-ah, si yo soy el rey del buen humor.
—Bueno, pero luego de lo que pasó...
Seokjin le hizo un ademan para que se callara, y así lo hizo, pues la cara le había cambiado de golpe. Nuevamente había mencionado ese detalle que ponía de los nervios al pelimorado. Y cuando eso sucedía, las bromas pasaban a segundo plano y el ambiente se volvía muy serio.
—Ya no digas más—pidió en voz baja—. Eso es algo que ni vale la pena mencionarlo, o si quiera recordarlo.
—Lo siento hyung, soy una tumba.
—Mucho mejor, eso ya es pasado. Ahora concentrémonos en nuestras labores celestiales en lugar de estar pidiendo el tiempo, ¿entendido?
—Sí, hyung.
—A fin de cuentas, el equilibrio del mundo no se cuida solo.
Jimin asintió, y vio al arcángel emprender vuelo, alejándose de ahí para cumplir con su palabra, en lugar de estar lamentándose por lo sucedido en esa conversación y por lo que podría estar pasando con Jungkook.
—Le sigue afectando—susurró Jimin, arreglándose el cabello—. Igual sigo creyendo que hay una explicación detrás de todo esto, pero si ya no quiso saber más, no soy quién para volver a abrir la herida—. Extendió sus alas, e inició su vuelo, elevándose del piso cubierto por las más preciosas baldosas de aquel palacio en los cielos.
—Ahora solo pido por ti, Koo... Ojalá te vaya bien.
Y sin más, la potestad también se alejó de aquel lugar, para concentrarse en lo que verdaderamente le incumbía.
—Primera vez fuera del paraíso—dijo Jungkook, con una gran sonrisa en sus labios—. Es increíble.
El castaño mencionó, detallando con sus brillantes ojos el paisaje bajo su cuerpo mientras sobrevolaba por las esponjosas nubes. La tierra era realmente fantástica como muchos de sus hermanos celestiales le habían dicho.
Sin embargo, el nerviosismo seguía haciendo acto de presencia en su inocente alma. Realmente no tenía una clara idea de cómo definirlo. Pero en su interior, sabía que aquel sentir era diferente, pues por más contradictorio que fuera, Jungkook creía que le otorgaba paz y eso debía ser bueno.
Tal vez a eso se le llamaba libertad, ¿no?
—Ya Jungkook, ¡deja de darle más vueltas al asunto! —se reprendió, golpeando sus mejillas como para despabilarse—. Es hora de trabajar...
Minutos después de aterrizar en tierra firme, Jungkook se encontraba caminando por los alrededores de una casa abandonada en el bosque. En la cual lamentablemente había muchas almas estancadas, sufriendo en agonía. Y si esos espectros continuaban de esa forma, sin conseguir el descanso eterno mientras vagaban en un mundo al que no pertenecían, eventualmente se volverían espíritus malignos.
Y eso a nadie le convenía. Pues si la situación se descontrolaba, los ángeles tendrían mucho trabajo protegiendo a los humanos.
Tenía que hacer unos simples rezos y purificarles haciendo uso de su fuerte poder espiritual. Lo cierto era que cualquier ángel de su rango podía realizarlo sin mayor dificultad. Solo que Jungkook no contaba con la experiencia suficiente, porque recién había logrado abandonar el paraíso al aceptar una misión de esta índole.
Aquello se había dado un tanto por presión de otros superiores, porque si fuera por decisión de su hyung Seokjin, el castaño seguiría en el cielo por otro par de siglos más. Realizando tareas simples como las de controlar el clima o algún otro fenómeno natural, que cualquier ser celestial con un rango bajo podía hacer sin problema.
Ya estaba en tiempo para hacerlo así que si quería escalar más alto en los rangos en la jerarquía angelical tendría que esforzarse, y de ser necesario, pondría su sangre, sudor y lágrimas en el proceso de alcanzar las metas a las que cualquier otro ángel aspiraba.
Sin embargo, no iba a negar que tenía un motivo oculto.
