🏁 18. Podría morir 🏁
Era como un déjà vu.
La sensación de las sábanas lujosas sobre su piel desnuda. Despertar a su lado y verla aún durmiendo tranquila, con una respiración muy suave; abrazándola apenitas y ella también le devolvía el abrazo.
La mayor diferencia quizás, era que podía recordarlo todo. Y muy en el fondo, eso también la hacía sentir confundida.
No tenía muy claro en qué momento decidieron que tenían que dormir. Incluso el solo ver los muslos apenas cubiertos de Lía le provocaba el deseo de volver a estar con ella otra vez, y de nuevo.
No parecía contemplar aún el significado de «suficiente». Había muchas cosas que se negaba a contemplar su significado.
La admiró un largo rato, su cabello corto rubio desordenado, su boca un poco entreabierta y ese pequeño lunar cerca de su omóplato. Quería seguir en esa imagen, hasta que el ringtone más chillón y espantoso que alguna vez haya sido creado por una compañía de celulares la alertó como si hubiera hecho algo terrible, y toda la tranquilidad se destrozara de un segundo a otro.
Lía despertó, automáticamente atrapando su celular en la mesa del lado de Kira, casi aplastándola, solo para apagar el sonido, de por sí bastante avergonzada.
—¡Perdón, perdón, perdón...! —repitió odiándose por haber puesto aquel sonido. Normalmente se despertaba antes de que su alarma sonara y así la apagaba a tiempo.
Después, revisó las notificaciones una a una, y eran bastantes, y por si fuera poco, sentía un dolor en sus muslos, similar al del primer día de gimnasio y tenía mucho sueño.
Solo entonces se dio cuenta de que usar su celular al apenas despertar no era lo ideal en su situación...
—Perdón... —dijo una vez más, antes de bloquear su teléfono, y tragar saliva, mirando a Kira a la espera de que no la juzgara.
Ni siquiera tenía sentido intentar cubrirse con las sábanas, pero tenía mucha vergüenza, y tampoco sabía qué decir.
No era su primera vez con ella y tampoco la primera vez que lo recordaba todo, pero nunca sabía cómo comportarse al despertar. Entre conversaciones casuales trataba de volver a sentir todo a la normalidad, y así hasta la siguiente vez.
Kira llevó su mano hacia su mentón, agarrándolo para acercarse y besar suave su mejilla.
—Buenos días —dijo con un tono grave muy melodioso que no podría olvidar en un largo rato. Que le hacía sentir que definitivamente tendría un buen día.
—Buenos días... —respondió en automático, mucho más tímida de lo que había sido anoche.
¿Cómo se suponía que debía actuar?
Kira tenía muchas citas ocasionales, pero ella no tenía nada que pudiera contar como experiencia. Seguro aquel beso era normal en ella también. Seguro no importaba si seguía viviendo su día como si todo fuera bastante normal.
Volvió a encender su teléfono.
—Todo el mundo está hablando de ti —musitó abriendo sus ojos de la emoción. En verdad era un buen día—. Tengo que revisar cada mensaje, pero hay propuestas de patrocinios, entrevistas... ¡Más que nunca, eres la chica del momento! Es el mejor momento para negociar tu contrato. ¡Kira, es ahora o nunca!
La veía mirarla fijo, como cuando sabía que estaba a punto de hacer algo que le pondría calientes las mejillas y las piernas un poco temblorosas, y aun sin hacer nada, ya tenía esa reacción
—Buenísimo, pero podés bañarte primero y comer algo. Yo me encargo de pedir el desayuno.
Sin pensarlo, Lía asintió, y no tardó en sentirse muy boba. Solo le faltaba babear por ella.
—Bueno, no me demoro.
A Kira le pareció verla con más energía que ella misma al momento en que buscó la primera prenda que encontró para cubrirse por encima y encerrarse en el baño, y solo adentro, se deshizo del enorme suspiro de desesperación que llevaba conteniendo.
«Dios mío, ¿qué estoy haciendo?»
Se sostuvo del lavamanos y echó algo de agua fría a su rostro para deshacerse de la sensación del sonrojo en su piel y solo así enfrentarse a su reflejo.
