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🏁 1. Lo que pasa en Australia, se queda en Australia 🏁


Lo primero que Kira notó al despertar la mañana después de haber llegado al podio del Gran Premio de Australia, fue que Lía Montecruz, —su adorable representante todo-en-uno— lucía de lo más adorable al dormir, incluso cuando un minúsculo hilo de saliva salía de la comisura de sus labios, y que tenía un pequeño lunar en su hombro, cerca de su omóplato.

Lo segundo que supo fue que la cagó en grande, y que esa noche de champán y vodka no muy sanamente combinados podían arruinar para siempre su apenas naciente carrera como piloto de Fórmula 1, y su inquebrantable amistad con su mánager.

Apenas era capaz de recordar algunas cosas, como pequeños flashes muy nítidos; voces y jadeos, su mano aferrada fuertemente a otra, y unos muslos en los que deseaba perderse. Las imágenes eran más que suficiente para acelerar su corazón, y no sabía qué hacer.

¿Cómo acabaron las cosas de esta manera? ¿Lía recordaría algo de lo sucedido?

Aún permanecía dormida. Su cuerpo subía despacio al respirar, y aquella sería una imagen de lo más inocente, si no fuera porque reconocía el labial corrido y la marca de una mordida cerca de su clavícula.

Sintió el calor llegar a sus mejillas y un inmenso deseo de disculparse con ella. Lo que sea que hubiera sucedido entre ambas, no parecía haber sido nada tranquilo.

Siguió contemplándola mientras la desesperación la invadía a mayor medida. No era justo que Lía se viera tan tranquila durmiendo mientras ella no podía dejar de pensar en todo lo que pudo llevarlas a este momento, y todo lo que pasaría después. No estaba segura de despertarla, y de si debían... hablarlo.

No. Lo más seguro era que debían hablarlo, incluso si no tenía idea alguna de qué decir.

Antes de pensarlo, la tomó desprevenida el instante en que Lía se movió y abrió sus grandes ojos color miel, mirándola de forma directa e indescifrable.

Parecía ser el frío en su piel y la suavidad de unas sábanas de hotel lujoso los que poco a poco le dieron una leve idea de que aquella mañana no se parecía en nada a las cotidianas, y al mirarla nuevamente, Kira entendió que había terminado de descifrar un rompecabezas que no sabía si de verdad quería haber armado.

Se sentó de manera casi abrupta, como si intentara contener sus emociones pero la sorpresa seguía siendo enorme para ella, y por inercia terminó de cubrirse con las sábanas, avergonzada.

Sus labios se entreabrieron a punto de hablar, pero ninguna palabra salió de su boca o de sus pensamientos, y Kira sintió que debía apresurarse.

«Tranquila, podemos conversar sobre lo sucedido como las dos adultas maduras y perfectamente racionales que somos y continuar según nuestros deseos e intereses...»

¿Deseos e intereses? Gracias a Dios aún tenía cerrada la boca cuando lo pensó.

—Tienes que ir ahora mismo al restaurante Palermo —Soltó de repente Lía envuelta en la sábana mientras empezaba a buscar su ropa en el suelo.

—¿Qué...?

—Tienes un desayuno con el resto del equipo para celebrar tu lugar en el podio.

Kira hizo una pequeña «o» con la boca mientras asentía, no por la explicación de Lía, sino por su comportamiento ante lo sucedido.

«Entonces elegís ser mi mánager en este momento...»

—¿Vos vendrás?

Ella negó con la cabeza.

—No fui invitada.

—Sos parte del equipo —enfatizó con cierto enojo, ante el cual, Lía solo respondió echando un poco la cabeza a un lado, encogiéndose de hombros, como si no tuviera gran importancia, o como si estuviera acostumbrada a todas las veces que el jefe de equipo la excluía.

Su mirada parecía ocultar algo más sobre el hecho, pero ya estaba lo bastante avergonzada, y para su suerte, lo suficientemente vestida como para irse.

—Lía —insistió Kira una vez más en que se quedara, pero la vio regresarse a ella con una expresión suplicante, ansiosa en conseguir irse.

—Debo aprovechar que estoy en Melbourne para hablar con PowerGrip sobre su patrocinio. Hablamos luego, te lo prometo...

—¿Segura? ¿Antes del vuelo?

Su representante asintió un poco dudosa, antes de ocultarse finalmente tras la puerta de la suite.

Tras un largo silencio que se sentía como miles de dudas, Kira soltó un largo suspiro, y regresó a mirar la habitación, deseando recordar qué las había llevado a una noche que deseaba que no representara grandes cambios en sus vidas.

Francamente, se moría de miedo. La temporada apenas había empezado y no solo estaba cargando con el título de rookie encima, sino también del de la única mujer compitiendo en toda la parrilla, y la segunda piloto latinoamericana, y todos eran insoportables.

Se sentía una inmadura enorme por haberse dejado llevar así al apenas saborear una pizca del éxito, y no dejó de prometerse una y otra vez como una especie de plegaria, que aprendería de la lección.

Sin embargo, con todas sus consecuencias, algo muy en el fondo le impedía lamentar esa noche y los pocos recuerdos que aún conservaba de ella...

🏁 🏁 🏁

La mayor ironía de una piloto de carreras debía ser llegar tarde a una cita, pero en su defensa, no había sido la encargada de conducir hasta el restaurante que Lía le indicó.

El camino fue lo bastante largo como para pensar al menos unas seis veces en escribirle, pero decidió que no sería insistente por el momento.

Al llegar, un olor ligeramente familiar se impregnó en sus sentidos, y le resultó sencillo encontrar a todo el equipo de Thunderbolt en la mesa más grande, esperando por ella.

—¡La chica del momento está aquí! —anunció levantándose de su asiento Seung-Hee, su compañero. Como siempre, peinaba su cabello oscuro hacia los lados, dejando solo unos mechones caer sobre su frente, y su mirada felina calzaba a la perfección con su sonrisa. Era la combinación perfecta entre adorable y atractivo.

Más de una vez Kira pensó que si ser uno de los pilotos más jóvenes de Fórmula 1 no hubiera sido el camino de Ha Seung-Hee, le habría ido espectacular como modelo o algo similar.

Sin embargo, al igual que ella, rompía esquemas establecidos hace mucho tiempo en la categoría, que los volvía blancos de muchos prejuicios. Más que su competencia o su compañero, lo quería como a un hermano y esperaba que aprendieran mucho del otro durante la temporada.

Dejó que la rodeara con el brazo mientras me acercaba a la mesa, y a su vez, se levantó un hombre mayor, de ojos mieles muy familiares, pero ese era el único rasgo que afortunadamente compartía con Lía.

—Casi llegas tarde a tu propia celebración. Supongo que no fuiste notificada a tiempo —saludó con voz seca mientras la invitó a sentarse.

—Sí lo fui, es solo que... celebré demasiado anoche. Muchas gracias por todo, señor Montecruz...

—Solo Alfonso, por favor —insistió su jefe de equipo con cierto aire paternalista que Kira solía rechazar como un instinto, y él no tardó en dirigirse al resto de la mesa, colocando su mano sobre su hombro—. Seung-Hee lo estaba haciendo fenomenal, ¡iba al segundo lugar por delante de Moretti! Cuando ocurrió esa falla en el motor y tuvo que abandonar en la décimo tercera vuelta, pensé que estábamos jodidos, y fue entonces que Kira tuvo la oportunidad de habilitar DRS y tomó ventaja avanzando hacia el sexto lugar, ¡lado a lado con Fischer!

»Pensé que si seguía ese ritmo y obtenía puntos, ya era bastante bueno sobre todo para ella, y una vez más nos sorprendió a todos. ¡Hiciste una preciosa carrera, Kira! Incluso si Jensen no hubiera sido penalizado, y Fischer no hubiera tenido esa lamentable parada tan larga en boxes, estoy seguro de que habrías hecho un gran trabajo por encima de toda expectativa...

La cuestión con las expectativas, era que cuando se trataba de ella, incluso su propio jefe las tenía muy bajas; no era la primera vez que escuchaba cómo los errores de su competencia se convertían en los factores fundamentales de su triunfo.

Al principio pensó que si llegaba al primer lugar, o incluso, si conseguía ganar el campeonato, cerraría sus bocas, pero ya empezaba a aceptar que pedía demasiado.

Psst. Trata de no matar a nadie, por favor... —Se acercó a susurrar Seung-Hee en su oído, y siendo él el de las sonrisas perfectas, pudo asegurarse de que la suya en ese instante debía expresar muchas cosas excepto felicidad.

—¡Ah!, me muero del hambre. ¿Ya pidieron todos? —Eligió sentarse junto a Seung-Hee mientras miraba el menú y fingía darle toda su atención.

—Eso pudo haber salido peor... —murmuró el piloto.

—Te juro que lo intento...

—Ya, te entiendo. En realidad te lo agradezco, me frustraba no haber conseguido terminar la carrera y tú no solo lo lograste, sino que además llegaste al podio. El equipo y yo te debemos una.

Era la primera vez en todo el día que conseguía sonreír de manera genuina, incluso si no había tal cosa como un favor. Solo hizo su trabajo.

Volvió a leer el menú y parpadeó un par de veces, sorprendida ante la familiaridad de los platillos, y nuevamente, el olor de carne asada.

—¿Escogieron un restaurante argentino para mí?

—Lía lo encontró e hizo la reserva. Nos convenció a todos de que te iba a encantar.

Su sonrisa se hizo más pequeñita, pero al mismo tiempo desbordaba ternura, y un inmenso deseo de agradecerle el detalle. Habría sido perfecto si ella estuviera allí.

—Pero ella no fue invitada...

—Alfonso no quiso invitarla... —explicó su compañero en voz baja, usando su menú para cubrir su boca. No era una situación que le agradara pero tampoco quería hablar mal de su jefe en la misma mesa que compartían.

De la pequeña sonrisa, pasó a fruncir el ceño, queriendo odiar con sus fuerzas al hombre que debería comportarse como un padre o por lo menos, como un jefe decente ante Lía. Incluso si ella no expresaba su desacuerdo ante las veces que era desplazada o incluso debía cubrir sus propios gastos en cada viaje, era cuando menos, lógico lo mucho que debía dolerle.

—Ey, sabes que por eso tú y ella celebraron a solas anoche. Lo acordaron así...

—¿De verdad? —inquirió sobresaltada, antes de darse cuenta de que se suponía que debía recordarlo.

«Mierda...»

Pensó en la expresión avergonzada de Lía antes de despedirse en la mañana. La celebración de la noche había sido solo de ellas, y al parecer la arruinaron. Si intentaba pensar como ella, como amiga, debía estar muriéndose de ganas de esconderse debajo de alguna roca, y como mánager, se sentiría la más irresponsable del mundo.

—Hablas como si no recordaras nada, ¿qué diablos hicieron anoche? —se burló Seung-Hee. Podía tener algunas cuántas teorías sobre fiestas locas en mente, pero parecía desecharlas al instante porque Lía Montecruz jamás sería capaz.

Congelada al principio, Kira fingió una sonrisa incluso si se le daba fatal hacerlo.

—No pasó nada. Solo tomamos unas cuantas copas y nos fuimos a dormir... —respondió antes de llevarse la copa de agua a los labios, y que Seung-Hee no descubriera rápido lo que era una mentira. O una verdad a medias, como sea.

Convencido, él miró su menú:

—Dime, ¿qué me recomiendas de aquí? ¿Cómo se pronuncia esto? Im-pah-na-da...

Empanada —sonrió, pronunciando con su acento natal, incluso si Seung-Hee no entendía para nada lo que decía—. Es perfecto para empezar, pidamos unas cuantas, un lomo asado y un flan al terminar, ¿te parece?

Él dejó escapar una pequeña risa.

—No estoy en posición de negar jamás una buena carne...

🏁 🏁 🏁

Kira:

Lía en tres horas sale el vuelo...

Podríamos hablar??

Lo prometiste...

Lía:

Lo siento, sigo trabajando...

[Ha citado un mensaje] Lo sé, hablaremos

Kira:

Acaso intentás ignorarme?

Lía:

Estás en todos los periódicos, en la tv y en cada red social que se me ocurre abrir. No hay manera de que pueda ignorarte...

Kira:

Si no hablamos apareceré en tus pesadillas también

Dame un lugar AHORA

Tenemos que arreglar esto y lo sabes

Lía:

[Ha enviado su ubicación]

Te espero...

Kira:

Es una cafetería??

Dijiste que estabas trabajando mentirosa

Voy ahora

Lía:

Estoy trabajando, esos tiktoks no van a editarse solos 🙄

Kira:

Mi eficiente mánager

Decime que no me invitás a un lugar público porque ahora tenés miedo de mí al menos...

Lía:

Dijiste que aparecerías en mis pesadillas, así que tengo un poco de miedo

Y ya sé de sobra que te gusta morder

Por un instante, lamentó con cada fibra de su ser ese último mensaje, y se preguntó si aún tenía la oportunidad de borrarlo, pero ya estaba leído.

¿Qué tan cuestionable era gritar a solas en medio de una cafetería?

No tenía prisa, pero bebió un largo sorbo de su caramel macchiato y luego soltó un largo suspiro.

Se concentró en la pantalla de su laptop, donde editaba el video donde Kira estaba a punto de recibir su primer baño de champaña, y la sensación de orgullo y felicidad la llenaba como si fuera un éxito compartido.

Kira Russo, la chica del momento.

Contempló su rostro sonriente en la pantalla. Lía era consciente de que a diferencia de su compañero de equipo, las sonrisas no eran mucho lo suyo, pero en ese momento la suya se veía de lo más real. Podría enorgullecerse de conocer cuán genuinas eran cada una de sus expresiones, y aún recordaba algunas de la noche anterior. Dejó que las memorias le calentaran el rostro antes de que la vergüenza y la culpa cubrieran toda sensación placentera.

Sabía lo que Kira iba a decir. Que lo olvidaran y fingieran que nada había sucedido. Que afortunadamente el alcohol se había encargado de borrar de sus mentes la mayoría de los recuerdos, y que lo que había sucedido en Australia debía quedarse allí.

Era lo más lógico. Ella misma estaría dispuesta a decirlo si no lo decía Kira.

Y sin embargo, mientras tocaba su rostro reflejado en la pantalla, sentía deshacerse en suspiros pesados, y creía que se le revolvía el estómago mientras lo pensaba:

«¿Al menos, por un instante, significó algo para ti...?»

*

*

*

HOLA HOLAAA AJDJSJSJD tanto que me moría de publicar esta historia y ya me da algo de vergüenza. Pero aquí estamos, no puedo dar vuelta atrás(?)

¿Qué les parece Kira? ¿Y Lía?

Les dejo con la ficha de Kira bebé:

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