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🏁 6. Confrontación nocturna 🏁


Kira no era de aferrarse mucho a alguien, o al menos, eso era lo que creía seguro.

A los 16 tuvo un novio que también había sido uno de sus rivales en las competencias de karting. Aunque a veces le provocaba impulsos violentos, al menos fuera de la pista parecían gustarse mucho.

Cuando a ella le llegó un mail de la academia de Thunderbolt, no dudó en contárselo, en gran medida porque creía adecuado compartir ese logro con él, y también, porque muy en el fondo, quería saber qué sucedería con lo que tenían. Le dijo que en tres semanas se iría a Bélgica, y él no respondió. Pasaron las semanas sin una respuesta, y ella no iba a insistir porque creía haberle dicho todo, y era a él a quien le correspondía tragarse su orgullo y aunque sea desearle suerte, así que no le apenó nada dar por terminada la relación y perseguir lo que siempre le pareció más importante.

Desde entonces, viajaba demasiado y las citas que tenía, tanto chicas como chicos, sabía que serían algo esporádico.

Tampoco era de salir con alguien distinto cada semana, pero para ella no existían los compromisos. No podía darse el lujo de conocer y enamorarse de una persona cuando estaba tan ocupada viajando por el mundo, y era difícil que alguien más pudiera ajustarse a ese tipo de vida solo por ella

Seguiría así hasta el momento en que se dio cuenta de la persona que desde el inicio estuvo junto a ella en cada lugar, y que en ese instante le hacía tanta falta, como si le quitaran un gran pedazo de sí misma. ¿A quién más se supondría que le contaría sobre el día tan horrible que había tenido? Ni siquiera iba a hacer falta contárselo, porque ya estaría al tanto, con soluciones en mente y palabras de ánimo.

Solo abrazó más a Caucho, pero este se salió de sus brazos para buscar su comida, y en reemplazo, tuvo que abrazar una almohada.

En la oscuridad, la pantalla de su teléfono se encendió contra su rostro, aturdiéndola un poco, y parpadeó hasta acostumbrarse. Tenía al fin un mensaje de Lía preguntando si estaba en su habitación, y al instante empezó a invadirla una sensación de furia y tristeza. Frunció el ceño mientras pensaba en al menos veinte tipos de respuestas, una más cortante y pasivo agresiva que la otra, pero al estar a punto de teclear su mensaje, se volvía en blanco. Tocó la foto de su contacto para verla en mayor tamaño, y todo el enojo se disipó, pero la tristeza permanecía.

No respondió nada y fue directo a su Instagram.

Agh, casi podía escuchar a Lía como la voz de su conciencia, pidiéndole que se retractara de lo que estaba por hacer, que era la peor idea que se le podía ocurrir. No por nada, su manager se encargaba de sus redes. Siempre hablaba de lo crueles que podían ser las personas detrás de una pantalla, como si sus comentarios no pudieran afectar a otras personas, pero Lía era demasiado sensible por naturaleza, así que quizás exageraba.

Justo salió la publicación de Thunderbolt donde se anunciaban los resultados de sus pilotos en la carrera de ese día. Recordarse una vez más que mientras Seung-Hee había sido el gran ganador, ella con suerte ganó puntos hería su orgullo, pero creyó ser lo suficientemente fuerte para lo que estaba por venir.

"Imaginen lo lejos que llegaría Thunderbolt si tuviera dos pilotos de verdad."

"El potencial del TB-24 👏👏👏 si sabes lo que haces llegas al primer lugar o consigues puntos si eres mediocre y lento."

"Like quienes esperan que Russo se retire y se dedique solo a ser modelo 🙌"

«Ok, suficiente internet por hoy», decidió la piloto al bloquear la pantalla y lanzar un poco más lejos el celular.

Giró, quedando boca arriba para mirar el techo. No era nada nuevo que sucediera algo así, y seguiría sucediendo ganara o perdiera carreras. Podía elegir desechar todos esos comentarios como en toda su vida había hecho, pero no iba a negar que la estaban afectando en un momento muy vulnerable.

Tampoco Seung-Hee lo tenía más sencillo. Alcanzó a ver ciertos comentarios despectivos a él, donde los menos racistas lo encasillaban en estereotipos acerca de lo disciplinados que debían ser los asiáticos, y los peores cuestionaban cómo era posible que el piloto ganara una carrera sin verla.

—Ah, ¿y qué le importa a toda esta manga de fracasados...? —suspiró con fastidio.

El silencio predominó por casi un minuto donde no sabía qué hacer, hasta que de repente, escuchó un par de golpes tan suaves en la puerta, que creyó imaginarlos.

Esperó un poco más, hasta que el sonido regresó, un poco más bajo y con duda, pero lo reconoció.

«Lía...»

—Está bien, entra... —murmuró con la misma inseguridad, y temía tener que repetir más alto porque deseaba más bien huir de su propia suite.

Al entrar, sus miradas temerosas cruzaron, conscientes de que tenían mucho que decirse.

—¿Puedo sentarme? —preguntó con voz suave, y al verla asentir, colocó su bolso en el suelo y se sentó sobre la cama.

Quería decir algo, pero no quería que comenzara con una disculpa —aunque sabía que sería necesaria—, por lo que solo se quedó callada, esperando a que se le ocurriera algo.

—¿Viste toda la carrera? —Empezó Kira con una pequeña sonrisa, como si hubiera logrado algo en lugar del desastre sucedido

—Sabes que sí —respondió Lía. Incluso si no hubiera estado en el palco, se las habría arreglado para sintonizar la carrera en su celular o en cualquier televisor disponible. Suspiró, pensando en lo que sabía que había fallado. Se televisaron algunas de las transmisiones de radio de Kira y Marc, lo que había creado debate acerca del verdadero responsable del resultado de la carrera.

—Estaba atrapada entre el aire sucio de Jensen y Dubois, por más que intentaba presionar, seguía más lejos, ¡y el pelotudo de Marc...!

Antes de que pudiera continuar, la mano de Lía se había deslizado sobre la suya, y con la otra, la atrapó en un abrazo muy fuerte, porque sabía que Kira lo necesitaba, y ella también.

La piloto hundió el rostro entre el espacio de su hombro y su cuello, y se aferró un poco débil.

—¿Dónde mierda estabas? —musitó, tratando de que no la vencieran las lágrimas.

—Perdóname... —atinó a decir al fin Lía, y se separó un poco para mirarla—. En serio quería estar contigo cuando terminó la carrera, pero estuve atrapada con muchas cosas...

Kira hizo una mueca mientras la miraba y sentía una especie de rencor al imaginar con cuantas cosas estuvo ocupada, pero se negaba a perderla por lo que sea que sentía y no conseguía averiguar qué era.

—¿Al menos ella te cuidó?

Lía no entendió al principio la pregunta, pero sabía que el palco podía estar lleno de fanáticos molestos y maleducados, especialmente hacia las mujeres. No había sido necesario que la cuidaran, pero de todas formas, Alicia no se alejó de ella en ningún momento, así que asintió.

Por alguna razón, Kira no pareció estar contenta con la respuesta, y siguió mirándola fijo. Tanto, que empezó a dudar de su conjunto; al estar fuera del trabajo, decidió darle la oportunidad a un vestido corto celeste, y un blazer blanco.

—Te pusiste muy bonita para verla... —masculló con... celos. Sí, al fin podía aceptarlo, estaba demasiado celosa, y no le importaba lo ilógico que pudiera ser.

Lía estuvo frente a ella casi tantos años, y por cliché que pareciera, sentía celos ahora que sabía que estaba con otra persona. No era justo, ni siquiera tuvo una oportunidad real con ella —que pudiera recordar—, y ahora la había perdido por completo.

Lía parpadeó confundida, notando el enojo con el que lo pronunciaba.

—Ah, espera, no —La detuvo, mirándola con necesidad de una explicación—. No sé qué estás pensando, pero creo que tenemos que resolver esto ahora. Dime qué pasa...

—¡Es que primero decís que querés salir con chicas justo luego de lo que pasó con las dos! ¡Y sé que no me debes nada, pero mínimo esperate un poco antes de salir con esta Alicia! Qué sé yo, al menos no te desaparezcas dos días y me dejes tirada. Como sea, felicidades...

Kira se alejó automáticamente, consciente de que había explotado al fin, y que con mucha probabilidad la había terminado de cagar al fin. Por si fuera poco, comenzó a sentir cómo de sus ojos caían las lágrimas, dejando una huella fría a su paso, y ya no podía detenerse.

«La puta madre, cómo odio llorar...»

—Kira... Ay no, sé lo horrible que se ve esto, pero no es así... —murmuró Lía con culpabilidad al verla así—. Te juro que no es lo que piensas, hice todo esto por ti... —Cortó al darse cuenta de que su explicación no ayudaba en nada, pero entraba en pánico al verla llorar.

Con un nudo en la garganta, atrapó el rostro de la piloto entre sus manos, y se impulsó rápido a ella, dejando un pequeño y suave beso en la punta de su nariz. Consiguió que la mirara, confundida, y aprovechó para secar las lágrimas con sus dedos muy despacio, con ternura. Si tan solo se diera cuenta de que sentía derretirse por ella...

—Conocí a Alicia en la universidad y ahora trabaja para la sede en España de una marca de cosméticos. Está super obsesionada contigo...

El llanto se detuvo, pero en su lugar quedó la confusión. ¿Acaso era el imán de mujeres que Lía pensaba que era? ¿Ella estaba bien con eso y las iba a presentar a las dos?

—No, boba —se adelantó su mánager como si supiera lo que estaba pensando—. Tuvimos la idea de crear una serie de vlogs dedicado a ti. Desde los viajes, cómo te preparas para las carreras, y finalmente el gran día. Vamos a aprovechar esta semana que viajamos a la sede de Thunderbolt para el GP de Bélgica, y documentaremos todo lo importante.

—Ahh... —Apenas alcanzó a responder la piloto, sin salir de su sorpresa.

Su mánager no la había dejado por la oportunidad de salir con otra persona, tan solo estaba haciendo... cosas de mánager.

—¿Pero no salís con ella? —preguntó como si le pareciera más importante que la última información.

—¡Que no! —exclamó desesperada Lía, antes de suspirar—. Sé que dije que quería salir con chicas, ¡es obvio! Soy una lesbiana semi-en-el-closet más cerca de los treinta que de los veinte explotada laboralmente. Pero voy de un lado a otro, no es como si pudiera conocer a alguien, y tampoco me interesa. O sea quiero conocer y estar con alguien, pero sin el proceso tedioso de las citas y eso, ¿te parece que tiene sentido?

La pregunta parecía ser más retórica en sí, que hacia Kira, y en cualquier caso, no tenía idea de qué responder.

—Da igual. Incluso si el destino supiera lo que yo quiero, no lo aceptaría de todas formas, porque me gustas tú —soltó al fin, como si fuera su turno de responder una especie de competencia de confesiones incómodas, donde esperaban salir ilesas. Pero sabía que no lo conseguiría tan fácil—. Sí, ya sé que laboralmente es una pésima idea, y que siempre has sido mi amiga; te juro que nunca he hecho nada con una doble intención, jamás esperaba nada igual, pero sucedió eso, y... No lo sé. La parte prudente de mí quiere que te olvides rápido y me obligues a darle un documento de confidencialidad a tu siguiente cita, pero sé que no podría soportarlo, porque eso pasó, y encima no lo recuerdo, y no es justo... Agh, ahora la que va a llorar soy yo... —murmuró dejando caer su cabeza sobre sus manos.

«Mierda, ahora sí que estoy despedida...», pensó, a punto de buscar su teléfono para descargar LinkedIn.

Sin embargo, ambas permanecieron en silencio. En la oscuridad de la habitación, apenas podían verse a la otra, pero no se miraban. Solo se preguntaban qué más sucedería. Cuál debía ser el siguiente paso correcto, después de tantos tropiezos.

Parecían ser muchas cosas para ser resueltas en unas noches, por lo que Kira esperaba que pudieran tomarse las que fueran necesarias. Por lo pronto, había algo que no se podía sacar de la mente, y fue ese pequeño beso que calmó su llanto, y no obstante, falló tanto en su puntería.

—Vení acá.

Con su mano, buscó su mejilla para poder ver su rostro, y quizás su mayor récord de velocidad lo obtuvo en el momento en que borró tota la distancia en menos de un segundo, antes de atrapar sus labios presionando los suyos.

Lo que no calculó, fue la reacción a tal maniobra, provocando que Lía cayera sobre la cama con ella, que no se despegó ni un instante para seguir besándola. Probó lento, tratando de controlar sus ansias, pero ambas tenían razón. No era justo que no pudieran recordar esa noche, y era imposible no querer recuperar todos los recuerdos perdidos en un instante.

Contuvo la sonrisa en el momento en que los labios de Lía respondieron a los suyos, y enredaba su cabello entre sus dedos para acercarla más. Las respiraciones de ambas cosquilleaban, y podían sentir aún un poco de la humedad de las lágrimas en sus rostros, pero en ese momento no había lugar para la tristeza o la confusión.

Siguieron el beso mientras sus piernas se enredaban, y resultaba tan útil que Lía llevara ese vestido corto, porque la ayudaba a deslizar su mano por debajo, recorriendo su muslo hasta presionar su trasero contra sus caderas, provocando que un leve gemido se ahogara entre los labios de ambas.

Dios, estaba a punto de volverse loca...

Se separó un poquito para contemplarla. Quería verla, quería recordarla así, con esa mirada tan tímida y ansiosa a la vez, como si no conociera cuál sería el límite para lo que estaban haciendo, y a la vez, quisiera presionar el acelerador de todas formas.

Jugó un poco al acercar la punta de su nariz a su rostro, queriendo calmarse.

—¿Vos querés seguir con esto? —preguntó bajito, necesitando que le contestara con la verdad. Si tan solo supiera lo difícil que le resultaba a Lía, que aunque nunca se lo dijera, era la más débil a su voz y ese acento...

Pero entonces las dudas volvieron, y aunque se moría de ganas de seguir con los besos, también quiso admirarla así, encima de ella, sin creer que de verdad eso estaba sucediendo.

—No lo sé... no aún —respondió con miedo a que no se repitiera esa oportunidad—. Es que no sé...

—Está bien —sonrió Kira, a punto de darle un pequeño beso en la frente, y de alejarse un poco más, buscando sentarse de nuevo—. No vas a evitarme otra vez, ¿no?

Aunque Lía sabía que su intención jamás fue evitarla, negó con la cabeza, más segura que nunca de que lo que sea que estaba sucediendo, tenían que seguir enfrentándolo.

Se sentó, arrastrándose un poco hacia ella para darle un pequeñísimo beso en los labios.

—¿Lo hablamos mañana?

Kira sintió emocionarse. Esperaba que esos besos se convirtieran en una rutina entre ambas...

—Claro que sí. Buenas noches, linda —murmuró al verla levantarse, a punto de salir de su suite. Deseaba poder verla más seguido con vestidos así.

Lía respondió con una sonrisa, y a pesar de la oscuridad, algo le decía que estaba toda ruborizada y nerviosa.

Cuando volvió a la soledad, y su cuerpo recuperaba la calma, recordó una vez más lo que había sucedido hace solo unos minutos.

Al diablo el P9, ella ya había ganado.

*

*

*

AL FINNNNN 🎉🎉🎉😭

Juro que quería dibujar esta escena pero si no no llegaba a publicar el capítulo a tiempo, así que quizás en otro momento logre hacerla y la ponga aquí 🥺

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Y nuestras chicas?

Les leo 👀

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