1. El mismo día
Desperté con el irritante sonido del despertador, de un toque apagué la alarma. Me levanté de la cama buscando mi celular, al encenderlo miré el fondo de pantalla que tenía. Mi madre nos abrazaba a mi hermano y a mí mientras los tres sonreíamos con gran alegría a la cámara. Suspiré al recordar los buenos momentos. Sin perder el tiempo, me di una ducha caliente disfrutando mi soledad. Comencé a vestirme con unos jeans, unas converse negras bastante usadas a decir verdad, camisa de mangas largas blancas con botones negros y mi chaqueta azul oscuro.
Recogí mi bolso con todo listo, me miré por última vez en el espejo soltando mi cabello, estaba algo despeinado pero no pensaba arreglarlo mucho con la lluvia que ha hecho estos días.
—Buenos días, Amy—saludó mi prima Nina quien escribía algo en su cuaderno mientras estaba sentada en el sofá. Escuché a mis otros dos primos peleando entre sí en la cocina, la tía Agostina ya se había ido al trabajo, por lo menos no escuchaba sus irritantes gritos con respecto a sus queridos hijos y su querida sobrina que debía cuidar después de la muerte de su familia, entre esos su hermana.
Regresé mi atención a Nina quien se enfocaba mucho en su cuaderno.
—¿De nuevo haces tarde la tarea?
—Ya me conoces—sonrió un poco sin levantar sus ojos—Anoche escuché unos pasos en tu habitación.
—¿En mi habitación?—me crucé de brazos teniendo mi bolso en el hombro.
—Sí, ¿De nuevo tenías problemas para dormir?
No supe que decir pero me pareció que era mejor mentir un poco.
—Sí, eso creo—era extraño que dijera eso. Hace mucho que había recuperado el sueño completo por las noches, luego de la muerte de mis padres y mi hermano, solía despertar a medianoche respirando agitada, revisaba mis brazos y mis piernas en busca de heridas. Siempre tenía ese recuerdo en mi mente, el accidente, la lluvia, la sangre, los cristales...todo estaba allí.
—¿Terminaste tu tarea, jovencita irresponsable?—apareció el hermano de Nina, mi primo Adam.
—Oh, cállate—le ordenó rodando los ojos. Cerró su cuaderno levantándose mientras tomaba su bolso y su celular—Será mejor que nos lleves de inmediato a la escuela, tengo examen a primera hora y no quiero llegar tarde.
—Y yo debo correr a presentar mi trabajo de Biología—comentó el menor de los tres hermanos, Víctor.
—¡Muy bien, cerebritos! Todos al auto de inmediato—Adam recogió las llaves. Al girarse para tomar su chaqueta me miró de una forma extraña, me apresuré en salir de la casa, lo odiaba profundamente.
Parte de la mañana estuve pensando en aquello que Nina me había dicho. Había escuchado pasos en mi habitación, no me sorprendía que lo hubiese escuchado, nuestros cuartos estaban muy juntos, las paredes eran muy livianas, cualquier cosa podía escucharse y más cuando se trataba de algo en medianoche, todo estaba en silencio. ¿Acaso me habré levantado como sonámbula? Era lo más probable, quizás por eso no recordaba nada.
Primera vez que me sucedía eso.
—¿Estás bien, Amelia?
—¿Qué? Oh, sí, sí Zoe, no debes preocuparte—fingí una pequeña sonrisa pero sus ojos azules brillaron, sabía que mentía.
—No me digas, has estado muy distraída el día de hoy—dijo entrecerrando sus ojos observándome con más detalles—¿Qué tienes en tu mentecita?
—No es nada, enserio—volví a enfocarme en el libro de Historia que tenía al lado de mi bandeja. Hubo un largo minuto de silencio, al levantar mis ojos Zoe seguía con su vista en mí.
—Adam te hizo algo.
—No hizo nada, ¿Por qué crees eso?
—Porque es el único que realmente te molesta, además de tu tía bruja, ya sabes.
—Zoe—reproché negando con la cabeza sin ocultar la sonrisa divertida que había aparecido en mis labios—Estoy bien, no me pasa nada, anoche no pude dormir bien, sólo es eso.
—Te creeré esta vez—me señaló con un dedo.
La última clase había terminado al fin, ansiaba llegar a mi habitación y descansar. La mejor manera de mantenerme ocupada era haciendo la tarea, es extraño verlo en una adolescente. Incluso me sorprendo de mí misma. Nina y Víctor estaban subiendo al auto, mientras caminaba hacia ellos sentí algo extraño. Era una sensación rara, me detuve mirando alrededor, nadie estaba mirándome. Todos salían de la escuela ansiosos por irse de una vez.
Cuando la tía Angostina no estaba en casa, evitaba salir de mi cuarto, Adam era muy raro conmigo, muchas veces sentía que me acosaba, Nina me defendía, ella creía que su hermano sólo intentaba asustarme pero estaba segura de que no era así. Adam realmente era malo. Víctor en cambio se mantenía en sus videojuegos, pocas veces jugaba con él, el chico odiaba perder.
La música sonaba en mi laptop mientras terminaba algunos problemas de Matemática. Zoe me escribía a cada minuto pidiendo ayuda con los suyos, no me consideraba buena en la materia pero tampoco era un desastre. Mi garganta estaba reseca, tenía sed, me levanté de la cama con el celular en mi mano. Fui a la cocina buscando algo de beber, conseguí algunas latas de refresco, tomé una pero se resbaló de mis manos cayendo al suelo. Al agacharme para recogerla escuché una risita a mis espaldas.
Sentí escalofríos por todo mi cuerpo.
—Esa es una posición muy comprometedora, querida prima—su voz fue divertida y pícara. Tomé la lata de refresco levantándome, me giré sin mirarlo, cerré el refrigerador pasando a su lado pero me detuvo tomando mi muñeca con fuerza—¿A dónde crees que vas?
No respondí, no debía darle explicaciones. Me asusté un poco en cuanto Adam tomó mis brazos sacudiéndome un poco, su cuerpo estaba cerca de mí.
—¿Qué quieres, Adam?—susurré.
—No lo sé—me obligó a arrinconarme en una esquina de la cocina mientras acariciaba mi mejilla—¿Qué quieres tú, Amelia?
—Debo ir a mi cuarto, suéltame—intenté apartarlo de mí pero tomó mi rostro con su mano. Era fuerte, mucho más que yo. Sus ojos marrones se fijaron en los míos, mi corazón latió rápido en cuanto su otra mano se posicionó en mi cintura—Adam déjame.
—¿O qué, querida prima?—sonrió de una forma que no me gustó—Te asustas fácilmente, pensé que eras más fuerte.
—Por favor, déjame—mi celular comenzó a sonar. Mis ojos contenían las lágrimas ante la frustración de no poder hacer nada, Adam pareció disfrutar con eso. A los pocos minutos me soltó desapareciendo de la cocina, sin perder el tiempo tomé mi celular y subí a la habitación con la lata en mi mano.
"Tranquila, no ha pasado nada, siempre te asusta, eres fuerte Amelia"
Abrí la lata bebiendo un poco de refresco intentando calmarme, revisé el mensaje que había llegado a mi celular, me dejé caer en la cama al mirar el número desconocido.
Ese Adam debe aprender una lección, estoy seguro de que sólo es un idiota que se cree superior a los demás. No te preocupes, intentaré hacerme cargo de él.
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