🏁 27. Hacer más recuerdos 🏁
Una vez más, tenía su cabeza apoyada sobre el pecho de Lía, y la abrazaba con todas sus fuerzas, y al lado contrario estaba Caucho acurrucándose también.
El apartamento no se parecía en nada a los hoteles en donde solían hospedarse; en realidad le parecía mucho mejor porque se veía muy hogareño todo, como si pudiera imaginarse toda una vida haciendo las más pequeñas y simples cosas allí junto a Lía, y ansiaba eso. Quería despertar en las mañanas en esa cama con Lía a su lado y después ver la ciudad por el balcón, quería ir con ella a la cocina y poner las milanesas a hornear mientras la otra hacía el puré de papas, quería abrazarla por detrás y bailar canciones viejas mientras hacían la limpieza y Caucho se les uniera con la música.
—Está muy lindo el lugar... —murmuró con la voz algo ronca. Le resultaba difícil hablar luego de haber querido tanto contener las ganas de llorar.
—Lo sé, apenas había visto las fotos, pero tiene un algo... —trató de explicar Lía—. Se siente como si ya fuera nuestro.
Kira sonrió ante lo mucho que coincidían a veces.
—Deberías decirle a tu papá que venga —dijo la rubia muy cauta, porque quizás era muy pronto para mencionar el tema.
Kira cerró los ojos y la abrazó más.
—Después...
Las cosas no habían salido nada como lo había esperado, y desear contarle a su padre ella misma, ya era imposible. Su madre seguramente ya le habría contado con sus propias palabras todo, tal vez se encargaría de hacer que la repudie, y eso le dolía porque su papá siempre estuvo apoyándola pero no estaba lista para saber si su cariño tenía un límite.
Solo estaba dispuesta a soportar un rechazo a la vez, por lo que se refugiaba en Lía y Caucho.
—¿Pensás... que vaya a ser así siempre? Ya sabes, que no lo pueda decir en público jamás...
Para Lía, era difícil de responder algo así. No quería que Kira tuviera que esconderse toda su vida, pero el mundo en el que vivían era demasiado cruel y no quería que le cerraran las puertas tan pronto cuando apenas había entrado y solo encontraba más obstáculos.
—No creo que jamás, hay muchos deportistas que lo han hecho público tras su retiro...
—¡No quiero tener que decir después de diez años que salgo con vos! —exclamó frustrada—. Como mánager, decime si hay forma de que pueda decirlo y que salga todo medianamente bien.
La chica se concentró en su respuesta, pensando en todas las variables y casos conocidos —que de por sí, no eran muchos, o no aplicaban al mundo de los deportes de motor—.
—Lo principal, sería contar con el apoyo de tu equipo... Lo decente sería que no le den importancia, pero si deciden tomarlo como una oportunidad para hacer una campaña cada junio y tener protagonismo...
—Suena algo que haría ThunderBolt —cuestionó la piloto.
—Con la diferencia de que si realmente dependiera de Alfonso, te despediría o trataría de hacer tu vida un infierno para que renuncies mientras finge delante de las cámaras...
Pero eso era a lo que ya estaba acostumbrada, aunque no dudaba de la capacidad de su jefe de equipo para hacer más insoportable el trabajo de sus sueños. Además, se iría de ThunderBolt, eso estaba claro.
—Mujer, latina y bisexual. Realmente no dejé ni una sola... —suspiró frustrada—. Somos veinte en toda la parrilla, estadísticamente no puedo ser la única de la comunidad, ¡no es justo! Además, cuando las fans ven a los compañeros de equipo muy cerca del otro...
—Esas teorías por lo general no tienen validez alguna, y sabemos que la mayoría de los pilotos tienen novia o esposa...
Kira volvió a resoplar, y de repente, su mánager recibió un mensaje y al revisarlo, soltó un murmullo de molestia.
—¿Pasó algo? —murmuró Kira, subiendo apenitas la cabeza para verla.
—Me escribieron de Ares Racing sobre las negociaciones...
—¿Pueden hacer eso? ¿No está prohibido en vacaciones?
—Fue solo para decirme que de momento no se podría —explicó Lía dejando su celular a un lado. Parecía bastante frustrada—. Tu contrato con ThunderBolt tiene una cláusula; si quieres firmar con otro equipo mientras sigas con ellos, el otro equipo debe pagar la suma de todo lo que ThunderBolt ha invertido en ti desde la academia.
—¿¡Qué mierda!? —La chica se sentó de golpe, y Lía se veía culpable.
—Es verdad. Alfonso y directivos de ThunderBolt insistían en que esa cláusula era inamovible, y no podía hacer más que aceptar para que pudieras subir a Fórmula 1, además que al estar trabajando para el equipo, parecía tener toda lógica que protegieran sus productos. De verdad lo siento, no preví esto, no pensé más allá...
Kira suspiró, tratando de que su cabeza se enfriara pronto. Tenía lógica lo que Lía decía y estaba fuera de su control en ese momento.
—No es tu culpa, trabajabas para ellos también. Ahora solo trabajás para mí —pronunció tajante, como si quisiera protegerla celosamente de su actual equipo—. Desde el despido podés moverte con mayor libertad para hablar con los otros equipos, en ThunderBolt era mal visto y estabas el doble de ocupada...
—Lo sé —dijo Lía sin sentir menos culpa, pero trataba de buscar una solución—. Cuando ThunderBolt anuncie a Mathies para la siguiente temporada, automáticamente serás libre, y podremos cerrar el nuevo contrato. Ares y Zenith tienen interés, pero ya sabes...
Por lo general tenían autos que si alcanzaban apenas el top 10 en una carrera, ya era un enorme logro. Su interés en Kira también se debía a todo el dinero que generaba, pero sería una gran caída considerando que en su primera temporada había logrado varios podios y victorias.
—Ares está bien, estoy segura de que podré llevar ese tractor al podio... —masculló la piloto con tanta seguridad, que Lía no dudaba de ella.
—Igual quiero que recibas un mejor sueldo...
—¡Eso no importa! Yo podría manejar en Fórmula 1 a cambio de un pancho con cola...
—Lo sé, es por eso que me necesitas... —farfulló su mánager—. Esperemos a que pase lo que tenga que pasar... todavía puede ocurrir algo más.
Kira resopló. Lo que menos quería, era seguir discutiendo sobre trabajo en sus vacaciones. Ya había visto las actualizaciones en redes de compañeros como Andrés o Henry en sus respectivos países, y quería empezar a subir fotos así.
—Bueno, ya fue. No pensemos en eso y disfrutemos las vacaciones. Tenés un montón que conocer conmigo. Vayamos a la capital, podemos ver esa librería de la que siempre hablás, o el Cementerio de la Recoleta...
—¿Por qué iríamos a un cementerio? —preguntó Lía con miedo.
—¡Es muy lindo!
—Paso...
—¡Bueno!, pero tenemos que hacer cosas románticas, comer helados, ver shows de tango, besarnos en el baño de una YPF... Alquilame un auto y te llevo a donde vos quieras.
Lía no iba a juzgar su percepción de lo romántico en ese momento, por lo que tomó su celular para buscar lo que pedía.
—Mira, hay estos —le mostró una lista de autos familiares en renta.
—Son todos horrendos, ¡no voy a manejar eso! —se quejó la piloto mirando con horror cada vehículo en el catálogo.
—¿Esperas a que encuentre un Jaguar en alquiler así no más, o qué?
—¡Pues sí!
Lía giró los ojos, pensando en que a veces, sobre todo cuando se trataba de autos, Kira podía ser la pesadilla de cualquier mánager.
—Está este Chevrolet Camaro, pero es para eventos... —Le mostró una opción en fotos, y Kira abrió los ojos con asombro.
—Decile que es para Kira Russo, que lo quiere por todo el mes, y que pagará las garantías que quiera.
—Como ordene su Majestad... —suspiró Lía.
—¡Antes que nada! Las dos tenemos que bañarnos...
—Uh, sí —Lía se levantó y fue hasta su maleta para sacar su nueva muda de ropa—. ¡Yo voy primero, porfa!
Kira se sentó sobre la cama haciendo un mohín. Tampoco esperaba que Lía entendiera la indirecta, pero no se quedaría con las ganas, tenían tiempo.
🏁🏁🏁
Habían llegado de la capital hacía media hora. Eran las once de la noche, pero Lía descubrió que todavía la gente se movía por las calles y muchos lugares seguían abiertos.
Estaban sentadas en las escaleras de la entrada de la Catedral de la Inmaculada Concepción de La Plata, de la cual Lía ya había tomado al menos unas cien fotos de su fachada, segura de que estaba delante de una auténtica obra de arte.
Terminaban de comer los que Lía consideraba, los helados más deliciosos de toda su vida, intercambiando sabores cada tanto con Kira; ella había pedido de coco, y Lía se aventuró a probar el de dulce de leche.
—¿Es seguro que sigamos aquí a esta hora? —preguntó aún mirando con duda a las personas que pasaban cerca. Después de todo, estaban en Latinoamérica...
—Caucho nos protege, ¿verdad, bebé? —La piloto lanzó un beso hacia el perro mientras sostenía su correa, y este respondió con un ladrido y movió su cola.
Lía se dejó descansar sobre el cuerpo de Kira, y soltó un suspiro. No habían hecho ni la mitad de cosas que habían querido en la salida, y definitivamente estaba cansada.
Pasaron la tarde en la Avenida de Mayo, conociendo la plaza, y luego comieron unas hamburguesas. A donde sea que iban, Kira era reconocida y saludada con mucho cariño, por lo que las fotos no faltaron, y de seguro ese día acababa de romper un récord mundial en firmar autógrafos.
Lía no estaba tan segura de qué tan normal los fanáticos considerarían que ella estuviera en todo momento con Kira, incluso en sus vacaciones, y aunque su salida no pareciera una cita como tal, quizás podría empezar a levantar sospechas, y Kira no podía permitirse escándalos hasta al menos, haber firmado un contrato para el 2025.
—Mañana tenemos que ir al Teatro Colón. O al jardín japonés —sugirió ella emocionada, luego de terminar al fin su helado.
—Mañana tienes una entrevista temprano.
—A las doce —corrigió Kira, sonriente por recordar su horario.
—Igual...
Contemplaron el cielo completamente oscuro, adornado de algunas estrellas, y Kira puso su mano sobre la de Lía, que había dejado reposar en su muslo. Juntaron sus cabezas al tiempo en que suspiraban y parecían pensar en mil cosas.
Una de ellas, era cómo habían llegado hasta ese preciso momento. ¿Era el destino? Tal vez, en un mundo distinto, habrían estado muy lejos de la otra, ¿se habrían conocido de todas formas?
—¿Vos no recordás nada de esa noche? —inquirió curiosa Kira, a lo que Lía sintió sus mejillas calientes. Obviamente hablaban de esa noche, la noche del caos y el principio al mismo tiempo.
—Digamos que algunos detalles en medio... ¿y tú? —murmuró con vergüenza, a lo que la piloto rio.
—También. Me aseguré de repetir mucho de lo que recuerdo... —murmuró con una sonrisa coqueta, avergonzándola más—. Pero, ¿cómo empezó todo? ¿No tenés esa duda?
Lía se tocó la cara para saber si estaba tan caliente como la sentía.
—Tal vez fui yo. Quiero decir, es muy obvio que tuve que ser yo...
Kira rompió en una carcajada.
—Dame algo de crédito, yo no le sigo el juego a nadie así no más, sin importar cuánto beba —aseguró enarcando una ceja—. Y vos siempre me pareciste muy linda, pero estaba completamente segura de que eras... hetero.
Por fin, Lía se sintió libre de reirse también.
—Sé que no lo llevo pintado en la cara pero tampoco eres buena viendo ese tipo de cosas...
—Solo lo asumí, y a veces pensaba «che, ¿Lía saldrá con alguien?», pero siempre estás trabajando y tampoco se me ocurría un solo chabón a la altura en el equipo... —confesó entre risas con Lía.
—Creo que incluso si no recordamos cómo empezó todo, me gusta mucho que nos haya llevado a estar aquí... —murmuró ella con la mirada alzada hacia la noche, y Kira también contempló el cielo.
De repente, Lía se acercó a besar su mejilla, sorprendiéndola.
—Gracias por dejarme conocer este lado de ti y de tu vida. Me siento muy afortunada de que nuestros caminos se hayan juntado, pero mucho más de que me hayas permitido conocerte en cada aspecto, y si me tomo el atrevimiento de decir que soy tu mayor fanática, o que para mí eres la mejor del mundo, no solo lo digo por tu forma de manejar y tus logros, sino por ser... tú.
Kira adoraba los halagos, y muchas veces se halagaba a sí misma, pero en momentos como ese, no sabía qué decir, porque se sentía nerviosa.
—Gracias a vos por quedarte en mi vida, y por ser la calma que muchas veces me hace falta... —murmuró mirándola de cerca—. Sos muy importante para mí desde que te conocí, y ya te lo dije, me hacés sentir muy afortunada también. Quiero seguir teniendo esa suerte de tenerte por mucho tiempo...
Lía abrazaba el brazo de la piloto. Sentía bastante frío, a pesar de lo acostumbrada que estaba a ese tipo de clima. Llevó una de sus manos al rostro de Kira, buscándolo para acercarlo al suyo, y poder al fin besarla y refugiarse en el calor que le daba sentir su respiración, su piel y cariño. Su corazón latía ansioso, pero no tenía miedo. Solo ganas de hacer por una vez las cosas como las haría Kira; solo presionar el acelerador y seguir, más segura que nunca.
Caucho se subió al regazo de Lía para alzarse más y lamer el rostro de las dos, provocando que rieran y se turnaran para acariciar al perro, hasta mirarse una vez más.
—Te amo, Kira.
—Yo mucho más.
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Holaaa, voy a actualizar el siguiente capítulo en un par de días, y luego descansaré hasta el siguiente año, volviendo con más capítulos. Espero que les haya gustado 💞
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