Algo que iba más allá y que últimamente se estaba volviendo su inspiración.
Desde que Jungkook tiene consciencia, poco después de que su creador lo haya moldeado con amor para ser parte de su ejército celestial, este se dio cuenta que el Edén no era su sitio favorito.
Aunque nunca haya ido a otro lugar en realidad.
Se sentía sofocado por el exceso de luz y armonía. Le parecía insoportable aquel ambiente tan perfecto, y por esa razón no entendía que le pasaba ya que todos sus compañeros celestiales afirmaban que era lo mejor del universo. Que no tenía comparación con nada, y que estarían felices de vivir por toda la eternidad en el maravilloso paraíso.
El hogar del creador y de todas las cosas más bellas que pudieran existir. Pero para el castaño no era así y sabía que, si decía algo al respecto, lo más probable es que lo empezaran a ver como el bicho raro del lugar y eso era lo que menos quería.
No quería dañar su relación con ninguno de sus hermanos divinos, así que, si tenía que callar para poder encajar en el lugar que tenía asignado hasta antes de aparecer físicamente, lo haría. Tampoco es como que tuviera una razón para hacer lo contrario.
O eso era lo que creía el angelito antes de ese día...
—Vamos... Descansa por favor, allá arriba te espera una mejor vida, llena de un descanso sanador para tu tortuoso sentir—pedía con suma paciencia a aquella bolita de luz a la que había acorralado y que seguía penando por las cosas de su vida terrenal.
Era la última que quedaba para su suerte, ya que sí que se la habían puesto difícil por la cantidad, pero luego de algunas horas estaba terminando aquel trabajo y eso lo dejaba más tranquilo, aunque se había demorado más de lo esperado.
Ya le tocaría explicar las razones más tarde.
La muestra clara de que ya le había purificado, era que ya no contaba con su forma normal, la que definía que había sido un humano con anterioridad, pues ahora solo era una bolita de luz que no sabía para donde ir.
Por lo que sino seguía su camino podría volver a caer en un terrible bucle, el cual tenía como destino convertirle en un espíritu maligno del cual muchos humanos podrían verse afectados al verse tentados por los malos sentimientos del alma atormentada.
Ya que, si lograba poseer un cuerpo, el trabajo sería más difícil y en el peor de los casos, podría obligar a su portador a hacer cosas horribles que prefiere no mencionar.
Sabía por sus hermanos celestiales un poco de este tema, pero siempre trato de mantenerse al margen de las atrocidades de la especie humana para evitar comerse la cabeza por no entender cómo era posible que pudieran hacer aquello.
No cabía en su mente el hecho de que disfrutaran o se aprovecharan del sufrimiento ajeno, que muchas veces causaban con esa única intención.
Cuando al fin el alma decidió descansar en paz, y Jungkook observó cómo se iba hasta el cielo junto con las demás, suspiró aliviado. Había conseguido su objetivo con éxito y eso le ponía feliz, ya que era la forma para demostrarse a sí mismo y al resto de lo que era capaz.
Sin embargo, aquel cielo que había estado en su mayor esplendor ahora era completamente oscuro. Tan enigmático y misterioso. Al fin podía verlo con sus propios ojos, ya que en su hogar siempre abundaba la luz y solo había escuchado de este fenómeno por parte de su arcángel y hyung favorito Seokjin y de su buen amigo Jimin, el cual era una potestad.
—Ahh... Hice un buen trabajo y ha valido la pena totalmente.
—Se nota—dijo alguien detrás suyo—. Felicidades...
—¿Quién eres? —la voz del menor había sonado ruda, él no era esa clase de ángel, pero bien sabía que tenía que defenderse si la situación lo ameritaba. De nada le servía ser pacífico en estos casos—. Muéstrate.
Escuchó una risita, y luego vio como delante suyo aparecía un majestuoso demonio.
Hace segundos atrás solo había visto sus preciosos ojos púrpura resplandeciendo en medio de la espesa oscuridad que les rodeaba. Todo indicaba que aquel sujeto lo había estado observando escondido tras unos arbustos.