Las marcas de labial y de mordidas eran fáciles de ignorar cuando se concentraba en el resto. En lo que no le gustaba de sí misma y le parecía imposible que pudiera gustarle a alguien más.
No había forma de que le gustara a Kira Russo.
Abrió la llave caliente de la bañera y esperó paciente a que terminara de llenarse y poner sales de lavanda antes de meterse y hundirse hasta la altura de su nariz.
Cuando estaba con Kira podía sentirse cómoda, linda, deseada, pero solo le bastaba verse para romper el hechizo y saber que era imposible que pudiera ser algo verdadero. Debía ser el calor del momento y nada más.
«Miralo por el lado bueno, no hay acuerdos de confidencialidad que firmar esta vez...»
Eso fue lo que Kira dijo después de la primera vez. ¿Y si de eso se trataba? Tal vez estaba cansada de los acuerdos de confidencialidad, de que sus citas no pudieran llevar el ritmo de su trabajo, de empezar de nuevo...
Ella era la única que conocía sus secretos, que la acompañaba a todos sus viajes, y Kira sabía que le gustaba.
Pero siempre era tan cariñosa y atenta con ella, quizás sí había...
No.
No sabía realmente cómo Kira era con las personas que había salido en el pasado, pero tal vez era así siempre, sin necesidad de que fuera algo especial. O solo lo era por los años de amistad y el lazo laboral que tenían, como si fuera un favor que podía hacer por ella...
Se formó una sensación espantosa en su estómago y una especie de nudo en la garganta, y solo supo hundirse por completo dentro de la bañera, contando los segundos que su respiración podía resistir.
«42, 43, 44...»
Al subir, tomó una bocanada enorme de aire, pero al exhalar, el malestar persistía.
🏁🏁🏁
Kira había recibido el desayuno para dos en su habitación, y terminó de arreglar la mesa para poder comer con Lía. También había tomado sus vitaminas, a pesar de que le gustaba que Lía se las recordara.
No fue hasta que su propio teléfono sonó, y no podía culpar a su manager de su alarma cuando ella también tenía un tono muy ruidoso —en su defensa, casi nunca podía escucharla en medio del ruido de su vida normal—, y a pesar de que lo mejor era contestar de una sola vez, se mantuvo quieta ante el nombre que veía en la pantalla.
Sorprendida. Escéptica.
Con muchas dudas, decidió responder de una vez.
—¿Ma? ¿Qué pasa?
—¡Kira, mi amor!
Por un milisegundo, Kira pudo respirar de alivio al reconocer su voz. Temía que le hubieran robado el teléfono o la estuvieran a punto de estafar.
—¡Ma!, ¿viste la carrera? ¡Gané en Mónaco!
—Tu papá la vio, vos sabés que siempre estoy ocupada haciendo una cosa, la otra, pero estoy muy orgullosa de ti, ¡felicidades, mi amor! Todo el mundo nos felicita, no dejan de hablar de vos cuando estabas chiquita y te llevábamos a tus competencias de carritos...
—De karting —dijo Kira sin pensarlo demasiado. Y sentía que del miedo, su corazón pasaba a latir más rápido de la emoción—. ¿Querés venir a la siguiente? Le puedo pedir a mi mánager que arregle todo, pasaporte, boletos, y hotel y venís con mi pa. No te preocupes yo te pago todo...
—Ay no, mi amor. No me gustan los aviones, me da miedo. Y tengo que quedarme a cuidar, y tu papá tiene trabajo, lo siento mucho pero sabés que no me gustan esas cosas. Quizás en otra, cuando hagan una de esas carreras acá.
Kira no iba a discutir lo poco probable que era que pudieran hacer un Gran Premio en Argentina debido a los costos. O si seguiría en la Fórmula 1 hasta ese entonces.
—¿Y a Interlagos? —murmuró bajito, esperanzada.
—Ahí vemos, ahí vemos. Kira, mi amor, vi lo cerquita que estabas de ese chico, el español, ¡Andrés Herrera! Muy lindo, se ve muy caballero, bien varonil...
—Um, sí, hablamos un poco... —Frunció el ceño, empezando a adivinar a dónde se dirigía la conversación.
—¿Y qué tal? ¿Vos le gustás?
—Eh... ¿no?
Y por el bien de Andrés Herrera, esperaba que se olvidara por completo de Lía.
—¡Pero cómo no! Tenés que acercarte más, vos también tomá algo de iniciativa, seguro ahora no te dice nada pero vas a ver que después sí.
—No me gusta Andrés...
—¿¡Por qué no!? —vociferó un poco molesta la voz detrás de la línea—. Igual hay un montón de chicos lindos ahí, seguro que podés con cualquiera de ellos y traer un novio muy lindo a casa. ¡No importa que no sepa hablar español! Está ese, el italiano, ¡ese también está bueno! Y vos aprendiste italiano cuando te fuiste.
Kira inclinó la cabeza hacia arriba, mirando al techo de la suite, pero más bien, quería pedir algún tipo de ayuda divina.
—No me gusta tampoco...
—¿Entonces es tu compañero, no? El chinito. Um, ese también está lindo, creo. Un poco distinto, pero no pasa nada, también se ve varonil...
—Seung-Hee es coreano, ma —corrigió rápido—. ¡Posta ma!, me da igual si están buenos. Siempre me dio igual, estoy por las carreras, ¿te acordás?
—¡Ay, Kira! ¿Pero vos pensás que vas a correr carreras toda tu vida? En algún momento te tenés que casar, tener hijos, y estás rodeada de todos esos hombres tan lindos, ¡no me podés decir que no te interesa ni uno solo! ¿En todo este tiempo allá no has salido con nadie? No me vayas a decir que no, Kira, que no soy ninguna boluda.
Golpeando sus dedos contra la mesa y mirando hacia la nada, Kira suspiró.
—Um, nop. Nadie.
Se detuvo un momento en el que sentía que su corazón era apretado por su propia mano y se le cortaba la respiración.
Quizás, quizás...
Quizás era el momento.
—¡De hecho, ma! Sí hay alguien...
—¿Quién? —contestó la voz de su madre con prisa.
—Uh, está en mi equipo. Es un poco reciente, pero... me gusta muchísimo, ma...
Casi pudo sentir que su mamá sonreía, y ella también sonrió recordando la noche anterior. La fiesta, el baile, y todo lo que pasó después...
—¡Viste!, y vos no me querías contar nada. ¿Te parece si me lo traés a conocer en las vacaciones de verano?
Era extraño cómo Kira podía pasar de la alegría al temor o la desilusión en solo segundos.
—Pero...
—Por favor, Kira —suplicó su madre—. Dejame conocer a ese novio tuyo...
—No es...
¿Un chico? ¿Su novia?
Calló, volviendo a sentir el corazón en su puño, y de repente, escuchó la puerta del baño abrirse y se sintió en alerta.
—¡Ahí vemos!, cuídate mucho, te amo.
Antes de recibir respuesta, cerró la llamada, y cuando vio a Lía salir ya bañada y vestida, sintió perder el habla.
No solo de lo bonita que le parecía, era que no sabía qué hacer. La llamada de su madre resonaba una y otra vez en su cabeza, y estaba confundida. Y muy asustada.
Muchas veces se había imaginado teniendo esa conversación con sus padres, y tenía miedo porque de por sí a veces se sentía muy rechazada. Y si tomaba fuerzas de una vez, le daba miedo que fuera con Lía porque...
Le gustaba. La adoraba. Se sentía muy bien con ella, y viceversa. Pero con todo lo que ya habían hecho, quizás era un poco tarde para preguntar qué se suponía que eran...
—Estás un poco pálida, ¿te tomaste las vitaminas? —preguntó Lía al verla tan decaída. Parecía tener algo que ver con la llamada que atendía, pero no había alcanzado a escuchar nada.
—Sí, ya me las tomé —murmuró la piloto, pensando en si debía decirle o no—. Era mi mamá...
Lía sintió una rara sensación en el cuerpo que no le gustaba.
—¿Te felicitó por la carrera? Puede acompañarte a Hungría y yo me encargo de todo...
