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II

No recuerdo muy bien cuando pasó, o que hacia exactamente antes de eso, solo recuerdo haber pasado por un pasillo poco concurrido, específicamente por las habitaciones de los pacientes que estaban aislados, principalmente por enfermedades o heridas de caso extremo. Por la naturaleza de sus pacientes, y los riesgos obvios, no muchos vienen por este piso por lo que suele estar muy tranquilo y poco concurrido, por lo que era algo terapéutico caminar por ahí luego de un estresante turno completo.

Yo acababa de salir de una de las habitaciones, luego de lo que parecía ser una simple noche de rutina. Solo llevaba lo que traía en mis bolsillos junto a una taza de café en mi mano, no era mucho lo que hacía en ese momento y solo pensaba en cerrar mi consultorio e irme a casa, pero justo cuando voltee en una esquina pude notar algo inusual, técnicamente alguien que contrarrestaba con todo el blanco del lugar.

Un joven enfermero de uniforme negro de baja estatura que no paraba de ver a través del umbral de una puerta perteneciente a las habitaciones privadas del bloque. Su mirada estaba ida en alguna parte del lugar y sus manos estaban posadas en su espalda mientras parecía mecerse lentamente en completa quietud.

Confundido me acerqué con cuidado, al estar más cerca noté que uno de sus ojos estaba cubierto y que el único que estaba a la vista brillaba en un azul oceánico casi espeluznante que contrastaba con lo pálida de su piel y lo oscuro de su cabello, que si no supiera mejor diría que era un fantasma y no un empleado del hospital.

Estos chicos con sus modas extrañas, pensé asumiendo que el chico solo era otro de esos adolescentes que se la pasaban todo el día vestidos de negro y aseguraban ser muy oscuros para el mundo, como si vestirse como si un camión de petróleo los hubiera atropellado no fuera lo suficientemente obvio. Mentalmente hice una mueca ante la idea de acercarme a tan ridícula forma de expresión adolescente y decidí mejor pasar de largo, lo que sea que estuviera haciendo un empleado a estas horas era problema del inspector, no mío.

Pero justo cuando estaba pasando en silencio detrás de él decidí echar un vistazo a lo que sea que lo mantenía tan entretenido al otro lado del marco y me di cuenta que la habitación estaba vacía. Confundido me quedé mirando la habitación con curiosidad, como si así fuera capaz de averiguar que tenía a este chico hipnotizado. No lograba entender que miraba, tampoco entendía porque la habitación estaba desolada, hasta que vi el número de la puerta, entendí que era una de las habitaciones que estaban en remodelación, muchas del bloque estaban en esas condiciones por cuestiones de higiene. Irónicamente siempre eran las de número impar.

Me rendí en mi búsqueda por la oscuridad del cuarto y decidí, ahora sí, alejarme del chico.

– ¿Cree que sufrió? – Me detuve por un segundo y miré a mis espaldas notando que el chico ni siquiera se había movido. Solo seguía mirando la habitación. – Sabe, yo era su enfermero. No oficialmente, pero solía venir a atenderlo en mis ratos libres. – Dijo haciendo que me girara a verlo algo confundido. Bueno, al menos no es de esos que culpan a los capitalistas de todo, pensé medio en broma. – Me caía bien, incluso solía quedarme hasta tarde para escuchar sus historias. Era un buen sujeto.

No sabía en qué momento me había acercado, pero cuando menos lo supe le había tomado de los hombros a modo de consuelo y le había dado un medio abrazo, más por lástima que por otra cosa. Por sus palabras me había hecho una idea de por qué el chico actuaba de ese modo. La típica historia de un enfermero que se encariña con un paciente y se entristece por que muere antes de tiempo, no era nada nuevo, todos los nuevos empleados pasaban por lo mismo.

– ¿Cree que sufrió? – Volvió a preguntar aun sin voltear a verme.

No estaba en mí ayudar a las personas en estas situaciones, yo siempre estaba detrás de todo el drama de perder a alguien mientras los familiares y amigos hacían todo lo relacionado con el consuelo, nunca me vi en esa necesidad de hacer algo por las víctimas y tampoco me interesaba empezar ahora. Si no me afectaba el chico bien podría sufrir en silencio.

Pero bien dicen que la curiosidad es un arma de doble filo.

– ¿Qué padecía? – Pregunté algo interesado en el drama del muchacho, no tenía nada que hacer y hace poco el café se había enfriado, tal vez esto me animara un poco la noche.

El chico no respondió de inmediato, supongo que él tampoco lo sabía con exactitud.

