Parte 3 Revelaciones Capítulo XVIII
Eduardo
Cuando llegó la ambulancia Antonia ya no respondía a ninguno de mis llamados, aunque mientras la abrazaba fuertemente podía escuchar el latido lento de su corazón... fue tan terrible, por un momento pensé que se detendría del todo.
Ya en el hospital, los médicos me dejaron fuera, dijeron que solo familia, les dije que era su futuro esposo, para que me dieran información:
—Es grave— fue lo primero que me dijo el doctor— ella sufrió una contusión de bastante magnitud y su cerebro está sufriendo una inflamación, por lo cual induciremos un coma para dar espacio a que su cerebro se recupere o nos arriesgamos a operarla para sacar posibles coágulos que estén alojados en su cerebro.
No podía creerlo, pero fue aun peor cuando me dijo:
—Ya que usted todavía no es su esposo, no tiene derecho legal sobre las decisiones médicas, por lo cual ya llamamos a su madre para que se presente a firmar los documentos.
En ese momento comprendí y sentí en carne viva lo que debería haber sentido Estela cuando Teresa se encontraba en el hospital. Esperaba que sus padres no intentaran separarme del lado de Antonia, porque nadie podría arrancarme de su lado.
Antes que llegaran sus padres me dejaron entrar a verla, cuando entré sentí como mi corazón se quebraba, Antonia estaba totalmente entubada y pálida, con esa bata de hospital su piel se veía aún más blanca, me acerqué y con cuidado le tomé la mano, estaba tibia y suave, la besé mientras las lágrimas salían de mis ojos.
Le pedía perdón, sabía que de no haberla hecho acompañarnos al velorio y funeral ella no se encontraría así, talvez estaría mejor en cualquier otro lugar, menos conmigo.
Me senté en una silla junto a ella sin soltarle la mano, mientras le decía lo mucho que la amaba y la necesitaba.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que la puerta se abrió dejando entrar a Lorena y su esposo, seguida por Mauricio y Angélica. Cuando me vio Lorena me vio con odio, pero al verme a los ojos, decidió ignorarme, Mauricio y Angélica me saludaron.
El medico ingresó y explicó la situación, con los riesgos y las posibilidades que teníamos. Lorena solo lloraba abrazada a su esposo, y Mauricio estaba abrazado a Angélica con la mirada pérdida.
Empezaron a hablar en cuanto el medico salió, intentando tomar la mejor decisión, yo sabía que no tenía ni voz ni voto en esa conversación, pero yo era el hombre que amaba a Antonia, así que hablé:
—Disculpen todos, pero yo opino que le induzcan un coma es lo más viable, porque las operaciones no siempre salen como uno podría pensar...
Todos guardaron silencio por un momento hasta que Mauricio por fin dijo:
—Mamá, yo opino igual que Eduardo, es nuestra mejor posibilidad...
Lorena lo pensó por un momento, pero al ver que su hijo pedía firmemente esa posibilidad dijo:
—Bien, dejaremos que le induzcan un coma... pero usted señor debe irse inmediatamente— dijo señalándome.
—No— dije rápidamente— no me moveré del lado de Antonia, no hay nada que pueda hacer para que me vaya, la amo y estaré aquí hasta que despierte— dije sin soltarle la mano a Antonia.
Mauricio se puso a mi lado como apoyándome, el papá de Antonia habló por fin:
—Debería golpearte y sacarte a patadas de aquí, sabes que no te mereces a mi hija.
—Lo sé— dije sinceramente— no merezco a su hija, pero puedo luchar toda la vida por ser el hombre que ella se merece, puedo hacerla feliz, la amo más que a
nada en el mundo y no importa qué tanto que me golpee, no me podrá separar de su lado.
Justamente en ese momento entró el medico con la enfermeras, Lorena les comunicó su decisión y los médicos le dieron los documentos a firmar el procedimiento médico.
Al ver que Lorena no decía nada más cuando terminó de firmar los documentos Rolando el padre de Antonia, decidió dejar pasar un poco de tiempo.
Yo solamente pensaba que si yo no hubiera estado cerca de ella, Antonia estaría bien, sin mi ella hubiera vuelto a ser feliz, pero en ese momento me di cuenta que era un egoísta por amarla como lo hacía, ella podría conseguir a alguien mejor, solamente esperaba ver si después de su recuperación tomaba la acertada decisión de dejarme y olvidarme, sinceramente esperaba que no lo hiciera.
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