Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

___☆_43_☆___

—¿Estás bien?

—Si —miento.

—¿Después de ver que él se fue con ella? —me pregunta Lydia.

—Amiga, estoy bien —río un poco.

—¿Eres consciente de lo mucho que te conozco? —inquiere poco convencida de mi respuesta.

—Ly, estoy bien, no tengo por qué enojarme, él y yo no somos nada.

—Pero si sientes algo por él —se lleva las manos a la boca con sorpresa —A no ser que no te importe porque a quien amas es a Dylan.

—¿Yo qué? —su voz hace que me sobresalte, Lydia y yo damos por terminado el tema.

—Que cantas bien —dice ella sonriente y se acerca a su novio.

—Nos vemos mañana Emma —dice, yo asiento y nos despedimos, la abrazo con fuerza me espero hasta verla marcharse.

—Supongo que hoy no tienes clases —comento al verlo aún aquí.

—Así es, pero si tengo mucha tarea —dice haciendo un puchero.

—Lamento tu situación —le dedico una sonrisa.

—¿Qué tienes?

—Sueño —río un poco —Sueño y tarea.

—Pero la terminas pronto, ¿o no?

—Si, aunque también debo idear algunas cosas y así, también debo pensar en qué carrera estudiaré porque mi tarea de orientación lo amerita.

—¿Lo haces solo por la tarea?

—No, también por mí, pero son tantos campos que no sé por dónde comenzar —me encojo de hombros apenada.

—¿Puedo llevarte a tu casa?

—Si es tu voluntad, si —digo divertida.

—Señorita, permítame escoltarla —hace una pequeña reverencia y toma mi mochila, cosa que hace que me sonroje.

—No es necesario hacer esto —le digo reteniendo mi mochila.

—Lo hago con mucho gusto —termino cediendo, aunque tener público hace que mi pena se incremente, vamos al estacionamiento en busca de su auto, una vez que sube las cosas a la parte trasera nos encaminamos a mi casa.

—Si no es molestia, ¿podríamos pasar a la papelería?

—Claro —sonríe —¿Qué te pidieron?

—¿Hacer o de material? —cuestiono divertida ante la mala formulación de su pregunta.

—Cualquiera de las dos.

—Debo hacer una maqueta —respondo, aunque él golpea su cabeza —¿Qué pasa?

—Olvide que debo hacer una escultura.

—¿Para qué materia es?

—Arte —hago una mueca, esa materia no sería mi fuerte, pasamos a la papelería que para él es muy surtida, cosa que confirmo en cuanto entramos.

Dylan pide sus materiales, yo veo lo que hay y tardo un poco en escoger, lo único de lo que tengo certeza es en las pinturas.

—¿En qué piensas? —me dice recargándose en mí y rodeándome con sus brazos.

—Estoy debatiendo qué material usaré para hacer la mitad del planeta —digo divertida, su aire golpea mi piel haciendo que me ponga nerviosa de tanta cercanía, sus ojos me dejan atrapada, veo a aquel niño que amé demasiado, el niño que me regaló muchos momentos bellos, paso saliva en seco, se acerca lentamente, no me muevo, mi cuerpo no parece tener intención alguna de separarse.

La pintura que tengo en mi mano se cae, eso nos obliga a separarnos, rápidamente la recojo, bendita suerte que no se abrió, muerdo mis labios, decido apartar la mirada de él, tomo una pelotita de unicel.

—Emma.

—Ya tengo todo —digo evadiendo toda pregunta o comentario de lo que pasó, nos acercamos para pagar las cosas, quiero permanecer en silencio, pero la chica junta nuestros materiales —Esto va por separado.

—No se preocupe, yo pago todo —dice Dylan.

—Por favor déjame pagar mis materiales —pido, pero este parece ignorarme, regresamos al auto, ninguno dice algo en sí —¿Me vas a ignorar?

