Capítulo 29: Yo también...
—No puedo sacarte de aquí pero te prometo que nunca te dejaré...lo prometo...
Sus palabras sonaban dolorosas, su fina y aguda voz me daba a entender que se trataba de una mujer que, por más que intentara recordar, no conocía. Quería verla, quizás así recordaría de quién se trataba pero me era imposible, sentía mis ojos pesados, igual que el resto de mi cuerpo. ¿Por qué me siento tan cansado?
—Pequeño...
Fue un susurro muy lejano aun así, llegó a mis oídos gracias a la leve brisa que corría.
Esa voz...no la conocía pero...
Budump...Budump...
¿Por qué mi corazón late así?, ¿Debería recordarlo?
Con mucho esfuerzo, decidí abrir mis ojos, aunque fuera lo más difícil que he intentado hacer. Al final, fue en vano, ya que una potente luz me cegó y me obligó a volverlos a cerrar. Estuve minutos acostumbrándome a la claridad que me rodeaba y cuando por fin lo había logrado...no conocía el lugar pero una punzada en mi pecho indicaba otra cosa.
Esta azotea...sí...yo he estado aquí antes.
Miré a mí alrededor y allí estaba, a lo lejos, acostado en el piso con sus brazos cruzados detrás de su cabeza, cumpliendo la función de una almohada. La leve brisa removía con suavidad su cabello azulado obscuro que estaba desordenado en su totalidad.
Un sentimiento empezó a crecer. Quería verle más de cerca y ver su rostro así que comencé a caminar, con dificultad pero no me interesó. Me acerqué a grandes y dificultosas zancadas hasta que no pude más, mis piernas temblaban por el esfuerzo, fue cuestión de tiempo para que se rindieran y cayera al suelo. El golpe retumbó en mi interior, causando un dolor creciente en todo mi cuerpo, apreté mis manos con fuerza, aguantando.
Levanté mi mirada y a pesar de que aún me encontraba un poco lejos, podía divisar su rostro y sus rasgos. Otra punzada...yo lo conocía...pero de dónde...
Sus rasgos faciales eran...arte. Su rostro limpio, sin ninguna espinilla, a pesar de que era alguien joven, una etapa especial para que tuviera; además, su piel se veía tersa y pálida, quizás demasiado. ¿De dónde sacó tal ADN? Sus rasgos no eran típicos de un japonés, quizás había nacido acá pero tenía descendencia de otra raza o solo él era especial...esperen un minuto, ¿por qué estoy tan seguro de que él es japonés?
Entonces, abrió sus ojos.
Se veían hermosos con el contraste de la luna.
Ese pensamiento cruzó fugaz en mi mente y se desvaneció. Fue interesante, aquella frase la había escuchado con mi antigua voz, infantil y un poco más aguda de lo que es ahora. Lo más extraño fue que la luna no estaba, era el sol el que vislumbraba con firmeza el cielo y todo el lugar.
Pero era verdad, sus ojos eran hermosos, los veía e inmediatamente escuchabas las olas del mar chocar contra las piedras. Y entonces notó mi presencio y fijó su mirada en mis ojos, sin pudor, una mirada firme y llena de juventud. Hasta podía ver fuego salir de ellos, era irónico, como ver fuego y agua mezclarse, ¿cómo era posible?
Después de un tiempo mirándonos lo noté. Ese toque sutil, como si a través de sus ojos podía ver con claridad lo que sentía. Él me conocía y no solo eso, estaba lleno de sentimientos amorosos hacia mí. Tal descubrimiento provocó una subida de sangre a mi cabeza impresionante y rápida. El sentimiento de alivio cambió a nerviosismo, solo quería huir y, en un pequeño segundo, sentí cómo mi alma salía corriendo hacia la puerta que tenía detrás de mí.
Pero, ¿por qué antes me sentía aliviado? Era un alivio...como si antes lo hubiera estado buscando con desesperación, preocupado y pensando que quizás le había pasado algo terrible...¿por qué?
—Patético —escuché una voz a mi lado, sacándome por completo de mis pensamientos y análisis. Lo miré, molesto. Esa palabra la escuché antes de la peor persona, es por eso que esperé que fuera él pero no era así. Era aquel ser otra vez.
Miré hacia el frente de nuevo pero él ya no estaba y sin saber por qué, mi pecho se apretó.
—Aferrándote al pasado de esa forma...es patético —prosiguió, caminó y se sentó delante de mí, quedando los dos a la misma altura.
Lo miré a dónde yo esperara que estuvieran sus ojos.
Sí...lo había pensado antes. No quería admitirlo pero cuando me quedaba solo en la obscuridad, ese pensamiento me inundaba y me deprimía porque sabía perfectamente cuál era la respuesta, aunque la ignorara.
—Lo sé... —fue lo único que pude decir. Lo demás es demasiado doloroso para expresarlo en palabras y lo peor...había pasado tanto tiempo ocultando lo que sentía que ahora me era difícil decirlo.
—Lo sabes y aun así solo te lamentas, pobrecito de ti, ¿no? —escuchaba hostilidad en sus palabras.
¿Por qué estaba tan enojado? Y entonces recordé cuando lo toqué, su tono de piel color crema y su pelo rojizo. Fue solo cuestión de segundos para que mi cabeza conectara todas las señalas, sintiendo que, la voz irritada fuera la clave para descubrir quién era.
—Tú... —fruncí mi ceño, dudando de él.
—Solo te compadeces de ti mismo en vez de tomar las riendas y resolver tus problemas —el veneno se mezclaba con sus palabras. Sabía cómo herirme y yo sabía que era verdad. Yo antes no era así, no me quedaba callado y lloraba en silencio, yo antes actuaba, me pregunto si el hoyo que tengo en mis recuerdos está presente mi cambio de actitud que parecía tan repentino pero podía sentir que no lo era.
Sabía herirme, volví a pensar. Era claro de quién se trataba.
—Es a ti a quién escuché en aquel entonces...mi conciencia.
—Te mentí, yo no soy tu conciencia...soy alguien peor.
Dudé por unos segundos de sus palabras y entonces entendí...no, recordé.
—Y no solo me mentiste sobre eso, —pronuncié, solo se quedó callado, esperando a que siguiera así que eso fue lo que hice— también lo hiciste sobre los "supuestos" recuerdos que contenías.
Nuevamente calló. Me molestaba el no ver su rostro, por lo menos si lo viera, intentaría deducir lo que pensaba o sentía.
—Así que lo sabes —dijo, después de largos minutos de silencio.
—Pensé que lo sabías.
—Desde aquel día, me encerré en lo más recóndito de tu mente —se levantó y caminó hasta el final de aquella azotea, que tanta nostalgia me traía.
—¿Por qué? Me dijiste que—
—Dije muchas cosas y luego me di cuenta que todo es mejor así —se quedó callado por unos segundos, como si estuviera buscando las palabras correctas para no decir de más - Tengo que protegerte, ese es mi propósito.
—¿Protegerme de qué? —pregunté, a pesar de que sabía la respuesta o era lo que creía.
—Llegó el momento de que te vayas —frío de nuevo y distante. No solo eso...soledad...era lo que transmitían sus palabras.
Entonces, comenzó a llover. Gotas grandes y pesadas caían del cielo gris, empapando mi camisa y mis pantalones por completo...esperen, ¿estaba usando un uniforme?
—No quiero... —murmuré con firmeza.
Me sentía cansado. Cansado de huir. Cansado de mirarme en el espejo y no reconocerme, de odiar lo que veía. Cansado de sentirme encerrado en mi propia mente.
Aquel ser era la respuesta a todo y yo ya me sentía demasiado cansado. Sabía lo que había ocurrido pero no lo sentía mío, las palabras de Franchesca no me llegaban, solo era como si la historia fuera de otra persona. Me sentía ajeno, no era mi historia y esta era la oportunidad de hacerla mía y volver a ser yo.
A duras penas me puse de pie, por primera vez fue difícil mantener el equilibrio y no caer.
—No me iré —esta vez alcé mi voz para que escuchara con claridad.
—No me dejas otra opción —se me acercó con rapidez, alzando su mano. Deduje de inmediato lo que quería hacer. Cuando su mano estaba a unos centímetros de mi cabeza, agarré su brazo con la poca fuerza que me quedaba. Esta vez no dejaría que me tocara.
Fruncí el ceño con determinación.
Él solo se quedó de pie, ni si quiera intentó hacer fuerza para tocar mi cabeza. Quizás quería lo mismo que yo...
—Siempre has sido testarudo... —susurró.
—Siempre lo hemos sido —le sonreí.
—No...yo no lo soy...lo único que hay dentro de mí es dolor - movió su brazo para que lo soltara. Confié en él y lo hice.
Entonces lo confirmé.
—Déjame ayudarte, yo soy el único que puede.
—No...yo debo protegerte de este dolor...créeme, no quieres tener estos recuerdos.
—Sí quiero —pronuncié seguro, hace mucho tiempo que no estaba tan seguro de una decisión.
Escuché una melodiosa risa, sonido que nunca pensé en escuchar por su parte.
—Debo asegurarte que esta también es una pésima decisión, igual que las demás.
—Y yo debo confirmarte que no eres solo dolor, acabas de reír —le sonreí.
Se quedó callado. Quizás no había notado que rió hace unos segundos o estaba procesando todo. Después de un tiempo, decidí seguir convenciéndolo.
—No lo harás —pronunció de inmediato. ¿Podía leer— Sí, seguimos conectados.
—Entonces ya sabes que no me iré de aquí.
Escuché un suspiro por parte de él.
—No entiendes nada, ¿si quiera sabes por qué llegaste a esta situación? —otra vez, se escuchaba enojado— por culpa de estos recuerdos, esto solo te traerá más daño aún y yo...no puedo permitir eso —su voz sonaba cada vez más melancólica.
—Entiendo...pero aun así yo—
—¡No! ¡No entiendes! ¡No podrás con esto! Es demasiado doloroso...es horrible y yo...yo- su voz...¿estaba a punto de llorar? - fui creado para aguantar todo esto y protegerte.
Y entonces...lo entendí.
—No...
No era solo un ser creado para contener esos recuerdos tan dolorosos...soy yo...es la versión que recuerda todo, todo el dolor, la pena, la angustia y la esperanza...la diferencia es que él no logró salir de ahí.
—La diferencia es que tú vives aquello todos los días —el cansancio que sentía se desvaneció, la ligereza que sentía era extraña, sentía que si me distraía en cualquier segundo traspasaría las nubes grises.
Me acerqué con lentitud pero con determinación.
—No contienes solo tristeza, también lo recuerdas a él —volví a sonreír.
—Esa historia es igual de dolorosa...
—No, el final es doloroso, todo lo demás...es la mayor felicidad que he tenido...que hemos tenido.— se quedó callado, entonces proseguí— A pesar de que no recuerdo mucho...tengo la sensación de que es así, mi corazón me lo dice - en un gesto mecánico, situé mi mano en mi pecho.
—Takumi Takiichi...es su culpa que yo—
—No, la culpa es de otra persona. Lo que tuvimos con él fue un sentimiento tan puro que ni siquiera nuestro padre pudo eliminar.
—Si estás seguro, ¿por qué no abandonaste todo?
—Sabes que es un tema difícil y siento que, ahora que sé sobre esto, fue lo mejor. Nunca podría estar con una persona si yo estoy así de vacío y un ejemplo de esto es Franchesca...solo le he hecho daño...es por esto que sé que será lo mejor.
—No...estos recuerdos te destruirán...como lo hicieron conmigo.
—No lo harán porque te tendré conmigo —estábamos a escasos centímetros pero no me detuve y él tampoco me detenía así que me acerqué lo suficiente para abrazarlo.
Al principio estaba estático pero poco a poco, él llevó sus brazos a mi espalda. Noté como los rayos del sol aparecían con firmeza en el horizonte, estaba amaneciendo. Seguía nublado pero todo auguraba que sería un gran día en este lugar. Entonces noté que aquel líquido azabache que lo rodeaba comenzaba a caer al suelo en pequeñas gotas. Me separé para verlo.
Era sorprendente ver que era exactamente igual a mí. Me miró con una expresión triste
—No cumplí...
Sabía lo que le apenaba y pero era lo mejor, los dos tenemos claro eso.
Llevé mi mano a aquel hueco que tenía en su pecho. Nos miramos por varios minutos y le sonreí, sin quitar mi mano. Noté como sus ojos se llenaban de lágrimas hasta que no podía contener más así que comenzaron a caer.
Pero...no eran lágrimas de tristeza.
—Gracias —pronunció mientras esbozaba la más grande sonrisa que pude haber visto. Entonces la primera lágrima que salió de sus ojos tocó el piso y él se comenzó a desvanecer en el aire.
Sonreí y cerré mis ojos, tranquilo.
Sabía lo que ahora pasaría pero no tenía miedo de enfrentarlo.
Al abrir mis ojos, me encontraba nuevamente de pie al frente de la puerta, cruzando miradas con Takumi Takaiichi pero esta vez, cuando mi alma salió corriendo, yo salí junto a ella.
Sentía mi cuerpo pesado otra vez. Quería mover si quiera mis manos pero era imposible, como si tuviera un peso constante que me impedía moverme. Intenté con abrir mis ojos, lo cual no fue tan dificultoso como me lo imaginé. Al notar el techo gris, lágrimas comenzaron a brotar sin control. Sabía en dónde estaba.
Salí de ahí...
Giré con lentitud mi cabeza, provocando fuertes punzadas en mi sien.
Y allí se encontraba. Era extraño verla tan mayor ya que su imagen adolescente era imponente en mi cabeza. Solo espero que la voz chillona que tenía en aquel entonces haya desaparecido.
—Franchesca —intenté llamar su atención pero mi boca apenas emitía sonido.
Giré mi cabeza en dirección al ventanal y para mi sorpresa estaba...
—Nevando... —un nudo apretó con fuerza mi garganta.
Solo me dejé llevar, dejando salir todo lo que tenía en mi interior.
—¡Ale! ¿Estás bien? ¿P-Por qué estás llorando? —por suerte, su voz era un poco más grave. Giré mi cabeza y le sonreí.
—Estoy feliz.
Llegó un momento en el que pensaba que nunca saldría de aquel lugar pero aquí estaba, en el presente otra vez.
—Llamaré al doctor.
—Espera, —por suerte, alcancé a tomar su muñeca, percatándome que ya no sentía el cuerpo tan pesado como hace unos minutos. Se giró y me miró con pena, era claro que estaba aguantando las lágrimas en sus pequeños y claros ojos— lo recuerdo todo —bajé mi mano hasta tomar la suya— y recuerdo la promesa que me hiciste... —en este punto, ella ya no podía aguantar los quejidos y las lágrimas que brotaban sin control. Para tranquilizarla, me levanté como pude en la camilla para poder sentarme, acercarla a mí y abrazarla— nunca me abandonaste y de verdad que lo aprecio...
Estoy seguro que si no fuera por ella, mi cordura se hubiera destrozado en mil pedazos y no estaría aquí en estos momentos.
—Gracias —fue lo último que dije. Ella solo lloraba y lloraba, aferrándose con fuerza a mi cuerpo. Yo la abracé con un poco más de fuerza.
Entendía el dolor y la impotencia que tuvo que sentir al no poder hacer nada para sacarme de allí...
El único culpable de todo esto...ya...está muerto.
Es extraño volver a caminar por estos lugares, sentía que los conocía pero a la vez, los recuerdos eran tan lejanos que mi mente se confundía. Un sentimiento de nostalgia crecía a cada paso que daba.Respiré profundo. El aire helado llenaba mis pulmones. Tan solo la noche anterior había nevado, lo dejaba en evidencia las calles los árboles y las casas que estaban a mi alrededor, cubiertos de nieve. Por suerte, no nevó lo suficiente como para dificultar el tránsito pero aún así, el frío seguía penetrante; a pesar de eso, se sentía bien estar al fin fuera.
Ya había pasado un mes desde que me internaron en el hospital y solo hace una semana salí. Es increíble a la velocidad que pasa el tiempo ya que hoy 3 de Enero, se cumple un año de la muerte de mi padre.
Aún recuerdo el inmenso dolor que me dejó su pérdida en aquel momento, sentí como una parte de mí moría...que idiotez. No me dejó de manipular hasta el último momento al hacerle prometer que me quedaría con Franchesca aunque no la amara, sintiendo que debía cumplir sus últimas palabras, cueste lo que cueste. Y así lo hice, a pesar de tener al frente alguien tan importante como Takumi, no permití caer, me mantuve fuerte.
Me da náuseas recordar toda la confianza y admiración que sentía por él.
—Me das asco.
Y ahora, seguía escuchando sus susurros detrás de mí oreja.
Suspiré.
Todo fue su culpa, él desde el principio me manipuló y yo caí como idiota.
Entonces el recuerdo de hace unos días inundó mi mente.
—Midori se quedó dormida.
La miré. Era verdad, su tranquilo respirar y la seguridad de su rostro al estar en mis brazos tranquilizó mis malos pensamientos, le quité la taza, la que hace unos minutos contenía chocolate caliente pero ya no había rastro de aquello, que tenía en sus manos con cuidado y la arropé con la manta que la cubría. Sonreí, con tan solo verla allí, tan apacible apaciguaba mi corazón y mi mente.
—Hay algo que quiero que sepas Ale —su voz me sacó por completo de mis pensamiento— Es algo que tu padre me dejó claro en aquel entonces —hablaba por lo bajo, para así no despertar a Midori de su tranquilo sueño. Yo solo la quedé mirando, esperando que siguiera— ¿recuerdas aquellas vez que te apuñalaron en un campamento?
Asentí con mi cabeza. Claro que lo recordaba. Había vivido todo aquello hace apenas unos días, es más aún podía sentir el dolor de aquel cuchillo desgarrando mi ropa y mi piel.
—Ese día, fue tu padre al ver como estabas y se dio cuenta, de la relación que tenías con Takumi.
—¿Qué?
—Me dijo que ideo un plan para sacarte de allí, hasta le pagó a una chica para que los separara.
Fruncí el ceño con fuerza al recordarlo.
—Hijo de perra —murmuré
Fue su culpa, el tener que separarnos por tantos años, desde el principio fue su culpa...
Ni si quiera me percaté cuando dejé atrás las casas y los árboles de las residencias, ahora estaba rodeado de personas y grandes edificios.
Pero ahora ya no importa...por suerte ya no está aquí y solo puedo sentir tranquilidad al recordarlo. Lo importante ahora...es que necesito hablar con Takumi.
Ni si quiera me percaté en el tiempo o mi alrededor por esto, mi corazón se volcó al notar que ya estaba frente a la empresa. No me sentía preparado de verlo, en especial por sus últimas palabras pero no podía seguir aplazando esto así que sin pensarlo más, entré al edificio.
—¡Ale! —de inmediato me notó Natsuki y corrió a abrazarme— ¡hace mucho tiempo que no te veía! - una gran sonrisa apareció en su rostro.
—Hola —le sonreí— ¿pasaron 2 meses ya?
—¡Sí! Quise contactarte para salir a comer algo pero fue imposible, no sabes por la crisis que pasamos así que no tenía tiempo para nada - se separó de mí y volvió a la recepción, yo caminé detrás de ella.
—Yo tampoco tuve mucho tiempo libre.
Necesitaba hablar con ella para disculparme, después de todo le había hecho algo horrible y ella no tenía idea pero ahora...mi prioridad es otra.
—La verdad, estoy aquí para hablar con Takumi.
—Mh, ahora no se encuentra...
—¿Y dónde puedo encontrarlo?
—La verdad...pasó algo pero es confidencial, ¡lo siento!
—¿De qué hablas? —fruncí el ceño, intentando procesar sus palabras.
—No debería decirte pero sé que ustedes son cercanos así que...él ahora está...
Seguía nevando pero no con tanta intensidad. Aun así, gracias al tiempo que había pasado, en el suelo yacía una gruesa capa de nieve.
Después de un rato de recorrer aquel lugar, lo encontré. Allí estaba, de pie, con un largo abrigo, sus manos en los bolsillos y su mirada fija al frente.
Tomé una fría bocanada de aire y comencé a caminar con firmeza. Mi corazón saltaba a cada paso que daba, sentía que en cualquier momento Takumi se percataría de mi presencia y se daría la vuelta pero ese momento nunca llegó, a pesar de que estaba a su lado, él estaba absorto mirando la tumba.
No sabía cómo llamar su atención exactamente así que solo dije lo primero que se me ocurrió.
—Lo siento...por tu pérdida.
Se sobresaltó un poco pero no me miró en ningún momento. Yo le seguí la corriente, así que mantuve mi mirada a la lujosa lápida. " Takaiichi Edward " es lo que decía. Que nombre más extraño...
—Yo no lo siento... —murmuró pero al estar a su lado, logré escuchar cada palabra— ¿Qué haces aquí? —elevó su voz, esta sonaba fría, quizás aún más que el ambiente.
—Fui a verte a la empresa y me dijeron que estabas aquí.
Por dentro me sentía un poco a penado, me hubiera gustado conocer a su padre...o si quiera conocer algo sobre él.
—¿Por qué quieres verme? —lo sentía distante, a pesar de que estábamos uno al lado del otro, un movimiento y nuestros hombros se chocarían.
Suspiré. Él sigue en esa posición de mantenerme alejado.
—Necesito hablar algo importante contigo.
Pienso que debe saber todo lo que me pasó y hacerle saber que recuerdo todo...en especial a él.
—Yo no tengo nada de qué hablar contigo —pronunció mientras se dio la media vuelta y comenzó a caminar, alejándose de mí.
Pero...esta vez yo no lo permitiría.
Caminé unos cuantos pasos y lo agarré de la muñeca con fuerza, deteniendo su andar.
—Pero yo sí tengo cosas que decir —no titubee en mis palabras, a pesar de que mi corazón bombeaba sangre como loco con tan solo percatarse que lo estaba tocando. Podía sentir como mi helada nariz empezaba a recibir calor poco a poco y eso para mí, en este momento, no es buena señal.
Lo solté de inmediato y me alejé unos pasos. Necesitaba controlarme para poder hablar con la sinceridad necesaria así que no debo estar nervioso.
—Sé lo que vas a decir —sus palabras me tomaron por sorpresa— pero es imposible para mí ignorar por todo lo que hemos pasado, en especial el profundo daño que nos hemos hecho. —aunque no quisiera, tenía razón, yo le hice mucho daño pero— Es por esto que —entonces se dio la media vuelta y por fin, me miró directamente a los ojos— no podemos estar juntos.
Estaba decidido, se le notaba en la mirada. No era como aquella mirada llena de cariño y juventud, era lo opuesto, solo transmitía cansancio y frialdad pero no lo culpaba, por mi culpa estamos en esta situación pero yo...con todas mis fuerzas...quiero remediarlo.
—Sé que te he hecho mucho daño pero—
—No se trata solo de mí, yo también...por mi culpa tú—
—No es así —le interrumpí— desde que regresé a Japón tú...solo me has dado felicidad.
En su momento lo sabía, sabía lo feliz que me hacía cuando me llevó a aquel viaje o con tal solo mirarme y prestarme atención...yo era feliz pero también me aterraba
—No mientas Alexander, sé lo que pasó con tu mano y eso fue por mi culpa...
Levanté mi mano y miré con detalle cada cicatriz. Me había olvidado por completo de este incidente pero estaba seguro de algo.
—Tú no tienes nada que ver con estas cicatrices.
—¡Por favor! Solo lo dices para que no me sienta culpable.
—Es la verdad, esto me lo provoqué yo porque...me odiaba...odiaba no poder hacer nada...odiaba verme en el espejo porque solo veía un viejo patético que no sabía cómo controlar su vida— reí al pronunciar lo último, bajé mi mano y le sonreí.
—Estás...diferente.
Es verdad...antes, nunca podría haber dicho tal cosa con tanta tranquilidad.
—Quiero que hablemos las cosas con la verdad, ya me siento cansado de tanto mentir— no quitaba mi sonrisa de la cara. Me entusiasmaba escuchar lo que él escondía en el fondo y lo que pensaba.
—¿Quieres hablar con sinceridad? Entonces seamos sinceros, me gustaría que no hubiéramos llegado hasta este punto, de verdad, si pudiera, si realmente pudiera cambiar las cosas, ni si quiera me hubiera acercado a ti en aquel entonces.
—No vuelvas a decir algo así —murmuré.
Me acerqué a él con decisión hasta quedar a escasos centímetros, no me importó las pequeñas lágrimas que recorrían mi mejilla, agarré su chaqueta con ambas manos a la altura de su pecho y apreté con fuerza.
—¡No mientas! —lo miré con firmeza, frunciendo el ceño— Estoy seguro que no sientes eso.
—Tú pediste sinceridad y eso es lo que pienso —sus palabras eran cuchillas. Agaché mi cabeza, más lágrimas comenzaron a brotar.
—Para mí...conocerte...fue lo mejor que podría haberme pasado —apreté más fuerte, hasta el punto de sentir cómo mis manos temblaban pero no me interesa— así que...por favor...no vuelvas a decir algo así... —después de un tiempo lo solté pero seguía con la cabeza gacha, mirarlo a los ojos en estos momentos y ver tal frialdad reflejada...me destruiría.
—¡Ya basta! Solo nos estamos haciendo daño.
—¿Sabes lo que yo pienso? Solo te veo huyendo de todo y usando de excusa el dolor que ambos nos hemos causado. Yo estoy consciente del daño que te he hecho, es por eso que quiero remediarlo y siento que tú también quieres esto...
—¿Qué te hace pensar eso? En ningún momento he dicho algo así. Lo que yo veo son dos adultos intento aferrarse a una relación muerta que ocurrió hace 10 años, ¡10 años Alexander!
—Si...10 años y puede que este muerto para ti pero...yo...estoy aquí gracias a ti.
—¿De qué hablas?
—Hay algo importante que quiero hablar contigo así que, cuando quieras dejar de huir, me llamas, —me di la media vuelta y comencé a caminar en la misma dirección en la que había llegado— estoy seguro que todavía tienes mi número.
—¿En dónde estabas? —escuché su voz a lo lejos pero no le presté atención, solo me senté en el sofá y miré el techo - Te ves terrible, ¿estás bien?
—Se arrepiente de conocerme...
—¿Takumi?
Apreté mi mandíbula.
Yo...no me importa por cuantas cosas hemos pasado, yo nunca me arrepentiría de algo así...pero él sí...él sí...él...
Los recuerdos del instituto son los más lindos que tengo, los aprecio cada día porque lo que los dos sentimos fue tan puro y tan cálido...
Entonces noté toda mi cara empapada en lágrimas.
—Tranquilo —Franchesca se acercó y llevó mi rostro a su hombro— debe haberte mentido—
¿Y si no era así?
Quizás es verdad...es verdad que ya no podemos estar juntos...quizás él ya no siente nada más que odio y rencor hacia a mí. Hablaría con él pero eso no me aseguraba nada, está decidido en terminar todo y si es lo que pasa, ¿estoy preparado para dejarlo ir? Cuando al fin reconozco todo lo que siento...cuando al fin...puedo amarlo sin ataduras...porque sí Takumi, yo también te amo todavía...como si esta distancia tan larga solo me haya hecho resguardar lo que sentía y aumentarlo, deseando el día en el que nos volviéramos a reencontrar...si te digo que ese pensamiento me hizo aguantar todo el dolor...¿te arrepentirías de decirme algo así?
Por favor, mírame a los ojos y dime la verdad...
¿Aún me quieres?
N/A: ¡Ey! ¿Cómo están? ¿Disfrutaron el capítulo owo?
Ah y puede que queden pocos capítulos para que esta novela termine ¿qué piensan al respecto? A mí me da pena terminar una historia que vengo desarrollando hace años pero es tiempo de un final uwu.
Por el momento, esto es todo, adiós y cuídense mucho.
¡Gracias por leer, votar y comentar!
¡Saludos!
PD: Cuídense muchísimo del virus por favor uwu.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro