Capítulo 30: Entonces...no te vayas.
N/A: Tómense el tiempo (si pueden, claro) de escuchar la canción que dejé, además de que es preciosa, siento que encaja mucho con la relación que tiene Alexander con Takumi. ❤
— Espero que tengas claro todo.
—Sí.
Colgué sin despedirme. Tener que verlo, no solo a él sino que a los demás, fue lo peor que podría haberme pasado. Decidí postular a un instituto con habitaciones para no tener que ver sus caras y a él se le ocurre elegir heredero tiempo después; para peor, me elige a mí.
Tomé una gran bocanada de aire.
Debe ser una maldita broma.
La dejé salir con fuerza.
Levanté mi cabeza y miré con firmeza mi reflejo en el espejo. Aún puedo recordar con claridad sus ojos llenos de odio clavados en mí, sin quererlo, mi padre había sentenciado mi muerte.
—Solo olvídalo —me dije.
Aunque nadie estuviera de acuerdo, en especial yo, no podíamos hacer nada, después de todo él ya había decidido; seríamos unos locos si nos fuéramos en su contra.
Guardé el celular en mi bolsillo y salí del baño en el que me encontraba. La penumbra inundaba la siguiente habitación, gracias a la luz de la luna que entraba con firmeza por la ventana me era más fácil ver la silueta de los objetos que estaban a mí alrededor. Miré su cama. Envidiaba la tranquilidad con la cual dormía y sin querer...un sentimiento y una pregunta comenzaron a nacer en mi interior.
Me he ausentado por tres días, si quiera...
— ¿Se preocupó por mí al desaparecer por unos días? —las palabras solo salieron al ritmo en que las pensaba. De inmediato llevé mis manos hacia mi boca y me inmovilicé por unos segundos. Agudicé mi vista por unos segundos para notar algún movimiento de su parte pero...nada. Quité mis manos y suspiré, tenía suerte de no haberlo despertado pero lo más importante, ¡¿qué idioteces estaba pensando?! No somos nada, ni si quiera amigos y yo estaba esperando que me notara.
Con lentitud me acerqué a su cama, me ubiqué de cuclillas a su lado para quedar a su altura.
— ¡Tsk! ¿Por qué me atrae tanto una maldita pulga? —pronuncié por lo bajo, levantando con cuidado un pequeño mechón ubicado en la mitad de su cara y luego lo dejé caer a un lado.
Por primera vez, podía ver su rostro sin apuro y apreciar con detalle cada facción que lo definía. Su cara era pequeña, igual que todo su cuerpo, ante mis ojos, un chico totalmente normal, lo único extraño y fascinante era su color de pelo y ojos, coincidente mente, los dos de color rojizo entonces...¿por qué tiene que atraerme tanto? ¡Además es un chico! ¡Argh!, ¡no lo entiendo! Nunca antes me había sentido así.
— ¡No lo entiendo! —volví a repetir en un susurro frunciendo el ceño con fuerza.— Maldito, ¡¿por qué tienes que complicar mi asquerosa vida?! —aguanté como pude las ganas que tenía de tomarlo por los hombros y sacudirlo con fuerza.
Pero...aún así yo...
—Dime...¿qué puedo hacer para acercarme a ti? Las bromas no están funcionando...
Suspiré. Igual...no importaba, somos chicos, él nunca se fijaría en alguien como yo y eso era lo correcto. Me puse de pie y sin titubear abandoné la habitación para dirigirme a mi lugar favorito de todo ese horrible lugar. No me interesa si alguien me ve, gracias a mi apellido, no podrá tocarme, una gran ventaja de haber nacido en esta familia...o quizás la única. En nada llegué a la azotea y caminé hacia la baranda que me separaba de caer al vacío.
Nunca antes había estado tan tarde aquí y ahora siento que fue un pecado. El silencio era estremecedor pero a la vez, me hacía sentir cómodo, en estos momentos, era lo que necesitaba con desesperación, un poco de paz y tranquilidad. Me alejé un poco del límite y sin pensarlo dos veces, primero me senté y luego, dejándome arrastrar por la gravedad, me tumbé en el suelo helado. Crucé mis brazos detrás de mi cabeza para estar más cómodo y solo me concentré en el cielo. Para mi suerte, la luna estaba en la fase más hermosa, llena, y proyectaba más luz de lo normal pero eso no opacaba a las estrellas que estaban a su alrededor y quizás, en el horizonte, alcancé a divisar una estrella fugaz.
Cerré mis ojos, notando en este instante la leve brisa que corría, moviendo con suavidad mi cabello y mi camisa, la cual se encontraba con los primeros tres botones desabrochados. Eran las 2:50 de la mañana pero no sentía ni una pizca de frío.
Y entonces, aquí, en este momento, esta noche...un sentimiento cálido crecía desde mi interior pensando que quizás mi vida no era tan mala como pensaba.
A lo lejos escuché unos fuertes pasos provenientes de las escaleras que se usaban para llegar a la azotea. Aún así no me preocupé en lo más mínimo, como lo mencioné antes, en el momento en que se enteren quién soy, ignorarán que me vieron aquí.
En nada la puerta se abrió con fuerza y luego...silencio.
¿No me dirá absolutamente nada?
Con duda, abrí mis ojos y lo vi. Estaba sudado y jadeante, como si hubiera corrido una maratón y además, ¡¿estaba en pijama?!
Él se quedó allí por varios segundos.
—Ey...—empecé a reincorporarme para ponerme de pie pero cuando notó que me estaba moviendo, salió corriendo sin dudar.
...¿Qué acababa de pasar? Miré extrañado hacia la puerta...esperen un momento. Él antes de salir corriendo...sí, lo noté pero, ¿por qué...se sonrojó al verme?...¿será que..? No, no, se nota que estuvo mucho tiempo corriendo así que debe ser por eso...pero, ¿por qué estaba así de alterado? Pareciera como si hubiera recorrido todo el instituto. Reí al pensarlo.
Esperen...él...¿me habrá estado buscando? Quizás por eso se sonrojó cuando lo noté...
Sin querer, una sonrisa apareció en mi rostro.
Quizás sí tengo una oportunidad con él...
Definitivamente mi vida no era tan horrible como lo pensaba.
Abrí mis ojos con lentitud y llevé mi mano a mi rostro para masajear con suavidad.
— ¿Por qué justo ahora tengo que recordar mis sueños?
Luego de largos días...él no me ha contactado.
Apoyé mis manos en el lavamanos. Quizás no debí darle la elección de hablar pero tampoco era el momento ni el lugar.
Suspiré.
¡Ahhh! No puedo más con esta incertidumbre, solo debería ir pero...no puedo obligarlo a hablar tampoco.
Levanté mi mirada y sonreí al ver mi reflejo. Ya no me sentía ajeno a este rostro, luego de un largo tiempo, podía sentir que al fin era yo otra vez, en eso mis muñecas comenzaron a doler. Las empecé a masajear una por una durante unos minutos. Luego de despertar, me dolían constantemente y a veces, a través del rabillo de mi ojo, por unos segundos...podía divisarlo a lo lejos pero cuando intentaba mirar en esa dirección, desaparecía. Ahora mismo, mi mirada estaba fija en el reflejo de mis ojos pero podía verlo, allí, en la esquina del espejo.
Suspiré y sin mirar atrás, salí del baño. No puedo dejarme llevar por esto, él ya no está aquí y yo no estoy encerrado en ese hoyo.
— ¡Al fin! Ya estaba considerando el entrar a buscarte —pronunció un compañero de trabajo.
—Lo siento —le sonreí. Ambos comenzamos a caminar hacia la salida y enseguida dejé de prestar atención a las cosas que me decía.
¿Mis ojos no me engañaban? Parpadee varias veces pero él seguía estando ahí, de pie al lado de su vehículo, revisando algo en su celular.
Está aquí...
Yo solo pude verlo embobado todo el camino hasta que llegamos a la salida. Él levantó su celular y lo depositó en su oreja, mientras levantaba la mirada y entonces, en ese preciso momento, nos miramos mutuamente y luego de mucho tiempo, sentí que éramos los únicos en el mundo, nadie más importaba, solo nosotros dos. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, logrando ponerme los pelos de punta. No estaba preparado para verlo tan de repente así que el nerviosismo se apoderaba de mi cuerpo y mis pensamientos. Al verme, alejó su celular y lo guardó, lo más probable es que me estaba contactando para avisarme que estaba aquí.
Salí del trance que sus ojos me habían provocado en el momento que mi compañero preguntó:
— ¿Es idea mía o él es Takumi Takaiichi?, ¿qué estará haciendo aquí?
—Espérame un segundo —le dije y sin pensarlo mucho me acerqué a él.
—No quiero irme sin antes escucharte —pronunció cuando estuve cerca.
¿Irte?
Con la cercanía, noté la frialdad que transmitían sus ojos. En estos días, su decisión no había cambiado en lo absoluto entonces lo que me dijo...sí es verdad...se arrepiente.
El entusiasmo que me generó verle ahí esperando se desvaneció por completo...aunque no lo quisiera admitir, lo presentía.
—Lo siento, recordé que tengo algo que hacer —le pronuncié a mi compañero.
— ¡¿Ah?! Pero me prometiste invitarme el almuerzo.
—Sí, lo sé pero será para la próxima —le sonreí.
—Está bien, —pronunció mientras registraba con sus ojos a Takumi de pies a cabeza, una y otra vez— te lo dejaré pasar por ahora, nos vemos mañana —se despidió con una reverencia y se alejó de nosotros.
—Nos vemos —pronuncié.
—Ven, te llevaré a un lugar —escuché a Takumi mientras se subía a su auto, yo lo seguí y me subí por el otro lado, sentándome en el asiento del copiloto.
— ¿A dónde vamos exactamente? —le pregunté, luego de varios minutos de silencio.
—Ya verás.
Esas fueron las únicas palabras que intercambiamos en todo el camino. En ningún momento lo miré, mantuve mis ojos fijos hacia fuera. Luego de unos cuantos minutos más, el auto para, Takumi se baja y yo le seguí, caminando unos cuantos pasos detrás de él. Miré mí alrededor mientras nos movíamos pero por más que lo intentaba, no reconocía el lugar. Caminamos hasta que llegamos a una especie de entrada. Allí nos recibió un guardia que apenas notó nuestra presencia, se inclinó en una reverencia y nos dejó pasar. A penas atrasavesamos la entrada me percaté que era un parque pero no podía ver más allá ya que una espesa neblina lo impedía, avisando que pronto empezaría a nevar otra vez. Seguimos caminando hasta llegar a la orilla de un lago, que en estos momentos estaba congelado. En el momento en que Takumi se detuvo, yo caminé unos cuantos pasos para quedar a su lado.
—Está empezando a nevar otra vez, ¿tienes frío?
—Solo un poco, creo que tengo las manos congeladas —le sonreí.
—Lo siento, no pensé bien al traerte aquí.
—No te preocupes, este lugar —callé unos segundos y con mis ojos, registré nuevamente mi alrededor, a pesar del frío, mi corazón se llenaba de calidez— es precioso.
Él me sonrió devuelta al escuchar mis últimas palabras. Era claro que el lugar nos hacía sentir las mismas cálidas emociones, dejando el frío en segundo plano.
—No recuerdo si en algún momento lo mencioné pero odio el invierno. Cada invierno, mi familia se reunía en casa, todos —noté con claridad cómo apretaba su mandíbula, no eran buenos recuerdos.— Pero, lugares como este me recuerdan que realmente no es tan malo...por eso te quise traer aquí —pronunció con suavidad— siendo la última vez.
¿Última vez?
—Te escucho —mantuvo su mirada al frente, atesorando el paisaje que nos rodeaba. Yo lo imité.
—Mhh —tragué saliva, él estaba decidido, a esta altura, ¿importara lo que diga?— Nunca te lo conté porque bueno, en realidad desde que llegué en ningún momento nos sentamos a conversar.
—No...yo solo fui egoísta y me apresuré en tenerte de nuevo...perdón por eso.
—Los dos cometimos errores. Lo importante ahora es tenerlo claro. El punto es que nunca te conté que yo, después de volver a Inglaterra, tuve un accidente en auto y...estuve en coma por unos años —de inmediato noté que giró su cabeza y me miró; yo le seguí y también le miré directamente a sus ojos— a causa de esto, olvidé por completo lo que había pasado aquí y en especial a ti, —su expresión facial cambió con rapidez, estaba atónito con la declaración pero no salía ninguna palabra de su boca así que proseguí— o eso era lo que me dijeron —desvié mi mirada hacia la izquierda, el hermoso paisaje inundó mis ojos, llenándome de tranquilidad y valentía, la cual necesitaba en este momento.— Hace un mes, yo estuve hospitalizado y allí me enteré que la verdad era muy diferente a lo que sabía. Tú, —otra vez lo miré y noté que sus ojos seguían clavados en mí— desde el principio me intentaste advertir sobre mi padre...solamente debí haberte escuchado.
—No te entiendo —frunció su ceño, demostrando con claridad lo difícil que era entender mis palabras.
—Nunca tuve ese accidente, fue una mentira para ocultar lo que mi padre me hizo y el daño que me provocó, al enterarse de nuestra relación. Desde aquel día que me visitó en el hospital después de me apuñalaran en el campamento, se percató de lo que ocurría y para solucionarlo le pagó a Erika para que nos separara de alguna forma —su rostro cambió poco a poco, con la misma velocidad a la que yo hablaba y él entendía lo que decía, ya no quedaba ni una piza de incredulidad en su rostro, la que dominaba ahora era la ira. Su ceño fruncido con fuerza y sus ojos que casi expulsaban fuego lo dejaban en evidencia.
—Reconozco a los de su clase —murmuró pero estaba lo suficientemente cerca como para escucharlo— pero, ¿qué es lo que te hizo?
Suspiré y corté nuestras miradas, llevando mi vista al frente, no me sentía preparado para ver su reacción al seguir con la historia.
—En el momento que quise volver para hablar contigo, él...me encerró en un cuarto obscuro y para borrar de mi memoria todo recuerdo de ti...me aplicó de forma abusiva terapia de electrochoque por 5 años —tragué saliva, con tan solo recordarlo mis muñecas comenzaban a doler con intensidad, aún así intenté ignorar el dolor y seguir.— Recuerdo cada día que pasé en ese agujero, aparecía una vez al día junto a un especialista; al principio no sentía tanto dolor pero al pasar los años, mi padre al ver que no estaba funcionando, empezó a aumentar el voltaje y reducir mi alimento, hasta que un día desperté y para mí el escuchar tu nombre era el equivalente al escuchar el nombre de alguien que nunca conocí...él quería que fuera normal, que formara una familia, tuviera hijos y me hiciera cargo de la empresa; era lo que necesitaba y un día entendí que solo me tuvo para cumplir sus necesidades. Yo...lo quise y lo admiré hasta sus últimos días, pensando erróneamente que sí se preocupaba por mí y sí me quería, por esto quería cumplir sus últimas palabras, nunca abandonar a Franchesca pasara lo que pasara y...eso fue lo hice.
—Ella...¿sabe sobre esto? — murmuró apenas.
—Sí. Ella me encontró en ese lugar y me acompañó todo el tiempo que estuve allí, la verdad es que sin ella, hubiese perdido la cordura y claro que—
—Ella lo sabía desde el principio y aún así nunca te dijo nada... —pronunció pero pareciera que no fuera para mí sino que para sí mismo.
—En el hospital, —seguí al notar que Takumi no diría nada más— me dijeron que todo aquello provocó un daño físico en mi cerebro irreversible que me provocará fuertes dolores de cabeza para toda mi vida pero, a pesar de eso, los daños no fueron tan graves, explicó que por el tiempo y la alta intensidad a la que me habían sometido, debería haber terminado con graves problemas cardíacos pero por suerte, no ocurrió —pronuncié aquello intentando aligerar el tenso ambiente que se generó luego de lo anterior que afirmé.
— ...mi culpa —alcancé a escuchar. Noté que comenzó a caminar hacia delante con lentitud hasta llegar al lado de un árbol, se detuvo allí y con fuerza lo golpeó, provocando que la nieve que se acumuló en las ramas, cayera en su cabeza y hombros.
Por la sorpresa mi cuerpo no pudo evitar saltar un poco. Me acerqué unos cuantos pasos para poder escuchar lo que estaba murmurando.
—...quería protegerte, pensé que estando allá estarías a salvo pero solo debí ir y protegerte yo mismo de ellos.
¿De qué estaba hablando? Quería preguntarle pero me sorprendió que Takumi empezara a caminar hacia una banca que estaba cerca. En el momento en el que se sentó, yo me acerqué y me senté a su lado. Nos mantuvimos callados mirando el paisaje durante varios minutos. Yo quería seguir hablando pero en realidad, ya lo había dicho todo así que no sabía exactamente qué decir, pensaba una y otra vez pero no llegaba a nada concreto, luego seguía pensando y así, el tiempo avanzaba y nadie hablaba. Hasta que recordé lo que había dicho frente a la empresa.
—Antes mencionaste que no querías irte sin antes hablar...
—Ah, sí, mi padre era el que se encargaba de nuestra empresa en Estado Unidos y como murió, me pidieron que lo sustituyera.
De inmediato sentí cómo mi pecho se apretaba con lentitud, la idea de intentar sacar tema de conversación se esfumó de inmediato y nuevamente nos inundó el silencio, durante mucho tiempo.
— ¿Eso era lo que me querías decir?
—Sí...
—Entonces es hora de que me vaya —veo cómo se levanta y da unos cuantos pasos pero se detiene casi al instante, se da media vuelta y dice— fue una buena decisión hablar.
Con rapidez me levanté— ¿R-Realmente es necesario que te vayas? —apreté mis manos con fuerza.
—Sí —a pesar de verlo directamente a los ojos, me era imposible descifrar lo que sentía en esos momentos, de inmediato cortó nuestra conexión y siguió con su camino.
¿De verdad te irás así? Dime Takumi...tú...realmente...
— ¿Me quieres?
Detuvo su caminar en seco, luego de unos segundos a mis oídos llegó una melodiosa risa — ¿Qué clase de pregunta es esa? —su risa paró con lentitud y prosiguió— esa palabra no contiene ni lo más mínimo lo que yo siento por ti.
—Entonces...¿por qué te vas?
—Porque ya no confío en estos sentimientos —fue lo último que escuché, él retomó nuevamente su andar.
Yo solo podía mantener mi mirada fija en su espalda y su nuca, mi rígido cuerpo y mis helados pies no me respondían. Se estaba yendo y yo...no estaba haciendo nada para detenerlo, solo quería dejar de luchar contra la gravedad, caer y llorar. Estaba ocurriendo todo otra vez, ¿por qué siempre terminaba así? Con unos de los dos huyendo...no...no puedo dejar que todo se vuelva a repetir.
Apreté mis manos con fuerza. Esta vez...
¡No dejaré que acabe así!
Sin pensarlo dos veces, obligué a mi cuerpo moverse y al fin me respondió. Por suerte Takumi solo se había alejado unos pocos metros, así que no me tomó tanto tiempo acercarme y tomar su mano con fuerza, deteniéndolo de golpe.
Se dio la media vuelta y lo que vi me sorprendió. Lágrimas inundaban sus ojos pero no las suficientes para que colapsaran y cayeran por sus mejillas.
— No lo hagas más difícil —pronunció con suavidad.
—No quiero...que te vayas.
—Ya basta — murmuró, de inmediato noté que el hablar se le estaba dificultando, así que para poder seguir, carraspeó su garganta— ¿aún no lo ves? Cada vez que aparezco en tu vida, yo solo —paró unos segundos, se le notaba, ya no estaba actuando con frialdad, al fin podía verlo a él— te traigo problemas y al final nos destruimos mutuamente.
—No digas eso, antes siempre se interponía otra persona y ahora, solo somos tú y yo.
—En el futuro también tendremos problemas y se nos interpondrá gente.
— ¡Entonces lo resolveremos, juntos! —apreté su mano con fuerza, en ningún momento nuestras miradas se desviaron y al fin podía ver con claridad sus ojos llenos de duda y un profundo dolor, por fin podía ver con claridad a Takumi Takaiichi.
—No lo entiendes, —murmuró con dificultad, lo sé, intenta contener todo ese dolor acumulado para que yo no lo note pero le era imposible— yo no soy el Takumi que conociste...yo ahora solo soy un recipiente vacío que con desesperación busca algo con que llenarlo...es por esto que ya no puedo confiar en lo que siento por ti, quizás solo te estoy utilizando para no sentirme patético y la sola idea me destruye, ¿entiendes? no quiero que estos cálidos sentimientos terminen en eso...es por esto que quiero atesorarlos para siempre pero...lejos de ti.
Y finalmente, dijo la verdadera razón por la cual se alejaba.
—Yo tampoco tengo claro estos sentimientos pero lo que sí sé es que...quiero intentarlo, conocerte, apoyarnos. Tengo claro que nuestra relación pasó hace mucho tiempo es por esto que ahora quiero conocer el hombre que eres ahora, a la vez que cada uno se conoce a sí mismo y volver a...amarnos sin restricciones, sin ataduras, sin que nadie nos moleste...
Se quedó callado por bastante tiempo pero aún así, ninguno desvió la mirada. Las lágrimas seguían inundando sus ojos azules pero se rehusaba a que cayeran— No me mires así... —pronunció con suavidad.
— ¿Así como?
—Así... —levantó la mano que tenía libre y acarició con suavidad mi pómulo izquierdo.
Mi cuerpo entero se sentía frío, como si toda la sangre que tengo fluyera con rapidez hacia mis mejillas, no, sentía toda mi cara caliente, hasta mis orejas. Es por esto que los congelados dedos de Takumi me producían una extraña sensación que recorría mi cuerpo. Su tacto era dulce, con la lentitud en que movía su mano, sentía que aquel acercamiento durara horas, mi corazón quería estallar, me pregunto si es capaz de escuchar los fuertes latidos que repercutían en mi pecho solo por el tacto de su piel contra la mía.
No podía entender cómo tuve el valor para decir todo aquello sin tartamudear pero claro, ahora estaba sufriendo las consecuencias de aquello. Entonces no pude más y agaché mi cabeza, si seguía mirando sus ojos sentía que llegaría a morir de la vergüenza.
Escuché un suave suspiro por su parte, dejando de tocar mi mejilla. En ese momento noté que, a pesar de que no me ha devuelto el gesto, no intentó salir del agarre que mi mano perpetuaba sobre la suya. En eso, deja caer su rostro sobre mi hombro. Me estremecí por unos segundos ya que no percibí su movimiento con anterioridad. En el momento que dejé de lado la sorpresa, solo pude soltar su mano y rodear su espalda con mis brazos, él hace lo mismo y los dos nos inundamos en un cálido y fuerte abrazo. De inmediato pude escuchar los latidos de su corazón, este latían igual de rápido que los míos, solo pude sonreí como idiota y sentir que mis mejillas seguían ardiendo desde que tocó mi mejilla.
—Tienes una respuesta a todo —a pesar de que rió con suavidad durante unos segundos, de inmediato noté su rápida respiración que chocaba contra mi oreja, no solo eso, su pecho se movía con rapidez. Al fin dejaba salir todo lo que había acumulado por tanto tiempo, yo en respuesta, solo pude abrazarlo con más fuerza, para que sintiera que estaba allí, junto a él y esta vez, no lo dejaría ir. Se quedó allí por varios minutos, conteniendo varios quejidos que querían salir de su boca pero él no los dejaba, ahogándolos. Después de un tiempo se había calmado pero seguía hundiendo su rostro en mi hombro. Gracias al abrazo, mi cuerpo se estaba calentando con lentitud, lo cual agradecía ya que antes de eso me estaba congelando. También agradecí que Takumi haya reservado el lugar solo para nosotros, si alguien nos viera en este momento me moriría de la vergüenza.
Luego de mucho, mucho tiempo, dejó de rodearme y se levantó, sin despegar su mirada de la mía. Ahora sus mejillas estaban rojas igual que las mías, no solo eso, la punta de su nariz estaba rojísima pero que sus ojos no se quedaban atrás, dejando en evidencia lo mucho que se había desahogado. Desvió su cabeza hacia un lado, por la expresión de su rostro, él aún no estaba seguro de todo lo que le había dicho. Acerqué mi mano con lentitud a su rostro, acaricié sus mejillas y su párpado inferior, intentando secar las rebeldes lágrimas que seguían adheridas a su piel.
—Tendré que disculparme con el consejo y dejar a alguien más allá, —pronunció después de mucho tiempo en silencio, para luego suspirar— ahhh, realmente se van a enfadar.
— ¿Por qué?
—Porque ya había aceptado la propuesta de reemplazar a mi padre.
—Eso quiere decir que...
Takumi deja de ver hacia el enorme lago y me mira directamente a los ojos — Sí...me quedaré.
No pude evitar esbozar una gran sonrisa.
—Pero —me interrumpe de inmediato— eso no significa que estoy seguro sobre esto— con lentitud toma mi mano izquierda con sus dos manos, los alza hasta la altura de su boca y con suavidad la caliente con su tibio aliento— tu mano está muy helada, ¿sientes mucho frio?
—Bueno... —ahora que lo mencionaba, no podía sentir mis pies.
—Tu cara está ardiendo —pronunció, tocando con lentitud mi frente —deberíamos irnos.
Asentí con mi cabeza. En eso dejó de soplar y finalmente llevó mi mano junto a la suya al bolsillo de su abrigo, entrelazando nuestros dedos. Y luego me dice que estoy ardiendo, si me acaricia de esta forma ¡claro que no puedo evitar sonrojarme de esta manera!
Caminamos todo el camino de vuelta así. Ni si quiera nos soltamos en el momento en que atravesamos la salida y nos despedimos del guardia, en mi interior le agradezco por no sorprenderse al vernos tomados de las manos. Claramente nos separamos en el momento de subirnos al auto pero a penas estuvimos los dos dentro, él la tomó de nuevo.
— ¿No te preocupa que nos vean así? —le pregunté segundos después de que arrancara.
—Nunca me ha interesado...y lo sabes.
Breves pedazos de recuerdos atravesaron mi mente confirmando lo que decía...sí a él nunca le importó...nunca olvidaré cuando tomaba mi mano cada vez que salíamos juntos fuera del instituto.
— ¡Ah! Tengo muchas llamadas perdidas —pronuncié luego de ver mi celular —es mejor que me vaya.
—Yo te llevo —a pesar de tener nuestras manos entrelazadas, no se escuchaba animado como me sentía yo, se le escuchaba decaído, era claro que era porque dudaba de sus acciones...
—Me hubiera gustado conocer a tu padre —pronuncié después de unos minutos de silencio.
—Créeme que no. Él quería que me casara para tener un heredero de su hijo especial, por suerte quedó conforme con los hijos de mis siete hermanos.
— ¡¿Siete hermanos?!
—Si, perdón, parece que nunca te lo mencioné.
—No tienes que pedirme perdón pero, ¿por qué tienes tantos?
—Todos somos de madres diferentes, mi padre cada vez que tenía la oportunidad mencionaba que buscaba algo en cada uno, yo soy el último y dijo que lo que buscaba lo había encontrado en mí.
— ¿Que era lo que buscaba?
—Nunca me lo dijo pero en el testamento dejó claro que esa había sido la razón para dejar toda la herencia a mi nombre pero...la rechacé.
— ¿La rechazaste?
—Sí, nunca me interesó, además, mis hermanos hubieran sido capaces de todo para que eso no pasara.
No pude evitar sentirme triste al escuchar aquello.
—No tienes que apenarte, desde el principio nunca los consideré hermanos como tal, es más, a todos no los veía hace años, hasta el velorio claro, una reunión más que desagradable y de verdad espero no volver a verlos nunca más.
Takumi se equivocaba, no me sentía triste por la relación que tenía con sus hermanos, el corazón se me aprieta al saber que siempre estuvo solo...yo por lo menos pude sobrellevar todo gracias a la calidez y confort que me había proporcionado mi tía pero él...yo huí por una idiotez y lo volví a dejar solo. Sin querer, apreté su mano con fuerza.
Te prometo que nunca más estarás solo.
—Ale, mh...ya llegamos.
— ¡Ah! —de inmediato dirigí mi mirada hacia la ventana. Tenía razón, ya estábamos aquí, yo ahora tengo que despedirme y bajarme pero la verdad es que no quiero alejarme de él...
—Antes de que entres...¿podrías decirle a Franchesca que quiero hablar con ella?
— ¿Franchesca?
—Sí.
—Está...bien — lo miré extrañado mientras soltaba su mano con lentitud.
Me bajé del auto y titubeante caminé hacia la casa.
—¡Ale, justo a tiempo! ¿Cómo te fue hoy? ¡Te llamé varias veces! —de inmediato escuché la voz de Franchesca al abrir la puerta principal, sin cerrarla, me acerqué a la cocina, el lugar de donde provenía su voz.
—Hola, emm, Takumi está a fuera.
—Oh, —de golpe paró todo lo que estaba haciendo y me miró— supongo que ya hablaron.
—Sí pero ahora él quiere hablar contigo.
— ¿Conmigo? —no intentó ocultar la sorpresa que le provocaba mi afirmación.
—Sí —pronuncié, no pude ocultar la duda que expresaba mi entonación. Ella caminó hacia la puerta, tomó su abrigo que se encontraba colgado a su lado y salió, yo la seguí por detrás.
—Siento haberte hecho salir con este frío así que seré breve —pronunció Takumi a penas estuvimos cerca, esperó a que Franchesca se detuviera frente de él para seguir, yo me ubiqué a un lado del espacio que quedaba entre ellos— Te quiero pedir disculpas por el accidente de aquella vez, debo reconocer que no pude controlarme y te terminé haciendo daño así que me disculpo.
¡¿Daño?! Con rapidez dirigí mi mirada hacia Franchesca, ella igual se notaba sorprendida pero no tanto como yo, definitivamente me había perdido de algo.
—No tienes que disculparte, yo dije algo muy hiriente así que entiendo que hayas reaccionado así.
—Esperen, esperen, ¿nadie me va a explicar sobre qué hablan? —los miré a ambos.
—Sí pero, ¿por qué no mejor entramos? Takumi, puedes quedarte a comer si quieres —Franchesca le sonrió.
¡Claro! no lo había pensado, sería genial que—
—No gracias, —respondió seco— solo estoy aquí por un error que cometí pero eso no cambia las cosas y ahora que ya sé todo lo que pasó, nunca me podría sentar en la misma mesa que tú sin sentir asco— no desvió su mirada cortante de Franchesca.
Lo miré atónito.
—Entiendo...pero te diré una cosa, tú no tienes idea por todo lo que tuve que pasar y menos por lo que pasó Ale, yo lo acompañé y apoyé hasta el final, así que dime, ¿y tú dónde estabas? —le respondió desafiante.
—Créeme que no dudaría en volver a golpearte —bufó.
—Vamos, hazlo, demuestra que solo te puedes comunicar a través de la violencia.
— ¡Ya basta! ¡No actúen como niños peleando sobre quién estuvo o no conmigo! —ambos se miraban con un profundo odio— Necesito que nos dejes a solas Franchesca.
Ella dirigió una última mirada feroz a Takumi y se dio la media vuelta. Cuando cerró la puerta detrás de sí, lo miré de inmediato. Su enojo se había desvanecido, solo quedaba melancolía en su rostro y en sus hermosos ojos.
— ¿Por qué ella sigue aquí? —murmuró sin quitar la vista de la puerta que hace unos segundos Franchesca había cerrado.
—Eso...es por mi culpa.
— ¿Tú le pediste que se quedara? —me miró con rapidez, se le escuchaba una pizca de molestia en su voz.
—No pero ella no quiere dejarme solo...porque desde que recordé todo..no he estado muy bien.
—Yo podría cuidarte... —pronunció, desviando su mirada hacia otro lado, por el tono de su voz desanimado— es momento de que me vaya —sin esperar a que le respondiera, caminó hasta la entrada del vehículo y lo abrió.
— ¡Espera! ¿mañana estarás ocupado? —alcancé a pronunciar antes de que entrara.
—Sí —respondió en seco y sin más entró y arrancó el auto, dejándome atrás, desapareciendo en la neblina que aún nos rodeaba.
Suspiré.
Y así es como se arruina un día tan maravilloso...
Pero, ¿qué había pasado entre ellos? Fruncí el ceño mientras dirigía mi mirada hacia la casa. Franchesca seguía ocultándome cosas pero había llegado el momento de sacarle todo.
¡Hola! ¿Cómo estuvo su día? Espero que bien dentro de lo que nos podemos permitir en estos momentos uwu.
Perdón por la tardanza, la verdad es que planeaba subir este capítulo la semana pasada pero adivinen quién empezó con clases online, sí, es horrible porque el estrés es peor que tener las clases presenciales unu en fin, solo espero que mi carrera se vaya a paro rápido para no demorarme tanto en actualizar.❤
Como siempre, espero que hayan disfrutado el capítulo.❤
Por el momento, esto es todo, adiós y cuídense mucho por favor, y no solo su salud física, su salud mental también es muy importante, no lo olviden ❤
¡Gracias por leer, votar y comentar!
¡Saludos!
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