– Necesitaba un trasplante de pulmón. – Deficiencia respiratoria en palabras simples.

Aunque, asumiendo su lugar de deceso, debía ser una enfermedad mucho más grave o una enfermedad a la que no pudieron conseguirle cura hasta el último momento porque no habían determinado cuál era. Cual fuera la respuesta era obvio que eso estaba afectando al muchacho, de una manera un tanto espeluznante.

– No creo que haya sufrido. – Respondí luego de un rato, tal vez no era la respuesta más empática pero al menos quería ser meramente honesto. Si le dio un paro al corazón mientras dormía dudo mucho que haya sufrido. – Seguramente ahora este en paz.

Terminé mi intento de consuelo mientras miraba a la habitación esperando alguna palabrería de puberto sobre el odio a sus padres, que las personas buenas siempre mueren y que la vida es injusta por culpa del presidente, ya había escuchado estupideces similares y siempre me causan gracia. Tal vez, si tengo suerte, pueda divertirme a costa del sufrimiento de este chico.

Sin embargo, pese a lo que creía, no hablo. Al menos no hasta un rato después.

– Debió haber sufrido. – Dijo dejándome algo impactado por sus palabras, más no lo hice notar prefiriendo darle una ceja alzada en su lugar, a pesar de que no me estaba viendo. – El pulmón que le dieron era cancerígeno. – Admitió dejándome mudo por un segundo.

Después de esas palabras se fue por el pasillo opuesto al que debía ir, dejándome solo ante la tétrica habitación que parecía respirar en el silencio del turno nocturno. No supe cuánto tiempo me quedé viendo la habitación, solo sé que mis pensamientos no dejaron de rondar en lo espeluznante que había sonado tal declaración, más viniendo de un enfermero que no estaba relacionado con el paciente.

Y si no estaba relacionado de manera profesional ¿Cómo pudo saber que el pulmón de reemplazo era cancerígeno?


(...)


La segunda vez que lo vi fue cuando iba de camino a ver a un paciente. Mientras caminaba me concentré en los datos registrados sobre la condición del sujeto que estaban en mi portapapeles cuando, justo al entrar, él estaba ahí. Estaba de espaldas a la puerta y parecía no haberse dado cuenta de que alguien había entrado, por lo que no dio indicios de voltearse en mi dirección.

Sus brazos estaban encima de la cómoda; sonidos de objetos siendo removidos se escuchaban desde mi lugar acompañados del chocar de las pastillas al impactar dentro de un frasco.

En ese momento estaba algo sorprendido de haberlo vuelto a encontrar, pero al poco tiempo me volví a componer al descubrir que estaba pasando.

– ¿Se te perdió algo? – Pregunté sobresaltándolo haciendo que se volteara a verme con la decencia de parecer inocente. A este punto no me sorprendería descubrir que estaba robando medicamentos de otros pacientes, no es como si no hubiera visto casos similares.

A los pocos segundos pareció relajarse antes de mover la cabeza en negación a mi pregunta.

Crucé los brazos algo escéptico.

– Entonces no te importara que revise lo que estás haciendo ¿verdad? – Dije acercándome para tomar su brazo pero él se me adelantó empujándome a un lado y corriendo hacia la puerta. A la que miré por unos segundos debatiéndome en si perseguirlo o no.

Voltee mi mirada hacía la cómoda optando por no seguirlo decidiendo en su lugar tomar la evidencia que dejó atrás para reportarlo con el inspector en otro momento.

En efecto, había un frasco de pastillas encima de la cómoda con varias de estas regadas a un lado. No pude evitar suspirar mientras inspeccionaba el frasco y las pastillas regadas a su alrededor queriendo averiguar a qué fármacos era adicto. Normalmente suelen ser adictos a los analgésicos, por lo que decidí buscar Ibuprofeno o, en su defecto, Gabapentina*.

Sin embargo, me impresioné un poco al descubrir que no había ninguno de los dos, o algún analgésico de otra categoría, en la escena. En ese momento, recordé el caso del paciente, que estaba dormido en la habitación, por lo que saqué la carpeta con los registros encontrando justo lo que buscaba en las primeras páginas.


Caso del Paciente:

Infección Urinaria grave

Preinscripción:

Tratamiento con analgésicos vía intravenosa.


En efecto, no había razón para que el sujeto recibiera medicamentos vía oral si su situación requería chequeos constantes. Además, no habría razón lógica para usar Metoprolol* en un paciente con infección.

Más extraño aún era el hecho de que las pastillas que estaban ahí no eran de dicho frasco sino que eran Enalapril*, según la marca que había tallada en ellas, un fármaco conocido por ayudar a disminuir la presión la presión arterial, todo lo opuesto a tratamiento anterior. No estaba muy seguro de porque este chico gótico cambiaria las pastillas de los frascos, aunque me hacía un par de ideas.

Antes de si quiera tener la oportunidad de recoger el frasco, junto con las pastillas erróneas, el paciente a mi lado se había removido entre sueños, recordándome porque estaba aquí en primer lugar y que, además, había dejado ir prófugo a un enfermero con placebos en su poder. No me preocupé mucho por ello queriendo hacerme a la idea de que solo serían para una mala broma, una con un humor muy podrido.

De todas formas no vi razones para preocuparme o darle interés al asunto, por lo que ignoré por completo el suceso que ocurrió una semana después, cuando un paciente con problemas cardiacos murió de un infarto.


(...)


Era apenas el final de una revisión a un paciente, que había despertado de un coma, cuando lo volví a ver.

Se encontraba en el pasillo continuo al cuarto de hospital del que acababa de salir, mirando a unos niños que estaban jugando en el corredor. Hice una mueca ante eso, sabía que la sala de pediatría no debía estar lejos de este bloque pero igualmente no había razón para que esos niños, que por sus batas asumí eran pacientes, se pasearan por el hospital sin supervisión.

Quise acercarme para regañar a los niños por andar en los pasillos a estas horas, pero el chico de uniforme negro se me había adelantado mientras colocaba una mano en su bolsillo.

En ese momento solo pensaba en lo tedioso que tendría que ser trabajar con niños a altas horas de la noche teniendo un turno de dieciséis horas ininterrumpidas con solo cinco horas de sueño, por lo que sentí pena por el chico que tendría que tratar con ellos. De todas formas, mejor él que yo.

¡¡AAAAAAHHHHHHH!! – Salté en mi lugar del susto saliendo de improvisto de mis pensamientos.

El grito había resonado por todo el pasillo, afortunadamente sin llamar la atención de nadie, teniendo en cuenta que no había empleados por el lugar a esas horas, como mínimo estarían en otros bloques pero dudaba que aun así hubieran escuchado algo (eso sin contar a los pacientes).

Por un segundo el silencio que le siguió me había inquietado, incluso estuve por ir a investigar que había pasado, pero justo en ese momento unos ruidos amortiguados me detuvieron seguido de una voz chillona que salía del pasillo.

Se puede saber, ¿Qué hacen un par de bribones fuera de sus camas? – Mi cara en ese momento debió ser de fotografía porque honestamente no podía creer lo que estaba escuchando. – ¡Ah! ¿Se atreven a faltarme el respeto? – Preguntó aquella voz fastidiosa haciendo que prestara atención a lo que estaba ocurriendo detrás de la pared, sin tener realmente una imagen de ello – ¡Que niños tan groseros! – Escuché que volvía a decir la voz haciendo que me riera un poco.

Fue entonces que recordé al enfermero gótico que estaba a la vista hace unos momentos. Me pregunte por un segundo si de verdad él podría estar trabajando en el área de pediatría, llegaría a explicar la actuación que estoy escuchando y que siempre estuviera en todos lados, dado el hecho de que los niños en cuidados constantes suelen necesitar más atención que la de un paciente adulto. Sin embargo, no quería hacerme a la idea antes de siquiera poder estar seguro de ello.

De todos modos sin su apellido el intentar comprobarlo iba a ser difícil.

¿Qué están esperando? ¡Muévanse! – Escuché nuevamente aquella voz chillona logrando visualizar a los dos niños pequeños de antes siendo perseguidos por el enfermero gótico, quien llevaba una marioneta en la mano.

Eso explica la voz fastidiosa, pensé en mis adentros con cierto nivel aburrimiento e interés en partes iguales.

En su momento quise seguirlo pero no podía dejar desatendido mi trabajo por un niño que parecía ser bipolar (sin contar que al parecer tenía algo con las pastillas), así que decidí ir por lo sano en ese momento y me fui a mi oficina con toda la intención de terminar el papeleo que estaba en mi escritorio, al menos el de esa noche, queriendo dejar el tema del muchacho por el momento.

Por alguna razón, tenía la impresión de que nos volveríamos a ver.

Y así fue.

No menos de un día después lo volví a encontrar mirando fijamente a un paciente que había fallecido, el indicador de pulsos cardiacos estaba desconectado, por lo que no podía adivinar si murió antes o después de que la máquina se desconectara, aunque si pude observar como el chico miraba al cadáver de manera fija. No, no miraba al cadáver, miraba lo que yo había hecho.

Perfecto, pensé mientras me acercaba por detrás en completo silencio queriendo observar en primera fila la mirada atemorizada que debía tener por ver un homicidio casi perfecto. Al estar más cerca admiré mi obra maestra antes de voltear a ver el rostro del chico, esperando escuchar el sonido de sus pulmones a punto de colapsar por el pánico. Y sin embargo, lo único que recibí en reacción fue una mirada vacía, carente de emoción y con una total falta de movimiento.

Este niño está lleno de sorpresas, más de las que imaginé.

Y con eso en mente quise disfrutar un poco más de ese brillo espectral que irradiaba de su ojo visible, tan puro y misterioso como el agua de los océanos, antes de tomarlo de los hombros y susurrarle al oído.

– Hermoso, ¿No crees? – Dije causándole un espasmo antes de sentir un terrible dolor en la cara mientras el mundo caía en oscuridad.


(...)


El olor era repugnante, la pila de cadáveres parecía nunca terminar de pudrirse, con ellos mis energías también estaban pudriéndose. Las cadenas eran nuevas, nunca antes las habían usado, ni siquiera sabía que estaban aquí en primer lugar, las luces estaban algo opacas esta vez, así que lo único que me decía con exactitud donde estaba cada cosa en este lugar eran los tubos de hibernación, quienes brillaban en un leve tono verde. Dentro de ellas habían cuerpos, de eso estaba seguro, nunca supe quiénes eran o que hacían ahí, jamás me permitieron preguntar de todos modos.

La gotera se detuvo hace tiempo, así que ya no hay nada más por hacer.

Solo me quedaba observar lo que mi limitada visión me permitía...

Y quedarme quieto.

Es lo único que puedo hacer en esta camilla de hospital.

– ¿Separaste los tendones? – Preguntó una voz fémina en la tenue habitación.

Mi cuerpo se sentía entumecido, no podía moverlo y apenas sentía que estaban haciendo. Mis muñecas estaban encadenadas, como si la posibilidad de escapar fuera posible en mi precaria condición.

Las luces parecían parpadear, mi visión estaba borrosa mientras mi cabeza daba vueltas. No sabía que pasaba, ni quería saberlo, solo quería caer en la oscuridad que la inconciencia me estaba ofreciendo, pero no quería hacerlo, sabía que pasaría si lo hacía, pero dormir se sentía una buena idea, ya no quería seguir peleando. No más.

– Iniciando extracción.

Iniciando extracción...

No más.




No más...

Por favor...



(...)



Vocabulario:

Gabapentina: La gabapentina es un medicamento originalmente desarrollado para el tratamiento de la epilepsia. Posteriormente se empezó a utilizar para el tratamiento del dolor, especialmente el de origen neuropático.

Metoprolol: El metoprolol es un bloqueador del receptor β₁ selectivo usado en el tratamiento de enfermedades severas del sistema cardiovascular, especialmente de la hipertensión y el infarto agudo de miocardio.

Enalapril: El enalapril es un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina utilizado en el tratamiento de la hipertensión y algunos tipos de insuficiencia cardíaca crónica.


Emm...

Hola :D

Sé que este capítulo llegó con... No se... ¿Tres meses? De retraso.

La verdad cuando empecé a escribir este capítulo no tenía idea de que abarcar primero, solo sabía que este capítulo introduciría a Vlad, ya que como dije el fic solo tendrá 5 capítulos a lo máximo (Algo que a este punto dudo que se pueda hacer, pero ya veremos).

De igual forma, he estado ocupada estos meses, no con clases online como muchos creerán pero si con trabajos y proyectos personales en los que trabajo con bajos recursos, dado el hecho de que mis bolígrafos y blocks se están acabando a una velocidad alarmante :'c

Además que este capítulo no me convencía pero nada de nada.

Creo que lo escribí como 5 veces y aún sigue sin convencerme, así de mal creo que estoy escribiendo. Y eso que lo corregí como 7 veces

Pero de todas formas, y hablando de cosas menos deprimentes, me alegran los comentarios de los lectores que siempre vienen a leer esta loca idea que se me ocurrió un día que no tenía nada que hacer, realmente aprecio el apoyo que le están dando a esta historia y no puedo esperar a escribir los siguientes capítulos

¡¡Estoy tan emocionada!! ♥

De todas formas espero que les haya gustado el capítulo y lamento si fue muy corto, el próximo prometo será más largo, me encargaré de ello.

Sin más me despido~

Bye~♥

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