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~CINQUE: ALTOCUMULUS~☁️

Fly by Ludovico Einaudi



Antes de cada despertar, el cielo suele cubrirse con volutas de rojo incandescente. Antes de cada milagro de la existencia, siempre suele existir caos.”

MYG, Mayo 1904, París, Francia.



Los artistas suelen adjudicarse un momento del día para dar riendas a su imaginación y cristalizar los fragmentos que otros califican como sus creaciones.

Para ellos es tan simple como el acto inconsciente de respirar, para nosotros, los grotescos admiradores de su genialidad, un rayo de esperanza en medio de la desesperación. Existen muchas formas de inmortalizar un instante, muchas memorias que nos gustarían atrapar por siempre o dejarlas ir lo antes posible.

En dependencia de la intensidad con que se desee algo, así sería el precio a pagar por ello, cuando los dedos manchados de acuarela de Min Yoon Gi difuminan otra línea en el lienzo que se ha prometido terminar esta mañana, este pensamiento cobra más fuerza.

La pequeña habitación con una sola ventana en lo alto de la casa de los Kim se llena de los gorjeos de las golondrinas mientras un tímido Sol asoma sus dorados rayos para bañar la anatomía de su modelo. Park Jimin sonríe cuando sus dedos se enredan en la sábana que pobremente lo cubre.

Está desnudo, tal como el hombre que se ha empeñado en inmortalizar su retrato y entregarle su corazón, única riqueza que posee. Las mejillas plenas y sonrojadas se calientan al encontrar la concentración en aquellos ojos azul cielo.

La boca madura esboza otro mohín caprichoso antes que su otra mano caiga lánguidamente sobre su cadera. Jimin suspira admirando la tensión en el brazo que sostiene el pincel. No le importa ser regañado. No cuando está siendo una tortura no moverse y anidar sobre el artista que ahora frunce el ceño.

Jim… a este paso no terminaré nunca. Tú solo…

El ímpetu de esos labios lo detienen. La calidez de esa lengua sobre su boca lo enciende y solo se escucha la caída del pincel de madera sobre una empolvada alfombra cuando las manos del artista están más ocupadas por mantener al ingeniero sobre su regazo.

Jimin exhala cuando el beso se rompe y los labios de su amante trazan el camino de su grácil cuello. Se retuerce sin vergüenza alguna hasta que percibe cómo es alzado hasta la comodidad del lecho nuevamente.

Allí, entre sus piernas, como un explorador empeñado en conquistar un nuevo continente, Yoongi sonríe y procede a dejarle pequeñas marcas de amor que el ingeniero acoge enredando sus manos en la mata de caballo color plata que exhibe su acompañante.

Te amo… oh… cuánto te amo, cariño…

Se escucha el lamento de una voz dulce como los primeros instantes del amanecer. Se reúnen nuevamente hasta quedar exhaustos. Se reúnen en un abrazo cubierto de rocío y promesas, cuando saben que es vital continuar con el anonimato en un siglo que no está preparado para semejante atrevimiento.

Jimin aún no puede creer que es correspondido. No cuando ha dudado las últimas semanas hasta de su propia sombra y las manos firmes en su cadera trazan otro círculo complejo, diseñado para hacerle sentir amado y protegido.

Amor… una palabra tan etérea como la brisa o los ojos color añil resaca de Yoongi. El pintor finalmente alcanza la boca ajena para morderla levemente. Jimin sonríe.

—Supongo que terminaremos la pintura después. Infórmame de Mei. Es testaruda como el infierno y estoy seguro que no se está cuidando ese embarazo.

El giro en la conversación coloca un ligero ceño en las facciones hermosas de Park. Yoongi niega antes de acariciarle la espalda con la uña de su áspero pulgar.

—Tontito mío… ella es mi amiga. Ya sabes que solo te quiero a ti…

El ingeniero suspira antes de refugiarse en el cuello ajeno y morderlo solo un poco. Yoongi amplía la sonrisa mientras lo cubre con una descolorida sábana.

—Me encargaré de que se cuide más ¿Vendrás conmigo a la exposición de Ingeniería en el Louvre? Sería muy ventajoso para ti que conocieras patrocinadores. Eres muy bueno en lo que haces, Yoon

Afirmó sin abandonar el cálido pulso del más pálido contra sus labios. Yoongi arrugó la nariz. Sus manos seguían trazando confortables formas sobre la espalda baja de Jimin. Patrocinadores… Siempre había tenido la pequeña esperanza de abandonar esa vida de bohemio y ser más profesional.

Siempre había estado perdido en medio de su propio universo. Por eso su aptitud para la escritura y la pintura habían sido la forma de extraer la desesperación de aquellos parajes que la mayoría de las veces lo consumían por dentro. Yoongi negó.

No podría ambicionar más nada cuando había sido bendecido tan gratamente, ahora si es posible con el doble de inspiración, cuando se aferraba a un ángel de cabellos dorados y ojos a juego. Jimin interpretó el silencio como su momento para discutir.

Su expresión mudó un poco la beligerancia que había atraído el nombre de Mei al encontrar el ligero ceño de Yoongi. Parecía un gatito enfurruñado y eso era más que adorable.

—Hey… regresa de a dónde sea que te hayas ido. Estoy aquí, mon amour.

Rozó sus labios delicadamente. Las pequeñas manos se enredaron un poco más entre los hilos de plata en una exploración concienzuda. Yoongi emitió un sonido muy similar a un ronroneo mientras la sonrisa volvía al rostro de Jimin.

Del sedoso cabello del joven las puntas de sus dedos trazaron las clavículas, los pectorales y el estómago ligeramente marcado por los rectos abdominales. Jimin dejó escapar una pequeña risa antes que su boca sustituyera las líneas imaginarias en el cuerpo de Yoongi. Este último se dejó hacer.

Cambiando el espejismo de tibia plenitud por las manchas de las preocupaciones cuando sabía que su felicidad al lado de Park tendría fecha de caducidad. La misma constante que a fin de cuentas martirizaba a otra persona en esos precisos instantes.

Elevándose en el cielo, como una columna de humo o como las propias nubes que anteceden el diluvio, Kang Mei Lin observaba su prominente vientre reflejarse en el espejo con forma de luneta de la habitación del ingeniero Park.

No sabía muy bien la razón por la cual iba a pedirle semejante favor, o mejor dicho, sí recordaba la expresión comprometida del hombre cuando Yoongi le había implorado semanas atrás que cuidara de ella en su lugar.

Yoongi… oh… cómo le hubiera gustado conocer al joven antes de todo el desastre que era su vida. Cómo le hubiera gustado disponer del tiempo suficiente para seguir adelante cuando el acceso de tos de la última noche la había alarmado al teñir las sábanas de sangre.

Tuberculosis, una enemiga cubierta de delirios febriles y el peso del cansancio. Una enemiga que le drenaba las fuerzas y amenazaba con matar sus últimas esperanzas. Aun era temprano para reclamar por la presencia de Park en la pensión.

Sin embargo, la chica conocía de sus escapadas a media noche o del hecho de regresar con aquellas marcas en su cuello que solo atestiguaban que tenía un amante. Mei no estaba allí para juzgar, menos cuando su falta era hasta cierto punto condenable.

Aunque como todo ser humano, negar que no sentía curiosidad o un poco de envidia por el atractivo ingeniero sería una falacia total. Aun así, estaba consciente que la decisión que estaba a punto de tomar la castigaría en muchos sentidos.

Palpando su ya notable vientre, el reflejo de Mei en el espejeo parecía fragmentarse, creando una analogía, quizás demasiado cruel de la mujer que debería interpretar.

Mientras ella esperaba en la alcoba del ingeniero Park, dos jóvenes caminaban muy cerca el uno del otro por la calles recién despertadas de París. Yoongi miraba hacia el frente. Jimin miraba a Yoongi, sus manos podían enlazarse perfectamente, aun cuando ese hecho trajera toda una oleada de problemas y cuestionamientos sobre dos hombres en la flor de la veintena y solteros.

Una sonrisa irónica pobló las facciones del rubio antes de detenerse a solo metros de distancia de la fachada de Saint Roman. Yoongi ladeó la cabeza.

—¿Sería demasiado si te besara en medio de la calle?

El de ojos azul claro sonrió. El puchero enfurruñado en los labios de su amante era demasiado tentador. Sin embargo, conocía perfectamente las consecuencias de repetir ese hecho.

—¿Acaso no lo hice ya? ¿Olvidaste nuestro primer beso, chérie?

Jimin torció el gesto y reanudó la marcha en dirección a Saint Roman. Ni aunque le arrancaran la memoria podría olvidarlo. Fue exactamente unas semanas atrás y desde entonces el mundo tenía los ojos color cielo y el alma soñadora del más pálido.

Una mano en su manga lo interrumpió en su divagación. El gesto comprensivo en aquel rostro lo ancló al último latido de su corazón.

—Ya es suficiente para mí reconocer que alguien como tú pueda pretenderme. No quisiera manchar tu reputación de esa manera, cariño.

Jimin sabía exactamente a qué se refería. Por supuesto, que sería desfavorable para él que medio París se enterara de su orientación sexual y pensando más prejuiciosamente, que saliera con un don nadie.

—No voy a pedirle un deseo a la Luna.

Convino acariciando levemente los nudillos ajenos antes de observar su reflejo en las puertas acristaladas que flanqueaban la pensión. Los ojos y los oídos de las pocas personas que deambulaban a esas horas estaban discretamente sobre aquel intercambio. Pero a Yoongi no le importó.

Poseído por el mismo frenesí que le calentaba la sangre, atrajo el cuerpo esbelto del rubio hasta arrinconarlo contra una de las columnas que daba acceso a la plazoleta del servicio. La cálida boca de Jimin se ofreció con avidez mientras los sonidos, olores y sensaciones se disipaban dentro de aquel beso.

Las manos del rubio no dudaban en buscar dentro del cabello platinado las respuestas que su codicia no podía permitirse. Emergiendo como una flor sobre el barro de las convenciones, Jimin le demostraba que nada importaba mientras lo tuviera a él.

—Nunca me avergonzaría de ti. Tienes el alma más hermosa que he conocido y eres… Dios… eres mío. Min Yoon Gi, tú eres mi único cielo…

Declaró preso de una nueva emoción mientras confesaba su peor pecado ante los ojos entornados de Marie. La mujer que presenciaba aquel encuentro desde la seguridad de las ventanas de la planta alta.

La mujer que con una mano en el pecho ya sabía que argucia utilizar para aprovecharse de lo que con seguridad debía ser un secreto. Inocente en su nube de autocomplacencia, Jimin se despidió de Yoongi antes de reanudar su camino hacia las escaleras. Marie estaba allí, con una sonrisa desencajada para él.

—Buenos días, ingeniero Park ¿Cómo le va en esta mañana?

La mujer que regularmente solo se comunicaba por medio de rígidos asentimientos de cabeza le evaluó. Jimin frunció el ceño antes de responder con una escueta disculpa y tomar la balaustra de la escalera en dirección a su habitación.

Las puertas dobles se cerraron ligeramente cuando la figura demacrada de Mei Lin apareció del otro extremo doblando su ropa de cama.

—Buenos día, Mei Lin ¿Te importaría preparar el agua caliente? Tomaré un baño antes de ir a la Torre.

Resolvió él, pero ella ni siquiera se movió. Casi a punto de preguntar la razón por la cual todo estaba tan raro dentro de los dominios de la pensión Saint Roman, la chica se desinfló como un globo.

—Señor Park, disculpe mi impertinencia, pero… ¿Me concedería unos minutos de su tiempo?

Ella jugueteaba con sus dedos en el bajo del raído delantal. Los ojos color ámbar de él se dulcificaron al percibir la ligera curva en el vientre de la chica.

—Por supuesto, querida. Olvidé preguntarte cómo has amanecido hoy. Toma asiento.

Haciendo una floritura con sus ágiles manos le convidó a sentarse en la esquina de la mullida cama. Los almohadones que acababa de colocar la muchacha delinearon una especie de muralla entre ambos.

—Tú dirás entonces…

Le animó Park. Los ojos morenos de Mei le observaron con detenimiento. El ingeniero brillaba como un sol en medio de la penumbra que ella vivía. Cuan dichoso parecía y ella sabía la razón. El inicio del fin si alguien más lo sabía, el inicio de otra historia si aceptaba su “trueque.”

—Seré directa en cuanto a esto. Sé… sé de sus sentimientos por Yoongi…

Jimin dibujó una ligera letra O con sus rellenos labios. La chica tragó saliva antes de continuar sin mirar a ninguna parte en particular. Su ceño se frunció.

—Sé que lo ama. Aun cuando las cosas se han desarrollado demasiado rápido, es más que evidente. Sé que lo de ustedes es real y me atrevería a decir que es mutuo. No tema, no le contaré a nadie, pero dudo que los demás se contengan de arruinarle la vida cuando alguien descubra sus verdaderas… “preferencias.”

—Mei yo…

—No me interrumpa. Por favor, lo que tengo que proponerle es hasta cierto punto delicado, pero mi tiempo se agota y temo… temo tanto no poder hacer más por mi bebé que…

La mano de ella tembló cuando un nuevo acceso de tos le sacudía los hombros. Jimin corrió en busca de un vaso de agua. Ella lo cortó negando mientras el pañuelo en su mano se teñía con sangre.

La tristeza, la dama del silencio envuelta en pobreza y decadencia le mostraba las fauces a Jimin mientras Mei se recomponía con lágrimas en los ojos.

—Tú…

—Sí, yo… no podré llegar más allá de este viaje, pero ustedes sí. Tú puedes encargarte de este bebé con Yoongi, aun cuando la sociedad no lo comprenda, podemos… podemos vivir los tres juntos en paz.

Jimin era demasiado agudo para no comprender lo que le proponían. La idea de justificar el embarazo de Mei para cubrir lo que otros tachaban como una falta podría ser algo grotesca, pero no menos práctica.

—Yoongi… Yoongi sabe que estás enferma ¿Verdad?

Ella negó y un peso similar al de una roca se asentó en el estómago del rubio. Pasando las manos con desesperación por su semblante, él la volvió a mirar. La luz de la mañana le daba un aspecto todavía más nauseabundo. Su vientre hinchado hablaba de cinco meses y algo. Quizás dos más antes de que tuviera a un niño prematuro y luego… Oh… ni siquiera podía pensarlo con racionalidad.

—Conseguiré el mejor médico que pueda para ti. Encontraremos una solución, no tienes que ver la vida en blanco y negro, nosotros…

Ella negó antes de arrojarse a sus brazos. Jimin se mantuvo rígido solo unos instantes. Los justos para devolverle el gesto y acariciar el lacio cabello que le cubría la espalda a la chica.

—Eso solo postergará un poco mi agonía, pero agradezco tus intenciones. Sé que no tengo derecho, pero no puedo permitir que destruyan la felicidad de mi único amigo… y usted significa eso para Yoongi. Él puede que no hable mucho, pero no para de pensar. Su mente es un campo tan hermoso, que a veces me gustaría perderme dentro. Usted ha estado en su cartas estos últimos meses, usted ha estado presente y mi amigo me ha confiado ese dulce sentimiento que yo solo puedo legarle a mi hijo. Acepte, por favor. Acepte por misericordia la petición de esta egoísta, señor Park.

Ella se agitó nuevamente y él cerró los ojos, murmurando palabras de consuelo mientras una sombra se alejaba de la rendija de la puerta. Madame Valais no sabía qué pensar en esos instantes. No cuando Marie había corrido a envenenarle el oído sobre el ingeniero Park.

Sodomita. El excelso heredero japonés es un asqueroso sodomita.”

Había espetado la mucama en tono despectivo. Ahora los ojos codiciosos de la dueña de la pensión estaban detrás de esa información y seguir los pasos del hombre era la meta.

Una declaración de tal magnitud podía derruir montañas y ella siempre había sabido jugar con las cartas a su favor. Cuánto podría sacarle al señor Park por vender su secreto, quizás un contrato exclusivo con los almacenes de tela que le pertenecían al padre del chico o el placer de inaugurar los servicios de telefonía que se tejían desde la Torre Eiffel al resto de París.

No lo sabía realmente, no lo podía medir, pero fuera cómo fuera, apuntaba mentalmente el hecho de seguir observando. Seguir esperando su oportunidad como la astuta hurraca que estaba acostumbrada a separar las sobras, un ser infernal disfrazado de capas de educación dispuesto a desangrar a su presa.




La melancolía tiene forma de nube. Lo que puedo retener entre mis dedos hoy parece más efímero que una gota de lluvia. Lo que puede significar el pasado, me ancla a lo que debería llamar nada.

Aun deseo elevarme en el cielo, ser más ligero que una nube antes de la tormenta. Odio esta calma insonora donde todo parece caer en la autocomplacencia.

Odio los días nublados donde mi conciencia transita por una resolución desconocida. Estoy perdido en este cuento sin nombre. Estoy a solas contigo y no puedo encontrar la medida de lo suficiente.

Una lluvia descorazonadora se divisa en mi horizonte, estoy cambiando otra vez dentro de mi propia piel. Por favor, di que me quieres. Aun cubierto de cicatrices, por favor, abrázame.”

PJM, Mayo de 1904, París Francia.




Notas:

Altocumulus: Un altocumulus o altocúmulo es una nube de clase caracterizada por masas globulares o arrollamientos en capas o parches, los elementos individuales son más largos y oscuros que los cirrocumulus y más pequeños que los stratocumulus.

Los altocúmulos frecuentemente preceden un frente frío, y con la presencia de mañanas calurosas, húmedas, de verano, señalan el desarrollo de nubes de tormenta más tarde en el día.

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