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🏁 22. Rota 🏁

El silencio la mataba.

Los primeros días evitó hablar porque no había terminado de procesar todo lo que Lía había dicho, y tampoco encontraba las fuerzas para pensar en qué decir, así que solo lo evitaba.

Durante la semana de descanso, supo que Lía sacó sus cosas del departamento que compartían en Bruselas desde que como amigas decidieron que sería lo mejor y más sencillo, y estando en su práctica de ejercicios solo deseaba llorar hasta sentir que era suficiente, escuchar durante horas Arrancacorazones de Attaque 77, y recordar lo que fue lindo, y llorar otra vez.

«Más, dame un poco más,

quiero intoxicarme en vos,

arrancacorazones.

Hoy, antes del final,

quiero intoxicarme en vos,

arrancacorazones.

Dame tu droga...»

Cada tanto pronunciaba un nuevo suspiro, y jugaba con Caucho necesitando sentir algo de alegría y cariño que sabía que él no le iba a negar.

No le cabía duda ya de que estaba enamorada, y muy devastada a la vez. Y entonces volvía al pasado, a todos los momentos que entregaría su alma por haber podido corregir, y se culpaba a sí misma, y otras veces culpaba a Lía, solo para terminar pensando qué les costaba haber dicho todo bien...

Lía había hecho mucho énfasis desde el inicio en no quería que las cosas salieran mal y renunciar a todo para siempre. Así que a eso se refería...

Nunca le había dolido tanto el final de algo, y lo peor era que nunca había empezado en sí.

Solo por mensajes Lía le comunicaba sobre entrevistas que debía dar, o sesiones de fotografía, limitándose a la relación profesional y cuando al fin llegó el fin de semana de carrera, Kira guardó la ilusión de que podrían hablar un poco más. Intentaría hacerla reír, y al menos podría recuperar la amistad.

—¿Vos pensás que podría gritar que devuelvan las Malvinas en la rueda de prensa oficial? —dijo con una sonrisa mordaz mientras terminaba de colocarse el traje morado.

—Mejor no —respondió seria la rubia, entregándole sus guantes—. Recuerda la estrategia, tienes el quinto lugar en la parrilla y pase lo que pase, siempre lo haces bien.

Por supuesto, sin importar qué pasara entre las dos, Lía siempre estaría animándola como su mayor fanática.

Eso le daba un poquito de esperanzas.

—Lía, ¿podemos hablar?

En su mente quiso decirlo de manera casual, pero todo lo que dolía en su corazón hizo que sonara como una súplica, y sintió romperse un poquito más cuando vio a Lía incómoda, bajando la mirada antes de negar con la cabeza.

—No. Lo siento...

Y quería lanzarse a llorar otra vez, y lo peor era que no podía.

Solo dio vuelta y decidió quedarse cerca de su monoplaza hasta el momento en que le tocara salir. Vio la lluvia caer, primero como una llovizna, pero era seguro que para la hora de la carrera, caería con más fuerza. Para su suerte, no pospusieron más tiempo la carrera, y antes de dar inicio sus neumáticos fueron cambiados antes de que le tocara salir junto con el resto de pilotos.

Qué momento más extraño para salir a hacer lo que se suponía que más disfrutaba. En ese instante, con la lluvia, solo quería manejar, si era posible, a baja velocidad mientras seguía pensando en todo lo que había salido mal, pero se formó en su lugar en la parrilla, a la espera de que las luces rojas se apagaran.

Su ritmo era constante en las primeras vueltas, hasta darse cuenta de que sus contrincantes lo aprovecharían para adelantarla. Si bien la lluvia era uno de sus mayores obstáculos y no podría permitirse demasiadas maniobras, trataba de cerrar sus espacios, bloqueando al resto que lo intentara. Poco a poco, estar allí frente al volante volvía a ser su ambiente, y ganar su necesidad.

—¡Sigue así, Russo! No sé qué te estaba pasando pero vas excelente —dijo Hale a través de la radio luego de que adelantara a Henry Dubois—. Cuida esos neumáticos solo diez vueltas más.

—Copiado.

No obstante, las condiciones eran traicioneras y el asfalto mojado volvía cada curva un riesgo calculado. Con toda la tensión en el ambiente, Kira se mantenía concentrada, ajustando cada movimiento con precisión mientras el agua golpeaba su visor. Empezaba a temblar, insegura de si podría enfrentar ese reto; después de todo, era su primer año, y seguro que el resto de sus compañeros también debían tener dificultades.

—Hale, ayúdame. No puedo ver nada... —murmuró tratando de que no se notara el miedo en su voz. Lo último que quería era que la tomaran como una cobarde para después seguir siendo comparada con el resto de pilotos.

—Vas bien, no te preocupes —respondió su ingeniero, y trató de confiar en él porque no podía hacer más.

No obstante, en la vuelta 30, Enzo Moretti había entrado a Boxes, y debido a un tropiezo de uno de los mecánicos, el cambio de neumáticos duró 5,5 segundos, haciéndolo perder la delantera que había ganado.

Furioso era muy poco decir que se encontraba. Salió a toda prisa de la zona de pits, tratando de ganar posiciones tanto como le fuera posible, y a punto de doblar en la curva Copse, iba casi lado a lado con el monoplaza morado que identificó como el de Seung-Hee y no dudó en adelantar a pesar de lo pegados que estarían en plena curva.

Lo que para él se sintió como un pequeño golpe, le hizo perder el control al salir de la curva, despedido hacia la grava. Su monoplaza patinó fuera de la pista, y en el derrape alcanzó a ver cómo su contrincante se llevaba la peor parte.

Se le cortó el aliento en un instante. El golpe había sido brutal.

El monoplaza de Kira se desvió violentamente, y dio vueltas en el aire, perdiendo varias partes de fibra de carbono que quedaban regadas en la pista hasta impactar contra la barrera de seguridad, quedando boca abajo y severamente destrozado.

En ese momento, Enzo supo que la había cagado, y permaneció congelado en su lugar, confundido y muy aturdido.

Seung-Hee le habría podido evitar al instante aunque se llevara una multa por salir de los límites de la pista. Seung-Hee ya habría salido del monoplaza destrozado, y los segundos pasaban y el resto de autos también, y no sabía qué hacer.

—¿¡Qué mierda espera el coche de seguridad y la grúa!? El número siete no consigue salir —reclamó a través de la radio.

Número siete; se limitaba a llamar a Seung-Hee por su número y varias veces se excusaba en que le resultaría complicado poder pronunciar su nombre.

No es el número siete, es el 31 de Russo. Ya está en camino la grúa, hay bandera roja. Quédate en tu lugar.

Pero Enzo no escuchaba nada más que su propio corazón latiéndole a toda prisa, y no pensó en más y se quitó el volante, saliendo de inmediato de su coche.

Corrió a través de la pista sin importar el riesgo, y resbaló sobre el barro y la lluvia al llegar al auto destrozado. La cabina estaba llena de humo y los sistemas fallaban. Incluso las comunicaciones de la radio tenían interferencia, pero algunos gritos eran muy claros.

Primero Hale preguntándole si estaba bien, y un poco más lejos, la mánager de Kira muy agitada —posiblemente en lágrimas— suplicándole que reaccionara y saliera pronto del auto.

Por suerte el halo había evitado que el accidente empeorara, pero Kira, aún consciente, luchaba agitada por moverse dentro del vehículo, sollozando aturdida por los golpes, y atrapada en los cinturones de seguridad.

El chico trató de removerlos con sus manos temblando del miedo, y atrapó el cuerpo de la piloto en cuanto estaba por caer desde arriba.

—Ya está, te tengo Russo —dijo el chico, ayudándola a quitarse el casco para que pudiera respirar. Sabía que en momentos así, tenía que cuidar que hiciera cualquier movimiento brusco con el cuello y la seguía sosteniendo—. ¡Perdón, perdón! La cagué...

Kira no respondía, aún aturdida. No podía mover la cabeza ni mover nada en absoluto. Quería permanecer recostada sobre el suelo y que le siguiera cayendo la lluvia, llorando más fuerte, sintiendo dolor cuando tomaba fuerza para sollozar, sin que nadie supiera si era por miedo o un corazón roto, hasta que al fin las grúas y paramédicos se hicieron cargo.

Pero aquello no era ni siquiera el fin de todo el caos.

En el paddock, la mayoría de autos aprovecharon la bandera roja para ir a cambiar neumáticos y reordenar sus estrategias, y en el garaje de ThunderBolt, el infierno empezaba a arder.

Alfonso no dejaba de gritar que Kira se había atravesado contra Moretti, que había sido una irresponsable y le costaría enormes gastos al equipo. Insistió a la Federación en que no sancionaran a Moretti, que tomarían toda la responsabilidad por lo que Russo había ocasionado, y entre aquello y el temor de que a Kira le hubiera pasado algo malo, Lía no aguantó más.

—¡Debería estar la grúa y los paramédicos allí ahora mismo! ¡Olvida la jodida sanción!, ¿Quieres pensar en el equipo de verdad? ¡Porque Kira es parte del equipo así que haz que la saquen ahora!

—¿Quién te crees tú-?

—¡Ve a sacarla! ¡Haz algo! ¡Haz que llegue aquí ahora mismo a salvo! —reclamó en lágrimas, con el rostro completamente enrojecido.

En el instante en que su padre se acercó a ella, Lía reaccionó de inmediato, encogiéndose con miedo, pero en contra de lo que esperaba, la agarró con fuerza del brazo, arrastrándola contra él mismo.

—¡Deja de hacer un puto escándalo y recoge tus cosas ahora mismo, que estás despedida! Límpiate ahora, solo te pones en vergüenza. Eres igual que ella, capaz que toda esta mierda la planearon vosotras dos para llamar la atención.

El llanto paró enseguida, pero seguía temblando de miedo. Él solo gritaba así cuando estaban a solas, y más de una vez temió que alzara su mano.

Pero claro, no iba a ser así; no solo había docenas de personas en ese garaje, sino que las cámaras apuntaban hacia ella en ese momento. En la transmisión en los televisores podía verse a sí misma llorando, despedida, y más patética que nunca. Después de todo, había sido su culpa. Ella había perdido el control.

Con facilidad, podía ser el momento más humillante de toda su vida, y fingiendo que podía ignorar las miradas y susurros, salió del garaje y el autódromo en dirección al hospital donde sabía que llevarían a Kira. Si Alfonso quería seguir gritando por los daños y el dinero gastado, lo único bueno de toda esa situación, era que ya no era su problema.

Seung-Hee había terminado de cambiar de gomas y debía salir cuanto antes para recuperar el liderazgo y estaba molesto porque quería saber cómo estaba su compañera. Todo había sucedido cuando él llevaba la delantera, por lo que se enteró muy tarde. Lo peor era saber que Moretti había ocasionado el accidente, y después recibió noticias en su radio de que él mismo la había ayudado a salir.

Su cabeza era un lío porque quería asesinarlo, pero tenía que concentrarse en ganar la carrera así como Kira siempre tomaba las riendas del equipo cada vez que él se accidentaba.

Luego de completar las vueltas restantes liderando y cruzar la bandera a cuadros, la victoria le sabía amarga, y solo quería adelantar lo más pronto posible las entrevistas y el podio para poder estar con su compañera.

*

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Yo sé que no es el mejor momento para las notas de autora, pero aun así, me gustaría saber qué tal están 😊También quería anotar que sí me inspiré en el accidente de Zhou Guanyu en Silverstone en 2022 (sobre todo en el momento en que George Russell le ayuda) y un poco en el accidente de Carlos Sáinz en el 2015 en Rusia.

Con eso dicho, espero que tengan una linda semana, nos vemos el siguiente viernes !! 💞 

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