Los profundos orbes ajenos eran tan solo un complemento a esa belleza tan irreal y divina de la cual estaba siendo testigo.
Cabello igual de oscuro que la noche, figura esbelta como si de una perfecta estatua se tratara, facciones perfectamente definidas, unas preciosas alas negras y una piel acanelada que contrastaba con su vestimenta oscura. Si a Jungkook no le avisaban con anterioridad que algunos demonios podían tener una apariencia tan encantadora, tal vez hubiera confundido al susodicho con un ángel al que no le gusta vestir de blanco.
No obstante, esto tampoco sucedió, porque para Jungkook, la energía espiritual que cargaba aquel demonio era pesada, ni siquiera se le podía comparar a las auras que rodeaban a todos los seres celestiales con los que había convivido desde el inicio de su existencia.
—¿Quién soy?... Mmm, ¿por qué debería contestarte angelito? —el demonio tenía una sonrisa ladina en el rostro que inquietaba al ángel, pero a pesar de eso no se dejaría intimidar. Ni mucho menor seducir.
—Porque yo lo pregunté primero, demonio—su voz y rostro eran firmes, lo que le parecía mucho más divertido al ser de oscuridad, quien estaba encantado con el castaño de voluntad aparentemente inquebrantable.
—Buena jugada... Me agradas angelito, mi nombre es Taehyung y como ya te disté cuenta soy un demonio—se señaló a sí mismo y movió un poco sus alas negras, como si lo estuviera saludando con ese gesto—. Un placer...
—Yo soy Jungkook... Un ángel.
—Claro, lo noté... —respondió burlón y el ángel lo observó confundido—. Tienes esa aura de pureza y luz tan abrasadora que no puede pasar desapercibida, ¿sabías?
—Entiendo.
—Ahora que nos hemos presentado, ¿puedo saber qué hace un ángel en este lugar tan tarde?
—Vine a purificar unas almas—dijo sin más. Tenía que ser cortante e irse de ahí. Taehyung seguía siendo un ser que provenía de las profundidades del mismísimo infierno, y no quería quedarse a comprobar de que sería capaz.
—Ohh, ya veo...
Taehyung se acercó más al ser de luz que poseía unos preciosos ojos celestes, porque inexplicablemente se sentía muy atraído a ellos, algo que le dejó desconcertado porque usualmente no soportaba estar a menos de cien metros en su radar cuando se trataba de estos seres celestiales, pero con él era distinto.
—¿Por qué te me estás acercando? —cuestionó luego de tenerlo a escasos centímetros de su rostro. Sentía su cálido aliento en la cara y aquello le estaba poniendo los pelos de punta.
Pero lo peor era que no sabía si era para bien o para mal. Todo su cuerpo estaba reaccionando de una forma que no sabría cómo describir y eso le asustaba.
—¿Acaso no puedo?
—Bueno, no es que no puedas, pero... —el demonio lo interrumpió, poniendo un dedo sobre sus labios. Y con cierta coquetería, relamió su labio inferior, hipnotizando por una fracción de segundos al ángel.
—Tus ojos son muy bonitos, Jungkook.
Esa voz aterciopelada fue como música para los oídos del castaño, pero a pesar de eso, se estaba poniendo reacio al raro comportamiento del contrario.
—Mmm, gracias—dijo mientras alejaba un poco su rostro, y a pesar de que supuso que el otro lo miraría con enojo, porque asimismo le habían advertido del carácter volátil de estos, no obstante, Jungkook solo pudo notar como una bonita sonrisa cuadrada lo ocupaba todo. Realmente parecía sincera en el rostro de ese ser que estaba acostumbrado al engaño—. Los tuyos también lo son.
"Lo cortés no quita lo valiente" le dijeron alguna vez. Y aquello tampoco era una mentira. Esos ojos púrpuras cubiertos por las más espesas pestañas podían ganarle a cualquier joya que los humanos hubieran descubierto.
Taehyung rio suavecito con ese tono tan profundo y se alejó del ángel. Ahora Jungkook creía firmemente que, si seguía escuchándolo, podría afirmar que se había dado cuenta de que tenía muy poca resistencia al control de estos seres. Volviéndolo una presa fácil.
Pero es que esa risa le parecía tan sublime como su dueño y no lo podía evitar, por más que estaba tratando con todas sus fuerzas poner un límite que verdaderamente no quería cruzar.
—¿Y tú? ¿Qué hacías por aquí? —se aventuró a preguntar para dejar su distracción de lado.
—En mi ronda nocturna, haciendo prácticamente lo mismo que tú, solo que con una leve diferencia... —el demonio puso la mano sobre su mentón, queriendo hacerse el interesante frente al ser celestial—. Estaba esperando que se volvieran espíritus malignos para llevarlos conmigo, su energía es un alimento perfecto para nosotros.
—Entiendo. Te dañé el trabajo—Jungkook sonrió enternecido al ver el puchero que rápidamente formó en el rostro contrario luego de pronunciar sus verdaderas intenciones. Sin entender a que se debía esa actitud confiada suya para con un desconocido, pero lo increíble era que no la sentía incorrecta.
—Sí... Así que me pregunto cómo puedes recompensarme, angelito—el joven de piel canela le hizo ojitos y Jungkook se sintió desfallecer ante eso, tragó duro y desvío la mirada. Tratando de recomponerse, no podía perder el control de sí mismo por nada del mundo.
Eso era lo más básico que les enseñaban cuando apenas eran unos querubines.
—Buena pregunta... Aunque creo que lo mejor es que me vaya.
—¡No! —exclamó, sonando exasperado sin que esa fuera su intención, por lo que de inmediato se aclaró la voz, tratando de corregir su actitud, pues no quería asustar al ser celestial—. Quédate un rato, no creo que se preocupen porque te demores un poquito... ¿O sí?
Sonaba tentador, pero su parte racional le decía que saliera de ahí en ese instante. Las tentaciones eran algo a lo que los seres celestiales como él no debían sucumbir, por más buena e interesante que le pareciera la idea de compartir tiempo a lado de ese bonito demonio.
—No lo sé... No creo que sea buena idea.
No estaba convencido, pero su corazón pedía a gritos que hiciera caso a dicha proposición.
Y Jungkook se caracterizaba por ser alguien muy fiel a sus sentimientos.
Sí caía de cabeza por ese enigmático joven o le arrancaban las alas por su irracionalidad, al menos tendría constancia de que lo haría porque quiso, ya que prefería sufrir, antes de vivir con arrepentimientos.
—Vamos, angelito... Haz algo interesante tu primera visita a la tierra humana—le guiñó un ojo y tomó su mano sin esperar una respuesta del contrario—. ¡Te mostraré lo interesante y divertida que puede ser la oscuridad!
No debería, en serio que no debía hacerle caso a un ser de las tinieblas, pero ese par de luceros morados podían más. Lo suficiente como para sentirse hechizado e ir tras ese demonio que podría convertirse en su verdadera perdición.
Mientras el ajeno se sentía totalmente encandilado por ese angelito que trato de desbordar firmeza, pero lo único que había logrado era causarle un exceso ternura y unas increíbles ganas de corromperlo. Jugar con él hasta sentirse satisfecho.
Taehyung creía que tal vez, solo tal vez había encontrado a su nueva diversión luego de tantos siglos de aburrimiento, por lo que la aprovecharía mientras pudiera, así tuviera que recurrir a su fachada de un completo desvergonzado para conseguir lo que quisiera del inocente castaño.
Continuará...
Bueno, espero les guste y recomienden el fic, porque es una historia muy bonita, no se arrepentirán de leerla porque terminará muy bien, no tendrá mucho drama y a mi concepto, es un poco diferente al resto de historias de ángeles y demonios. Así que gracias a los que me acompañen en esta nueva y pequeña aventura.
~Shiro 🌙
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