—No, es solo que... —suspira, lo miro con tristeza.

—Dylan, yo...

—¿Es tonto haber pensado que podría pasar lo mismo de nuestra primera cita?

—No, no lo es —le dedico una sonrisa —Ese día yo también actúe mal.

—No te culpo, fui muy intenso —ríe un poco —Para ser poco tiempo desde que nos conocimos, me he vuelto alguien que hace las cosas de manera precipitada.

—No me mientas.


Dylan

—No me mientas —la miro sorprendido, siento que mi corazón se acelera, quiero decirle, pero necesito escuchar para no arruinarlo —Yo sé que tú me recuerdas y no por lo que nos dijeron hace poco, tú siempre me has recordado.

—¿Qué te hace pensar eso? —pregunto desafiante.

—Después del beso me dijiste algo muy cierto, tú no eres así, ni siquiera comprendías porque lo había hecho —suspira —Ese día no entendí el que te me acercaras demasiado, hasta que nos contaron nuestra historia de niños...

>>Comencé a comprender que había una posibilidad de que tú nunca me hayas olvidado.

—¿Cómo estás segura de eso?

—No lo estoy, saque una teoría que tú me harás comprobar o con la que me harás saber que solo fue una idea.


Flashback

—¿Volveremos?

—Si amor, ya es tiempo, además tu padre decidió trasladar todo para regresar —explica —Lamenta...

—Gracias, no saben cuanto he esperado para este momento —digo abrazándolos —Por fin la veré.

—Campeón —dice mi papá, su tono de voz me detiene —No podrás unirte con ella, hablamos todos y ella te olvido o al menos decidió hacerlo y sus papás dejaron de mencionar su amistad.

Creí que era feliz, pero no, mis ojos se cristalizan, ella sufrió y decidieron enterrarme, me reúso a creerlo, ella no puede olvidar nuestra promesa, no pudo hacerlo.

—Emma te olvidó.

—Tendrás que comenzar de cero para ganarte su amistad —mi mamá me mira apenada, no es su culpa que tuviéramos que irnos, pero parece sentirse culpable.

—¿Qué saben de ella?

—No ha cambiado tanto como tú, sigue siendo la niña tímida y al mismo tiempo parlanchina que conociste y... —ahora mira a mi papá, parecen estar buscando la forma de que no salga lastimado con la verdad —Ahora tiene novio.

No digo más y salgo, decidimos venir a casa de la abuela por algunas cosas, hay un lugar en el que ella y yo convivimos mucho, aún siento que ella está aquí, pero al mismo tiempo me hace falta.

Mi pequeña princesa ya escogió a alguien, ella no me espero, ni siquiera tiene idea de mi existencia. Lloro lo que es necesario, pensar que me mantuve por ella con la ilusión de volver a verla me parte el alma, duele tanto, duele estar enamorado de su recuerdo. Siempre supe que podría pasar, pero quise creer que no, tomo algunas cosas de este lugar tan especial, empaco lo que considero necesario para sentirla cerca, mi abue fue la única que supo de nuestra promesa, ella me apoyó durante tanto tiempo y ahora no encuentro algo de nuestros recuerdos que me permitan tener consuelo, no solo perdí a mi cómplice, también perdí a mi primer y único amor.

Fin de Flashback


—¿Dylan?

—Lo siento, es cierto, yo si recuerdo todo —digo, ya no puedo ocultarlo, siempre me negué en actuar como un desconocido, pero en cuanto dijeron que era por su bien, mi valor y decisión flaquearon. Lo real es que mi miedo hizo que dudara porque ese primer encuentro me hizo darme cuenta de que necesitaba conocerla.

—Lamento si te olvide —dice con un hilo de voz.

—Es pasado ¿no? —le dedico una sonrisa —Ahora podemos conocernos y abrirnos paso para seguir conociéndonos.

—Si —me mira dudosa —¿Crees que podamos hacer tarea juntos?

—Claro, además son cosas similares.

—Perfecto —llegamos a su casa —Ahora vuelvo, voy por algunas cosas —dice y sube por lo que falte.


Emma

Comprobarlo fue difícil, pero al mismo tiempo reconfortante, busco las cosas, no puedo dejar de pensar en todo. He intentado comprender el por qué mis papás aceptarían negarme el recuerdo de un viejo amigo, parece incoherente, aunque he comenzado a recordar algo.

Yo inicié todo, un día decidí que no quería escuchar más de él, no quería sufrir y comencé a ser la de antes, dicen que para no pensar en alguien debes no recordarlo, yo misma inicie enterrando mis recuerdos, comencé con el anillo. Al ver que mis papás no lo mencionaban o a su familia, lo tome como un punto a mi favor y para tener cinco años está claro que hay rostros y nombres que se van, como sucedió con Alina. Llegaron a mi mente aquellos momentos, pero los llamé sueños, lo convertí en un sueño que seguía, pero que acabaría.

—¿Quieres ayuda? —pregunta Dylan.

—No, ya voy a bajar —le digo, bajo todo lo que considero necesario, él parece perdido en la foto familiar.

—Te sienta bien el rojo.

—Gracias, esa foto fue la que más le ha encantado a mi papá —respondo dedicándole una sonrisa.

—¿Tú mamá no está? —pregunto al no notar su presencia.

—Parece que no, debe estar comprando las cosas que llevaremos a casa de mamá y papá —respondo haciendo referencia a mis abuelitos.

—Olvidaba que no les dices abuelo ni abuela —ríe un poco.

—Si, es la fecha y no puedo dejar de decirles así —río concentrada en ordenar las cosas —¿Te ofrezco algo de tomar? —pregunto apenada por no recordar que es algo que uno debe hacer cuando tiene visitas.

—Claro, ¿qué hay en el menú?

—Déjeme ver.

—¿Trabaja aquí y no sabe lo que hay? —ríe incrédulo.

—Soy nueva —le dedico una sonrisa, me levanto y hurgo en las cosas, perfecto —Tenemos agua natural o limonada rosa.

—Limonada rosa por favor —pide, sirvo dos vasos y los llevo con cuidado, se lo entrego y él lo recibe da un trago y suelta un "aaa" —¿Sabes algo?

—¿Qué? —pregunto divertida.

—Es injusto que un tome una limonada común cuando...

—Hay algo tan maravilloso como esta versión —decimos al unísono.

—¿Recuerdas eso?

—Eso creo —me encojo de hombros —Te confesaré algo —me incorporo como si estuviera a punto de revelar un enorme secreto —Me he dado cuenta de que hay cosas que si recuerdo, pero que en su momento creí que eran sueños bonitos que no olvidaba.

—No te culpo por eso.

—Lo siento.

—Emma.

—¿Gustas un dulce? —pregunto y entro de nuevo a la cocina, no quiero tocar el tema, es horrible reconocerle a él que yo decidí fingir que no recordaba y supongo funcionó y mis papás solo hicieron lo mejor, cosa que agradezco. Dejo algunas botanas y gomitas en medio de ambos, también decido que es bueno traer la jarra de limonada.

—Te confieso que siento que sé todo de ti y a la vez nada.

—Es curioso, me pasa algo similar contigo —confieso.

—Contémonos las cosas que queramos —sugiere.

—Comienza tú —pido.

—¿Sigues teniendo la manía de ponerle dulce de leche a la tortilla?

—Si, no sé ha ido.

—Jaja, recuerdo la cara de tu mamá cada vez que pedías eso.

—Lo dice el que por alguna razón agregaba azúcar a algo que ya era dulce.

—Ey no, era un niño —se queja —Deje de hacerlo porque ya estoy viejo y debo cuidar mi salud.

—Siempre te tenían que esconder el azúcar —él me mira con sorpresa, hasta yo me sorprendí.

—En navidad lo volvimos a hacer —me dedica una sonrisa —Intercambiamos nuestros dulces y recitaste un agradecimiento a lo que escogías.

—Ahora entiendo a Nina con su expresión —hago una mueca —¿Aún conservas el anillo?

—¿Eh?

—Entonces no eras tú —digo confundida.

—¿Hablas de este anillo? —me extiende su llavero del que cuelga una cadena.

—Entonces eras tú, con quien me casé.

—Si, ¿aún tienes mis votos?

—¿Te refieres al papel que dice "Te amo"? —inquiero divertida, él asiente —Entonces sí.

—Señorita, tengo que saber —se incorpora —¿Sigues temiéndole a los perros?

—Si, no puedo ni intentar acercarme —hago un puchero y me llevo a la boca una papita —Estoy casi segura de que tú amas a los perros.

—Efectivamente —me dedica una sonrisa —De los recuerdos que tengo contigo, el más presente es cuando te traumaste con los perros, porque antes los amabas tanto como yo.

—Algo me dijeron de eso —suspiro —Pero Dylan, ¿qué más te gusta hacer? —inquiero centrando toda mi atención en él.

—Pues me gusta mucho la música —ríe un poco —Sé jugar ajedrez, un tiempo practiqué karate, estuve en un taller de baile...

—Así que por eso sabes bailar bien —digo —Suertudo.

—Puedo enseñarte, ¿qué se te complica más?

—Hmm, bailar salsa, porque como viste, tengo lo básico para defenderme en cumbia —suelto una carcajada.

—Ven —me extiende la mano.

—¿Planeas enseñarme ahora?

—Si, ¿por qué no? —me da su mano para que me levante, lo hago de mala gana —Prometo que es fácil.

—Claro, lo dices porque tú ya sabes.

—Por lo mismo sé que aprenderás.

Dylan comienza a marcar un movimiento, que según esto es el paso básico, yo muevo mi pie derecho hacía atrás y él su pie izquierdo hacia enfrente.

—Este paso se llama paso cubano —le dedico una sonrisa, trato de reprimir mi risa ante su seriedad —Debemos pasar nuestro pie hacia atrás lentamente y el otro permanece en el suelo.

—No es por ser pesimista, pero no quiero seguir.

—Vamos pequeña, tú puedes.

—Te quiero, pero al mismo tiempo no —digo haciendo una mueca.

—Bailemos con los pasos que ya te mostré.

Trato de imitarlo, me muevo, llegamos al punto en el que entramos en sintonía, claro que con dos o tres pisadas de mi parte, ahora él hace lo que Sofi suele hacer, indicarme que daremos vueltas y como mi torpeza necesitara tomar protagonismo, me resbalo, él me sostiene y me ayuda a incorporarme de nuevo. 

—¿Estás bien?

—Si, creo que si —estoy demasiado cerca de él, sus ojos me dejan atrapada, me pregunto si las cosas hubieran sido diferentes si él no se hubiera ido, veo a ese niño en busca de que lo vea solo a él, veo a nuestras versiones infantiles amándose con locura y sin darse cuenta de que era algo que decíamos detestar, pero que con el tiempo se transformó en una muestra especial que nos hace complementarnos con alguien más.

—Emma, ¿me lo permites? —inquiere nervioso, yo asiento.

Dylan se acerca a mí, acorta la distancia entre ambos, sus manos aún rodean mi cintura, mi respiración está acelerada por mis intentos de bailar, él también parece un poco sofocado, sus mejillas se tiñen de rojo. Sus labios rozan los míos, cierro los ojos con lentitud, él me da suaves y delicados besos, mis manos rodean su cuello, su aroma invade mis fosas nasales, nunca lo había sentido tan cerca, intento aferrarme a cada movimiento, pero ni siquiera soy capaz de explicar lo que está ocurriendo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro