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🏁 Capítulo especial de Halloween 2024 🏁

Faltaba una hora para la carrera sprint en el circuito Paul Ricard, en Francia. Era de noche, y en contra de todo lo que Lía imaginaba, las tribunas estaban repletas de fanáticos esperando.

No era como cualquier sprint, o cualquier carrera en sí. Julien Girard, ex piloto y tres veces campeón del mundo, había convencido a la Federación de organizar un sprint cuyas ventas recaudarían fondos para apoyar a las siguientes jóvenes promesas, y además, había tenido la idea de usar la temática del Halloween, aprovechando la fecha. Antes de pasar a los cambiadores, tanto pilotos, ingenieros, y espectadores llevaban sus propios disfraces, y a pesar de la hora, todo lucía muy animado.

Para Lía, lo bueno de viajar de un lugar a otro, es que ya no tenía ni idea de a qué hora sentir sueño, así que no pasaba nada, pero esperaba que Kira y el resto de pilotos pudieran manejar bien en aquella condición. Incluso los mecánicos.

Si lo seguía pensando, había muchas probabilidades de que ocurriera un accidente en el autódromo... y ya había una película sobre eso.

Sacudió un poco la cabeza. Quizás sí necesitaba dormir, pero esperaba olvidarse por completo de la película de terror y de proyectar de más. Además, Kira se veía deslumbrante en su disfraz de Flynn Ryder con su cabello recogido en una coleta, acercándose a los invitados del paddock para tomarse fotos con ellos y firmar mercadería. Fueron a juego, por lo que ella era Rapunzel, usando su cabello corto como de costumbre y unas cuantas flores de adorno.

Por otro lado se encontraba Seung-Hee usando un hanbok y un sombrero negro de ala grande. Aunque era una vestimenta tradicional de la era Joseon, él no paraba de explicar que se había disfrazado de La Parca, y parecía estar contento explicando lo que significaba en su país de origen.

Estaba bastante feliz de por sí, como si amara el Halloween, o quizás había en medio otra razón.

Volteaba a mirar hacia el garaje de Strazieri, con Andrés y otro chico más joven haciendo su momento de publicidad, y sonreía más.

—Es verdad que se ha ausentado —dijo acercándose a su auto, junto a su mecánica—. Lo que sea que le haya dado, no estaría mal que le dure hasta el domingo...

Lara Moretti soltó una risita de ironía.

—Ah, él no está enfermo ni nada.

—¿Te lo ha dicho? —cuestionó el piloto, como si le molestara un poco que tuvieran contacto a pesar de ser hermanos.

—No, pero es muy obvio. Caridad y Enzo Moretti no es algo que vaya a juego muy seguido. Seguro holgazanea en su habitación de hotel, o está jugando al simulador.

Seung-Hee se tocó el ala del sombrero, rascándolo.

—Está bien, con que no se aparezca hoy ya es bastante, y tampoco quiero ganar más puntos solo porque no está.

Los sprints eran carreras más cortas, diseñadas para entretener, pero al final no afectaban realmente en los puntos del campeonato. La mayoría de los pilotos lo veían como una práctica segura.

—En realidad, es sorprendente que a pesar de la hora y el evento, haya asistido más gente de la esperada. ¿No se dice siempre que Julien Girard es un poco excéntrico? —preguntó Lía, con Kira cerca de ella, que apoyó su rostro sobre el hueco del hombro de la rubia.

—Ganó tres campeonatos mundiales, así que creo que puede ser todo lo excéntrico que quiera —rio la piloto.

—No lo sé, organizó el Sprint con esta temática, pero estoy segura de que sabe bien de la aparición. Eso no me gusta... —murmuró Lara muy pensativa.

Los tres restantes sintieron que su nivel de inglés fallaba o algo así.

—¿U-una aparición? —se animó a preguntar Kira.

Lara asintió.

—¿Qué? ¿Ninguno de ustedes ha escuchado de la muerte de Michel Astiel en este circuito hace veinte años?

Kira y Seung-Hee se miraron como si esperara que alguno contestara por el otro. La verdad era que con las regulaciones actuales, la Fórmula 1 se había vuelto más segura pese a sus accidentes constantes, y los deportistas recientes no tenían muchos ánimos de recordar las más de 30 vidas que había tomado el deporte alrededor de su historia.

—Hace veinte años yo ni siquiera sabía... —intentó excusarse Seung-Hee.

—Sí, olvídalo —se frustró Lara, y miró atrás, a uno de los ingenieros que iba pasando antes de tomar su posición en el pit wall—. Silverio! Eri lì, vero? Al Gran Premio di vent'anni fa. Racconta a questi bambini la leggenda di Michel Astiel, quello che tutti dicono accadrà dopo mezzanotte. [1]

Como la única que entendía italiano allí, a Kira se le hacía gracioso que Lara los llamara «niños» cuando apenas tenía un par de años más que ella y su compañero. Pero tenía un título y un trabajo importante, así que quizás en su mente de verdad los veía de aquella forma.

Y aunque Silverio parecía tener miles de cosas más importantes que hacer, no dudó en acercarse.

—Oh sì, sì! Questi bambini non lo sanno? [2]

—Non lo sanno! [3]

—Mio Dio, questa nuova generazione di piloti... [4]

A Seung-Hee no le hacía falta una traducción como para entender que se estaban quejando de su ignorancia. En momentos así, haría lo mismo que Lía Montecruz y sacaría su teléfono para salir de dudas, pero lo había dejado en su cambiador.

—¡Ya les cuento yo! —exclamó Silverio, y en muy poco rato todos habían conseguido sillas vacías de los invitados VIP del paddock y se sentaron para escuchar el relato.

Michel Astiel era el piloto de la temporada, el favorito para ganar aquel campeonato, y por supuesto, tenía que vencer en su propio hogar.

Había lluvia intensa que retrasó hasta muy tarde la carrera, y a pesar de lo mucho que había oscurecido, se tomó la decisión de continuar con la carrera. Michel realmente quería ganar, así que a pesar de sus dudas internas, continuó.

Con la lluvia, creció la neblina, y faltando solo una vuelta, sucedió lo inevitable. Una mala vuelta le hizo perder el control y segundos después todo estaba encendido en fuego.

Todo.

—Trágico —concluyó Silverio lamentándose, recordando el fatídico accidente—. Fue verdaderamente trágico...

Lara dio un par de golpecitos sobre la espalda del hombro, mientras asentía.

—¡Espera! ¿Y qué tiene que ver con la aparición que dijiste? —se adelantó Kira. Aunque la historia le sentó mal, no podía dejar pasar algo que no entendía.

Lara puso un dedo sobre sus labios, pensativa.

—Los siguientes años, en su aniversario de fallecimiento, si había una práctica, clasificación o carrera, muchos pilotos reportaron haber visto entre la niebla más espesa el mismo auto de Michel Astiel intentando competir contra ellos, como si quisiera reclamar esa última vuelta que le pertenecía.

—¿Y cuando es el aniversario...? —preguntó Kira con la voz un poco temblorosa, pero no parecía expresar miedo aún.

Lara hizo una mueca.

—Hoy.

—¡Aquí están los dos! ¿No deberían ya haberse vestido? —Llegó Noah molesto con los pilotos luego de verlos reunidos—. ¡Lía!, ¿No podías decirles nada?

Avergonzada, Lía bajó la cabeza.

—Es que yo también quería escuchar... —murmuró, antes de ir con Kira hacia la zona de los cambiadores, mientras revisaba su teléfono—. Es verdad todo lo que Silverio y Lara dijeron... no lo de la aparición, tal cual, pero...

—¿Podemos hablar de otra cosa? —pidió Kira antes de entrar al cambiador, y lucía un poco disgustada.

Lía parpadeó un par de veces, sorprendida. Siempre estaba encantada de conocer un nuevo aspecto de Kira, pero aquel era inesperado.

—¿Te dio miedo la historia de Silverio?

—¡No!, solo no me gustan las cosas de terror —explicó la piloto cerrando la puerta para cambiarse, dejando a Lía en el otro lado—. No sé, ni siquiera me gustaba saber nada del Pombero cuando era niña...

—¿El Pombero?

—¡Hablemos de otra cosa!

Ante la insistencia, Lía trató de buscar un nuevo tema de conversación, y acabó por mirar su propio vestido de Rapunzel. Se había tomado unas cuántas fotos antes de ir al circuito con Kira para guardarlas como un recuerdo importante.

—Um, muchas gracias por el disfraz, y por ir a juego conmigo...

Escuchó una risita por parte de Kira.

—Yo que pensaba que vos no ibas a aceptar disfraces a juego...

—¡Me gustó mucho la idea! —explicó su mánager—. Es que es la primera vez que me disfrazo para Halloween.

Un segundo después, sin terminar de ponerse el traje, Kira abrió un poquito la puerta, queriendo ver a Lía.

—¿Cómo que tu primera vez? ¿Jamás celebraste Halloween de niña?

—¡Ve a vestirte! —susurró Lía, intentando cerrar la puerta mientras sus mejillas enrojecían—. Eh, no. Es que en Ecuador no se celebra.

—¿No?

—El mismo día cae una fecha cívica —explicó vagamente—. A mi mamá tampoco le gusta la idea del Halloween, ya sabes, cosas del diablo... Pero siempre lo vi en muchas películas y quería poder vivirlo. Jamás esperé que fuera durante una carrera...

Le había gustado bastante todo, si quitaba las leyendas aterradoras sobre pilotos fantasmas, pero también era parte de la experiencia.

Cuando vio salir a Kira, lamentó por un segundo que ya no tuviera más su disfraz, pero le gustaba mucho más verla con su uniforme de piloto, como la chica del momento, Kira Russo.

—No estés nerviosa... —murmuró, sosteniendo la ropa de su disfraz cuando Kira se la entregó.

—¿Y yo cuándo lo he estado? —sonrió ella, más que lista para olvidar cualquier historia de terror, y hacer lo que mejor sabía.

Ambas sentían la necesidad de una mayor cercanía. Parecía injusto no poder ir por más en ese momento, cuando lo suplicaban tanto con la mirada.

Como si llegaran a un acuerdo de que después podrían cumplir su deseo, Kira tocó con suavidad el cabello de su manager y avanzó hacia su monoplaza.

Terminó de colocarse la máscara, y al subirse, el casco, y empezó a salir de los pits con el resto de autos.

Había clasificado en el sexto lugar por lo que se colocó en su puesto en la formación, esperando a que el sprint diera inicio.

Para ella, los sprint eran como una oportunidad más de práctica, y prefería evitar cualquier accidente, pero por otro lado, siempre competía para ganar como si se tratase de una necesidad.

Tanto en Fórmula 3 y Fórmula 2 había entrado al podio, podía decir que era un circuito donde estaba muy cómoda sobre todo porque tenía tramos muy largos. Apenas en la largada consiguió avanzar dos puestos y ni siquiera se estaba esforzando.

No le importaba lo que otros pilotos pensaran de ese tipo de carreras pero ella no lo iba a dejar fácil.

En la zona de DRS, este se activó al momento en que estaba cerca del auto de Seung-Hee. Debía mantener bajo control la situación. Las milésimas de segundo de distancia entre ambos se iban acortando y debía seguir presionando, hasta que en una pequeña curva, el monoplaza de su compañero perdió potencia en el freno, y fue más que suficiente para permitirle a Kira adelantarlo.

¡Wuju! —exclamó por la radio tras su exitoso movimiento—. Más tarde me disculparé con Seung-Hee...

—¡Sigue así, Kira, estás en P3! —La animó Hale.

Sus últimos contrincantes eran Oliver Jensen y Andrés Herrera, y todavía tenía algunas vueltas para dar lo mejor de sí misma, sobre todo cuando acababa de sacar la vuelta más rápida.

—¡Vas volando, Russo!

«Sigamos así», sonrió en sus adentros, con la concentración al máximo.

Todo iba perfecto; en la décima vuelta, faltando cinco más, a tres segundos detrás de Jensen, y queriendo presionar para poder sacar ventaja del DRS, una espesa neblina empezó a cubrir la pista, y tuvo que empezar a bajar la velocidad, conforme se adentraba y la vista no mejoraba.

También parecía extraño que Hale no se lo hubiera anunciado.

—Ah, Hale. ¿Me ayudas un poco con la vista? ¿Hay anuncio de lluvia o algo?

Esperó varios segundos de silencio, pero sabía que no podía tomarse más.

—¿Hale? —insistió.

De repente, de la radio empezó a recibir una transmisión llena de ruido blanco que la desconcertó.

—¡Agh, Hale! —gritó, tratando de no perder el control de las llantas ante una de las vueltas.

Mierda. La radio seguramente se había dañado y estaba a ciegas con tanta neblina. Por si fuera poco, las luces empezaban a parpadear.

Algo tenía que ir mal en todo ese evento, Lía tenía razón y fue una pésima idea la hora, los disfraces, todo.

—Hale, responde por favor... —musitó empezando a sentirse asustada. Temía mucho la posibilidad de un accidente y cada vez que quedaba a oscuras era casi imposible ver qué tenía enfrente. Peor podría ser para el resto de pilotos.

Faltando tan poco, se preguntaba si podía ir a boxes y retirarse. Ningún sprint o Gran Premio valdría ese riesgo.

Podía escuchar un auto acercándose, por lo que se mantuvo cauta, bajando un poco más la velocidad de forma que pudiera evitar lo peor a tiempo. No obstante, al verlo, lado a lado, le resultó imposible reconocerlo. No era ninguno de los otros competidores.

No había visto ese monoplaza, y era imposible que pudiera estar compitiendo porque... lucía extremadamente antiguo. Más pequeño, sin halo, y su diseño no se parecía en nada a los monoplazas actuales. Debía tener por lo menos unos veinte años...

Frenó a tiempo antes de una curva y retomó el curso, pero su corazón ya iba quizás más rápido que el mismo TB-24.

Sacudió la cabeza, intentando ignorar la idea que aún no tenía forma en su cabeza, porque simplemente no podía darle atención a algo tan tonto.

—¿Es esto una broma? —insistió en la radio, una vez más, recibiendo solo ruido blanco en respuesta—. La concha de la lora, ¡no estoy para pelotudeces! —masculló, esperando que de todos sus mensajes fallidos, ese no fuera a transmitirse mundialmente.

Miró a su lado, y su nuevo contrincante seguía allí, como si la desafiara.

Probablemente era parte de la temática del sprint. Todo era idea del excéntrico Julien Girard, y quizás era el mismo conductor usando el auto de Michel Astiel como una especie de homenaje. No imaginó que la Federación pudiera prestarse para una broma de ese tipo, pero tenía lógica dentro de lo posible.

Convencida, retomó el juego, volviendo a acelerar. Julien la estaba retando, ¿y cuántas veces tenía la oportunidad de enfrentarse contra un tricampeón mundial?

No era como si él pudiera verla, pero asintió decidida.

Aún la neblina seguía pesada, pero demostraría qué tan bien podía correr a pesar de los obstáculos.

Aprovechando el tramo más largo del circuito, aceleró más, y para su sorpresa, Julien seguía compitiendo contra ella, a punto de adelantarla. No dudaba de él como piloto —naturalmente—, pero por muchos arreglos que tuviera dicho monoplaza, seguía siendo demasiado viejo. Era casi... sobrenatural.

«¡Dejate de pensar boludeces!», sacudió la cabeza, negándose a darle credibilidad a lo imposible. Apenas tuvo la oportunidad de activar su DRS, aceleró segura de que lo perdería de vista. Para su fortuna, estaba a punto de terminar la última vuelta.

Perdió la potencia del DRS, y Julien no tardó en acercarse una vez más. Era como si estuviese decidido a respirarle en la nuca.

Con la neblina volviendo a aparecer espesa, y las primeras gotas de lluvia, pudo visualizar en el último tramo, la espera de la bandera a cuadros. ¿Realmente estaba compitiendo contra un tricampeón mundial la victoria?

No faltaba nada, trató de dar su último esfuerzo, presionando tanto como podía, aunque sus neumáticos sufrían la degradación. Con las manos tan aferradas al volante que sabía que las tendría entumecidas, vio rendida cómo su contrincante la superó por lo que debían ser un par de milésimas.

Tan cerca pero tan lejos.

Al menos lo había intentado...

No obstante, Julien aceleró de largo hasta volver a perderse en la neblina que parecía tragárselo por completo y lo perdió de vista.

Quizás era la lluvia pero empezó a ser consciente del sudor frío sobre su rostro y cuerpo, y temblorosa, dio la última vuelta para formarse en el segundo puesto —dada la derrota—.

Para su sorpresa, el primer lugar estaba vacío, y parecía que debía parquear allí.

«Claro. Julien seguramente no contaba como un competidor», se convenció a sí misma, pero parecía extraño no ver el monoplaza viejo por ningún lado.

Apenas retiró el volante, salió del TB-24 de un salto, sin celebrar victorias ni nada por estilo. Más bien, como si le urgiera salir de allí.

Se sacó el casco y la máscara, y parecía confundida, y desde luego que lo estaba cuando se dio cuenta de que el mismísimo Julien Girard estaba esperando con la placa de reconocimiento para el primer lugar. Sin traje de piloto o algo que diera señal de que había estado conduciendo hace solo un par de minutos un monoplaza de veinte años.

El escalofrío recorrió toda su espina dorsal, y un segundo después, fue casi tacleada por un cuerpo que la abrazó con todas sus fuerzas.

—¡Kira, estás bien! —exclamó Lía, al tiempo en que se alejaba solo centímetros para poder sostener su cuerpo y palparlo con cuidado. Al final, sostuvo su rostro entre sus manos para besar su mejilla una y otra vez, y finalmente, volvió a abrazarla, quedándose así un largo tiempo.

Kira no entendía nada, pero tampoco podía quejarse.

Su ingeniero, Hale, también llegó con algo de apuro, y se mostró aliviado al ver que Kira estaba a salvo.

—¡Gracias a Dios! No sé qué pasó, perdóname —lamentó el hombre joven de piel morena y cabello corto—. La radio dejó de funcionar, solo enviaba estática, y temía un accidente luego de que apareciera toda esa neblina. Analía no dejaba de insistir a todo el equipo en arreglarlo y traerte a boxes o suspender la carrera antes de que algo malo pasara.

La piloto asintió lento, asimilando la explicación. Tenía sentido el abrazo de Lía y que pareciera estar a punto de llorar. Tenía sentido lo sucedido con la radio. Lo único que no encajaba era...

—Si Julien Girard no manejaba ese viejo monoplaza, ¿entonces quién chotas fue? —murmuró con la necesidad de una respuesta. Se negaba a sentir miedo, pero eso la estaba llevando al enojo, porque lo que había vivido durante el sprint se sentía como una broma de mal gusto.

Lía se separó un poquito de nuevo y acarició su sien, mirándola con profunda preocupación.

«No lo digas, por favor, no lo digas...», suplicó Kira en sus adentros, consciente de lo que esa mirada extrañada significaba. Lo cliché de película de terror que se sentía.

—¿De qué monoplaza viejo hablas?

Frunció el ceño a la par que todo su cuerpo se tensaba.

—Kira, ¿estás bien? ¿Quieres ir a la enfermería?

—¡No, estoy bien! Dejá allí —aseguró la piloto, mirando el suelo por un tiempo—. Quiero regresar al hotel ahora...

—Tienes que recibir la placa. Y la rueda de prensa, y... —Lía respiró profundo, preocupada por el estado de su representada—. Mira, ve por la placa y yo diré que no te sientes bien para el resto. ¿Está bien?

Aliviada de saber que podía contar con Lía incluso si no le decía todo, asintió.

Solo que acercarse a Julien Girard le daba una extraña sensación. Incómoda, recibió el apretón de manos y posó para las fotos mientras recibía su premio.

—¿Lo vio, señorita Russo? —sonrió el ex piloto.

Kira lo miró, pero fingió no haber escuchado nada.

—¿Quién de los dos ganó la carrera? Puede contarme, no le diré a nadie.

Parecía no tener malas intenciones, pero Kira estaba demasiado tensa. Aun así, creía que si le decía, se sentiría menos loca.

—Sí lo vi... —murmuró—. Él ganó la carrera, iba casi volando...

—Aterrador, ¿verdad? —sonrió Julien emocionado, y la piloto no lo entendía. ¿Por qué organizó esa carrera si lo sabía?—. También era un rookie la primera vez que lo vi. Definitivamente me derrotó... En ese tiempo pensé que me habría gustado seguir compitiendo incluso después de mi muerte, pero ahora creo que es bastante trágico...

Kira asintió lentamente, sin saber qué responderle. Quizás era mejor no decir nada.

Cuando al fin estuvo en su auto con Lía, a punto de volver al hotel, arrimó su cabeza junto a su hombro, deseando en el fondo poder acercarse mucho más. La sensación de escalofríos no se le iba, y temía no poder dormir bien para la carrera en la mañana.

Lía apoyó su cabeza contra la de ella, y tocó su mano.

—¿Te asustaste mucho en el Sprint?

Kira asintió, aunque no sabía cómo explicárselo. O si quería hacerlo, o lo que podría pensar Lía después.

—¿Te molesta si dormimos juntas? —pidió poniendo la misma expresión de Caucho cuando quería comida.

Lía sonrió.

—Está bien. Creo que tuvimos bastantes sustos para halloween...

Y Kira solo supo asentir, tratando de buscar aún alguna lógica a lo sucedido. A la aparición del piloto fantasma.

*****

[1] ¡Silverio! Tú estuviste allí, ¿Verdad? En el Gran Premio de hace veinte años. Cuéntale a estos niños sobre la leyenda de Michel Astiel, lo que todos comentan que sucederá después de la medianoche.

[2] ¡Ah, sí, sí! ¿Estos niños no lo saben?

[3] ¡No lo saben!

[4] Dios mío, esta nueva generación de pilotos... 

*****

HOLISS!!

El dibujo de Kira y Lía con sus disfraces fue realizado por @Lea_Estrella  y lo amo con cada fibra de mi ser porque es PERFECTO !!! 💞💞💞💞💞

Les dejo la versión con fondo 🥹🫶

Btw tal como dijo Lía, acá en Ecuador no celebramos Halloween (o sea sí pero oficialmente no porque es el día del Escudo), pero lo que sí celebramos es el día de los muertos (el dos), así que dejo este dibujito que hice de Lía con una Kira-guagua de pan y colada morada, que es nuestra tradición servir acá 🫶🫶💗💗

¡Espero que les haya gustado el capítulo especial! 

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