🏁 23. Cuando el infierno se congele 🏁
Transcripción de la Rueda de prensa oficial tras el Gran Premio de Gran Bretaña con Enzo Moretti
Alice Cox: Ha sido una carrera muy intensa y desafortunada y sabemos que acabas de salir de una reunión con tu equipo y los comisarios. ¿Cómo te sientes tras lo ocurrido con Kira Russo?
Enzo Moretti: No voy a mentir, me siento terrible. Lo que pasó hoy fue un error mío, y el accidente fue completamente mi culpa. He estado revisando la secuencia de lo ocurrido mil veces y... realmente no puedo dejar de pensar en Kira y en lo que tuvo que pasar.
Alice Cox: No ha sido tu culpa, las condiciones eran muy complicadas...
Enzo Moretti: No, la pista estaba muy resbaladiza, y en la curva Copse yo... pensé que podía adelantar al monoplaza de Russo sin importar que lo golpeara. Fue una estupidez, de verdad no lo medí, y sé que no es la primera vez, pero... (suspira). Fue... fue una sensación horrible. La vi salir despedida, girando sin control. Y sabía que había sido por mi error.
Alice Cox: Los paramédicos tardaron en llegar y fuiste quien la ayudó a salir. Fuiste un héroe, todos quedamos conmovidos por tu acción, así que no debes sentirte mal...
Enzo Moretti: (Niega con la cabeza.). No fui un héroe. Fue mi culpa, nada de esto habría sucedido si no hiciera esa estupidez. Yo solo... vi su coche humeando y no pensé dos veces. Sabía que tenía que sacarla de allí. Aunque yo no soy un rescatista, simplemente no podía quedarme ahí viendo. Kira estaba aturdida, pero consciente. Solo quería asegurarme de que estuviera bien...
Alice Cox: No seas duro contigo mismo, seguro que Russo pudo haber maniobrado mejor. Alfonso Montecruz también ha dicho que la culpable del accidente fue ella...
Enzo Moretti: No fue así...
Alice Cox: Antes de despedirnos, ¿has tenido la oportunidad de hablar con Kira o su equipo?
Enzo Moretti: Aún no he hablado directamente con Kira. Sé que está en buenas manos con los médicos y quiero hablar con ella cuando esté mejor, darle mis disculpas cara a cara. Lo que menos quiero es que sienta que estoy tratando de evadir esto.
Alice Cox: Muchas gracias, Enzo, por tu sinceridad. Sabemos que ha sido un día difícil para ti, seguro que Kira te perdonará luego de escuchar declaraciones tan honestas...
🏁🏁🏁
Quizás estaban exagerando luego de haber rebobinado por quinta vez la entrevista de Enzo Moretti, pero a Lía, Kira y Seung-Hee les parecía increíble cada palabra que el piloto italiano soltaba.
Enzo sin disculpas Moretti, irónicamente se estaba disculpando. Lo siguiente que podría suceder, sería el infierno congelándose.
Además, parecía la excusa perfecta, cuando en el fondo los tres estaban incómodos de estar juntos en ese momento.
Por un instante el silencio se rompió con el celular de Lía sonando y al mirar la pantalla, sintió que el corazón se le detenía y volvía a latir a mayor velocidad un segundo después.
Salió rápido de la habitación.
—¿Mamá?
—¿¡Para eso te fuiste!? ¿Para permitir que ese hijueputa te hable así delante de todo el mundo?
«Ay, no...»
Inevitablemente estaba temblando de miedo, y eso era todo lo que le faltaba para empeorar su día.
—¿Qué más podía hacer? —respondió a la defensiva.
—¡Hacerte respetar, Analía Isabel Saavedra! Te fuiste pensando que ya estabas grande y que no me debías nada, todo para permitir que el malparido de tu padre te pisotee a ti también, espero que ya hayas aprendido. ¡Ni se te ocurra volver aquí, yo no te voy a ayudar más!
—¡Tampoco necesito tu ayuda! —exclamó antes de colgar la llamada y respirar exasperada.
Rápidamente bloqueó el contacto de su madre; no entendía por qué no lo había hecho antes, si las veces que se acordaba de ella, no eran para decirle nada bueno.
Durante años había pensado que lo único que pudieron haber tenido en común su madre y Alfonso Montecruz era la habilidad de hacerla sentir tan insuficiente y tratarla como su peor error.
Pensó en el que definitivamente debía ser el peor día de su vida, si no fuera porque sabía de alguien que había pasado por algo peor, y tenía que estar junto a ella. Era muy fácil olvidar lo malo cuando tenía en mente una sola cosa.
Limpió un poco sus ojos antes de que le entraran ganas de llorar y suspiró antes de volver a abrir la puerta y entrar.
—No te muevas tanto —regañó a Kira—. Nada de movimientos bruscos
El choque se produjo a más de 40 fuerzas G, y Kira solo tenía dolor de cuello y espalda, pero ya había pasado todas los chequeos, y se encontraba bien.
Lía no dejaba de insistir en que era una chica muy fuerte, y quizás tenía razón, porque verla y estar allí con ella sin quebrarse en llanto, definitivamente era cuestión de fuerza.
Seung-Hee rechazó las entrevistas post carrera para poder estar en el hospital lo más pronto posible, pero en ese momento tenía la sensación de que su presencia sobraba demasiado, que estaba al lado de dos bombas de tiempo que podrían explotar en cualquier momento juntas, y tal vez eso podría ser lo mejor, lo que justo necesitaran para resolver los problemas que tenían, pero definitivamente no quería estar allí para verlo.
Ya se había asegurado de que Kira estaba bien e incluso con algo de humor, así que solo necesitaba una excusa para esfumarse.
—El año pasado que choqué también en Silverstone vine aquí y me dieron una de esas gelatinas de hospital, estaba rica. Voy a buscar más, no demoro...
Lía y Kira no alcanzaron a opinar. Cuando la piloto abrió la boca, Seung-Hee ya estaba cerrando la puerta, y era claro que tenía toda la intención de demorarse
Las dos parecían contener la respiración, conscientes de todo lo que significaba estar solas. Lía sentía la piel de gallina, y cuando pensaba en decir algo, temblaba.
Fue Kira quien rompió el silencio.
—Cuando estaba allí, de cabeza, estaba muerta de miedo, y no podía conectar un solo pensamiento coherente, porque quería salir pronto, pero no sabía cómo, y solo pude pensar en si así terminaría todo, en si mi papá lo habría visto en vivo y cómo se sentiría, en si a mi mamá le... importaría —comenzó a sollozar, tratando de respirar muy rápido para controlar su llanto—. Y... pensaba en vos, no podía quitarte de la cabeza porque hay tanto que quiero decirte y sentía que me moriría de rabia y tristeza si no conseguía salir para poder volver a vos, y no he visto aún esa parte en las redes pero te escuché por la radio al lado de Hale. Escuché todo cuando ya Moretti me había ayudado a salir, y no podía moverme aún y no quería que tuvieras que enfrentar eso sin mí, y solo lloré más hasta que llegó la ambulancia...
Se limpió la lágrimas con sus manos, y como un reflejo, Lía se acercó más a ayudarla, sosteniendo su rostro con una mano cuidadosa, y con la otra borraba las huellas de las lágrimas, y Kira no sabía qué hacer, porque solo quería impulsarse a besarla y no soltarla jamás. No lo había dicho, pero se lo había prometido a sí misma durante el accidente, y al mismo tiempo, sabía que no podía.
No en ese lugar, y no hasta haber terminado de hablar, y no cuando sabía que ella no había sido la única herida, y sin embargo, Lía estaba allí, había llegado de primera al hospital, y estuvo en todo momento de la revisión con ella, a pesar de todo lo sucedido.
—Siento un montón lo del despido...
Lía sacudió un poco el hombro como un reflejo.
—Ya qué chucha... —masculló bajito. Por el momento solo sentía indiferencia, quizás como un mecanismo de defensa porque Kira le parecía más importante, pero estaba segura de que en cualquier instante explotaría. Tenía que empezar a moverse rápido antes de quedarse en la calle, pero antes...—. Cuando te asignen otro representante...
—No voy a aceptar otro representante. Puedo contratarte para mí, vos seguís siendo mi mánager...
Sorprendida al principio, una parte de sí quería agradecérselo, pero acabó negando con la cabeza.
—No quiero que me contrates como si tuvieras que hacerme ese favor por todos los años...
Kira se masajeó un poco las sienes por el dolor de cabeza que se le estaba formando, pero también el dolor se incrustaba muy dentro en su pecho.
—Callate un poco y escuchame, ¿sí? —pidió sosteniendo su mano—. No es ningún favor. Te quiero como mi mánager y punto, y si vos no querés verme más entonces decime eso en lugar de poner palabras en mi boca o asumir cómo yo pienso de vos.
Vio cómo poco a poco los ojos de Lía se cristalizaban más, y temió haber sido muy dura con ella, pero la rubia sabía que eso iba a suceder, era cuestión de tiempo.
—No lo entiendes... —sollozó entrecortado—. Siento que todo esto es mi culpa... Me da igual que él no me quiera porque nunca llegué hasta aquí con esa intención, pero todo lo que hace lo hace con intención de afectarme, y si jamás hubiera sido tu representante, si no supiera la mitad de lo importante que eres para mí, entonces sí se habría dado cuenta de lo valiosa que eres y te trataría mejor. Así que deberías aprovechar y tal vez con una nueva representante todavía tengas oportunidad de quedarte en el equipo...
Kira permaneció pensativa en sus palabras, como si descubriera otro significado en ellas, y luego de suspirar y estirarse un poco, acabó esbozando una pequeña sonrisa.
—De verdad sos una bebé... —murmuró, antes de mirarla, enfrentándola—. No fue tu culpa. Y tampoco la mía. Vos tenés las mejores intenciones pero hay gente que solo piensa de forma egoísta. Te lo digo porque lo he vivido desde que andaba en karting, Alfonso Montecruz será un reverendo hijo de puta, pero no será el último que nos vayamos a topar, y aun así, mirá lo lejos que llegamos las dos. Y quiero seguir avanzando pero quiero avanzar con vos. Lo digo en serio, Lía. Te quiero conmigo, pero no te voy a obligar...
Lía negó de inmediato, aún con lágrimas, pero sonreía un poco, lo que más podía entre lágrimas. Tuvo que abrir su bolso para sacar un pañuelo de papel y limpiarse los mocos.
—No me obligas, yo... Estoy en tu equipo, siempre...
En menos de un segundo, tenía los labios de Kira sobre los suyos, presionados con inmensa intensidad y cariño. No pretendía probar más allá, solo quería liberar la necesidad de hacerlo.
Lía se separó retrocediendo molesta y por un segundo, Kira se aterró.
—¿¡Cómo se te ocurre moverte así!? ¿¡No ves que aún estás delicada!? ¿¡Acaso quieres que se te salga la cabeza o algo!? ¡Estás loca!
De nuevo, el alma le regresó al cuerpo, y soltó una risita.
—Sé que tengo que hablarte de muchas cosas primero, pero me iba a morir si no te besaba pronto...
Lento, Lía dejó de fruncir el ceño, y era imposible seguir molesta cuando le hacía sentir ese torpe cosquilleo en sus mejillas.
Volvió a tocar su rostro, y se acercó hasta besar muy despacio y suave, con algo de necesidad también, pero trataba de que no se movieran demasiado, y debido a la sorpresa, Kira no alcanzó a corresponderle.
—Para que no te mueras... —sonrió la rubia.
🏁🏁🏁
Seung-Hee revisaba su teléfono cada tanto para ver la hora y saber si ya había pasado el tiempo suficiente, pero a decir verdad, no tenía idea de cuánto tiempo sería el suficiente. Capaz no se habían dirigido la palabra, o peor, si entraba, las encontraba en pleno besuqueo.
Guardó el celular en su bolsillo y alcanzó a ver una silueta familiar en dirección a la habitación, y la rabia fue instantánea. Avanzó hacia él y lo agarró de la camiseta para empujarlo contra una pared, para sorpresa de algunas enfermeras. Le daba igual si ya estaban mirando.
—¿¡Qué mierda crees que estás haciendo aquí, pedazo de imbécil!?
Por supuesto que Moretti también buscaría sacárselo de encima empujándolo. Todo ese acto de lástima en la entrevista no podía ser más falso, quizás para dar lástima y evitar la sanción, pero no había noticia más dulce que saber que la Federación le había restado tres puntos de superlicencia.
—¿Acaso tengo que pedirte permiso a ti para ir a donde yo quiera?
Lo vio ir en dirección a la habitación donde se encontraba Kira, y el pánico creció en él y corrió a volver a sostener al chico.
—¡Espera! No vas a entrar allí, hablo en serio. Ya hiciste más que suficiente —dijo muy serio. En ese momento se dio cuenta de que cargaba un peluche muy grande de capibara y una tarjeta, y se sentía muy confundido.
El otro piloto, con el gesto endurecido y a punto de querer hacer todo un escándalo para que no se atreviera a volver a tocarlo, acabó relajándose al tiempo en que suspiraba. Fue como si hubiera recordado una promesa que se había hecho, pero mierda, número siete no se lo ponía fácil.
—Ya sé que la cagué, no necesito que me sermonees. Vine a pedirle disculpas directamente a Russo, y esto —señaló el peluche—, una niña fan de ella, me parece que de su país, me pidió que se lo diera cuando le dije que iba a verla. Ella quería dárselo en persona, así que esto es lo menos que pude hacer ya que se lo arruiné, y también le arruiné la carrera a Russo. Y ya que estamos, también te he jodido muchas carreras a ti, pero no vine a hablar de eso...
Perplejo, Seung-Hee quería saber de nuevo qué especie de mosquito inglés le había picado a Moretti. Tenía todavía ese aire tan egocéntrico que le incitaba a golpearlo, pero su disculpa sonaba genuina.
Y al no tener respuesta, estaba por volver a irse a la habitación, así que tuvo que apresurarse a detenerlo de nuevo.
—¡Espera!
—¿¡Qué mierda pasa contigo!? ¿Te crees su guardaespaldas? Nadie te va a dar el premio al compañero del año, así que quita tu trasero del camino...
—¡Es que...! —Mierda, estaba a nada de entrar en pánico, y Kira le debía un favor inmenso después de eso—. Ella está muy ocupada con una visita privada ahora. En serio. Solo espera una media hora y podrás entrar y disculparte lo que quieras, ¿sí?
Enzo lo miró cuestionante, y desde luego que no quería hacer nada de lo que le pidiera pero si estaba en lo cierto, sabía lo importante que era mantener su privacidad, así que miró su reloj de muñeca, y resopló.
—Bien. ¿Qué se supone que pueda hacer aquí?
—Comer gelatina de hospital...
Cinco minutos después, Seung-Hee empezaba a arrepentirse un poco porque sentía que se le encogía el corazón al ver a los niños de la sala de oncología infantil, y trataba de mantener la sonrisa cuando en realidad le daban hasta ganas de llorar.
Le había preguntado a una enfermera por las gelatinas, y sorprendida al ver a los dos pilotos, no dudó en llevarlos hacia aquella sala con la promesa de darles todos los postres que quisieran si se quedaban al menos unos minutos. En un momento así, ya era imposible negarse, y se sintió en la obligación de evitar a toda costa que Enzo Moretti dijera o hiciera algo fuera de lugar.
No tardó en sentir que no entendía nada al ver al piloto italiano saludar a los niños con emoción, arrodillándose para chocar las manos con cada uno de ellos, y acercarse directamente a aquellos que estaban recibiendo su quimioterapia para saludarlos.
Ok, tal vez tenía una explicación lógica. Enzo Moretti llevaba cinco años en la Fórmula 1 y había ganado dos campeonatos, además de ser extremadamente popular. Era claro que no podía ser su primera vez en un acto de caridad, incluso si alguna vez escuchó a Lara decir lo contrario. Como sea, tampoco podía quedarse de pie mirando, y aunque no contaba con la preparación emocional necesaria, no tardó en acercarse a saludar también.
Una niña con un pañuelo rosado cubriendo su cabeza se acercó a él, mirando el peluche de capibara con emoción.
—Oh, lo siento. Es para una amiga... —Pero no resistió al ver su carita de decepción, y lo extendió hacia ella—. Pero puedes jugar un rato, no hay problema.
—¡Gracias!
Se acercó a Enzo, a quien otro niño le extendía un marcador, y un dibujo de lo que parecía ser él construyendo castillos de arena en una playa.
—Está muy bonito. ¿De verdad quieres que lo raye? —inquirió el piloto.
—Será mucho más valioso así...
El chico rio un poco y se dirigió hacia la enfermera.
—¿Podría darles hojas limpias para todos? Lo siento mucho, si hubiera sido una visita programada, les habría traído gorras y mercadería.
La mujer obedeció, dándole hojas nuevas a todos los niños, que rápidamente cubrieron a los pilotos, queriendo tener su atención y autógrafo.
—Pueden ponerse en fila, les prometo que les voy a firmar a todos —dijo Enzo poniendo orden, y luego volteó hacia Seung-Hee—. ¿Tú vas a firmar también?
—Ah... ¡Claro que sí! Si es que no les molesta, claro. Seguro que todos aquí son fans de Strazieri... —dijo sonriendo, y en respuesta escuchó un «¡Sí!» en coro acompañado de algunas risas.
—¡Pues mi papá dice que Seung-Hee va a ganar el campeonato de este año! —dijo una niña al fondo de la fila.
—Le mandaré entradas VIP a tu papá —prometió Seung-Hee señalándola.
—¿Ustedes dos no se odian? —dijo el primer niño en la fila, entregando su hoja con total inocencia. Seung-Hee y Enzo se miraron como si quisieran conocer la respuesta en el otro, pero al cabo de unos segundos rompieron en risas.
—Bastante —respondieron al unísono.
En cuanto terminaron de firmar y jugar un rato más con todos los niños, pudieron despedirse y la enfermera les daba los postres de gelatina que había prometido.
—Lo siento mucho, sé que parece que me aproveché de la situación, pero ellos...
—No se preocupe —se adelantó Enzo recibiendo los postres—. Hablaré con mi representante para programar otra visita oficial antes de las vacaciones de verano. Siento haber llegado con las manos vacías.
—No fue así. Ambos les han hecho el día —prometió la mujer más que enternecida por lo comprensivo que se mostraba Enzo Moretti. Nada de orgullo ni pretensiones, como a veces decían los medios.
Y Seung-Hee... él ya no tenía cabeza para juzgar nada. La experiencia había sido demasiado para él, y trataba a toda costa de no pensar en el futuro, o cuestionar lo injusta que podía ser la vida a veces.
Cuando la enfermera los dejó en el pasillo, sintió que al fin pudo soltar su más largo suspiro y limpió sus ojos, que estaban a nada de humedecerse, y Enzo estaba mirándolo muy serio.
—¿Acaso vas a burlarte? —inquirió Seung-Hee.
—Para nada, pero es un poco incómodo —admitió Enzo, recuperando el peluche y la tarjeta.
—¡Es mi primera vez!
—Sí, eso se nota —se burló el italiano, girando un segundo a él—. No lo hiciste mal, Número sie... Song-Hee
—Seung-Hee —Corrigió el chico muy serio, antes de girar los ojos—. Puedes llamarme Samuel...
—Seung-Hee —dijo Enzo con la pronunciación adecuada.
De nuevo tenía frente a sí mismo esa sonrisa socarrona que le cambia el ánimo de un segundo a otro —para mal—, pero ya no le molestaba. No estaba seguro de que le diera igual, porque al contrario, tan cerca y sin el odio nublándole, podía darse cuenta de que tenía unos ojos verdes muy atractivos que combinaban a la perfección con esa sonrisa y la barba muy apenas presente en su mentón...
Mierda, no. No, no, no, no.
Ni en un millón de años.
Ni aunque el infierno se congele.
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Saben, este ha sido uno de mis capítulos favoritos de escribir, espero que les haya gustado también. Pueden llenar la ficha de lectura y etiquetarme en Ig si gustan💞🥺
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