—Tranquila, dijo que no podía igual —suspiró, mirando su comida con el apetito perdido, quizás porque tenía un nudo en la garganta, y era horrible comer así—. Yo gané el Gran Premio de Mónaco, pero ella solo quiere que tenga novio... —murmuró con un hilillo de voz.
Lía endureció la mirada e hizo una mueca, pero se negó a soltar cualquier pensamiento que tenía en ese instante.
No conocía personalmente a la mamá de Kira, pero lo poco que sabía de ella, le daba la sensación de que si algún día estuvieran en la misma habitación, como mínimo se le escaparía una mala mirada.
Tampoco podía decir mucho de sus propios padres, quizás por eso le molestaba tanto. Quería a Kira tanto, que le parecía injusto que supiera también lo que era el rechazo de su familia.
Además, había otra cosa que le inquietaba.
—Ella lo sabe, ¿no?
Que no necesariamente tendría un novio...
—Um, ponele... —respondió Kira antes de llevarse un pedazo de fruta a la boca y tragarla como si estuviera comiendo una roca.
Después de años conociendo a Kira Russo, Lía podía entender la ambigüedad del «ponele». Algo así como cuando en Ecuador alguien decía «en un ratito».
—¿Tú alguna vez le dijiste a tu mamá? —preguntó Kira interesada. Aunque la verdad, no creía que Lía le hubiera dicho jamás a su madre sobre eso. Si no fuera por esa noche de champaña, probablemente ella misma jamás se habría enterado.
Para su sorpresa, Lía asintió.
—Se lo dije, y... dijo algo así como que asumía la culpa porque no pudo darme una figura paterna en mi crianza... —murmuró incómoda, moviendo un pedazo de pancake de un lado a otro—. La verdad, pudo ser peor —admitió.
Kira asintió muy lento, sorprendida también de que cada vez que sabía algo de la familia de Lía, no fuera para bien.
—¿Qué decías de las nuevas propuestas de patrocinio? —preguntó para poder salir del tema cuánto antes. Y también porque el dinero era siempre necesario.
La expresión de Lía se hizo más alegre y en el mismo segundo sacó su celular y encendió la pantalla.
De nuevo, revisó cada notificación, haciendo un gesto distinto para cada una como si las juzgara en silencio, y a Kira se le hizo de lo más adorable.
—SportBet, apuestas deportivas.
—Uh, últimamente son muy populares... —apreció Kira, pensando en silencio si alguna vez podría apostar por sí misma y cuánto dinero recibiría.
—¿Qué te parece? —inquirió Lía, dejando la decisión en sus manos.
—Sí, dale.
—Kaida Style quiere una línea de ropa inspirada en tu estilo.
—¡De una, Lía, dale, firmá ahora mismo! —exclamó Kira a punto de saltar sobre la mesa, a lo que su mánager asintió muy tranquila.
—Cerveza Costa Brava...
—Ugh, ¿no me la tengo que tomar después o sí?
—Esperemos que no... —suspiró Lía, antes de nombrar el siguiente, abriendo los ojos de la sorpresa—. Globant.
—¿¡Recién!? ¡Desde Fórmula 2 les pedimos apoyo!
Aunque en su mayoría, las marcas nacionales prestaron su apoyo desde el inicio, nunca faltaban las que esperaban que alguien estuviera en la cima para dar su mano.
—Es tu momento para rechazarles —sugirió Lía, y aunque Kira lo pensó por un largo instante, acabó negando con expresión de cautela.
—Necesitamos el dinero para negociar el contrato. Mejor tarde que nunca...
Lía estaba segura de que un año atrás, la piloto no habría respondido así. Se sentía orgullosa de ver cómo iba tomando las decisiones más maduras por sí sola.
—De acuerdo —suspiró, cerrando el tema sobre los patrocinios por el momento—. Respecto al contrato, ¿alguna cláusula que quieras firmar? Creo que podemos pedir un millón más.
—¿No es demasiado? —preguntó Kira incómoda. Su salario actual estaba entre los más bajos de toda la parrilla, pero si fuera por ella, manejaría gratis por el resto de su vida si eso le permitía seguir en Fórmula 1.
Desde luego, Lía no pensaba lo mismo...
—Has aportado tantos patrocinadores como Seung-Hee y tus resultados durante toda la temporada han sido muy sobresalientes.
—Ya, ¿pero si Alfonso dice que no?
Lía empezó a dudar. En realidad, la sola idea de hablar con su padre la hacía dudar, pero era su trabajo. No daría vuelta atrás.
—Tantearé el terreno, pero mínimo mereces un millón más —decidió firme, aunque a los pocos segundos empezaba a flaquear porque todo sería más sencillo si no se tratara de su propio padre a quien tenía que convencer...
Entre más lo pensaba, menos hambre tenía y pasó a beber su jugo de naranja en muy breves sorbos.
—¿Estás bien? —inquirió Kira al verla tan desanimada de un instante a otro.
—Ah, sí... —murmuró su mánager luego de otro sorbo a su jugo—. Es solo que siempre esta es mi parte menos favorita de cada temporada...
Y Kira asintió, consciente de que habían pasado por lo mismo cada año.
—¿Sabés qué? Mejor negocia un contrato multianual.
—Definitivamente sí —suspiró Lía.
Una pequeñísima parte estaba segura de que fantaseaban demasiado al pedir más años o más dinero. Tratándose de Alfonso Montecruz, conseguir firmar para una temporada más de por sí sería toda una victoria, pero Kira se merecía soñar tan alto como quisiera, y su trabajo era poder cumplir sus sueños.
Empezó a teclear con miedo el contacto de su padre, tratando de pedir una pequeña reunión antes del vuelo, y apenas envío el mensaje, bloqueó su teléfono y cubrió la pantalla con la mesa para no ver cuando llegara una notificación, cosa que Kira no podía ignorar más.
—Puedo ir con vos...
Lía negó al instante.
—Por favor, no —pidió—. Quédate aquí, o sal un rato mientras tanto y deja que me encargue...
Deseaba poder ser más profesional, pero el Jefe de equipo tampoco lo era precisamente. La situación no le causaría tanto pavor, si no fuera porque por lo más mínimo que le pidiera Lía a Alfonso, este no dudaría en gritarle por al menos una hora en que ya hizo bastante por ella al darle la vida. Añadir a Kira en un ambiente así, solo la haría sentir más patética.
Tras varios segundos de silencio donde ni siquiera comían, sonó una notificación del teléfono de Lía, y casi brincó en su asiento, al tiempo en que parecía ponerse más pálida.
Respiró profundo antes de atreverse a desbloquear su teléfono y mirar por encima el mensaje en un silencio que Kira se moría de ganas por descifrar a través de las expresiones de su mánager.
Quizás era tan complicado porque la misma Lía se mantenía sorprendida.
¿Era bueno o malo eso?
Lía releyó el mensaje una y otra vez. Alfonso Montecruz había mandado la ubicación de un restaurante y una hora, invitándola a discutir la situación.
Era bueno, pero no le dejaba mucho tiempo para prepararse, ni con el contrato, ni con un resumen detallado de todo lo que había aportado Kira hasta el momento al equipo, no solo en dinero, sino también al campeonato. Tal vez podría hacer unas diapositivas en el camino.
—Yo... debería terminar de arreglarme y salir ahora mismo —dijo mientras terminaba su jugo y buscaba su bolso para guardar su celular.
Al final, sentía injusto no despedirse mejor y parecer que estaba huyendo, así que fue hacia Kira para levantar un poquito su mentón y plantar un rápido beso en su mejilla—. ¡Espero volver con buenas noticias y ayudarte con el equipaje! ¡Juega con Caucho, por favor!
Y en cuanto se fue, Kira seguía tocando la huella del beso, lamentando un poquito el fallo de puntería.
También lamentaba no haber preguntado, pero aún no estaba segura de hacerlo...
🏁🏁🏁
Tres horas después, Lía tenía más preguntas que respuestas.
Estaba sentada en la sala de espera del aeropuerto con todas sus cosas y las de Kira a un lado, y Caucho en sus brazos. El vuelo se había atrasado una hora pero todavía tenían tiempo para ir a su siguiente destino. Kira y Seung-Hee estaban tomándose fotos con los fanáticos en el aeropuerto y firmando gorras y pósters, y eso le daba un poco de tiempo y espacio para ensimismarse en sus pensamientos.
Su padre y el resto de parte fundamental del equipo ya habían salido con anterioridad, además de que ellos podían costearse un vuelo privado o mínimo, uno en clase ejecutiva, mientras que sus pilotos estrella iban en clase turista.
Todavía no podía definir si había sido o mala la reunión con su padre, o si siquiera podía definirla como una reunión. Cuando entró al restaurante, estaba con otros de los jefes de equipos y varios de los ingenieros, incluyendo Marc, y eso la hacía entrar en duda, porque de momento, Kira estaba trabajando muy bien con Hale y este se preocupaba por ella.
Por al menos una media hora hablaron entre ellos y la ignoraron, y al terminar de comer, Lía tuvo que adelantarse a tratar de hablar sobre el tema:
—Sí, no te preocupes —sonrió Alfonso mientras seguía conversando con sus colegas, y por supuesto, con qué piloto firmaría o no no era un tema que pudiera tocar frente a ellos—. Supongo que no tienes nada preparado, ¿qué te parece si te doy tiempo hasta el domingo, en la carrera de Fórmula 2? Puedes quedarte hasta entonces y te diré mi decisión.
Lía asintió lentamente, no sin antes pensar en para qué había ido hasta allí si tendría la verdadera reunión después.
—Analía, ¿ya te vas? ¿Le puedes pedir a la camarera un par de cervezas más?
Así que varias horas después, no sabía cómo sentir todo aquello. Quizás pudo ser peor, más lleno de gritos, pero sabía que Alfonso se contenía si estaba rodeado de sus amistades, no sin antes buscar otras formas de humillarla.
—Eu, ¿qué pasa? —Llegó Kira a sentarse sobre una de sus maletas, la más grande, y moverse un poco como si la estuviera manejando—. ¡Mirá!, no te conté. Andrés Herrera me agregó al grupo de chat de los hispanohablantes.
Enseñó la pantalla de su teléfono donde figuraban Andrés, Antonio Díaz y Diego Ríos dándole la bienvenida al grupo. A Lía le molestaba un poquito que recién la integraran, pero mejor tarde que nunca. Además, se veía muy feliz de conversar con otros pilotos.
—¿No hay problemas con Antonio?
—Nah, no creo. Yo habría hecho lo mismo si tuviera una carrera en casa, supongo... —pensó en voz alta—. No me contaste qué tal fue todo...
—No pasó nada. Solo me dijo que en la carrera de Fórmula 2 lo discutiremos bien y me daría su respuesta.
—¿Y para qué te hizo perder el tiempo entonces? —farfulló molesta la piloto—. Pero está bien. Tenés un poco más de tiempo para pensar mejor en el contrato.
En eso tenía razón. Quizás podría hablar con Noah para que le diera algunas sugerencias.
—Está bien. ¿Qué tal? ¿Qué hiciste mientras no estaba?
Kira se preguntó si debía responder que se quedó sobre la cama cuestionando su vida entera con Caucho a su lado.
—Saludé a los fans por la ventana y me dormí un poco más... —murmuró, consciente de que era una verdad a medias, y que necesitaba poder sacar al fin todo lo que daba vueltas en su mente desde la llamada de su madre, pero tenía miedo de acabar sintiéndose peor. Tomó un respiro y se acercó más a Lía—. Yo, um... quisiera hablar un poco...
Lía sintió tensarse cada músculo de su cuerpo de inmediato. Nada que empezara con un «tenemos que hablar» podía ser bueno, y de inmediato, sabía que no hablarían sobre el contrato, o de trabajo.
Lo que sea que tenían, tal vez estaba a punto de acabar para siempre, mientras esperaban un vuelo atrasado.
—Está bien... —murmuró temblorosa, sin otra opción más que aceptar.
Kira empezó a enredar un mechón de pelo sobre su dedo.
—Es que... Bueno, tú y yo estamos... —Movió su mano de un lado a otro esperando que las palabras correctas salieran mágicamente de su boca, ya que su cerebro no estaba haciendo un buen trabajo—. Es que... hacemos todo esto y no sé...
Basta. No había forma coherente de poder decir lo que quería sin sentirse tan rara. Sin culparse por no haber establecido un poco antes lo que se suponía que estaba pasando entre ambas. Pero tal vez si le preguntaba a Lía lo que quería y lo que sentía, no haría falta arreglar más. Si Lía sentía que eran novias, entonces lo eran.
—Yo quería saber... ¿qué sentís vos que somos?
La pregunta la dejó helada. Quería mirar a todos lados menos a Kira. Y en su mente se amontonaban demasiadas cosas que eran todas importantes por igual.
No sentía que tuvieran algo real. y de manera realista, no podía tenerlo por varias razones. En primer lugar, ya tenían una relación profesional.
En segundo, debido a eso, sabía que no podrían hacer público lo que tenían quizás nunca, y aunque podía estar de acuerdo con ello, temía exponerla de todas formas y ser la razón por la que pierda todo por lo que tanto peleó.
Y en tercero, temía arruinarlo todo y perder a una persona muy importante en su vida. Apreciaba todo lo que habían compartido juntas y todos los momentos en los que se apoyaron. Si terminaba todo eso, no se lo podría perdonar jamás.
Lo que sea que sentía, era más importante bajarse de la nube cuanto antes.
—Yo... te siento como una gran amiga. Una muy importante... —musitó, sintiendo que en gran parte, era la verdad—. Y si te molesta todo lo que estaba pasando...
—¡No!, pará —pronunció con miedo, solo para en ese instante sentir el choque de la realidad, y darse cuenta de que no quería hablar.
Amiga, amiga, amiga...
Sabía que le gustaba a Lía, ella misma se lo había confesado, ¿qué significaba eso entonces? ¿Que ya se había arrepentido? ¿Que no la veía de forma seria?
Se sentía confundida, se sentía estúpida, tenía ganas de morirse en ese momento y así no seguir con esa conversación.
—A mí no me molesta... —musitó denotando un poco de enojo —quizás indignación— en su tono, solo para tratar de respirar profundo un poco más rápido, porque era el peor momento y lugar para pasar por lo que estaba pasando—. ¿A vos sí te molestó?
Antes de poder pensarlo, Lía ya había negado con la cabeza de inmediato, y pensándolo bien, no habría podido mentir. Habían sido los mejores momentos de su vida, incluso si no tenía idea de cómo llamarle a todo eso.
Evitando a toda costa herirse de más para no llorar, Kira miró con un poquito de esperanza esa respuesta.
—Ya, pero entonces... no pasa nada. Digo, está bien, es verdad, somos amigas, pero podemos seguir haciendo eso. Hay amigos que lo hacen, qué sé yo...
Hablaba más rápido de lo que podía procesar, solo para terminar sintiéndose más hundida.
Para ambas eso tenía un nombre, uno que en realidad, no miraban con tan buenos ojos, pero al menos en ese momento, podía convertirse en su salvación. A Kira le daba una oportunidad más de probarle a Lía que podía ser mucho mejor para ella como una novia. Y a Lía le dejaba la ilusión de que aún no se habían acabado las cosas. Incluso si no le gustaba cómo sonaba lo de «amigas con beneficios», parecía mucho mejor que despertar sin saber cómo actuar o preguntarse por horas por qué hacían lo que hacían.
—Pues sí. Algo como... eso —aceptó Lía muy bajito, pero negándose a pronunciarlo.
Kira sintió que podía respirar un poco mejor por un instante, solo para después, pensar en si no era mejor saltar del avión cuando partieran...
*
*
*
AL FINNNNN, LAMENTO MUCHÍSIMO LA TARDANZA 😭
Después del aviso todo sad la verdad es que pasaron muchas cosas. Mi gato se enfermó, yo me enfermé, el país está sin luz (?), EN FIN. Si soy honesta, de todos estos meses recién hace un par de semanas pude empezar a volver a escribir en paz, y de verdad que necesitaba un montón seguir con esta historia.
Gracias por toda la paciencia y espero que en todo este tiempo no se hayan olvidado de mí 🥹
También perdonen el capítulo djsjs tqm el 16 es mi cumpleaños por cierto (?? 🫶🥲
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro