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Capítulo 27: Obscuridad.

Sentí calor y un leve peso en mi mano izquierda. Luego subió por mi brazo, acariciándome con mucho cuidado hasta que llegó a mi rostro, el cual al parecer era su destino. Por alguna extraña razón, el calor que transmitía hacía nacer en mí un sentimiento de paz y nostalgia, ¿por qué? creo que lo sé...no...lo sé.

Sin pensarlo dos veces y sin abrir los ojos, tomé su mano con desesperación y la apreté con fuerza, mientras él seguía acariciando mis pómulos.

—Tranquilo pequeño, todo va a estar bien. —escuché su voz como un susurro que se lo llevaba el viento, por eso me aferré a él con mucha más fuerza; para calmarme, con su otra mano acarició mi cabeza con una gentileza, esa gentileza que tanto extrañé.

Pero de un momento a otro, dejé de sentir su tacto y su calor...

—¡TAKUMI!

Mi cuerpo se levantó con rapidez, provocando que mi cabeza doliera con fuerza. Llevé mi mano y masajee un poco.

¿Fue un sueño?

Miré a mí alrededor, la habitación se encontraba vacía.

—¡¿Señor se encuentra bien?! —entró una enfermera alarmada.

—Sí, sí, solo fue...otra pesadilla. —aclaré, mientras me tumbaba.

—Si tiene problemas para dormir puedo ayudarlo. —se me acercó y revisó la máquina que estaba a mi lado, luego mi brazo.

—No está bien, estoy bien. —le sonreí para tranquilizarla.

—Está bien, en una hora más es su desayuno. —pronunció para luego salir.

Por lo menos soñé con él y no con ellos...es cierto, por unos instantes lo olvidé.

Después de que Franchesca se fue, entró el doctor pidiendo disculpas porque se había adelantado al diagnóstico ya que no estaban listos todos los exámenes, yo solo le dije que no importaba...aun así, ¿tendrá razón?

¿Está claro no? Estos sueños que se sienten tan reales. También está la reacción de Franchesca...ella...ella...¿por qué? ¿Por qué reaccionó de esa forma?

Suspiré para luego dirigir mi mirada hacia el pequeño velador que tenía a un lado, allí se encontraba mi celular.

Pude sentir como algo nacía desde mi interior y tomaba control de mi cuerpo, ¿será..? ¿Por qué..? ¿Por qué tengo tantas ganas de escuchar su voz?

Lo necesito...

Tomé el celular con determinación y busqué el nombre "desconocido" que estaba en mi lista...sí, a pesar de todo yo, no pude eliminar su número, solo espero que no lo haya cambiado.

Marqué. A cada pitido que sonaba, sentía como mi ansiedad y nerviosismo aumentaba, hasta que...

—¿Aló?

Su voz...

—¿Hola?

Todo lo que sentía se desvaneció con rapidez, solo quedó un sentimiento, tranquilidad.

—...¿Alexander?

La tranquilidad se desvaneció en un segundo. Corté con rapidez.

Mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza como hace tiempo no lo hacía.

E-Esperen, él sabía que era yo... eso quiere decir que aún tiene mi número guardado...Takumi...

Solo sonreí como idiota mientras mi corazón bombeaba sangre a una velocidad extraordinaria.

—Ale. - escuché la voz de Franchesca a mi lado.

La miré con rapidez, no la escuché al entrar. De inmediato noté que sus ojos estaban hinchados y rojos, dejando en evidencia que estuvo llorando por un largo periodo de tiempo.

—Tenemos que hablar... —pronunció apenas, mientras se sentaba a mi lado.

—¿Sobre qué? —los lindos sentimientos que me había provocado escuchar su voz se desvanecieron de inmediato. El único sentimiento que prevaleció...miedo.

Aclaró su garganta y prosiguió— Sobre lo que pasó...en esos cuatro años. —pronunció, esta vez decidida.

—Pero eso ya lo sé, estuve en coma, —tragué saliva— además, el doctor se disculpó anoche porque su diagnóstico fue apresurado así que está todo bien, pronto saldré de aquí y estaremos bien de nuevo. —intenté sonreír pero no pude ni si quiera mover mis labios unos centímetros— A todo esto, ¿cómo está Midori?, ¿está muy preocupada? si lo está tienes que tranquilizarla y decirle que no es nada grave, que estaré pronto con ella y—

—Alexander por favor para. —tenía sus cejas levantadas al medio y bajas a los lados. Pude notar que lágrimas estaban inundando sus ojos— No actúes como si no supieras nada...por favor...

—No sé de qué estás hablando. —mi nerviosismo aumentó— De verdad me gustaría ver a Midori y—

—Lo sabes, y lo sé por tu mirada...tienes la misma mirada de aquella vez. —paró unos segundos para secar las lágrimas que ya estaban cayendo por su mejilla, luego tomó aire y siguió— La misma que vi cuando te encontré por primera vez en...ese lugar.

Fruncí el ceño y desvié mi mirada hacia fuera.

—Cuando no recordabas nada, tu mirada era muy extraña, vacía; se sentía...artificial, irreal pero cuando llegamos a Japón, bueno, volviste, noté que tu mirada comenzó a cambiar y a brillar como antes, me veías y sentía que...estabas ahí, consciente y...vivo. Me hizo sentir muy feliz, poco a poco volvías a ser tú...y todo gracias a él...

La miré con rapidez y ella de inmediato agachó su mirada. Entonces sí está al tanto de Takumi...todo este tiempo...pero ¿por qué?— ¿Por qué nunca mencionaste que recordabas a Takumi?

—Eso ahora...no es importante —se quedó callada por unos segundos, para luego tomar aire y seguir— Tu padre—

—No lo digas... —la interrumpí de manera involuntaria.

Tengo miedo...Takumi...sácame de aquí...

—Cuando me enteré que habías vuelto de Japón, —prosiguió, manteniendo la mirada gacha, mirando, a mi parecer, sus manos, mientras movía sus dedos de diferentes maneras, demostrando nerviosismo— no sabes lo feliz que estaba, tenía muchas ganas de verte así que corrí hacia tu casa pero al llegar, nadie me abría la puerta, estuve muchos días así, golpeando la puerta de tu casa sin obtener respuesta, hasta que un día decidí entrar por el jardín, igual que aquella vez, ¿recuerdas? —levantó su mirada, a pesar de que me sonrió, su rostro solo demostraba cansancio y tristeza – Al final logré entrar a la casa sin activar ninguna alarma, te busqué en tu habitación y nada. Busqué y busqué y no encontré a nadie, estaba a punto de irme hasta que me percaté de una puerta extraña, no encajaba para nada con la decoración del lugar y nunca antes la había visto, así que me acerqué con lentitud hasta que escuché unos pasos que se acercaban a la puerta desde dentro. Por instinto me escondí; de allí salió tu padre y un sujeto, apenas ellos salieron yo aproveché de entrar, eran unas escaleras inmensamente largas que descendían, cuando por fin llegué hasta el último escalón...pude verte...estabas...ahí... —se llevó una mano a la boca y nuevamente agachó su cabeza— estabas amarrado y —intentó seguir pero en vez de palabras, salieron quejidos de su boca.

Respiró profundo por unos segundos antes de proseguir. Yo solo la podía escuchar...sin entender nada de lo que me relataba.

—Estabas recostado y amarrado de pies y manos a una especie de camilla, a los lados de tu cabeza, estabas conectado a unos cables extraños que, a su vez, estaban conectados a una máquina que estaba junto a ti. Yo en ese momento solo pude taparme la boca para ahogar el grito que emití y salir corriendo de ahí. La próxima vez que fui, la camilla estaba vertical y tú estabas...te veías cansado...yo te hablé, me miraste y de inmediato me percaté que tus ojos no reconocían a la persona que estabas viendo...

Yo...soñé sobre eso.

—Ese fue el día en el que tu padre me descubrió y me amenazó...él me dejó claro que si intentaba denunciarlo o solo contárselo a alguien más, no dudaría en hacerme desaparecer y en buscarte a la chica indicada para que tú te casaras, tuvieras hijos y te hicieras cargo de la empresa...

Estuve todo el tiempo mirándola atentamente, hasta que agaché mi cabeza con lentitud.

—Yo...intenté de todo para sacarte de ahí Ale... de verdad que lo intenté pero nada funcionaba y pasaban los días y solo podía esperar a que cada día estuvieras mejor pero nunca era así...solo empeorabas y tu padre aumentaba cada vez el voltaje, cada vez tenías más dolor hasta que te pasabas todos el tiempo inconsciente... yo solo podía alimentarte cada vez que despertabas y mantenerte hidratado y —no pudo mantener más las lágrimas y los quejidos en su boca, así que solo se soltó, comenzando a llorar de forma descontrolada— hasta que un día —hablaba como podía entre los sollozos que emitía— después de largos años, saliste de ese lugar, estuviste una semana en el hospital para que te recuperaras físicamente, pensé que en ese lugar harían preguntas y lo iban a descubrir pero nadie decía nada, las enfermeras solo nos miraban mientras hacían su trabajo en silencio...fui una tonta...

Quería acercarme a ella para poder tranquilizarla pero mi cuerpo no me respondía, era como si mi cerebro estuviera ocupado procesando toda la información que me había proporcionado Franchesca pero le era imposible y el proceso se repetía una y otra vez, solo podía quedarme mirando el horizonte, sin ningún punto fijo, solo mirar hasta el punto en que vez todo borroso y los ojos comienzan a lagrimear.

Más calmada, Franchesca prosiguió —Yo...te intenté sacar muchas veces de esa casa después de todo eso, ya que siempre tenías recaídas y terminabas recordando todo pero siempre alguien nos encontraba antes de salir, te agarraban y te llevaban...nunca supe qué hacían contigo pero siempre, al día siguiente, estabas como nuevo, sin recordar nada...a pesar de todo, no pude sacarte de ahí pero nunca rompí la promesa que te hice aquel día...

Llegó un momento en el que dejé de prestarle atención a sus palabras, solo podía mirar fijamente la pared del hospital, hasta que mi cerebro dejó de procesar y llegó a una conclusión.

—Franchesca —llamé su atención, ella alzó su mirada— dime...¿por qué me estás mintiendo? ¿Por qué me dices todo esto? Está claro que mi padre me quería, a pesar de que me abandonó donde su hermana, a pesar de que me llevara a Japón con él solo por un capricho, al final él me apoyó en todo, igual que tú, a los dos les debo todo...lo que me dices ahora...de verdad que no lo entiendo. —emití una pequeña risa pero ella solo me miraba...horrorizada, su expresión empeoraba a cada palabra que pronunciaba— Esa es mi vida, entonces no entiendo por qué me relatas una diferente.

Como si no quisiera escuchar más, ella se levantó con desesperación y salió lo más rápido que sus pies le permitían de la habitación, dejándome allí.

Dirigí mi mirada, esta vez hacia fuera, no me había percatado que ya estaba atardeciendo ¿en qué momento pasó tan rápido el tiempo? Ni si quiera yo lo sabía, solo podía seguir pensando en los extraños sueños y el relato de Franchesca. Todo encajaba pero a pesar de eso, no podía creerlo o quizás...no quería creerlo.

Dejé de pensar y solo un nombre creció en mis pensamientos. Miré mi celular y sin rodeos, intenté tomarlo pero solo tuve que pestañear una vez y ya no estaba, había desaparecido. Abrí los ojos, atónito, hasta que noté que la luz de la habitación era diferente, ¿en qué momento había oscurecido tanto? Miré a mí alrededor con rapidez pero no podía distinguir nada. De inmediato comencé a sentir fuertes punzadas de dolor en mi frente, intenté llevar mi mano derecha para masajear un poco pero no podía, estaba amarrado con algo que, por más que intentaba acostumbrar mi vista a la ausencia de luz, no podía ver. Mi mano izquierda era la única libre, al sentir que mis pies también estaban atados, comencé a desatarme, primero mis piernas y luego mi mano pero de inmediato perdí el equilibrio y caí al suelo.

Intentaba ponerme de pie pero mis piernas no respondían y mis brazos comenzaban a temblar al mínimo esfuerzo. Dejé esa opción de lado después de unos minutos de intentos, lo único que cruzaba por mi cabeza era arrastrarme pero, ¿hacia dónde? no podía ver nada, ni si quiera podía distinguir mis manos.

—Eres patético.

Bastó otro parpadeo para volver. Estaba en la camilla, en el hospital, otra vez.

—¡Es hora de la cena! —por instinto miré hacia la puerta, la enfermera entró con una bandeja en sus manos.

Al dirigir mi mirada nuevamente hacia el celular, este no estaba, lo busqué por debajo de mis sábanas y del pequeño mueble pero nada.

—Disculpe, ¿usted no ha visto un celular que estaba aquí?

—Mmh, sí recuerdo ver uno pero antes de que su esposa lo visitara en la mañana.

Ella se lo llevó entonces...esperen...¿mañana? Yo lo recordaba como si hubiera pasado solo hace unos minutos.

Al terminar de cenar, solo pude recostarme y mirar el techo con un gran sentimiento de intranquilidad. Lo único que quería era volver escuchar su voz, aunque sea un poco.

—Ahhh. —suspiré para luego llevar mis manos a la cara.

Cómo...¿Cómo pudo terminar todo así? Si tan solo le hubiera persistido, si no me rindiera tan fácil igual que él...ahora mismo todo sería diferente. Siento que al pasar más tiempo, la brecha que existe entre los dos aumenta más y más...me pregunto si aún es tiempo para arreglar las cosas, ¿estará bien? Intentar a pesar de todo...o quizás lo mejor sea hablar, arreglar las cosas pero ¿que cada uno siga con su camino? Con tan solo pensarlo, siento cómo mi pecho se aprieta y ese sentimiento se apodera de mí...ese dolor agudo en el pecho que no importa qué hagas, sigue ahí, viviendo contigo. Desde aquella conversación esa noche frente al restaurant, ese sentimiento me perduró todo el mes y lo más probable es que sea así por un largo tiempo.

Pestañé y la habitación cambió por completo.

—¿Me habré quedado dormido? —fue lo primero que pensé.

Pero esta vez no era un lugar obscuro, al contrario, era un lugar tan iluminado que apenas podía ver a mi alrededor, solo podía divisar unas pilastras que estaban a mi lado y seguían de manera ordenada hacia delante pero ¿por qué este lugar se me hace conocido? Mientras pensaba esto, divisé a alguien a lo lejos solo por unos segundos, quise seguirlo pero no podía moverme, fue aquí dónde me di cuenta que estaba amarrado de pies y manos.

—Le dejaré la bandeja aquí y por favor cómase todo, no puede seguir así o me veré obligada a administrarle suero.

Sus palabras me sacaron por completo de aquel sueño o...¿ilusión? A esta altura, ni si quiera yo podía distinguir las cosas que me pasaban por delante.

Miré a mi lado, las bandejas del desayuno y almuerzo estaban intactas, ¿en qué momento me las había traído? No lo recuerdo para nada o quizás no estaba consciente...no lo entiendo.

Terminé de comer, dejé la bandeja a un lado y me volví a tumbar. Miré la hora en el reloj que estaba en el pequeño mueble, las 7 de la tarde. Dirigí mi mirada hacia fuera, el anaranjado inundaba el cielo o lo poco que podía divisar ya que al frente se encontraba un edificio entonces no podía ver el sol cayendo en el horizonte, paisaje que me encantaría ver en estos momentos.
Nuevamente los pensamientos sobre todo lo que relató Franchesca volvían a mi mente, causándome un dolor punzante en la frente y un extraño pitido en mis oídos. Me di la vuelta en la camilla, intentando estar más cómodo y esperando que el dolor disminuyera, quedando de frente al mueble. Nuevamente vi la hora...¡¿las 4 de la mañana?! Otra vez me di la vuelta y el cielo estaba completamente obscuro y mi habitación igual, solo se iluminaba por las luces del edificio adjunto.

¿Qué me está pasando?

Abrí mis ojos con lentitud, la luz de mi habitación me segaba así que apenas podía mantener mis ojos entreabiertos. Me sentía exhausto, más exhausto que antes. Pasé mi lengua por mis labios secos para mojarlos aunque sea un poco. No tenía idea qué hora era o cuántos días habían pasado desde la última vez, solo siento que mi estadía en este hospital es eterno.

Escucho unas voces por fuera de la puerta, quise mover la cabeza para mirar en aquella dirección pero al leve movimiento, sentía que mi cabeza iba a explotar del dolor; a pesar de eso, no pude emitir ningún quejido, solo cerré mis ojos y todo se volvió negro.

—Cada día que pasa está empeorando, a esta altura, realmente no sé qué más puedo hacer. —a pesar de reconocer la voz, no podía asociarla a un rostro en específico— Tenía en mente una evaluación psicológica pero pasa la mayor parte del tiempo durmiendo así que es imposible.

—Quizás...necesite escuchar la voz de él.

Abrí mis ojos pero no había nadie en la habitación. ¿Me quedé dormido o lo estaba imaginando?

—Patético.

Revisé mí alrededor pero no podía divisar a nadie.

—4 años tratando contigo para ¿esto? —esa voz...la misma que pensé que no la iba a escuchar nunca más; en su momento la pena me inundaba con tan solo pensarlo, ahora, es lo que más deseo— Ni si quiera fuiste capaz de hacerte cargo de la empresa que te dejé, realmente perdí el tiempo contigo.

Cálmate Alexander, él ya no está aquí, es imposible esto, solo lo estás imaginando.

—¿Ahora me insultas? No soy un producto de tu imaginación. —de inmediato sentí un extraño tacto en mi rostro, eran sus manos— Estoy aquí.

Cerré mis ojos con fuerza. No, es imposible que estés aquí, no, cálmate, él no existe, todo está en tu mente y—

—¿Estás seguro de eso? —escuché una leve risa— Será mejor estar seguros. —con lentitud, sus manos recorrieron mi rostro hasta llegar al cuello, allí se detuvieron. De un momento a otro, comencé a quedarme sin aire, él solo apretaba más y más. Debido a la adrenalina, mi cuerpo se movió con rapidez, intentando sacármelo de encima pero sin éxito, llevaba días ahí, mi fuerza desapareció por completo. Los pitidos incesantes de la máquina al registrar mis pulsaciones extremas me provocaban más dolor en la sien. Fue entonces que me di cuenta, mis brazos dejaron de responder, mis ojos no los pude mantener más abiertos y entonces...todo se volvió negro.

Di una bocanada de aire apenas recuperé la conciencia. Estaba de pie, nuevamente, en el lugar de las pilastras pero esta vez, la persona estaba quieta de espaldas, a lo lejos. Entrecerré los ojos para mejorar mi visión y descubrir al fin de quién se trataba. Los abrí atónito y comencé a correr. No importaba dónde o cuándo pero nunca voy a olvidar esa espalda, esa postura y ese pelo azulado que tanto extrañaba.

Escuché un timbre a lo lejos, provocando que el lugar se atestara de gente, estudiantes para ser más específicos, todos caminando en dirección contraria a la mía. Cada vez eran más y más, cada vez era más difícil correr, después caminar, hasta que no pude seguir, solo me dejé llevar por la multitud viendo como me alejaba más y más de ti. Ya, cuando apenas podía divisarte, noté que intentaste mirar hacia atrás pero ya era demasiado tarde. Alcé mi mano hacia ti queriendo alcanzarte pero era imposible.

El tumulto me terminó llevando a una puerta con un número escrito en ella...¿315? No me suena para nada. Antes que me volvieran a arrastrar, entré y la cerré.

—No deberías estar aquí. —escuché una voz distorsionada, era casi como un susurro, giré mi cabeza para descubrir de quién se trataba pero...no era una persona, era un ser totalmente negro azabache con un hueco en el pecho; de inmediato noté que tenemos la misma altura, además parece que tiene un cabello largo que le llega a los tobillos, este se meneaba, no como si el viento lo estuviera moviendo, era como si tuviera vida propia— ¿Cómo llegaste hasta aquí? —a pesar de estar escuchando su voz, el lugar dónde debería estar su boca, no se movía.

—Ehhh. —miré hacia atrás intentando buscar la puerta que me había traído hasta aquí pero desapareció por completo, en sí, no había nada, solo era una habitación gigante completamente blanca. No importa cuánto mirara, no podía ver su fin.

—Te hice una pregunta.

Por unos segundos había olvidado por completo su presencia.

—No lo sé, ni si quiera sé qué es este lugar —tragué saliva, por alguna extraña razón, este lugar me ponía nervioso y mi cuerpo se mantenía atento.

—Este lugar no existe, yo tampoco existo así que puedes irte de aquí ahora. —se dio la media vuelta y comenzó a caminar, alejándose de mí. Caminó y caminó hasta que paró en seco— ¿No te quedó claro? Vete.

—Ah sí, claro...¿y cómo me voy? —reí levemente, intentando relajar el ambiente tenso que nos rodeaba a ambos.

En cuestión de segundos, el ser se acercó y se mantuvo a centímetros de mí, alzó su brazo, o lo que debería serlo ya que al estar tan cerca, me percaté que todo su cuerpo se movía igual que su pelo, como si sus moléculas estuvieran en constante movimiento y chocando unas con otras; posó su mano en mi frente y apretó.

—¡AHHHHHHH! —apreté mis ojos con fuerza; un dolor inmenso se adueñó de mi cabeza pero era un dolor que ya conocía. Aguanté el dolor por unos segundos, ya no me hacía tanto daño ni me provocaba tanto dolor como al principio así que no se me dificultó abrir mis ojos, aunque sea unos milímetros para volver a verlo. Apreté su brazo con mi mano izquierda con determinación, decidido a soltarme de su agarre pero no importaba cuánta fuerza ejerciera, el ser no me soltaba y a cada segundo que pasaba, mis fuerzas se debilitaban, en mi desesperación, toqué parte de su cara y...por alguna razón, logré que aquel extraño líquido que lo cubría evitara mi contacto, entonces me dejó la zona libre para visualizar su color de piel y además su cabello rojizo...¿rojizo? De inmediato sentí cómo me empujó con tal fuerza que solo en unos pocos segundos, desapareció por completo de mi vista. Llegó un momento en el que comencé a caer y caer, hasta que caí en una camilla.

Con desesperación intenté salirme pero era imposible, noté que me encontraba amarrado de pies y manos. Esto no me gusta...intenté una y otra vez, cada vez con más fuerza pero solo me hacía daño así que solo paré.

—¿Se te olvidó que no puedes salir? —pronunció en tono de burla. No me había percatado que mi padre y ese sujeto que veía a menudo estaban a mi lado, frente a la máquina que accionaba todo— Es mejor que comencemos.

Solo hizo falta que apretaran un botón para sentir un dolor agudo que a la vez inundaba todo mi cerebro, mi cara y levemente mi cuerpo. A pesar de eso, apreté mis labios con fuerza, decidido a que ningún sonido saliera de allí. Mi padre lo notó.

—Aumenta la potencia.

—Pero señor—

—Cállate y aumenta.

Más y más dolor. Sentía que en cualquier momento mi cabeza explotaría y por fin moriría. Pero apreté con más fuerza, a los segundos sentí cómo el sabor a hierro inundaba mis pupilas gustativas y a los segundos...nada; el olor a humo inundaba la habitación.

—¡¿Qué fue lo que pasó?!

—¡Esto era lo que le estaba intentando advertir!

Miré al horizonte, totalmente cansado. Noté una pequeña luz al principio, luego creció, mostrándome el más bello paisaje. Era él...era él. Esbocé la más sincera sonrisa y un cálido sentimiento nació en mi interior.

—Takumi...

Noté que movió sus labios para hablarme pero no lo podía escuchar y mi mente no estaba en condiciones para leerlos tampoco. A pesar de eso, me sentía tan feliz de verlo de nuevo...sus ojos...no importa cuánto tiempo pase, siempre veré el mar en esos ojos y su rostro...aunque no era el Takumi que siempre veía, se notaba en sus facciones que era mayor, un hombre adulto, con unas ojeras negras y gigantes que resaltaban más que su bello rostro, pero...seguía siendo él.

Mis ojos se llenaron de lágrimas—por favor...por favor sácame de aquí —apenas pronuncié ya que el nudo en mi garganta, que recién noté, no me dejaba hablar con claridad. Fijé mi mirada en sus ojos y mi alma de apoco se llenaba de paz...tranquilidad...quiero...no, necesito sentir su tacto una vez más...aunque sea la última— abrázame...por favor hazlo —sin dudar, se acercó y me abrazó.

Su tacto, su cuerpo contra el mío, su olor, su calor...solo podía sonreír como idiota y dejar que mis lágrimas recorrieran mi mejilla con libertad. Todo mi cuerpo, mi corazón, mi alma se llenó de su esencia, sentía que podía seguir luchando gracias a él...por él tengo que salir de aquí...porque sin él yo lo soy todo y a la vez nada— Yo...te amo...

Sentí como si un gran peso que oprimía mi pecho y corazón de manera constante, se dispersara en el aire. Calidez...ternura...

—¿Dónde estás mirando? —pronunció con un tono nada amigable, mientras apretaba mi barbilla con desdén.

Parpadee y él ya no estaba, tampoco la luz, me encontraba de nuevo aquí...en el lugar dónde no podré salir jamás.

—¡¡AHHHHHH!!

Esta vez el dolor era más intenso que antes, lo sentía por todo mi cuerpo, hasta la punta de mis pies, ni si quiera podía mantener mi saliva en la boca, cerré mis ojos con fuerza, esperando que todo acabara de una buena vez y entonces...

Obscuridad.





N/A: Hola a todos, sé que esto es muy repentino y extraño que aparezca de la nada (como siempre), pero a su vez, espero que sea gratificante...en fin.

Tengo mucho que contar y a la vez, no sé qué decirles exactamente. El año que pasó, entré a la universidad y bueno...fue la peor experiencia de mi vida y el peor año, la depresión me arrastró y apenas me podía levantar de la cama. En fin, al final me cambié de carrera y solo espero que este año sea mejor que el anterior.

Espero que hayan pasado una bonita navidad y año nuevo con todos sus seres queridos, familia, amigos, pareja y mascotas.

Por el momento, esto es todo, adiós y cuídense mucho.

¡Gracias por leer, votar y comentar!

¡Saludos!

PD: Muchas gracias a todos por esperarme y los mensajitos preciosos que me mandan día a día de verdad que lo aprecio mucho, de verdad que si no fuera por ustedes hubiera dejado todo esto hace mucho tempo. Y unos agradecimientos especiales a una personita muy linda que me inundó de mensajes todos los días para que volviera o tan solo diera señales de vida. Son lo mejor

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