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2: El Hombre ballesta

La chica se desperto por unos golpes en al puerta, más bien eran rasguños a esta, pero el sueño de Robin había estado ligero conforme avanzó todo. Sus ojos se acostumbraron a la luz, sacándose las lagañas con su mano y se sentó en el sillón donde había dormido viendo la casa donde se quedó.

Buscó silenciosamente en un recorrido al estilo ninja (evitando tocar el piso que rechinaba y sin hacer fuerza de más al pisar). Encontro la puerta trasera trabada por un mueble, hizo una mueca preparándose para moverlo. Sus brazos ejercieron fuerza moviendo el mueble al costado, liberando la puerta, saco su cuchillo esperando que saliera un caminante y su mano libre tomó la perilla con lentitid al inició hasta abrirla por completo. Se fijó por última vez que no hubieran peligros y con tranquilidad salió de la casa.

Afuera, con cuchillo en mano, admiraba como todo el perímetro estaba desolado. Solo estaba el sol y con todo el silencio podías escuchar las hojas de los árboles moverse. Como deseaba la chica que así fuera siempre, pero no. Este es el mundo real, donde o eres la presa, o eres el cazador.

Su ropa desarreglada, su cabello con hojas y sus ojos sin dejar de ver todo su camino sujetando con fuerza su cuchillo (que era lo único que ella tenía). Las armas la tenían sus padres, ella solamente tenía un cuchillo.

Me pondré en forma por lo menos. Intento buscar lo positivo luego de caminar por varias horas llegando a una carretera.

Esta, igualmente estaba muy sola, y había uno que otro auto. Se les notaba que hace tiempo habían estado ahí y que no había nada, aún así, con la poca fe que guardaba Robin, fue a un auto azul muy sucio para ver que los vidrios estaban casi intactos y dentro se podía observar una mochila negra, al final guardar la esperanza servía de algo.

Robin era conciente de muchas cosas, como que su cuerpo de mocosa no podría contra tantos infectados o con los locos que andan cerca. Lo único a su favor era que al ser más pequeña que un adulto podía escabullirse y el trepar árboles había sido un habito que lo tenía controlado. Ya sabía perfectamente que no era una niña, y no por toda la situación, sino por el hecho que las pocas veces que se vio en el espejo en este tiempo, no se veía como una niña de 11 o 12 años, sino que de a poco se volvía una adolescente, su cuerpo andaba cambiando el pleno apocalipsis, lo mejor, ¿no?

La muchacha tomó el mango del cuchillo (que estaba guardado en una funda) preparándose para romper el vidrio, siendo precavida se fijo primero que a su alrededor no hubieran mordedores, como no lo había pudo meter su brazo intentando alcanzar la manija del auto, así tomaria más fácil la mochila, en el transcurso podía sentir el dolor que le daba el vidrio a su brazo derecho.

Al poder abrirla, escucho el ruido conocido de recargar algún tipo de arma. Para poder defenderse saco sin cuidado el brazo posando este en su bolsillo donde estaba el cuchillo. En las leyes de la supervivencia cualquier arma le ganaba a un simple cuchillo, por eso buscó otra alternativa, que era preparar sus pies para salir corriendo.

Era un hombre adulto, su pelo estaba casi tapando sus ojos, tenía un chaleco, se notaba fuerte por sus brazos, no se veía limpio sin duda, y apuntaba con una ballesta a la menor.

— Tranquila niña — su tono burlesco molesto a Robin — Mira, ¿necesitas ayuda?, ese brazo se nota lastimado.

En un vistazo rápido vio su brazo, y si, lo tenia lastimado y tenía sangre, además de que dolía. Aun así no bajo la guardia, inútil ya que podía matarla en un segundo si ella tenía un cuchillito.

— ¿Como se que no querrás matarme y quedarte con la mochila? — el bajo la ballesta y dio pasos a ella.

— Porque eso que tenga, yo lo consigo gratis y sin romperme el brazo — dio pasos hacia atrás ante esa aproximadamente del adulto, notando un árbol cerca y el mango de su cuchillo fuertemente apretado por su mano.

Abrió más la puerta con la ventana rota y se adentro al auto tomando la mochila. Robin tragó saliva por la vista tan fija y fría del adulto, era una persona que daba pinta de asesino.

— Ten, tomala, es toda tuya — la mano izquierda se acercó con lentitud a la mochila negra, cuando la tomo se alejo más de el.

Se sentó en el piso para poder sacar todo, tenía unas dos botellas de agua, unos snacks, un cómic, y una lata de sopa. Sonrió, primera vez que sonreia desde que se había alejado de sus progenitores. Los ojos estaban fijados en la mochila, pero sus oídos prestando atención a los pasos del hombre fornido, que no hacia nada raro.

— Habrá más de eso — Levanto la vista la chica — Vivo en una comunidad, ¿Quieres venir? Eres muy pequeña para andar sola.

— No soy Pequeña — se quejo parandose cerrando la mochila, colgandola después en su hombro — Prefiero andar sola buscando a mi familia.

— ¿Y si llegaron a mi comunidad?

— No lo sabes, necesito a mi familia...

— Mira niña, tienes el brazo lastimado, estas sola, se nota que no tienes comida y no tenes ningún arma que no sea un cuchillo, piénsalo.

Tenía razón, mucha, no tenía nada y pronto moriría o por un mordedor, o por algún golpe más que tenga, o por hambre. Estaba desprotegida, no tenía escapatoria, debía confiar en el hombre ballesta.

— Tienes razón — volvio a repetir esta vez en voz alta lo primero que pensó ante lo dicho — Llevame a tu comunidad.

— Andando mocosa, ese brazo no se cura solo — Sin duda debía ya acostumbrarse que el hombre ballesta la tratara de mocosa.

(.....)

Caminaban ambos en el bosque, Robin de vez en cuando veía los árboles, sus pies, los alrededores por si había mordedores y también al hombre, por si tenía algun cuchillo listo para matarla y comerla. Ya había visto lo que lograba el apocalipsis en los seres humanos, logrando que se coman entre sí.

— ¿Me dirás tu nombre?

— ¿Tu me dirás el tuyo? — la menor quedó callada — Eso pensé.

— Salvaste mi brazo, debería agradecerte.

Exageraba, pero en parte, el adulto detuvo el sangrado y mínimamente había dolor.

— Deja de ser extremista — le corto lo que quería decir además de eso — Soy Daryl.

— Y yo Robin — El asintió — ¿Y no diremos apellidos?

— ¿Con esta mierda te parece que importen los apellidos?

— No pero.... Es lo único además de nuestros recuerdos de lo que fuimos antes — Se encogio de hombros — Yo soy Robin Pietro.

Daryl suspiro, el tener que soportar a otro adolescente no estaba en sus planes, llegaban a ser raros. La castaña iba a insistir en su apellido hasta que apuntó su ballesta a un lugar y eso la alertó.
Intentó preguntar que había visto hasta que solo la flecha de su ballesta se clavo en el cerebro de un mordedor.

— Soy Daryl Dixon — Dijo luego de esa acción, había quedado muy épica, como de una película.

— Eres demasiado cool para este mundo — Daryl sonrió leve pero ignoro lo dicho, solo yendo al infectado muerto sacándole la flecha que tenia en su craneo.

— Andando, es largo el camino. Espero no te canses.

— Vivi caminando desde que salió el primer infectado. Puedo caminar el recorrido hasta la comunidad — afirmó la castaña pasando el lado del cadáver del caminante — Andando hombre ballesta.

El adulto aguanto las ganas de contestarle bruscamente caminando a su lado, debía proteger en el recorrido a Robin por la falta de armas de esta.

(.....)

Llegaron a la comunidad una hora después, por el momento Robin desconocía el nombre de la comunidad porque había preguntado de todo a Daryl sobre donde iba a vivir... Todo excepto el nombre.

Daryl habló con alguien que estaba en una torre, y esa gran puerta se abrió mostrando así: Un barrio, unas casas, y de lejos lo que parecía un parque. La menor recordaba las ganas que tenía de vivir en un barrio privado como ese.

— Bienvenida a Alexandría — Una mano se puso en el hombro de la chica — Entrega tus armas y luego tendrás una entrevista que dar.

Comenzó a dar los cuchillos que tenía a la vista, uno no lo acercó para entregarlo tanto por precaución como porque ese cuchillo pertenecía a su madre y no lo iba a dar porque si. Todo ese procedimiento era observado por Daryl.

— Hola, un gusto — Un chico que se le veía más joven que Dixon estaba yendo a Robin, y este, estaba aseado — Soy Aaron.

— Robin — le dedicó una sonrisa extirandole la mano, con desconfianza la castaña la tomó y la agito como saludo.

— Como veo, eres la única acá, hablare con Deanna, ella seguro te dara un hogar con algunas personas así no estas sola. Pero antes debes tener una entrevista.

¿Entrevista? No cuestionó mucho, si le hacían algo atacaría pero por el momento estaba todo bien. Desconocía quien era Deanna, pero sabía que no quería quedarse a vivir con gente que no conocía, pero por otro lado, vivir sola en una casa no le era buena idea.

— Necesito ver con quien me quedaría — Pidió — No estoy confiada en vivir con personas que no conocería.

— Bueno mocosa, yo me voy — le dio unas palmaditas en el hombro el adulto Dixon y se despidió de ella.

La menor era llevada por Aaron hacia la casa donde le harían la entrevista, al momento que Daryl anuncio un nuevo habitante, uno de los que estaban ahí fueron avisarle a Deanna para que comenzará su típica entrevista.

— ¿Por que tu estas limpio y el sucio si viven en el mismo lugar?

— No está tan de acuerdo a vivir así... — río levemente pero Robin no lo hizo.

Ella podía ser la chica que decía idioteces, que se burlaba de la muerte gritándole a los caminantes insultos, pero a Aaron no lo conocía para mostrar esas actitudes. Cuando estaba sola no daba bromear tanto porque se sentía como una loca hablándose a ella misma.

Aunque de vez en cuando lo hizo, la falta de contacto con demás personas le afectaba.

Aaron aclaro su garganta con incomodidad, afortunadamente estaban frente a la puerta donde Robin sería entrevistada.

— Aquí es, te llamaran — le sonrió de costado quedándose cerca de la chica para que no huyera de hacer la entrevista.

Robin suspiro cruzada de brazos pasando sus ojos por las demás casas, llegando hasta una chica joven con la cual conectó miradas unos momentos. A esperar se dijo.

(.....)

La Cámara le apuntaba, la mujer al lado era la líder de la comunidad documentando que la adolescente no fuera peligrosa.

— ¿Como era tu vida antes de esto?

— Esa pregunta no va para mi — río de manera falsa — Cuando la gente comia a otra gente era una niña, y antes era aún más pequeña. No cree mi vida como un adulto, solo hacia cosas de niña.

— ¿Como cuales?

Mojar al vecino con un balde de agua, hacer un desorden en disfraces, dejar calva a un bravucón, teñirle el pelo a una tarada, oh, e intentar replicar escenas del titanic. Dudaba que eso fuera común a veces, la infancia de la chica Pietro parecía una comedia donde la mitad de cosas no tenían sentido alguno.

— Cosas... Ya sabe — balbuceo un poco.

— ¿Y tus padres, están bien?

Silencio, solamente silencio. Deanna noto el dolor en los ojos de Robin al pensar en sus padres, ellos estarían convertidos o muertos, pero lo peor era que ellos se volvieran en esos monstruos, habían prometido jamás dejar que se volvieran caminantes, debían morir en paz tanto en cuerpo como en alma. Y Robin no la cumplió, los dejó abandonados huyendo como cobarde, sintió la culpa y el enojo con ella misma, porque había perdido todo lo que le quedaba de felicidad.
Su familia estaba muerta, sus padres también, su no-familia también muerta y su mejor amigo igual. Quedaba sola en el mundo.

— No... — susurro — No quiero hablar de eso.

— Esta bien. ¿Como vivias, que hacías antes de entrar a Alexandría?, ¿tenias una comunidad...?

— Nada, sobreviví — corto la chica a la adulta — Luche por comida, me cague de hambre varias veces, ví a gente morir....

— Allá afuera hay muchos monstruos, ¿no? — Robin sonrió irónicamente.

— Somos monstruos Deanna, solo que no lo sabes por que no aceptas esa parte tuya — dejó de sonreír y suspiro mirando la ventana de la casa.

— ¿Extrañas a alguien, Robin?

Agregándole más suspenso, la castaña no dirigió palabra al inicio viendo la ventana y volteo a ver a Deanna.

— Si, a mis padres pero están... — el silencio lastimero le hizo saber a Deanna que era algo difícil de decir.

— ¿Alguien que tu creas que puede estar con vida? — encaró por otro lado.

— Si.

— ¿Quien?

— un viejo mejor amigo — afirmó pensando en la fe que una parte de su cuerpo le decía que Carl Grimes estaba vivo.

Una parte de ella decía que Rick había podido escapar del Hospital a tiempo siendo llevado a un refugio con Carl y Lori. Una parte tenía esperanza que estuvieran vivos, y a veces ella quería creerlo.

NOTAS:

Ya quiero llegar a la parte 2, estaré actualizando todo muy rápido ;))

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