Capítulo I
—La vida es una porquería— decía Antonia mientras miraba la sangre que emanaba de las heridas abiertas de sus piernas. Ella tenía años de no auto mutilarse, pero después de los recientes acontecimientos necesitaba adormecer el dolor del alma con dolor físico.
Estuvo sentada durante no sabría decir exactamente cuánto tiempo, decidiendo si tenía el valor de cortarse las venas y terminar con su porquería de vida o, si seguiría siendo una cobarde y continuaría fingiendo ante todos que era feliz.
Al final decidió no hacerlo, pues hacía varios años, cuando estuvo mal económicamente, no había podido pagar las cosas para su funeral y entierro, sintió un nudo en el estómago cuando se imaginó a su familia afrontando las responsabilidades de un entierro para ella y no se sintió capaz de dejarles esa carga extra.
Al ver que la sangre roja comenzaba a coagularse en sus piernas, pensó como esa misma sangre había hervido de amor hacía apenas sólo un día, como su corazón le bombeaba fuerte y rápidamente a cada parte de su cuerpo, mientras ella intentaba reaccionar a los besos y caricias que él le hacía.
De todas las personas que le habían fallado, jamás pensó que esas dos personas le pudieran fallar, él era el amor de su vida y ella su mejor amiga de toda la vida, cuando los encontró abrazados, desnudos y dormidos en su cama, ella pudo escuchar como su ser se quebraba y caía en un vorágine de ideas sobre venganza, odio y reproche, dando paso a la depresión que siempre la rondaba.
Lo peor de todo, es que ella no hizo ningún ruido, no les gritó, no quebró cosas, no los golpeó, nada, simplemente se dio media vuelta y volvió a casa de sus padres "de visita", pues realmente no tenía ningún otro lugar a donde ir.
Cuando la hojilla cortó su piel, ella derramó las primeras lágrimas y se prometió que juntaría nuevamente los pedazos de su ser y los enfrentaría algún día, pero ese día no era hoy.
Después que sus heridas dejaron de sangrar, tomó un largo baño para relajar todos los músculos contracturados de su cuerpo. Y al acostarse recordó como lo conoció.
Él era el ideal de su vida: guapo, detallista, amoroso e inteligente. Fueron compañeros en algunas clases mientras estudiaban en la universidad y él simplemente se le metió en su vida con el paso del tiempo. Ella confió ciegamente en él, pues se sentía segura en sus brazos, pues él parecía aceptarla, a pesar de conocer algunos de sus fantasmas. Con el tiempo después de muchas conversaciones, decidieron ir a vivir juntos, pues en palabras de él «no podían vivir el uno sin el otro» o eso pensaba ella.
Recordó su olor, jamás podría olvidar su olor, era único y la llenaba de tantas emociones, que ella simplemente no podía identicarlas. Al darse cuenta que él nunca volvería a ser suyo, sí es que alguna vez lo fue, lloró abrazada a la almohada hasta que el cansancio mental y físico la venció y cayó en un sueño pesado y ansioso.
***
A la mañana siguiente se despertó con sonidos y olores familiares, había olvidado las ajetreadas mañanas en casa de sus padres, su padre yendo a trabajar, su madre limpiando y cocinando mientras miraban el programa de noticias, al estar en ese entorno se sintió segura nuevamente. Sabía que debía levantarse, pero cuando su cerebro terminó de despertar, ella volvió a sentir el dolor incalculable de la pérdida del amor y la amistad.
Encendió su teléfono celular, el cual había apagado la noche anterior, por si su ex novio o ex mejor amiga intentaban comunicarse con ella, tenía 50 mensajes de ellos dos y tres de trabajo, decidió revisar el trabajo primero y cuando hubiera tomado café se enfrentaría a las mentiras de aquellos dos.
Los mensajes de trabajo eran para confirmar un viaje y una reunión, esa misma tarde para coordinarlo. Cuando los hubo contestado, comenzó a leer los otros mensajes, su ex preguntado: «¿Dónde estás?» «¿A qué hora llegas?» « Estoy preocupado» «Por favor llama cuando leas los mensajes» entre muchos otros; mientras su "mejor amiga" con tono de preocupación preguntaba lo mismo, diciendo que él la había llamado para decirle que no había llegado a casa aún y que no contestaba ningún mensaje.
Decidió pasar de todos y hacer frente a esos mentirosos, hasta que estuviera segura con ropa de trabajo y arreglada para dominar el mundo.
A las 8:30 a.m. estaba lista y rumbo a su trabajo, vestía uno de sus trajes favoritos, se alegró haber dejado olvidadas algunas cosas en casa de sus padres la última visita, pues así no tendría que regresar a ese apartamento al menos por momento, mientras conseguía donde vivir y tomaba el coraje de ir a traer sus cosas.
***
A las 10:00 a.m. mientras tomaba su tercera taza de café del día y revisaba la información para la reunión que tendría por la tarde, fue interrumpida por su asistente Ana, quien entró diciendo:
—Disculpe licenciada Nelson, sé que me dijo que no la molestara con llamadas personales, pero el señor Roberto ha llamado 10 veces y está al teléfono de nuevo —Antonia quiso gritar, pero respiró hondo para no sacar su mal genio con Ana, pues no tenía nada que ver con él, cuando iba a decirle que se le dijera que ella lo llamaría después, Ana habló — Me dijo que si no podía comunicarlo, le dijera en recepción que el vendrá a reunirse con usted, para que lo dejen subir... ¿Qué le digo? —preguntó algo apenada, pues su jefa estaba con la mirada fría y algo sonrojada.
—Hablaré ahora con él, pásame la llamada, gracias Ana. —dijo Antonia pues decidió hablar con él, ella no podía darse el lujo que se presentará en su trabajo arruinando también su ambiente laboral.
—¿Hola?— dijo con la voz más firme que pudo fingir, cuando recibió la llamada.
—¡Oh por Dios, Antonia! ¡Estás bien!— suspiró Roberto— ¡Estaba muy preocupado por ti! Te escribí muchas veces, te llamé, incluso le hablé a Sofía, que tampoco te pudo contactar. ¡¿Dónde estabas?!
Después de una profunda respiración, ella le contestó con la mayor naturalidad que era capaz:
—Me quedé en casa de mis padres, necesitaba tiempo para pensar.
—¿Pensar? ¿En qué? —quiso saber él.
—Bueno, con tu propuesta de matrimonio y el trabajo, tengo muchas cosas en la cabeza. Así que he tomado una decisión, me he dado cuenta que yo no soy la mujer para ti y aunque te quiero no puedo ser quien necesitas. Por eso termino nuestra relación a partir de este momento, enviaré a alguien a recoger mis cosas a nues... perdón a tu casa. Te deseo que seas feliz con alguien más — con la desgraciada de mi ex mejor amiga, pensó— y espero que algún día en el futuro pueda verte nuevamente.
—¡¿Qué?! ¡Debes estar bromeando! ¡¿Después de dos años de noviazgo y dos años de vivir juntos, simplemente de la noche a la mañana decidiste que no eres la mujer para mí?! —escuchó la voz irritada de Roberto al teléfono.
Ella casi podía ver su cara cuando dijo eso, se lo imaginó pasando del verde al rojo con sus cejas encontradas en un nudo sobre su nariz, como cuando estaba muy molesto.
—Pues sí, esa es mi decisión, no pienso seguir perdiendo mi tiempo, ni hacértelo perder a ti. Que tengas una feliz vida— y colgó la llamada sin darle tiempo a seguir hablando.
Ella sabía que no podía romper en persona, pues sentiría la necesidad de consolarlo y se daría cuenta que ella mentía.
A los pocos minutos sonó su celular con tono de mensajes, era Sofía preguntando: «¿Cómo estás?» «Oye, ¿Es cierto que terminaste con Roberto?»
Antonia sintió como el color le subía al rostro y sintió ganas de gritarle que era una descarada, cualquiera y ofrecida, pero no podía perder los papeles pues no quería que ellos supieran que la habían fracturado.
Simplemente se limitó a repetirle lo mismo que a Roberto y dejar que ella sacara sus propias conclusiones. Tuvo que rechazar su invitación a almorzar, aduciendo estar súper atareada con los preparativos de su próximo viaje.
Al terminar de hablar con ambos, sintió deseos de saltar por la ventana de su oficina en el 12vo piso de su edificio, pero decidió sacar una pequeña navaja levantar un poco su falda y cortar limpiamente su piel.
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