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🏁 17. Reina de Mónaco 🏁

Advertencia de contenido: El siguiente capítulo contiene escenas sexuales, etc., etc., ya saben que solo cumplo con mi deber de adulta responsable (?).

🏁🏁🏁

Por la manera fuerte en que Alfonso Montecruz la abrazaba del hombro mientras respondía la mayoría de sus preguntas, sabía que no había manera no obvia de poder librarse del contacto.

No era solo eso. El simple hecho de que se tomara la confianza de acercarse así a ella le repelía, y le preocupaba la idea de estar haciendo alguna mueca involuntariamente que todo el mundo podría notar. Ojalá se pudiera quedar con el casco puesto.

—¿Sabía desde el inicio que podría confiar en Kira si Ha Seung-Hee fallaba? —inquirió la reportera, que no parecía notar nada de lo que Kira temía.

—Por supuesto —aclaró el hombre con una sonrisa, acercando más a Kira a su lado como si quisiera denotar esa confianza de la que hablaban—. Kira tiene un talento que aún hace falta pulir en su totalidad, pero siempre he confiado en su potencial. La aprecio como si fuera una hija...

Al instante, la piloto soltó una risita seca, pensando en si no podía ser más cínico, y tuvo que disimular al tener todas las cámaras en frente suyo, asintiendo repetidamente.

No tenía palabras.

—¿Entonces, con dos carreras ganadas en su primera temporada, considera que Kira Russo tiene asegurado su futuro en Thunderbolt para los siguientes años?

Esas eran las verdaderas preguntas importantes. Kira miró a su Jefe de equipo atenta.

—Ah... Tenemos muchos planes para Kira en el futuro...

«¿Qué respuesta de mierda es esa?»

Bueno, al menos la entrevista se daba por finalizada y podía buscar a Lía y contarle indignada todo lo sucedido, incluso si ella ya lo hubiera visto en las pantallas.

—¡Hola, Russo! —La detuvo una voz que apenas reconocía—, tienes que venir a la fiesta en el Alba Marina, no te lo puedes perder.

Kira parpadeó sorprendida un par de veces, mirando a Andrés Herrera como si le hablara en cualquier otro idioma menos español. ¿Acaso empezaba a ser reconocida al fin por sus otros rivales?

—¿Qué pasa, estás bien? —preguntó el segundo piloto de Strazieri luego de su silencio—. Si tienes planes no pasa nada...

—¡No, nada! Gracias por invitarme... —Sonrió, segura de que no se perdería esa oportunidad—. ¿Puedo llevar a quién sea?

—¡Vale, invita a Seung-Hee! Total, no creo que Enzo vaya. ¡Invita a todo el mundo si quieres...!

En realidad, solo tenía a una persona en mente.

Al verla recogiendo sus cosas en el paddock, se acercó a ella, tomando su muñeca.

—¿Tenés algo de tiempo para ir de compras? Podés elegir algo lindo, yo pago —sonrió coqueta, aunque quizás era la propuesta en sí lo que sonaba para Lía como algo casi mucho más prohibido que todo a lo que estaban jugando, y sabía lo imposible que sería decirle que no.

—Ah... ¿ahora?

—¡Sí! Ya después te encargás del resto...

🏁🏁🏁

No podía dejar de tocar el terciopelo negro de su vestido, como si aún no pudiera creer que lo llevara puesto. Apenas lo vio, lo amó.

El escote cuadrado se acomodaba a la perfección a su busto, y las mangas cubrían sus brazos, por lo que se sentía cómoda, incluso con la pequeña abertura en un lado de la falda. También llevaba un listón amarrando la mitad de su cabello de la misma tela, y un collar dorado que terminaba el conjunto.

No podía creer la facilidad con la que Kira entregó su tarjeta de crédito, mientras que ella recién había terminado de hacer sus cálculos, y estaba segura de que en tres meses un poco ajustados, podría terminar de pagarle (aunque quizás le diría que no).

Desde antes de entrar al yate de Andrés Herrera, podía escuchar la música en alto. Era mucho más grande que el que Kira había alquilado, definitivamente podía recibir cuántos invitados quisieran.

Todas las luces, el champagne, y el lujo... se sentía ajena a ese mundo, pero podía sentirse cómoda si estaba Kira con ella.

Podía verla luciendo un top de seda, y saco y pantalones de tela, todo negro. Le habría encantado verla usar vestidos, pero si lo pensaba bien, quizás no viviría para contarlo. Llevaba una copa de champaña mientras conversaba con Andrés Herrera, y parecía feliz de al fin estar platicando con otros rivales de la parrilla, además de su compañero.

Ella también tenía su propia copa, pero no se movía más allá de la esquina en la que se encontraba. En parte, porque nunca sabía bien qué hacer en las fiestas, y también porque nunca terminó de dominar el arte de caminar en zapatos de tacón, y solo el tramo desde el puerto hasta el yate, se le hizo muy vergonzoso.

—Cuando mencionaste de invitar a alguien, no creí que sería tu representante... —dijo Andrés viendo a la chica en una esquina, apenas al borde de la cubierta—. Pero es una monada, ¿no sabes si está soltera?

Kira disimuló una sonrisa mientras miraba a Lía, y luego a Andrés.

«Ay Andresito, me empezabas a parecer copado...»

—No —respondió cortante, para darse cuenta de que debía disimular más su tono—. Es que siempre está ocupada, la invité porque está conmigo en todas y quería que se divirtiera. Pero me parece que no pega onda así con cualquiera, ¿entendés...?

—Ah, claro...

Kira tomó un pequeño trago de su copa, y avanzó a Lía.

—¡Vení!, vamos a bailar. —Le extendió su mano.

Lía miró a todos lados, nerviosa. La mayoría de invitados eran pilotos con sus WAGs y amigos.

—¿No hay mucha gente...?

—¿Y eso qué? Mirá. —Señaló con la cabeza a un grupo de WAGs bailando entre ellas mientras sus parejas conversaban en otra zona. No parecía fuera de lugar.

—Tampoco sé si pueda bailar con esto... —murmuró Lía refiriéndose a sus zapatos. Con suerte, llevaba curitas en su bolso porque empezaba a sentir una molestia en su talón.

—¡Por favor! No quiero que venga cualquier boludo a invitarte...

Lía estaba a punto de responder que eso no sucedería. No era el tipo de chica en la que un piloto se fijaría. No obstante, no quería rechazarla.

Aceptó su mano, y por un instante, fue como si la molestia en su talón desapareciera, e incluso si no tenía idea de qué hacer, era muy fácil dejarse llevar con Kira, como siempre.

Como fiesta que se respetaba, sonaban canciones de reggaeton, y en ese momento cantaba junto a la piloto Yonaguni de Bad Bunny, sintiendo que la parte de «En la disco había mil, y yo bailando contigo en mi mente» quedaba a la perfección con aquel momento, porque seguro que estaba soñando ese baile, donde solo ponía sus brazos sobre los hombros de Kira y se movía con ella, con sus rostros cada vez más cerca...

No era necesario que dijera o hiciera nada. Kira se quitó el saco de tela y se separó en un instante solo para colocarse de espaldas contra su cuerpo y moverse en círculos, y de pronto Lía ya no supo más qué hacer.

La piloto tomó mayor distancia, más concentrada en la música que nunca, moviéndose hasta abajo y subiendo para volver a menearse. Colocó su cabello de lado solo para regresar a mirarla, queriendo asegurarse de que la estuviera mirando solo a ella. Y a decir verdad, era imposible para Lía quitarle la mirada de encima, sobre todo de su cintura y sus glúteos.

Antes de tener que recordarse a sí misma que debía cerrar la boca cuanto antes, Kira volvió a ella para volver a bailar como al principio y comprobar en esa distancia qué tan roja se veía su mánager.

—Te ves tan preciosa hoy... —murmuró cerca de su oído, buscando calentarla más.

Menos mal, desde el principio habían acordado que regresarían temprano al hotel...

🏁🏁🏁

La suite parecía propia de la realeza, con un tapizado de ornamentales y muebles muy lujosos, pero lo que más llamó la atención de Lía fue el balcón con vista al mar. Le parecía fascinante cómo las luces de cada yate y embarcación parecían ser estrellas sobre el agua, reflejándose en éstas como acuarelas.

Los recuerdos de Mónaco jamás se irían de su mente, y todavía quería crear algunos más...

Tuvo un breve escalofrío en el momento en que Kira la cubrió por detrás, colocando su cabeza sobre su hombro mirando el mar fijamente.

—Está muy lindo todo. Ojalá podamos volver...

—Vamos a volver —respondió Lía de manera automática, hasta darse cuenta de la determinación con la que lo había dicho, como si fuera capaz de adivinar el futuro. No obstante, pensándolo mejor, haría su mejor trabajo para conseguir que aquello fuera posible, y Kira ya hacía siempre el suyo.

Se separó solo para voltear y mirarla a ella, más impresionante que cualquier paisaje, y de por sí, en la fiesta se había asegurado de que no tuviera ojos para nadie más.

Estaba nerviosa, pero segura de lo que haría. De lo que pediría...

Enredó sus brazos alrededor de su cuello, y aunque estaba segura de que la vergüenza le estaba ganando, y que estaba temblando un poco —no era el frío, estaba segura—, entreabrió los labios.

—Quiero hacerlo yo esta vez.

Le pareció que su voz tembló, y que seguramente no lo había dicho lo suficientemente alto, pero por la mirada de sorpresa de Kira, supo que la entendió bien. Sobre todo cuando esa sorpresa se transformó en una sonrisita traviesa, y tomó de su mentón, pasando su pulgar por sus labios, recorriéndolos de principio a fin una y otra vez.

—¿Hacer qué, me podés decir?

—Yo, uhm...

Solo aparecían en su mente verbos de acción que no explicaban gran cosa, al menos por sí solos.

Tocar, besar, lamer, agarrar, apretar... amarla una y otra vez sin descanso, como si no hubiera más.

—¿Y si mejor te sorprendo...? —preguntó aún más bajito, tratando de imitar esa expresión de confianza que usualmente tenía la piloto, consciente de que se reiría.

Pese a ello, Kira la miraba con ternura y dominancia, dejándole saber que le iba a conceder esa oportunidad, pero que más pronto no tardarían en invertirse los papeles.

—Está bien —decidió, acercando sus manos a su espalda, pero no parecía darle un abrazo—. Pero quiero que lo hagas sin esto.

Completamente inmóvil, Lía solo escuchó el ruido de un cierre bajándose, y poco después, el frío recorrió su cuerpo casi desnudo.

Trató de ignorar aquello y concentrarse. Cuidó de no pisar el vestido en el suelo, y se aproximó a ella, buscando al fin tener sus labios. Probó en besos cortos primero, sintiendo la humedad entre estos mezclarse. No quería dejarse llevar tan pronto y perder la oportunidad que había conseguido, pero como siempre, sentir la textura de su lengua terminaba provocando tantas sensaciones en ella que no quería darle fin.

Continuó, queriendo sentir más, consciente de cómo todo su cuerpo se moría de ganas de pertenecerle de nuevo, de que la tocara como sabía hacerlo, de que explorara más allá y sin miedos, no como en el yate, sino como aquella noche en Bélgica, la noche que jamás iba a olvidar.

Buscó cortar el beso, aún necesitada, pero había reunido el valor suficiente para hacer lo que más quería, la fantasía que recurría en su mente una y otra vez.

Desamarró el cinturón de su pantalón de tela, y abrió el cierre, deseando que cayera con la misma facilidad que su vestido, pero tampoco tenía ningún problema en arrodillarse.

La miró una vez más, ansiosa, y sostuvo su cintura mientras se acercaba a dejar pequeños besos sobre su pecho, bajando a sus senos, aún sobre la ropa. A su vientre, adorándolo, y cuando terminó de arrodillarse, besó por encima de la tela de su interior negro, tocando sus muslos. Deseando agarrarlos con más fuerza y hundirse en ellos.

Quitó con sus manos lo más despacio que pudo el interior, procurando no dañarlo mientras se deslizaba por sus largas piernas.

—¿Puedes sentarte, por favor? —pidió con una voz tan pequeña que a Kira le daba bastante ternura, pero la obedeció, sentándose al borde de la cama. No por completo, dejaba a la vista lo que Lía más necesitaba mientras se apoyaba en sus antebrazos.

Embelesada, Lía besó el rostro interno de su muslo, hasta relamer sus labios.

Que recordara, era la primera vez que lo haría, pero en sus últimos sueños despierta, lo había hecho un sinfín de veces.

Colocó su cabello detrás de su oreja y lamió despacio, de arriba a abajo una y otra vez. Dio besitos con sus labios rehumedecidos, y chupó un poco cada tanto, antes de volver a probarla con su lengua.

La miraba moverse más contra su boca, a su espalda arquearse más. Su pecho subiendo y bajando con cada respiración frenética ante las sensaciones que le concedía su lengua, y le encantaba. Quería darle más.

Sentía demasiado ardor en su entrepierna, pero se impedía a sí misma tocarse porque quería que solo Kira lo hiciera.

Continuó, olvidándose por largos ratos de respirar, apretando más sus muslos entre sus dedos, queriendo atraerla más a su boca. Sintiendo cómo Kira le desordenaba el pelo y terminaba jalándolo más conforme las sensaciones se acrecentaban, y poco le importaba si terminaba asfixiándola entre sus piernas.

Incluso cuando supo que Kira había alcanzado el mayor punto de placer, continuó probando más, fascinada.

Al separarse, le dio tiempo a ella y a sí misma de recuperar la respiración.

Limpió un poco sus labios con sus dedos, y al regresar a mirar a Kira, fue consciente del hambre en su semblante.

Podía ser que estaba a sus pies, aún de rodillas, con su ropa interior de encaje de color melón que casi se confundía con su piel. Que lo que más resaltaba era ese collar dorado, y sus labios tan hinchados y rosados después de lo que había hecho.

—Vení —pidió, antes de quitarse el top de seda y quedar completamente desnuda, atrayéndola con un movimiento de su dedo.

Lía la siguió, sentándose sobre los muslos de la piloto.

Kira sostuvo su cintura con una mano, y con la otra, volvió a tocar sus labios, aún humedecidos. Lía no estaba segura de que fuera a besarla, pero antes de darse cuenta, ella ya había atraído su boca contra la suya, sin la menor intención de soltarla.

La recibió con necesidad, dejando que tomara su cuerpo en sus brazos, y la colocara debajo suyo contra la cama.

Suspiró ante el movimiento, y apenas tuvo un instante para tomar aire y corresponder un beso más ansioso que parecía querer tomar todo de su boca, y a la vez, sentía a las manos de Kira querer ir por más.

Una se metía entre su brassier, apretando uno de sus senos y la otra se encargaba de quitarle lo que quedaba de ropa interior.

Subió apenas su brassier para tener al descubierto su pecho, empezando a chupar y mordisquear con ansias, llenándose de más ganas con cada sonido que le provocaba.

Completamente indefensa, Lía miró a Kira colocarse entre uno de sus muslos, rozando con su rodilla su entrepierna demasiado húmeda.

Empezó con movimientos suaves, pero entre más la sensación de placer crecía entre ambas, más necesitaba su cercanía. La atrapó en un beso hambriento sin dejar de moverse, y fue correspondida como si ambas desearan ser consumidas con la misma velocidad del papel en el fuego, como si solo tuvieran segundos para sentirse así de cerca, con tanta intensidad.

Ambas enredaban sus piernas entre las de la otra, buscando sentir más. El ardor de las uñas contra la piel no existía, ni el dolor de cada mordisco, y mucho menos parecían conscientes de cuánto ruido era mucho, cuando solo querían dar y obtener más.

Con lo cerca que se tenían, les resultaba imposible no iniciar un nuevo juego una y otra vez. Incluso entre el sudor y el maquillaje corrido no podían desearse más, y sus cuerpos rogaban por volver a unirse, volver a ser probados y tocados con la misma intensidad nuevamente, sin importar cuántas horas le quedaran a la noche.

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