꧁ Chapter 7 ꧂
"A pesar de todo me sentí feliz de verlo".
Dicho pensamiento era el que más predominaba en la mente del demonio de ojos rojos como la sangre. Jimin seguía siendo tan bonito como lo recordaba y obviamente seguía manteniendo ese carácter tan particular.
En definitiva, la potestad adoraba poner las cosas difíciles entre ellos.
Una parte de Yoongi estaba aparentemente convencida de superar al rubio debido a que en esa época de sus vidas no tuvieron mucho contacto. Sin embargo, aquel tiempo fue el justo y necesario para que se diera cuenta de que su menor era muy especial.
Y cuando el mayor creyó que tendría una oportunidad, Jimin se puso de lado de su amigo Seokjin cuando todo se salió de control. Trazando un límite entre los dos, que tontamente Yoongi aceptó sin más.
Pero, aun así, el demonio quería aferrarse a la idea de que este reencuentro era por el mismísimo destino que estaba haciendo una de sus muchas intervenciones divinas en la vida de los seres que habitaban este vasto universo.
Para que lo hicieran bien esta vez, volviéndose a ver para comenzar desde cero. Como siempre estuvo destino a suceder.
—Tal vez no debería enojarme tanto con ese mocoso—murmuró para sí mismo cuando entró a su habitación luego de su largo viaje desde la tierra al inframundo—. A fin de cuentas, por su causa es que tuve esta oportunidad.
Se acomodó boca arriba sobre su cama y su mirada no tardó en perderse en el techo.
—Tan solo espero que esta vez no sea tan cabeza dura como para hacerse el ciego.
Puso sus brazos detrás de su cabeza a modo de soporte y siguió conversando con su propia persona hasta que el sueño se apoderara de él.
—Ya no importa que fue lo que sucedió esa vez. Lo único que deseo es conseguir una oportunidad para lo que comenzaba a crecer en nuestras almas.
Una sonrisa genuina se posó en sus finos labios. La idea le gustaba más de lo que pudiera decir en voz alta.
El joven de ojos gatunos confiaba en que podían ser lo suficientemente maduros como para dejar de lado sus bandos si auténticamente les importaban los sentimientos que tenía por el otro.
—Podemos ser como ellas... Solo no sueltes mi mano esta vez.
Rogó en silencio cuando sus parpados cedieron al cansancio.
Por esta ocasión lo único que tenía de su lado era la fe; en ellos y en esa hermosa emoción que brotaba en su corazón cada que veía al rubio.
Aquel que lo hacía sentir vivo y feliz como nunca antes.
Por otro lado, Jimin quien también estado en sus aposentos, no podía dejar de moverse de un lado al otro. Completamente contrariado por las emociones que invadieron su ser al estar en compañía de aquel sarcástico demonio.
—Mentiría si dijera que no me emocionó volverlo a ver por más que traté de disimular—aceptó sin poder contenerse en voz alta y clara—. Aunque bueno, eso sería un sacrilegio—bromeó para quitarle tensión al asunto—. Pero eso no es lo importante ahora.
La potestad se regañó viéndose frente al espejo, como si de esa forma estuviera conversando con alguien más. Cualquiera pensaría que ya no estaba en sus cincos sentidos, pero para ser sincero disfrutaba de aquello. Y no tenía de que preocuparse al tener el cerrojo puesto.
—Sobreviví sin pensar en él por todos estos siglos, puedo seguir haciéndolo—se animó con una pequeña sonrisa—. Guardar lo que siento no es tarea difícil, menos si me ayuda el hecho de que estamos en bandos distintos.
Se dio media vuelta, y siguió parloteando, un poco más tranquilo al llegar a su increíble conclusión.
—Él y yo defendemos nuestras posturas sin importar y qué, y al menos de mi parte no daré el brazo a torcer. Sí, eso es genial.
Se dejó caer en la cama y cerró los ojos. Agradecido de contar con la capacidad de concentración en otras cosas, por lo que así conseguía bloquear lo que pudiera distraerle. Aquello era lo suficiente para que se encontrara en deuda con su creador.
No obstante, tenía que hablar pronto con esa inocente criatura que no sabía nada de la vida. Asegurándose de que no le fueran a ver la cara de estúpido y luego estuviera sufriendo en un rincón.
Muy a pesar de que realmente quería confiar en lo que vio en medio de esa noche oscura en el bosque.
Un verdadero cariño naciente en ambos pares de orbes impropios.
Ya que existía una gran posibilidad de que fueran como ellas. Y eso era lo que le frenaba de actuar igual que Seokjin.
Por lo que si Jungkook le daba una respuesta que pudiera complacerle, le ayudaría a calmar a la bestia, el cual seguramente pegaría un grito si la singular pareja decidiera llegar a más si es que lo suyo se volvía oficial.
Sin embargo, los menores debían estar conscientes de que al consolidar una relación como la suya, tenían mucho que ganar, así como de perder.
Por eso la potestad esperaría hasta que Jungkook llegara y le abriera su corazón, siendo sincero con lo que siente por aquel demonio.
Arriesgándose a amar a alguien distinto a él.
—Y si lo logra, se ganará mi admiración total por ser tan valiente a diferencia de mí—soltó un pequeño suspiro y prosiguió bajando más la voz, cual secreto—. Pues preferí hacerme el desentendido y eso no cambiará. De eso estoy más que seguro.
El rubio acomodó su cabeza en la suave almohada, poniéndose de lado y llevando sus manos hacia su pecho.
—Mi destino ha sido marcado por esa decisión de siglos atrás, por lo que no me queda más que aceptar mi realidad... Pediré por ustedes y por su sentir en el que quiero creer con todo mi ser.
Ojalá el destino fuera benevolente esta vez.
Y sin más cayó ante Morfeo, con ese fuerte deseo latente en su alma.
—Paciencia, paciencia, paciencia.
Repetía una y otra vez el demonio de mirada felina que yacía en el borde de su cama.
—¿Por qué se demora tanto? —cuestionó refiriéndose a Taehyung, el cual hasta ese momento no aparecía, ni parecía tener las ganas de hacerlo—. De seguro le está comiendo la boca a ese ángel—supuso, sintiendo envidia del demonio. Que suerte tienen algunos, yo también quisiera comerle la boca a ese necio.
Un puchero se instaló en su rostro, pero rápidamente se recompuso. Él no era así.
—Ay no, seguro me veo ridículo poniendo esas caras—colocó sus dedos sobre su nariz, masajeando un poco la zona para calmarse por completo. Y cuando aquella acción dio frutos, continuó conversando consigo mismo.
—Que jodido aburrimiento. Se supone que debo hablar largo y tendido con él, y no aparece—resopló con indignación—. Creo que ya me tocó posponer mi siesta por su culpa.
Algo en la naturaleza de Yoongi le impedía dormirse de una sola, aunque realmente no lo necesitara. Pero eso no evitaba que tomara varias siestas seguidas y la última había sido hace unas dos horas cuando llegó de enterarse del secreto de Taehyung.
—Las cosas que hago por este mocoso—el demonio suspiró y afirmó—. Debería tener el título del mejor hyung del mundo, sin duda.
Minutos más tardes sintió la presencia tan característica del menor de ojos purpuras. Ya era hora de que llegara o perdería la poca paciencia que le quedaba.
Yoongi sería super directo como siempre lo ha sido, y después se dedicaría a contarle acerca de ese suceso que tanto impacto tuve hace tiempo atrás en el cielo y el infierno.
Era por el bien de Taehyung, a fin de cuentas.
Para que así el susodicho pudiera tomar una decisión conociendo los pros y los contras, antes de no conseguir retroceder con todo lo que estaban haciendo.
Y, por último, pero no menos importante, cuidarle de la regañada del siglo por parte de cierto general de los demonios que tenía como amigo.
—Vamos pues, llegó el momento de contarte esa verdad que por tanto tiempo ambos lados quisieron ocultar y olvidar, Taehyung-ah...
Continuará...
Gracias por leer, les dejó doble capítulo por el constante apoyo y sus lindos comentarios.
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