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꧁ Chapter 11 ꧂

Yoongi se dirigía con Taehyung al bosque, pues sin querer esta se convirtió en su nueva rutina después de que ambos menores les dijeran a sus hyungs que por el momento mantendrían todo en secreto; dado que no querían cargar con toda la atención de ambas partes, por el simple hecho de ser una pareja de ángel y demonio luego tantos siglos, más específicamente desde aquella desgracia.

Pero se preguntarán la razón, la cual era muy simple. Namjoon le había expresado al demonio de mirada felina que algo estaba sucediendo a sus espaldas, y de igual forma Seokjin le comentó lo mismo a la potestad. Tanto Jimin como Yoongi creían que por más roto que estuviera el vínculo de sus almas, hasta en el sexto sentido coincidían. Lo que de cierto modo era aterrador, pero jamás lo dirían en voz alta.

Entonces, la expareja comenzó a enviar a sus mejores guardianes a hacer recorridos en el mundo de los humanos, para de esa forma poder descartar cualquier cosa. Por lo que la potestad y el demonio, alegando que buenos hyungs que eran, se ofrecieron a cuidar las espaldas de la nueva parejita durante los meses siguientes -6 meses en total, para ser exactos- hasta la actualidad, con el afán de evitar que Namjoon y Seokjin se enteraran de su relación de una manera brusca y no con la sinceridad como los menores deseaban.

Sin embargo, no contaron con que ese día al fin la parejita les daría la buena nueva.

El demonio mayor divisó a la lejanía al ángel menor y a la preciosa potestad conversando amenamente. Sintiendo su corazón revolotear al ser consciente de su encantadora presencia.

¡Por todo lo sagrado que tenía el inframundo! El demonio con cada día que pasaba comprobaba que aquel joven de labios carnosos era su perdición.

A veces Yoongi se admiraba tanto por haber logrado controlarse en todo el tiempo que pasó junto al ser de luz, con el cual disfrutaba tener charlas profundas y de temas variados. Y si bien Jimin no le era del todo indiferente, siempre tenía muy presente su límite y al demonio le daba pánico cruzarlo y terminar alejándolo definitivamente.

Pues dentro de su alma seguía manteniendo la esperanza de que pronto cambiara de opinión, aunque al fin y al cabo tenía toda la eternidad para esperarle.

Cuando Taehyung y Jungkook hicieron contacto visual, sin pensarlo dos veces entraron a su propio mundo. Corriendo a los brazos del otro y dándose un beso que rápidamente incomodó a los mayores que solo desviaron la mirada.

A pesar de que ya deberían estar acostumbrados. Ese par eran jodidamente empalagosos. Aunque una parte de ellos solo pensaran eso, porque les tenían envidia.

—Hyungs... —llamó Taehyung con la voz suficientemente alta para captar la atención de los mayores—. Antes de que se retiren tenemos que decir algo—Taehyung mordió su labio inferior por nervios, cuando las miradas se posarán en él, mientras era abrazado de la cintura por Jungkook.

—¿Qué sucede Tae? —inquirió la potestad con confianza, luego de que el demonio se ganara su cariño con el pasar de los meses. Y sí, Jimin había aprendido a querer al demonio de orbes púrpuras, pues podría asegurar que había descubierto que detrás de esa fachada que tenía, solo se encontraba una masita a la que quería cuidar y mimar.

Ah, sin duda le extrañaría mucho cuando partiera junto al pequeño angelito que estuvo tanto tiempo a su cuidado.

—Pues Jungkookie y yo ya hemos tomado la decisión de revelar lo nuestro y comenzar con los respectivos preparativos para la ceremonia—comentó el demonio, jugando con sus dedos, y con sus mejillas ardiendo en rojo. El ángel solo asentía a lo que este decía.

—Así que ya necesitaríamos de su ayuda para hablar con nuestros hyungs.

—¿Están completamente seguros? ¿No quieren disfrutar un poco más? —cuestionó Yoongi. "Era muy pronto", se repetía para sus adentros. Aunque para ser honesto, sabía que cuando eso sucediera, se acabarían las excusas de ver a Jimin—. Que sepan que ya no hay vuelta atrás—advirtió como último recurso, mientras la potestad se quedaba tenso y con el rostro completamente estoico.

Hasta ahí llegó su ilusión de seguir compartiendo con el demonio de piel de porcelana.

—Estamos completamente seguros, así que se los pedimos de favor.

La pareja hizo una pequeña reverencia después de que sus voces afirmaran al unísono. A Jimin y Yoongi no les quedó más que observarse fugazmente para luego asentir.

—Bien. Nos encargaremos de ellos—respondieron como si fueran uno solo. Aunque tal vez si lo eran, pero no dejaban fluir lo suyo.

Se sintieron avergonzados por coincidir bajo las miradas cómplices de los menores, pues para estos nunca pasaría desapercibida la tensión que existía entre sus mayores por más que la potestad siempre lo negara y el demonio nunca lo afirmara o descartara. Realmente deseaban que lo suyo también pudiera encontrar el camino, así como lo de ellos progresó hasta que su relación se fortaleció a tal punto de soñar con dar ese ansiado paso.

Luego de aquello, los mayores se despidieron y se retiraron lentamente del lugar para darle su respectiva privacidad a la pareja.

—Vaya... Al fin llegó el momento. -murmuró el de mirada felina. Sin creerlo todavía—el tiempo se pasó volando, ¿no crees?

—Así parece—Jimin le dio la razón, con sus orbes verdes reluciendo en la oscuridad de la noche. Hipnotizando al demonio como siempre—. La que se nos va a armar—bromeó—. A mí con Seokjin y a ti con Namjoon.

—Sí... Bueno, entonces tal vez ahora sí ya no habrá una razón para vernos más.

Ya le valió todo, no podía quedarse con las ganas de no tocar ese tema. Tenía que saber por la propia boca de la potestad que pensaba al respecto. Aunque más grande fuera el miedo de ser rechazado. Pero preferible eso, a que vivir con arrepentimientos.

Jimin paró en seco luego de escuchar salir esas palabras de la boca del demonio.

Yoongi se acercó lentamente y le abrazó por detrás. Pasando sus manos por ese plano vientre que era cubierto por la más fina seda blanca.

—Minnie... ¿Algún día dejarás de ser tan terco? —le cuestionó con pesar, el menor cerró los ojos conteniendo el aliento. La cercanía de Yoongi no le dejaba pensar correctamente—. A pesar de que me siento feliz por ver lo que han construido, no sabes que horrible es sentir como muy dentro de mí, crecen los celos y la envidia hacia ese par. Porque podrá ser egoísta el hecho de que yo también quiero entregarte mi vida sin importar nada más, pero tú solo te niegas.

—Yoongi... —Jimin suspiró, pero no le apartó. En ese momento se sentía tan bien sentir al demonio y a su cálido aliento junto a esa voz ronca tan cerca de su oído. Pero que seguía acumulando dolor por su estúpido miedo a arriesgarse, entregarlo todo y luego ser desechado—. No lo hagas más difícil por favor.

—Lo siento, pero me es inevitable—lo apresó más entre sus brazos y se atrevió a dejar un beso en el hombro descubierto de la potestad. Esa suave dermis le rogaba en silencio ser marcada y adoraba como si se tratara de una divinidad.

Jimin sintió su piel erizarse, ¿cómo era posible que estuviera bajando la guardia de esa forma? Totalmente inaceptable, pero a la vez era increíblemente satisfactorio.

Correcto, destinado a ser de esa forma.

Solo ellos dos, creando luz en medio de la oscuridad.

—No, Y-Yoon... —el mencionado había comenzado a besar su cuello y toda la piel expuesta a su alrededor. Robándole pequeños gemidos y jadeos que solo motivaban al mayor a continuar—. Mmmh, para...

La atracción entre ellos siempre había sido tan fuerte. Casi como dos imanes que necesitan encontrarse y unirse para no separarse jamás.

—No—respondió con tono firme. Y con su lengua se dedicó a delinear el lóbulo de su oreja, mientras este se sentía desfallecer por la exquisita sensación. Su mente nublándose por el placer al que estaba siendo sometido.

—No lo haré porque lo estás disfrutando, Jimin. -susurró y apretó aún más su agarre, si es que eso era posible—. Tu cuerpo habla por ti, y no puede mentir como tú te has acostumbrado a hacer.

—N-No debemos Y-Yoon... Mghh~ ¡Ah!

El demonio sigilosamente bajó una de sus grandes manos por el muslo contrario con la intención de acariciar el bulto que se había formado tras las finas telas de la vestimenta del ser celestial.

—Rayos, Minnie... Esto es mejor de lo que pude imaginar alguna vez—mencionó y la potestad también pudo sentir algo que sabía a la perfección que era y que estaba ejerciendo una presión en su respingado trasero. Lo cual le obligó a despertar de su ensoñación, porque no podía ir más allá, muy a pesar de que lo deseara como un loco y que aquel guapo demonio le contagiara su incontrolable lujuria.

Así que rápidamente se separó dejando confundido al mayor. No podía seguir ahí, no cuando su raciocinio se estaba yendo de paseo por los sentimientos desbordados de su alma.

—Adiós, Yoongi.

Con voz gélida se despidió, y luego hizo lo que mejor se le daba cuando no sabía cómo enfrentar sus problemas; escapó con ayuda de las imponentes alas impolutas que extendió bajo la intensa mirada del demonio. Confiando en que este cuidaría a los menores en esa última noche.

—Y una vez más te volviste a escapar, Minnie. ¿Cuánto más seguiremos así?

Yoongi negó con la cabeza, triste y decepcionado. Suspiró y se dispuso a vigilar los alrededores de ese lugar tan especial para los menores, todavía conservando el recuerdo de lo bien que se sintió tener a la potestad entre sus brazos.

Luego de haber resuelto aquel pequeño inconveniente con el demonio de ojos felinos, Jimin estaba decidido a preparar el terreno con Seokjin.

—¿Quién viene a molestar a estas horas? —preguntó el arcángel que sin querer se despertó de su sueño reparador gracias a los insistentes golpes en la puerta—. Por el amor al creador, ya voy.

Avisó incorporándose para dejar ingresar al inoportuno ángel. Sin embargo, antes de si quiera regañar al susodicho, notó que no era nadie más que su querido Jimin, así que se obligó a relajar su ceño fruncido.

—Pero si es mi querido Jimin-ah—saludó con una sonrisa angelical que provocó que la potestad pasara saliva con dificultad.

Definitivamente se estaba arrepintiendo de ser un buen hyung.

—Hola Seokjin hyung... ¿Puedo hablar largo y tendido contigo? Es muy importante, desde ya lamento molestarte.

—No pasa nada. Siempre estoy dispuesto a escucharte, por favor pasa y acomódate donde gustes—le invitó—. Siéntete como en tus propios aposentos.

—Gracias hyung.

El mayor asintió y cerró la puerta cuando el ángel de ojos verdes ingresó.

Rara vez lo veía tan serio, por eso no pude evitar preocuparse un poco. El miedo no tardó en hacer aparición. Pero se calmó porque de ser algo grave, hace rato se hubiera enterado, pues como los humanos dicen..." Las malas noticias son las que siempre llegan primero".

—Soy todo oídos, Jiminnie...

"¿Qué será?"

Ojalá nunca se hubiera enterado.

Minutos más tarde Jimin estaba a punto de entrar en un colapso, ¿cómo pude creer que la reacción de Seokjin sería buena?

Oh pobre alma ingenua.

—¡¿Cómo dices que dijiste?! —chilló—. ¡Debes estar jodiéndome, Jimin!

—Pues no lo estoy haciendo... Y por favor, no te exaltes tanto.

—¿Cómo no quieres que me ponga así después de soltar tremenda barbaridad? —preguntó con molestia. Su cabello se desordenó más de lo que estaba y sus ojos parecían contener fuego por la rabia que lo consumía—. ¡Mierda, esto no puede estar pasando! —exclamó tomándose de la cabeza—. No lo merece, alguien tan puro como él no debe ser condenado a eso.

—Hyung, no diga groserías—le suplicó. Seokjin no estaba en su sano juicio—. Si sucedió es por algo, y no tienes que meterte en asuntos ajenos.

El arcángel podía adorar y proteger a Jungkook como su hermano, pero ya no era un pequeño querubín que necesitara de su protección. Ya era un ángel hecho y derecho capaz de tomar sus propias decisiones y debía en entenderlo. Y si llegaba a equivocarse, no tenían que juzgarle, solo estar ahí para cuando necesitara de un auténtico apoyo y cariño fraternal.

—En estos momentos me vale decir groserías, Jimin—declaró—. Ya sabía yo que nada bueno traería dejarlo ir al mundo humano que está infestad de esos odiosos que solo saben romper corazones—escupió con odio en su fina voz—. Y él siendo tan ingenuo obviamente iba a caer.

—No es así, hyung. Tampoco lo tomes de idiota cuando no lo es. Debes aceptarlo, está muy feliz con él.

Aquello era muy bueno para ser verdad. Al principio todo es precioso, pero cuando menos lo esperas se vuelve una pesadilla.

Aunque Jimin confiaba ciegamente en el amor que se profesaban ambos menores.

—¿Feliz? ¿Me lo juras? —Seokjin lo encaró muy de cerca, sin siquiera parpadear en el proceso. Su mirada dura lo decía todo—. Porque luego no lo quiero ver mi regazo, llorando y pidiendo que haga algo con su dolor.

Cualquiera podría decir que el arcángel estaba siendo muy cruel, pero él creía que estaba siendo realista. Porque conocía perfectamente ese dolor causado por una decepción de parte de la persona que amas, y a día de hoy, todavía seguía haciéndole daño a su corazón.

Como una cicatriz que nunca ha logrado sanar, y solo sigue sangrando por la eternidad.

—Te lo juro por lo más sagrado que tengo... y eso son mis alas.

Hacer un juramento de ese tipo para un ángel era equivalente a jurar por su creador, y ellos no podían decir eso en vano. Por eso el semblante de Seokjin se relajó notablemente, la potestad debía estar muy confiada para soltar algo de ese calibre.

—Por una vez confía en su juicio. Tal vez lo sigues viendo como un querubín, pero dejó de serlo hace mucho hyung—le recordó poniendo una mano en su hombro—. Por favor.

—No es que no le tenga confianza, pero simplemente después de lo que yo tuve sufrir dejé de creer en esos cuentos de hadas y tú más que nadie lo sabe.

—Lo sé, hyung, pero créeme cuando te digo que no te arrepentirás.

—Seokjin suspiró derrotado. Jimin no cambiaría de opinión y él no tenía ganas de seguir yendo contracorriente.

—Bien, lo acepto, pero igual quiero conversar con él.

Al joven de orbes verdosos se le iluminó el rostro de la emoción. Esto era una bendición de su creador. Quiso abrazarlo, pero se contuvo para evitar agobiarlo. Este ya era un gran paso. Y confiaba en que eventualmente lograría separar sus malas vivencias de las de Jungkook. La historia no tenía que ser igual.

—¡Por supuesto! Él también desea lo mismo.

—Entonces así será, a primera hora lo espero aquí.

—Claro Seokjin hyung, yo le digo.

Al ángel de mayor rango no le quedó más que asentir, y luego de recuperar la calma, le pidió a la potestad que lo dejara dormir. El susodicho hizo caso sin rechistar, y se dirigió a su propia habitación mientras se perdía en sus pensamientos.

"Pudo ser peor, pero esto es un avance muy significativo".

Dedujo con una sonrisa labial. 

"Así que supongo que no habrá mayor complicación".

Llegó a su habitación y mientras se ponía un conjunto más cómodo, siguió divagando.

"Me alegra que sepas que yo sigo teniendo presente el cómo te vi sufrir por aquello... porque es algo que jamás me olvidaré".

Ni así le borraran le memoria, ese día seguía estando tan presente en su mente, pero no todo era malo.

"Si bien yo también soy un cobarde por tampoco enfrentar mi destino, jamás me olvidaré de ese par que con su unión se volvieron mucho más felices que en el pasado. Y por eso confió en que ellos de igual manera obtendrán la eterna alegría de compartir su amor".

Sí, esa esperanza no desaparecería. Ellos lo lograrían, porque era testigo de lo mucho que esa relación floreció como lo hacen los cerezos en primavera.

Y con eso podrán disfrutar el uno del otro como el destino lo planeó.

"Al fin y al cabo el amor es algo que si es verdadero jamás se extingue. Siendo el mejor regalo que el universo les pudo entregar a los seres que habitan en este".

Se recostó en la cama, se cubrió con una abrigada cobija y se dispuso a caer en un profundo y tranquilo sueño.

Encontrándose sumamente orgulloso de la pareja, y decidido a apoyarlos hasta el final.

Continuará...

Espero les haya gustado el capitulo, tremenda tensión tiene el yoonmin, no?
Mientras Tae y Koo desbordan azúcar. Gracias por leer.

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